Lo “real” en La noche boca arriba

Julio Cortázar es un actor integral en el canon literario de América Latina del siglo XIX. Sus obras, como La noche boca arriba, ejemplifican perfectamente el realismo mágico; él camina maravillosamente la línea entre lo real y lo fantástico para tejer una narrativa completamente cautivadora. A través de la historia, Cortázar cambia entre dos narrativas principales–el del hospital y el de la selva. Cortázar cuenta la historia con una cierta ambigüedad que hace difícil identificar una de las narrativas como la verdadera “realidad” del personaje principal. Cualquiera de los dos podría ser “real” y cualquiera de los dos podría ser un sueño. Esto es lo que me más interesa en esta historia: el concepto de la realidad.

Es la naturaleza humana querer categorizar las cosas. Nuestra comprensión del mundo se basa en la asignación de una categoría a todo de lo que experimentamos. La noche boca arriba, como muchas otras historias fantásticas, es interesante en el sentido de que desafía nuestro deseo innato de etiquetar las cosas como verdaderas o falsas, reales o imaginadas. Es imposible saber cuál de las historias–si cualquiera–es la historia verdadera. Cortázar obliga además a sus lectores a repensar el significado de “real.” ¿Es un sueño real? Incluso si los acontecimientos en un sueño no se produjeron realmente, el acto de soñar es muy real. Además, los científicos neurológicos han demostrado que el cerebro humano no puede inventar cosas que nunca ha visto o experimentado. Por lo tanto, todo y todos que aparecen en el sueño de una persona están arraigados hasta cierto punto en la realidad.

Sor Juana Ines de la Cruz y el feminismo

Yo considero Sor Juana Inés de la Cruz un icono feminista. Como Hannah estaba diciendo, las obras de Sor Juana Inés de la Cruz son radicalmente feministas, especialmente teniendo en cuenta que ella estaba escribiendo y publicando sus obras en el siglo XVII. La escritura de los años 1600 fue primeramente una escritura aristocrática y religiosa, escrito por los hombres para los hombres. Por eso es tan impresionante la voz que tenía Sor Juana en esta época tan patriarcal. Cuando pienso en Sor Juana Inés de la Cruz, pienso en su poema Hombres necios que acusáis. Me encanta este poema porque de muchas maneras sigue siendo relevante hoy en día.

En el poema, Sor Juana disecciona la dicotomía de la ramera y la virgen y destaca el doble rasero que se imponen a las mujeres. De muchas maneras, Sor Juana está desafiando al lector de repensar y redefinir la estructura sociopolítica de la época. Al exponer la hipocresía masculina y el doble moral que sufren las mujeres, Sor Juana aboga para las mujeres y defiende el derecho de la mujer a la educación. Ella promueva esta idea en su Respuesta propugnar una educación secular para mujeres.

Sin embargo, hay muchas diferencias cruciales entre estas dos obras, y esto es algo que yo encuentro muy interesante. En Hombres necios, su enforque es mucho más crítico con respeto a la estructura social que en la Respuesta. En Hombres necios, ella se centra en destacar las faltas en la sociedad para exponer las dificultades que se enfrentan las mujeres. Mientras tanto en la Respuesta, ella está pidiendo a un grupo de hombres con mucho capital social que consideren dar a las mujeres una educación secular. Me parece esto increíblemente frustrante, ya que parce ser una realidad que las mujeres todavía enfrentan hoy. A través de la poesía, junto con otras formas de expresión artística y académica, las mujeres generalmente tienen la libertad de expresar abiertamente sus frustraciones con nuestra sociedad patriarcal. Sin embargo, cuando tratamos de hacer cambios sociales tangibles, con demasiada frecuencia las mujeres se ven obligadas a pedir a los hombres con poder, y como resultado las cosas cambian muy lentamente si es que cambian.

Civilización y barbarie

Un aspecto de la Visión de los vencidos: crónicas indígenas de Miguel León-Portilla que me llamó la atención fue el yuxtaposición de la civilización y la barbarie. La narrativa predominante durante el apogeo del colonialismo era que los colonizadores no solo descubrieron las Américas, pero ayudaron a “civilizar” los pueblos indígenas. La mayoría de las veces, los colonizadores retrataban a la gente indígena como salvajes violentos con una forma de vida bárbara. En vez de ser retratados como invasores, los colonos se describieron como héroes a lo largo de la tradición literaria imperial. Este ensayo aborda los conceptos de civilización y barbarie de manera diferente, que es lo que lo hace tan único. Contradice la asociación de la cultura occidental con la civilidad y expone a los colonos como codiciosos, egoístas y brualmente violentos. Lo que hace que esta cuenta sea aún más interesante es que también reconoce la violencia que llevaban a cabo los pueblos indígenas. Sin embargo, León-Portilla hace claro que este violencia por la parte de la gente indígena fue el resultado del miedo y la paranoia, provocado por los colonizadores españoles. Este reconocimiento de la dualidad de la barbarie a través de la era del imperialismo hace que la narrativa se sienta más objetiva. Este ensayo es por lo tanto muy único, ya que la objetividad es una cualidad que muchas obras del canon literario colonial carecen.