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La cadena del desánimo

Es difícil categorizar una obra como La cadena del desánimo de Pablo Katchadjian. Comparado con las otras obras del curso, este libro no refiere específicamente a un evento concreto, y solamente es testimonio en el sentido de que habla de opiniones verdaderas de gente real. Encontrar una cuerda que se conectan todas las citas es difícil – se ve un pedacito de como es la vida política de Argentina pero no hay un tema grande que se une todo.

Una de las ventajas de la ficción (o no ficción) experimental es que nos deja pensar y interpretar obras de arte por maneras que no son posibles o que no se recomienda el formato convencional. No estoy seguro todavía de lo que Katchadjian nos quiere entender de su libro (y según el prefacio él no está muy seguro tampoco), pero si el significado del libro fuera claro no sería una obra experimental. Seguramente hay algo útil, como dice el autor, en leer tantas voces distintas hablar de una gran variedad de sujetos distintas, generalmente con Argentina al fondo. No lo he descubierto todavía pero definitivamente hay algo que decir sobre la objetividad y la verdad enterrado por estas citas.

Insensatez

Insensatez nos muestra el efecto seguido de la guerra y trauma en una manera que habla de su capacidad de lastimarnos años después del evento. Por usar un narrador completamente inepto para este trabajo – un hombre grosero y obsesionado con el sexo trabajando con 1100 páginas del material más espantoso posible – Moya nos muestra a la vez los mecanismos extraños de supervivencia que inventarán los humanos para superar el terror, y el poder eventual que la trauma puede disfrutar sobre sus oponentes menos probables. Solamente por editar y leer los cuentos de los asesinatos, torturas y masacres, el narrador de Moya entra la misma paranoia y depresión que alguien que pasara por la misma violencia de primera mano. Su humor negro no es suficiente para luchar contra lo que lee. Los actos de violencia ni siquiera están mostrados directamente – nosotros como lectores somos solamente observadores de lo que hacen al narrador, y este efecto de segunda o tercera mano es suficiente para darnos miedo. Violencia no sólo afecta los que que lastima originalmente. Se queda en la consciencia de un país años después y tiene el poder de hacer más daño.

El narrador encuentra belleza en unos pasajes escritos por las víctimas indigenas del masacre, pero la poesía al final no es suficiente para seguir siendo feliz en su trabajo. Eventualmente la escala del terror se supera – “nadie puede estar completo de la mente después de haber sobrevivido a semejante experiencia”.

La muerte y la doncella

La muerte y la doncella se trata de una situación en que no tenemos evidencia suficiente para cualquier lado, y solamente podemos trabajar con lo que nos dicen nuestros emociones. Como Rashomon, el clásico del cine de Akira Kurosawa, o la persa película más moderna A Separation, tenemos que examinar más allá de lo que nos dice la ley hacia un mundo en que la verdad y la realidad no tienen una relación tan definida – no siempre están de acuerdo aunque, según la ley, deberían. Los cicatrizes de esta obra son los dejado por una tortura y violación durante la dictadura de Pinochet en Chile (ostensiblemente, y es relevante para cualquier país con circunstancias así), y aunque simpatizamos con la reacción de Paulina mientras encuentra su violador – según ella – también simpatizamos con los demás. Simpatizamos con su esposo Gerardo, cuyo interés es seguir adelante y cuya involucramiento en la historia vuela más y más fuera de su control. Nuestras emociones quieren que castiguemos a Roberto, pero nuestras consciencias saben que el vigilantismo y asesinato extrajudicial no son las respuestas correctas con tan poco evidencia. Sabemos como actuar legalmente, pero no sabemos como se siente Paulina después de años de sufrimiento y paranoia. Podemos decir seguramente que no actuaríamos igual dado sus circunstancias?

Estos son los cicatrices que sobreviven después de la dictadura y que no simplemente se sanan por la noche cuando vuelve la democracia. Ariel Dorfman no nos da una solución fácil ni un final feliz, creo yo, porque no existe, ni para Chile ni cualquier país. Es difícil sufrir sólo, pero la necesidad de tener una comisión legal que investigue los abusos de los derechos humanos habla de una trauma colectiva o social. Gerardo y Paulina quieren la misma cose – sanar – pero aún así sus métodos y experiencias están en conflicto.¿Cómo puede seguir adelante la sociedad cuando cada una de su gente sufre de su propia manera?

El hablador

El hablador nos presenta con unas preguntas difíciles del progreso o primitivismo, cultura o integración, y otros temas que no sugieren respuestas clara. Vargas Llosa expresa estas opiniones conflictivas a través de las voces de sus dos personajes principales, el narrador sin nombre (ostensiblemente Vargas Llose) y Saúl quien es un indigenista peruano integrado con el tribu Machiguenga.

El argumento para modernizar tribus reales como la Machiguenga o no es difícil empezar, y aún más difícil formar un argumento concreto contra o en favor. Hablar de cosas como ‘mejorar’ las vidas de las indígenas se asigna valores y simbolismo a varios factores de sus vidas y cuyos significados sin duda ya tienen otro sentido para el tribu. Por ejemplo, matar niños con defectos de nacimiento nos parace una barbaridad en un nivel básico, pero es fácil olvidar de que hablamos del infanticidio y la eugenesia con nuestras experiences de una larga historia de conflicto y cultura, lo cual no tiene nada que ver con tribus isolados y sus propias culturas – o sea, no tienen ninguna parte en esa historia. Me encantaría decir que el asesinato por cualquier razón en cualquier circunstancia es un crimen y inherentemente ‘malo’, pero tratarlo así requiere usar la lógica occidental o ‘civilizada’ que tampoco tiene relevancia en las vidas de ellos. Existen en una burbuja con que no hemos tenido ningún contacto antes y por lo tanto no podemos equiparar nuestras experiencias con las de ellos en un contexto significativo.

Estoy más de acuerdo con Saúl y la Machiguenga que el narrador. No estoy seguro de donde Vargas Llose está con respeto a este debate aunque sé que en el pasado ha sido un proponente de algo parecido al neoliberalismo y cuyos objetivos requieren la modernización sin pensar dos veces. A pesar de lo que pensamos de la Machiguenga y sus tradiciones han evitado la civilización por razón. Saúl describe los misioneros y lingüistas, los proveedores más inocentes de la civilización según la perspectiva popular, como otro “tentáculo del imperialismo” y según yo no está equivocado. Imperialismo siempre ha operado como si fuera dando beneficios y tesoros sin iguales a las sociedades que conquista, aún así cuando los regalos eran colonialismo y imperio. Ningúna misión de civilizar se ha cumplido sin rios de sangre.

El debate sobre testimonio

El ensayo de John Beverley The Margin at the Center tiene mucho que decir sobre el testimonio como forma de ‘literatura proletaria’, una expresión real del ‘pueblo’ que no puede estar condenado a las modos tradicionales de expresión como la novela. Brotherston por el otro lado parece incómodo con usar paradigmas occidentales para explicar el desarrollo o examinar el progreso de sociedades del ‘tercer mundo’, como la de Rigoberta Menchú. No creo que Brotherston rechace una interpretación marxista del desarrollo cultural de América Latina, o mejor dicho, esto no es su objetivo principal. Su meta es criticar el artículo de Levinson que considera América Latina ‘globalizada’ como otra frontera del neoliberalismo que debería estar juzgado de misma forma que el resto de ese mundo, lo cual sería injusto y incorrecto según Brotherston.

Aún así si no tomas la posición del neoliberalismo, juzgar todo el mundo y el progreso según sus terminos es igual a aceptarlo. Es negar la posibilidad de otro sendero. Cuando Levinson habla brevemente de que ya no existe el tercer mundo es efectivamente una rechazamiento de las voces que necesitan algo como el testimonia para llamar atención a sus experiencias que no tienen nada que ver con las promesas declaradas del neoliberalismo y capitalismo. Para comprender el valor y urgencia de testimonios así, diría que tenemos que dejar atrás todos nuestros nociones preconcevidas de que es ser un ser humano. Hay muchos eventos y condiciones, aún más en lugares llenos de tradición como el rincón de Guatemala donde vive Menchú, que no nos podemos explicar suficientemente con sociología y historia política occidental.

Tarea de investigación

Tlatelolco 1968: Paz and Poniatowska on Law and Violence de Diana Sorenson

Este artículo compara la obra de Elena Poniatowska con los ensayos del autor Octavio Paz, su compatriota mexicano, y lo que contiene su obra Posdata. Intenta crear un síntesis entre los dos para llegar a conclusiones sobre el ambiente global del año 1968 y las condiciones del gobierno mexicano que permitió que el masacre de Tlatelolco pasara. Las dos obras se enfocan respectivamente en lo personal y lo impersonal,  lo individual y lo colectivo, mientras la autora construye una narrativa significativa de Tlatelolco.

La autora del artículo dice que el estilo utilizado por Poniatowska tiene un método y varias pequeñas cosas específicas de su estructura contienen conclusiones importantes sobre la manera en que su obra debería estar leído. Por ejemplo, ella da su firma como “E.P.” y no como su nombre completa, lo cual “affirms her authorship while veiling it”. Esto da la mayoría de la atención a las voces que ella captura mientras se queda intacto su estado como una colección de testimonio creado por una sola autora, cuya narrativa da dirección a estas historias y citas. Hay muchos ejemplos de técnicas narrativas como estas que afirma un documento cohesivo de “social memory”.

Aunque muchos puntos de la autora del artículo vienen de su propia interpretación de la obra (y ella admite esto libremente) y no de una admisión conclusiva de Poniatowska, sin duda hay muchos decisiones estructurales que ha tomado que aumentan la fuerza de su narrativa y da dirección a una colección diversa de entrevistas. La porción que habla del síntesis (y las partes que refieren a la obra de Octavio Paz) no nos ayudan en construir nuestra página de Wikipedia, pero las secciones de ‘Estructura’ y ‘Técnica’ de la página de La noche de Tlatelolco estarán mejorado por este análisis literario y técnico de la obra.

 

Politics, Gender and the Mexican Novel, 1968-1988: Beyond the Pyramid de Cynthia Steele

Este libro muestra muchas de las temas de política y género de La noche de Tlatelolco y las obras anteriores de Poniatowska, los cuales que hicieron que Tlatelolco se convertira en su obra maestra política, según ella. Puede que estas temas de clase y género no sean tan obvias sin examinar el contexto de sus obras anteriores, y si son obvias, se convierten en aún más poderosas con este fondo.

Este artículo examina como las obras anteriores de Poniatowska se enfocan en mexicanos de la clase trabajadora (mujeres con frecuencia) y sus luchas, mientras ella intenta preservar sus maneras de hablar para mostrar las luchas en su propia voz. El artículo luego supone que la experiencia de la clase proletaria de México es un elemento importante de lo que hace el uso de testimonio de Poniatowska tan impactante y lo que lo hizo uno de los géneros más importantes en América Latina. Dice que el testimonio (y específicamente lo de Poniatowska) es impactante gracias a la manera en que introduce voces poderosas y reales de cambio político y social a la consciencia literaria.

Las porciones de ‘Interpretación’ y ‘Transcendencia’ en nuestro artículo de Wikipedia se pueden aumentar mucho con este análisis de las raíces de Poniatowska como autora de la clase obrera y el rol del género en su inspiración y fondo. Como están ahora, solamente contienen descripciones pequeñas de Poniatowska como pionera de “prosa democratizadora”, y usando este artículo podemos crear un perfil más completo de su impacto y intención.

 

68 de Paco Ignacio Taibo II

Este novela es un cuento real de primera mano de los eventos de 1968 según una perspectiva izquierdista y estudiantil. A pesar del material del libro, lo que nos interesa en este proyecto es el prólogo escrito por Poniatowska. Habla directamente del autor pero a través de sus palabras nos enteramos más de su perspectiva proletaria y conocimiento similar de los eventos de Tlatelolco. Con este breve pasaje son obvios sus motivos y creencias que nos informa sobre su dirección narrativa en Tlatelolco.

Poniatowska nos comparte su compromiso profundo a los valores del movimiento estudiantil de 1968 por citar los logros de Taibo – un libro sobre Che Guevara traducido en muchas idiomas, su historia de organización política, y una propensión familiar bien desarrollada de expresión artística y educación. Su cuenta de conocer Taibo en el año 1968 habla especialmente de su entusiasmo y productividad.

En vez de contarnos algo nuevo del proceso de Poniatowska y La noche de Tlatelolco, este prólogo muestra más la narrativa continuada de todas sus obras y agrega más información a los ensayos anteriores de Sorenson y Steele. Los mismos lugares de la página Wikipedia mejorado por el artículo de Steele estarán mejorado aún por este prólogo a pesar de su tamaño.

Me llamo Rigoberta Menchú, #2

La segunda parte del libro presenta una vista más grande sobre la sociedad guatemalteca y también las realidades políticas de la lucha de Menchú. Lo que sufre ella y su familia y los factores estructurales que lo hicieron posible eran difícil pero a la vez interesante de procesar. De todas formas, creo que hay razón por que Guatemala tenía tanto caos.

Las relaciones entre los actores de la sociedad y la guerra me hicieron pensar inmediatamente en las teorías de Antonio Gramsci, específicamente su teoría de la hegemonía cultural, donde la burguesía transmitir sus valores al proletario, que consume las ideas aunque están en contra de sus propios intereses. La burguesía, entonces, asegura su existencia contra amenazas de abajo y se distraen los proletarios con clasificaciones y imaginados. Sólo tenemos que mirar el conflicto entre los Quiché y los ladinos que se odian a pesar de tener condiciones similares como trabajadores y a pesar de que la burguesía, los terratenientes, odian ambos grupos. Si pueden odiarse en términos de raza en vez de clase, se distraen con conflicto inútil en vez de reconocer sus similitudes para organizarse. Aunque Menchú se da cuenta de esto, las condiciones de Guatemala (que casi existe en feudalismo) implican conflicto inevitable.

Los soldados del ejército también tienen su propia manera de odiar y tratan a los indígenas y guerrilleros como animales. Usan la palabra ‘comunista’ como si fuera algo peor que un ser humano. Es probable de muchos de estos soldados son de aldeas como lo de Menchú y ahora obedecen el gobierno contra su propia gente y así se muestra el poder de la ideología.

Me llamo Rigoberta Menchú

Me llamo Rigoberta Menchú fue escrito como autobiografía de una mujer indígena y anónima y por compartir las realidades de la guerra civil de Guatemala, y según yo como testimonio de esos horrores de guerra el libro logra este objetivo. Sin embargo, leer esta novela después de tantos años y con tanto debate sobre los méritos objetivos del testimonio, es difícil acercarse a la historia de manera que quería la autora, Elizabeth Burgos. Leer con la meta de nuestro curso en mente (pensando en el significado de ‘la verdad’ y la dificultad en saberlo o escribirlo) la erudición sobre la novela lo hace aún más difícil.

Incluso si los hechos no estén exactamente de acuerdo con el testimonio de Rigoberta Menchú, seguramente no sería injusto sugerir que las atrocidades que describe la novela ocurrieron sin duda, no importa si le pasaron a Menchú o no. Sería imposible discutir la realidad brutal de la guerra civil y los cicatrices que la sociedad guatemalteca todavía se lleva. Una vez escuché Guatemala descrito como “una población entera que vive con el trastorno de estrés postraumático”. Quizás entonces hay que leer la novela con eso en mente: si podría pasar a Rigoberta Menchú podría pasar a cualquier mujer guatemalteca.

A pesar de todo esta forma de testimonio, como Biografía de un cimarrón y La noche de Tlatelolco, funciona mejor cuando la autora (Burgos en este caso) deja el sujeto hablar de sus propias experiencias sin interrupción o censura. Como en esas obras ‘testimonio’ en Me llamo Rigoberta Menchú no necesariamente requiere una búsqueda para una gran verdad, y una presentación sencilla de una sola experiencia puede ser todo lo que necesita hacer.

La noche de Tlatelolco

Ahora sabemos, casi 50 años después del masacre de Tlatelolco, casi lo cuanto que sabíamos durante la época de los 1960. Definitivamente se aumenta el elemento de la tragedia en la obra de Elena Poniatowska y los eventos que describe – las llamadas para la justicia se quedan tan relevantes como eran en 1968. Sin embargo, creo que este hecho vindica la elección estilística (dado su carrera como periodista) de presentar las entrevistas y historias como son sin involucrarse o involucrar una narrativa o investigación más grande. Tiene mucho en común esto con lo que ya escribí sobre Biografía de un cimarrón en que el autor (supuestamente Miguel Barnet) nos deja escuchar a Esteban Montejo sin interrupción o comentarios sobre los malos de esclavitud o su abolición eventual, por ejemplo; igual, el cuento de Poniatowska se convierte en una obra aún más impactante sin la presencia de una búsqueda implacable para la verdad. Hay una parte de mi que piensa que La noche de Tlatelolco funciona como obra de testimonio y periodismo investigativo hasta el día presente porque todavía no sabemos el número de las víctimas. Aunque hay muchísimos opiniones, entrevistas y información colectados, una búsqueda grande para la verdad ha fallado, y aunque el libro se publicó unos pocos años después del masacre es difícil de imaginarlo en otra forma o con otra narrativa. Es como Poniatowska nos dice <<Esta gente estaba aquí y todos tienen su propia versión de los eventos pero quien puede decir que pasó?>>

Biografía de un cimarrón

Según yo, el uso de la narración de primera persona de Barnet no impide la meta de su narrativa. Mientras se usa el testimonia de un sólo hombre como el fuente de la obra obviamente no se trata de presentar una verdad perfecta de tal historia o época. Dado esta información su estilo sirve muy bien y los comentarios de Montejo da una impresión única de sus propias experiencias y opiniones. Para mi era particularmente impactante su admiración por la cultura africana y sus condenas posteriores de esclavitud que se permite la obra existir como un documento cultural así como uno histórico. Nos da la impresión que Cuba es y era un país increíblemente diverso cuya gente han sufrido igualmente por los españoles y los estadounidenses quienes ambos usaban los cubanas como peones en los juegos de la geopolítica. Cuando se examina la manera en que los políticos estadounidenses hablan ahora de Cuba, como si fuera paraíso antes del año 1959, debería ser fascinante descubrir que las tropas estadounidenses de la guerra contra España actuaban tan imperialistas y paternalistas como los conquistadores y negreros.

El método de Barnet se diferencia del procedimiento de Rodolfo Walsh en Operación masacre por no usar el narrador como protagonista y personaje. Barnet está contento limitarse al fondo de la narrativa y como ya he explicado es un método que sirve el objetivo del autor aunque no funcionaría en un cuento como lo de Operación masacre: en Biografía de un cimarrón, Barnet trata de mostrar la experiencia de un solo actor sin fama o gloria por una época de sufrimiento y el sistema social que lo permitía, mientras Walsh muestra los eventos exactos (los cuales que eran posibles descubrir obviamente) en su narración personal, directa y enfocado en la investigación. En este Biografía, el testimonio de Montejo tiene valor porque podría ser de cualquier persona o cualquier esclavo.