Monthly Archives: July 2017

Sobre la identidad en Touch of Evil, de Orson Welles

La pregunta por la identidad ha estado presente desde el principio de nuestro curso ¿Quién lleva la máscara? ¿Quién está fingiendo: Diego Vega, Zorro, Francois Merlin, Bob Sinclar? En el caso del Zorro, hablábamos de 3 identidades insertas en una misma persona: Zorro, el de capa y antifaz; Diego Vega: ese hombre lacónico y adinerado, con propensión a la pereza; y Douglas Fairbanks: el actor que los encarnó a ambos, y que fue una de las primeras estrellas de cine de Hollywood. Multiplicidades narrativas que tergiversan los límites entre lo real y lo fantástico, y que enriquecen en gran medida el análisis de estos productos culturales.

“Touch of evil”, claro, no escapa a la pregunta por la identidad. Estamos en una zona de frontera, en donde los flujos son constantes e intercambiables, y las definiciones estáticas o anquilosadas parecen no compatibles con el dinamismo mismo que la película ofrece. El objetivo final del filme, podríamos decir, es el de desenmascarar; revelar la verdadera identidad de Hank Quinlan, descubriéndolo como un policía corrupto que implicaba falsamente a los presuntos responsables de crímenes. Y detrás de esta trama se descubren también sus miserias personales, con una alcoholemia latente que aflora nuevamente con las sindicaciones de Vargas, y la tristeza cotidiana en el recuerdo de su esposa asesinada. Un nuevo rostro que se suma al que en principio nos fue ofrecido: el de un policía honesto al que las intuiciones de su pierna nunca le fallaban.

Pero la película no se agota, ni mucho menos, en las múltiples identidades de Quinlan, quien además es Orson Welles, director y guinista del filme. Las multiplicidades se presentan constantemente, intersectándose y descomponiéndose: el matrimonio entre un mexicano y una americana, y sus tránsitos de México a los Estados Unidos y luego de vuelta a México; los avatares de la familia Grandi, que aparentan ser simples comerciantes pero que en realidad manejan negocios turbios, y asentados en México tienen moteles en los Estados Unidos (incluso uno de los sobrinos del Tío Joe, quien en principio aparenta no saber inglés, luego lo habla fluidamente cuando asume el papel de encargado del Motel); o la imagen misma del primer encargado nocturno del Motel (Dennis Weaver), que se abre como una incógnita durante toda la película: una figura enigmática, oscura, inclasificable, a quien no logramos ver nítidamente más allá de sus evidentes discapacidades.

Quizás, quien mejor representa este papel de la apariencia en la película, es el detective Miguel Vargas. En él confluyen múltiples narrativas del film: es Miguel, pero también es hasta cierto punto Mike; es blanco, pues detrás está Charlton Heston, pero también es moreno, pues ha sido pintado para interpretar el rol; es mexicano, de forma evidente, pero no podemos negar que en otro nivel también es americano; alega también que Hank Quinlan ha recurrido a pruebas falsas para sindicar a presuntos culpables de delitos, pero él también utiliza artimañas a la hora de “desenmascarar” a Quinlan, grabando su voz en secreto mientras lo persigue por el campo petrolero; es esposo huído en su luna de miel para poder ser detective, y jugar así con los dos rostros que le permitan comprobar que es un buen mexicano: “Vargas speaks”, dice Pease, “as a representative of the Mexican state eager to divert international attention away from evidence of its inability to regulate its borders. But he also acts as a husband intent on disproving his wife’s belief that Mexico is unable to protect its citizenry”.

Como Zorro, Diego Vega y Douglas Fairbanks, Miguel Vargas (Mike) también es muchos. Es esposo (mal esposo quizás), detective, abogado, representante del estado mexicano, investigador, mexicano americanizado en el nivel de la ficción: Vargas, americano mexicanizado en el nivel de la realidad: Heston. Racial y socialmente es un héroe para algunos, pero sin lugar a dudas es también un antihéroe para otros…

Las preguntas nuevamente asoman: ¿quién está fingiendo?, ¿quién es el verdadero?

“Lo que hace el oro a las almas”. El tesoro de la Sierra Madre.

El 26 de septiembre de 1560 empieza una de las aventuras más notables que se hayan dado en territorio americano. Ese día, varios cientos de españoles, esclavos africanos y esclavos indios, al mando del conquistador Pedro de Ursúa, comienzan a navegar por el río Marañón, en la porción amazónica del actual Perú, con rumbo fijo hacia el mítico Dorado: una ciudad de oro e innumerables tesoros, escondida en lo más profundo de la selva. La leyenda habla de un Cacique (jefe indígena) que, impregnado en polvo dorado, colma su barco de objetos valiosos y en la mitad de una laguna mágica se zambulle, no sin antes ofrendar todos estos objetos a sus dioses. Los españoles, claro, enarbolando las banderas de Dios y del Rey (la cruz y la espada) tomaban posesión legítima (decían ellos) de las tierras que conquistaban a sangre y fuego, procediendo, después del sometimiento aborigen, a repartirse el botín.

Pues bien, ese afán de riqueza (saqueo) guiaba la expedición de Ursúa. Al final, sin embargo, lo que encontraron fue desolación y muerte. Lope de Aguirre, uno de los “capitanes” de Ursúa en esta travesía, se subleva y asesina a su jefe, así como también mata, poco tiempo después, al sucesor de éste: Fernando de Guzmán. Lo interesante de esta historia, ahora bien, es que Lope de Aguirre proclama un autogobierno en tierras americanas: se declara en guerra con el imperio español y no reconoce la soberanía de Felipe II sobre las conquistas realizadas. El caso de Lope es peculiar pues se sale del molde de los demás conquistadores: Lope desconoce la obediencia y el tributo al imperio, y se proclama príncipe americano con derechos absolutos sobre estas tierras. “Lope el loco”, lo llamaban sus soldados. Por supuesto, su expedición fracasa y finalmente muere asesinado el 26 de octubre de 1561.

El contexto de Ursúa, Aguirre y “El Dorado” se esconde (de múltiples maneras) en la película “The treasure of the Sierra Madre”. Y la película, al igual que el episodio relatado, recrea representaciones tradicionales de la América hispánica, junto con aspectos subversivos que desafían precisamente estos estereotipos. Así, por un lado, las referencias a la naturaleza agreste o al clima feraz, barbárico, incivilizado, permanecen en la película. Permanecen también, entre otros asuntos, los anhelos de riqueza por parte de extranjeros, en este caso estadounidenses, que ven en las inexploradas sierras mexicanas un lugar pleno de oportunidades, de minas para ser encontradas, de materias primas. El saqueo colonial se presenta en forma de continuidad, de la cual Howard es plenamente consciente: “Come round down to it we are bandits of a kind. What right have we got to go looting their mountain anyway? About as much right as the foreign companies that take their oil without paying for it… and their silver and their copper”.

Lo interesante, sin embargo, es que así como encontramos continuidades en la representación tradicional de la América hispánica, también encontramos rupturas. Dobbs, es claro, se erige como un personaje subversivo. La película no se puede encasillar como un Western, de acuerdo con Neil Campbell, sino como un Postwestern; y Dobbs tiene mucho que ver con este distanciamiento del género. La trayectoria de Dobbs nos habla de un vagabundo americano en Tampico a quien le sonríe la fortuna, para luego caer víctima de sus pasiones en un abismo de avaricia y muerte. Paranoico e inestable, como Aguirre en el pasado, la promesa de ese Dorado ha desquiciado al pobre de Dobbs, queriendo robar y asesinar a sus compañeros de expedición, y perdiéndose finalmente en la “jungla” mexicana, para caer asesinado a manos de “Sombrero de Oro”, otro bandido como él. No hay historias heroicas en el panorama. Solo el descenso a los infiernos de una mente turbada y enceguecida por el brillo del metal. Dobbs se quema en el fuego de sus ambiciones y se pierde en el “paraíso americano”. Su historia necesitaba ser contada, dice Campbell, en un momento en el que el Western tradicional dominaba la escena. Así, pasa a la posteridad como un personaje singular, subversivo, salido del molde tradicional, a la manera de Lope de Aguirre; un reflejo, finalmente, de las pasiones humanas más profundas.

The mark of Zorro

Algo que me pareció interesante de la película The mark of Zorro (1920), es la presencia constante de lo que podríamos llamar un “Código del honor”, con base en el cual los protagonistas toman sus decisiones y se resuelven las disputas. El honor se enmascara, por ejemplo, en la preeminencia y el privilegio de la virtud femenina, con las peleas de espada que tienen los hombres con el fin de ganar los favores de la doncella: Lolita, mostrando a la mujer como el “trofeo” que obtiene el hombre más poderoso, luego de vencer en el duelo; con la vergüenza del gobernador y del capitán Ramón, quienes deben aceptar públicamente que “El Zorro” los ha vencido; con la necesidad de salvar el honor de la familia Pulido, buscando un matrimonio por conveniencia que les permita recobrar su “buen nombre” en el pueblo; con la deshonra de Diego de la Vega, quien no atiende la exigencia del padre de Lolita, que lo apremia a vengar su honor perdido, teniendo en cuenta que el capitán ha irrumpido en su casa y ha solicitado a su prometida; con la deshonra del padre de Diego de la Vega, pues su hijo le hace un desaire en la celebración con los caballeros, y abandona el recinto, convirtiéndose así en la “vergüenza” de la familia; también en la marca delatora que deja el Zorro en el cuerpo o en la ropa de sus adversarios, demostrando a través de esa letra: “Z”, que esos individuos ahora son parte de su propiedad, y dejándolos así deshonrados en el espectro público. El Zorro, a la manera de un caballero andante: valiente, decidido, en amores con una dama virtuosa, toma venganza de los opresores y los reduce a través de su espada.

El honor, tal y como se advierte en la película, es, ahora bien, un concepto clave a la hora de dilucidar el tipo de relaciones que se tejen en sociedades de influencia hispánica. En efecto, machismo, sexismo, patriarcalismo, hacen parte de la herencia cultural ibérica en Hispanoamérica. Así, resulta interesante ver cómo desde un lugar de frontera, como es California, se representan estos “valores” hispánicos del sur ¿La representación es caricaturesca, exagerada, acertada? ¿Esta imagen del “Código del Honor” es exclusiva del sur, o quizás el norte comparte algunos de los mismos valores (o antivalores) asociados con este código? Quizás, como se ha dicho en algún momento, a través de la película no solamente se ven las representaciones que hace Hollywood de Hispanoamérica, sino que también logramos ver algo de los productores de estas fantasías ¿Iron man, por citar solo un ejemplo, es muy distinto al Zorro, en lo que al “Codigo del Honor” se refiere?

“Leer” estas películas bajo el prisma del honor quizás permita detectar esas afinidades y desencuentros entre los mundos representados, y nos obligue a repensar no solo la manera en que Hispanoamérica se muestra en estos productos culturales, sino también la forma en que los estadounidenses se muestran a sí mismos.

The man from Acapulco

Images of Mexico in the movie “The man from Acapulco” include sombreros, the classical “Mariachi” band playing “Rancheras”, beaches, typical colonial squares, and a selection of prehispanic figures and buildings like pyramids, temples, Aztec and Mayan deities, among others. It seems like all these mexican images are not important in the movie in terms of historical or cultural meaning, but rather as a scenario or scenary that serves as the decoration of an Action Adventure film. It makes a parody of the James Bond series, but also of the later Indiana Jones saga, or of The Adventures of Tintin, where a white male protagonist who has a cultural or intelectual background “conquers” exotic lands in order to solve misteries, crimes, or to make anthropological or sociological discoveries that the people from this land couldn´t make. Mexico, in this sense, is just a pretext for the storyline to be told.

Mexico is also a dream of Mariachis and beautiful beaches in the mind of a french writer, who has already written more than 40 books with the same scheme, reflecting what has been referred to as “Bad literature”. Merlin has a deadline, so he must write whatever comes to his mind. It appears not to be a work of art, but instead an automatic practice just to make some money and subsist. The film, im my opinion, arouses the question about the process of making a work of art (¿It is in fact art?), and how it can transfer from book to film in an automatic way. A First World type of “art”, that uses representations of exotic scenarios to develop an “intriguing” plot that leads, always, to the same end.