La primera vez que leí “la noche boca arriba” de Cortázar, hace un año, tuve una reacción casi visceral. Durante años he tenido sueños recurrentes donde estoy perseguida por soldados enemigos e intento desesperadamente evadir la captura. Los soldados son a veces Nazis, a veces fuerzas policiales, y a veces algo que no puedo colocar, pero siempre me dejan con ese momento sin aliento, justo cuando despierto, cuando no estoy seguro de lo que es real y lo que es un sueño. La literatura fantástica vive en este momento, entre sueño y realidad, vida y muerte, cordura y locura, y “La noche boca arriba” no es una excepción—evoca un profundo sentido de duda sobre lo que realmente ha sucedido.
La segunda vez que leí “La noche boca arriba”, este año, me impresionó un poderoso sentimiento de dejá-vu. ¿Dónde había leído algo como esto antes? Después de reflexionar, me di cuenta de que el cuento me recuerdo mucho de uno de mis libros favoritos, Catch-22 de Joseph Heller, una novela que, a primera vista, tiene poco en común con “La noche boca arriba,” además de que también fue escrito en la década de 1950 y que sus personajes también pasan mucho tiempo en salas de hospital. Pero, si has leído Catch-22 (que recomiendo encarecidamente que hagas), sabes que también se trata de ese espacio entre la realidad y la fantasía. Atrapado en la agitación y destrucción de la Segunda Guerra Mundial, el excéntrico personaje principal, Yossarian, parece fundamentalmente loco. Al final de la novela, sin embargo, el lector se da cuenta de que Yossarian es perfectamente cuerdo; la sociedad es lo locura. Ya sea a través de una guerra o de los sueños, el espacio entre la realidad y la fantasía es un terreno fértil para la literatura, no sólo para el Boom Latinoamérica sino para historias de todo el mundo.
Hola Hannah, estoy de acuerdo contigo en que el texto de Cortázar mezcla en gran medida las líneas entre lo que es real y lo que no lo es. Tu experiencia con tus sueños (miedosos!) parece reflejar ese mismo sentimiento. Yo también me he despertado de sueños muy vívidos. Esto se amplificó durante el primer confinamiento para el covid. Estaba sola en París, donde las reglas eran muy estrictas, con soldados y policías siempre patrullando la ciudad. Para mí, el sentimiento apocalíptico general que muchas personas experimentaron globalmente, combinado con el hecho de estar en un espacio pequeño durante muchas semanas, hizo que mis sueños se sintieran tan reales hasta el punto de que a veces no sabía si algunos de los eventos habían ocurrido realmente o no. No sé si tú u otras personas de la clase tuvieron la misma experiencia, pero aparentemente esto fue algo común para mucha gente. Este sentimiento, y la experiencia que describiste, me hacen pensar mucho en los sueños/realidades de Cortázar a pesar de que su cuento se considera literatura fantástica.
Hola Sophie,
Gracias por tu respuesta, y lo siento mucho por tus sueños durante el primer confinamiento de covid—suenan horribles! También he oído que muchas personas experimentaron sueños vívidos durante la cuarentena. Tuve una experiencia similar en el primavera, a pesar de que no vivía sola, o con la policía patrullando las calles en Vancouver. Gracias otra vez!
Hola Hanna,
Disfruté mucho leer tu entrada. Lamento saber las escenas con las que alguna vez has soñado, especialmente la de los soldados nazis. No me imagino cómo se debe sentir. También he tenido pesadillas así de terribles, pero con imágenes del catolicismo – ángeles y demonios. De pronto porque crecí católico, jaja. En muchas veces – e incluso hasta hoy – cuestioné qué del sueño fue real y qué imaginación. Supongo que nunca sabré.
Me encanta el paralelismo que presentas entre el cuento de Cortazar y el libro de Heller. Una vez tuve un sentimiento parecido mientras estaba leyendo “A Rose for Emily” de William Faulkner hace 5 años. No podía dejar de sentir que yo ya había sentido algo parecido al leer otra obra, pero no podía recordar qué. Casi al final del cuento, caí en cuenta que ese sentimiento de familiaridad me recordaba a Gabriel García Márquez – que había leído en mi adolescencia 5 años más atrás. Tiempo después leí una entrevista que le hicieron a Márquez en donde él mencionó como el estilo literario de Faulkner era de sus favoritos. Se siente genial poder descubrir estos detallitos.
Voy a tener en cuento tu recomendación de Catch-22; se oye muy interesante.
Hola Rubén,
¡Gracias por tu respuesta! Es muy interesante leer sobre tus sueños con imágenes del catolicismo, y también sobre tu experiencia con el sentimiento de “dejá-vu” con “A Rose for Emily.” Nunca había conectado este cuento con las obras de García Márquez, pero ahora que lo mencionas, ¡son muy similares! Gracias.
Muchas gracias a todos por esta valiosa conversación. Lamento que hayan tenido pesadillas tan terribles y que al despertar hayan dudado de qué era real y qué era un sueño. Supongo que es este momento borroso que Cortázar privilegia en su cuento.
Respecto a la comparación con “Catch-22”, Hannah, me parece muy interesante, sobre todo por el giro final que se encuentra en ambos textos, el cual les da un sentido totalmente nuevo. Es cierto que ese espacio entre realidad y fantasía ha sido un terreno fértil para la literatura mundial, más allá del Boom latinomericano.