Peru Election 2006

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Carmen Rosa Balbi on Business Groups and Peruvian Elections

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Las elecciones y los grupos de poder económico
Por Carmen Rosa Balbi
La Republica, 14 de enero del 2006

Romero: No sé a quién tendrán pensado o que tendrá pensado el presidente como ministro (de Economía).
Montesinos: Tú sugiere nombres.
Romero: Mejor que Camet no hay.
Montesinos: El tema es que Jorge Camet ha estado muy enfermo.
Romero: Pero ya no. Está caminando, ya viene al Banco de Crédito y ya no necesita bastón.
“La vida es una licitación”
Jorge Camet (ex ministro de Economía)
(En la Sala de la corrupción, videos y audio de Vladimiro Montesinos)
Fondo Editorial del Congreso 2004
Todo parece indicar que en esta campaña electoral se hacen presentes abiertamente en las listas y planchas presidenciales, grupos económicos de poder, donde un conspicuo representante del grupo más importante en el Perú aparece nada menos que de vicepresidente en la fórmula de UN, anunciándonos que viene de “renunciar” a su vinculación con el grupo Romero y que todavía le falta dejar varios directorios de empresas con las que está vinculado.
Sería importante que estas relaciones se hagan más bien explícitas, pues venimos de la historia reciente del fujimorismo donde los peruanos pudimos presenciar estupefactos, a través de los irrefutables videos de la corrupción, el tipo nefasto de vínculos de este grupo en particular con el poder, donde don Dionisio Romero aparece usando el Estado mafiado para sus negocios privados y que se hizo de dominio público, no solo en las solicitudes de ayuda para sus empresas en la salita de Montesinos, sino también su rutilante incursión de asesor político del demiurgo del SIN, en la perspectiva clara de conseguir tratos preferenciales a cualquier precio y así consolidar sus negocios, y que nos habla de dónde termina el rengo espíritu emprendedor y de empresa en el Perú.
¿Qué hemos aprendido de la transición?
El modus operandi de los grandes negocios en el Perú reciente constituye parte de la herencia nefasta que implantó y promovió el fujimorismo y con el que se vincularon de manera inequívoca grupos económicos promoviendo intereses absolutamente particulares y, por tanto, lesivos para la nación, por ello es tema de la agenda de la transición trunca. Pero parece que se nos ha olvidado cuán importante es y debe ser que los grupos económicos asuman los riesgos del mercado, antes de ocurrir lo que parece que viene dándose con mayor fuerza en los últimos años, y es la utilización del Estado para la potenciación de los negocios, vía resoluciones ad hoc, licitaciones, potenciales privatizaciones y concesiones; en todos los casos con poca transparencia, pero eso sí, consignando oscuros buenos negocios.
Como nos lo recuerda en su excelente trabajo sobre los grupos económicos y el poder el estudioso Francisco Durand, esto ha tenido una continuidad bajo el saliente gobierno de Toledo, donde para mencionar un caso que involucra al Estado y sus instituciones, las pendientes acotaciones tributarias a las privatizadas empresas eléctricas lideradas por nuestro hoy reinante Premier que impuso contra el dictamen de la Sunat mantener ilegalmente exoneraciones a dichas empresas, ha privado al Estado de más de 300 millones de dólares requeridos para invertir en salud, educación, infraestructura.
La lección que nos ha dejado el fujimorismo, que Durand califica de una cleptocracia organizada en distintas instituciones del Estado –el ministerio de Economía entre ellas, por su importancia para producir legislación económica y tributaria–, en lugar de llevarnos a producir una reflexión sobre el entrelazamiento político entre el Estado y los grupos empresariales de poder económico, parece llevar a la conclusión ‘pragmática’ de la ávida derecha económica que, más bien, sin el Estado de ariete no se puede hacer negocios. Lo que lastimosamente muestra que en el Perú, a diferencia de Chile por ejemplo, al no consolidarse un sólido espíritu de riesgo, que es aquello que define a un empresario, esta es la vía más fácil para hacer lucrativos negocios para los que han quedado desnudados como empresarios mercantilistas de nuevo tipo y que se proponen nada menos que ganar las próximas elecciones.
En un Estado tan precario como el nuestro, con instituciones débiles, con pocos funcionarios probos y cabales, pareciera ser que basta amarrarse en las alturas con los programas de concesiones, exoneraciones, privatizaciones, frecuencias. Lo que en el facilismo y la mentalidad rentista está claro que no se conseguirá necesariamente con eficiencia o mejores propuestas capaces de competir entre varias y ganar en buena ley. Se suplanta así por las influencias y conexiones sectoriales con el Estado y malos funcionarios que, como apunta con agudeza Durand, quedan disfrazados en decisiones de política económica.
No es negativo que se consoliden grupos económicos y que se expanda el capitalismo nacional, el problema se produce cuando todo el espíritu empresarial termina en la salita del SIN en asociación en dudosos términos con el capital extranjero, y en el uso del Estado para prosperar económicamente. Y esa es probablemente la sospecha que tenemos todos los peruanos de la evidente presencia de un poco empresarial grupo económico al que se vincula el Sr. Woodman, cuyo jefe ha tenido los inadmisibles tipos de relación arriba graficados en los videos de la corrupción y solo potencian la desconfianza de tamaña presencia en la lid electoral.
Esto definitivamente atenta contra la legitimidad democrática y por ende, qué duda cabe, en la gobernabilidad. Por ello es imperativo reconstruir nuevas relaciones marcadas por la transparencia y la discusión pública entre el poder y los grupos económicos cercanos a aquel.

Written by Michael Ha

January 15th, 2006 at 8:21 am

Posted in Political Parties

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