El 26 de septiembre de 1560 empieza una de las aventuras más notables que se hayan dado en territorio americano. Ese día, varios cientos de españoles, esclavos africanos y esclavos indios, al mando del conquistador Pedro de Ursúa, comienzan a navegar por el río Marañón, en la porción amazónica del actual Perú, con rumbo fijo hacia el mítico Dorado: una ciudad de oro e innumerables tesoros, escondida en lo más profundo de la selva. La leyenda habla de un Cacique (jefe indígena) que, impregnado en polvo dorado, colma su barco de objetos valiosos y en la mitad de una laguna mágica se zambulle, no sin antes ofrendar todos estos objetos a sus dioses. Los españoles, claro, enarbolando las banderas de Dios y del Rey (la cruz y la espada) tomaban posesión legítima (decían ellos) de las tierras que conquistaban a sangre y fuego, procediendo, después del sometimiento aborigen, a repartirse el botín.
Pues bien, ese afán de riqueza (saqueo) guiaba la expedición de Ursúa. Al final, sin embargo, lo que encontraron fue desolación y muerte. Lope de Aguirre, uno de los “capitanes” de Ursúa en esta travesía, se subleva y asesina a su jefe, así como también mata, poco tiempo después, al sucesor de éste: Fernando de Guzmán. Lo interesante de esta historia, ahora bien, es que Lope de Aguirre proclama un autogobierno en tierras americanas: se declara en guerra con el imperio español y no reconoce la soberanía de Felipe II sobre las conquistas realizadas. El caso de Lope es peculiar pues se sale del molde de los demás conquistadores: Lope desconoce la obediencia y el tributo al imperio, y se proclama príncipe americano con derechos absolutos sobre estas tierras. “Lope el loco”, lo llamaban sus soldados. Por supuesto, su expedición fracasa y finalmente muere asesinado el 26 de octubre de 1561.
El contexto de Ursúa, Aguirre y “El Dorado” se esconde (de múltiples maneras) en la película “The treasure of the Sierra Madre”. Y la película, al igual que el episodio relatado, recrea representaciones tradicionales de la América hispánica, junto con aspectos subversivos que desafían precisamente estos estereotipos. Así, por un lado, las referencias a la naturaleza agreste o al clima feraz, barbárico, incivilizado, permanecen en la película. Permanecen también, entre otros asuntos, los anhelos de riqueza por parte de extranjeros, en este caso estadounidenses, que ven en las inexploradas sierras mexicanas un lugar pleno de oportunidades, de minas para ser encontradas, de materias primas. El saqueo colonial se presenta en forma de continuidad, de la cual Howard es plenamente consciente: “Come round down to it we are bandits of a kind. What right have we got to go looting their mountain anyway? About as much right as the foreign companies that take their oil without paying for it… and their silver and their copper”.
Lo interesante, sin embargo, es que así como encontramos continuidades en la representación tradicional de la América hispánica, también encontramos rupturas. Dobbs, es claro, se erige como un personaje subversivo. La película no se puede encasillar como un Western, de acuerdo con Neil Campbell, sino como un Postwestern; y Dobbs tiene mucho que ver con este distanciamiento del género. La trayectoria de Dobbs nos habla de un vagabundo americano en Tampico a quien le sonríe la fortuna, para luego caer víctima de sus pasiones en un abismo de avaricia y muerte. Paranoico e inestable, como Aguirre en el pasado, la promesa de ese Dorado ha desquiciado al pobre de Dobbs, queriendo robar y asesinar a sus compañeros de expedición, y perdiéndose finalmente en la “jungla” mexicana, para caer asesinado a manos de “Sombrero de Oro”, otro bandido como él. No hay historias heroicas en el panorama. Solo el descenso a los infiernos de una mente turbada y enceguecida por el brillo del metal. Dobbs se quema en el fuego de sus ambiciones y se pierde en el “paraíso americano”. Su historia necesitaba ser contada, dice Campbell, en un momento en el que el Western tradicional dominaba la escena. Así, pasa a la posteridad como un personaje singular, subversivo, salido del molde tradicional, a la manera de Lope de Aguirre; un reflejo, finalmente, de las pasiones humanas más profundas.
Tu observación que Dobbs es un Lope de Aguirre es excelente!. El tema de Lope de Aguirre es muy popular en la litratura española; hay docenas de obras que tratan de “Aguirre el Loco” o el “Wrath of God.” He leído varias obras de teatro sobre este conquistador desafortunado, lo más reciente “Lope de Aguirre, traidor” (1992) de José Sanchis Sinisterra. Camilo y yo (john) tenemos la intención de mostrar un poco de la película alemana cult de 1972 que tiene Klaus Kinski como el Loco.
Hola Camilo:
Me gusta mucho la relación que has hecho sobre la leyenda de el Dorado, la historia de Lope de Aguirre y la comparación entre este último personaje colonial y Dobbs, un personaje de película, es muy interesante. No conocía la historia sobre Aguirre y me lleva a preguntarme si acaso si, ¿Lo llamaban ‘loco’ por haber matado a sus compañeros superiores o porque estaba mal de la cabeza? En cualquier caso, si termina declarándose príncipe Americano en su propio mini-imperio, me imagino que fue una combinación de varios elementos: grandeza, poder y sobretodo, de riqueza, que seguramente era lo que más le importaba. Por ese motivo también me gusta que hayas subrayado el elemento subversivo de Dobbs en The Treasure of Sierra Madre, dado que estas características de cierta manera si desafían los estereotipos hispánicos. Es interesante saber que aun después de muchos años de haberse terminado la colonia, aun fuerzas poderosas extranjeras aún se aprovechan de las riquezas de los pueblos latinos.