Valentía y absurdo en “Respuesta a la muy ilustre Sor Filotea De la Cruz”

Hay muchísimas razones por las cuales Juana Inés de la Cruz fue valiente al escribir Respuesta a la muy ilustre Sor Filotea de la Cruz. La más importante, en mi humilde opinión, es su admisión de que decidió volverse religiosa – o sea, monja – por los beneficios que le ofrecía, mas no por una exclusiva devoción al dios católico. De la Cruz nos da una lista de las razones por las cuales se volvió monja: su “total negación” al matrimonio, su deseo de vivir sola, el no querer tener ninguna obligación que “embarazase” la libertad de su estudio y el no querer vivir en una comunidad cuyo rumor no le permita el “sosegado silencio” de sus libros. (2) Admitir esto a la religiosa Filotea de la Cruz – que luego sabemos realmente fue un obispo, Fernández de Santa Cruz – pudo haber incitado un análisis de la ilegitimidad de De la Cruz como monja pues su ejercicio religioso es – desde el un punto de vista de alguien dentro de la Iglesia – egoísta y profano, simplemente un medio que De la Cruz uso para cumplir su apetito de conocimiento y servirse a sí misma socialmente al evadir el papel que otras mujeres no religiosas tuvieron que haber desempeñado en ese entonces. Yo no pienso así, por supuesto; mi interpretación secular y muy del siglo XXI es que este acto de De la Cruz es algo de admirar: ella reconoció su entorno y lo navegó para resistir, para vivir como quería.

También extremadamente valiente – y bastante elocuente, que no sorprende dada su educación, pero igualmente algo de admirar – fue su defensa de la educación por y para las mujeres. De la Cruz propone que la educación de las doncellas esté a cargo de ancianas doctas (previamente ha dado abundantes ejemplos de mujeres doctas a través de la historia) y explica que la ausencia de las mismas es culpa del sistema, que no hace ningún esfuerzo para fomentar esto. También, al describir la enseñanza en persona para las mujeres por parte de los hombres, la cataloga como peligrosa a menos que se haga en la distancia: “Y no hallo yo que este modo de enseñar de hombres a mujeres pueda ser sin peligro, si no es en el severo tribunal de un confesonario o en la distante docencia de los púlpitos o en el remoto conocimiento de los libros…” (3) Aunque para algunos estas propuestas puedan parecer un poco extremas – probablemente solo la segunda – creo que la posición De la Cruz refleja la realidad de la mujer en ese entonces. La monja menciona como una interacción tan cercana causaría pudor en la estudiante, y esto se puede atribuir a la normalización de la separación de los géneros. Luego, De la Cruz cataloga la proximidad como “manoseo de la inmediación.” (3) En su dicción, es claro que la monja esta señalando los avances sexuales inapropiados que los hombres pudieron haber tenido con las mujeres dados una posición de maestros. No es un secreto la misoginia de la época, entonces es bastante probable que la misma De la Cruz haya experimentado algo así y por eso abogue por algo diferente. El hecho de que escriba una carta que documente esta, podría uno decir, acusación es bastante valiente.

Como he mencionado antes, indudablemente reconozco la valentía de Juana Inés de la Cruz al escribir la carta. Valiente por su admisión de la elección de una vida religiosa para seguir sus deseos personales; por su exposición elocuente y extensa de su conocimiento y experiencia intelectual en una época donde la educación de la mujer era desmeritada; y por sus propuestas educativas alternativas. Sin embargo, al mismo tiempo mi reacción fue de disgusto al ver que tuvo si quiera que preocuparse por tener que justificar su proceder. Los deseos que de De la Cruz tuvo son cosas que hoy en día vemos como derechos básicos (acceso a la educación y a la autonomía), entonces es absurdo que haya tenido que preocuparse por escribir la carta, la cual ella misma confiesa haberla escrito “con más repugnancia que otra cosa.” (3) También al leer la carta pensé en cómo aún hay normas sociales (tanto para mujeres como para hombres) que impiden que algunos de nosotros exploremos nuestro total potencial.

PS. Leímos solo un extracto de la carta, entonces no sé si De la Cruz aboga por la educación para todas las mujeres en el resto de ella en vez de solo para las de herencia española. Si no lo hace, es importante no olvidar esto, pues contribuye a la continuación de la deshumanización de la población nativa en el continente.

Algunas de mis tantas reacciones ante Comentarios Reales del Inca Garcilaso de la Vega

Tuve demasiadas reacciones al leer los extractos asignados para esta semana de Comentarios reales. Muchas más reacciones que cualquier otra lectura que hemos tenido hasta ahora. En muchas ocasiones, sentí decepción; esperaba que Garcilaso, teniendo relativamente tanta proximidad a su herencia indígena, la hubiera despreciado menos. Digo despreciado menos en vez de apreciado más porque, al menos en lo que leímos, no me parece nunca que la exalte sin inmediatamente tener algo negativo que decir sobre ella. O sin inmediatamente mencionar cómo alguna cualidad positiva que esté discutiendo también España la posea.

Mi más grande decepción fue cómo Garcilaso continuamente menosprecia la religión y cultura del pueblo de su madre. En la página 12 escribe, “…parecían en las tinieblas de la gentilidad e idolatría tan bárbara y bestial…” Y en muchas otras partes enaltece la religión cristiana con tanto fervor que recuerda a aquellos fanáticos religiosos que sabemos han cometido atrocidades en nombre de la misma. En el proemio, Garcilaso deja en claro que la historia que cuenta no tiene “…otro interés más que de servir a la república cristiana, para que se den gracias a [Jesucristo] y [María]…” (6) Más adelante, en el capítulo XV, Garcilaso empieza señalando que su dios permitió que entre “aquellas gentes” surgiera un “lucero” que, básicamente, educara al resto para que fueran más aptos para recibir la fé cristiana que llegaría en el futuro. Incluso califica a los indígenas antes de ser “educados” por dicho lucero cómo fieras que luego se convierten en hombres. (36) Los tres anteriores son realmente solo unos cuantos de todos los momentos en los que Garcilaso, explícitamente, categoriza la cristiandad como superior y las creencias incas como repudiables. La interpretación de los incas cómo aptos para recibir la cristiandad me recordó a Bartolomé de las Casas, y refuerza mi pensamiento que el colonizador ve lo que más se acomoda a su propio deseo de narrativa. También no dejo de pensar que, como admitido por Garcilaso mismo, escribió Comentarios reales con el deseo último de complacer al español, a pesar de que a veces sea valiente – aunque este calificativo de pronto le queda grande – y señale los errores de los españoles.

A pesar de todo lo que he mencionado, no dejo de reconocer el valor de la literatura de Garcilaso. Gracias a su proximidad a la cultura de su madre y su diligencia en corregir cómo se equivocaron los españoles al registrar la historia de América podemos presenciar un poco de la riqueza de la cultura inca. Su relato del mito de los orígenes de los Reyes del Perú tiene una línea que es dicha por el sol y que me pareció hermosa: “…tengo cuidado de dar una vuelta cada día al mundo por ver las necesidad que en la tierra se ofrecen, para las proveer y y socorrer como sustentador…” (38) En muchas otras ocasiones, Garcilaso nos da acceso al mundo inca con una atención al detalle que es satisfactoria.

Finalmente, menciono que me referí al autor aquí como “Garcilaso” siempre en vez de “Inca” porque, basado en lo que escribió y en lo que de él leí, él era – orgullosamente – más un Garcilaso de la Vega que un Inca.

Bartomolé: ¿colonizador disfrazado de defensor?

Antes de tratar de responder la pregunta, quiero mencionar que fue bastante doloroso leer el extracto de la Brevísima relación de la destrucción de las Indias que teníamos asignado esta semana. No sugiero que no haga parte de las lecturas mandatorias del curso porque es importante conocer del texto y sus contenidos, pero de pronto sí que haya un trigger warning para futuros estudiantes en la clase. Es más que obvio por qué fue doloroso leer el extracto: la atrocidades que los españoles cometieron contra los indígenas es una muestra de lo peor que puede ser capaz el ser humano. La deshumanización es infinita y vil. Mientras leía el texto, sin embargo, cuestioné el retrato de defensor que se tiene de Bartolomé de las Casas, por las razones que voy a explicar aquí.

Bartolomé de las Casas nunca abandonó su propósito de evangelizar a los indígenas. Leyendo su relación, fácilmente podemos pensar que todo lo que de las Casas expone es en beneficio total para los indígenas. Y no digo que sus ideas no hayan invitado a muchos otros a humanizar a los indígenas – después de la deshumanización a la que habían sido sometidos – o que no haya, de alguna manera, mitigado la violencia física. Lo que quiero es invitar a que consideremos las consecuencias de la meta de de las Casas: tornar católicos a los indígenas.

Hacer esto requiere, primero que todo, completamente catalogar las creencias de los indígenas como inferiores. Creencias que han acompañado y guiado a los indígenas por milenios, y que le dan sentido a sus vidas. ¿Habrá Bartolomé considerado qué querían los indígenas? ¿Si algunos hubiera preferido no convertirse, lo hubiera respetado Bartolomé? Ni siquiera se puede decir que “no sabemos”; la evidencia histórica y contemporánea nos asegura que no, que Bartolomé no hubiera respetado la soberanía indígena sobre sus sistemas de creencias. ¿Por qué creo esto, se preguntarán? Como alguien religioso, Bartolomé tuvo que haber tenido la convicción profunda de que sus creencias eran la verdad. O sea, que su religión era la última palabra a la hora de explicar la realidad. Y con esa convicción y su puesto en la iglesia, Bartolomé naturalmente sentía la necesidad, como la sienten muchas personas religiosas, de hacer todo lo posible por que otras personas también crean en lo mismo. Este impulso es natural, pero lo que importa es su ejecución: con esto me refiero a que es normal que alguien piense así, pero lo que resulta en algo “malo” o “bueno” es lo que la persona haga con ese impulso. Con tal de que la persona respete lo que las otras personas decidan hacer frente a la propuesta de un nuevo sistema de creencias, todo está bien. ¿Hubiera un fraile en el siglo XVI, consciente del poder militar del gobierno al que pertenece, que ve a los indígenas como indefensos, inocentes, necesarios de guianza, respetado un “no” como respuesta? No. Si ese fuera el caso, hubiera impulsado una conversación con los indígenas para preguntarles si eso era lo que deseaban. Bartolomé quería colonizar las creencias de los indígenas. Colonizar un sistema de creencias es colonizar la mente. Colonizar la mente es colonizar cómo vemos el mundo y cómo interactuamos con él. Bartolomé de las Casas, como los soldados españoles a los que acompañaba, también era colonizador, solo que en la dimensión mental.

¿Qué conexión puede existir entre lo que de las Casas promovía y las escuelas residenciales en Canadá?

Sobre la Segunda Carta de Relación de Hernán Cortéz

Leer tanto la relación de Cortéz como el análisis que le precede fue familiar y doloroso. Familiar porque recuerdo en quinto grado, cuando tenía 10 años, leer en mi libro de historia cómo la invasión española – a la que el libro catalogaba como llegada y descubrimiento – le otorgó acceso a los indígenas de valiosas costumbres y tecnologías. Con esta versión parcial y anti-indígena de la historia, recuerdo haber pensado cómo era aún necesario hacer esfuerzos para que las comunidades indígenas que habían en el resto del país – mi natal Colombia – se integraran a nuestra sociedad y dejaran sus costumbres, que se podían apreciar como simplemente un reflejo de una época más primitiva para la humanidad. Por supuesto, nunca pensé que esta asimilación debía hacerse de manera violenta, pero no le quita lo denigrante.

¿Por qué leer el análisis de la relación de Cortéz me recordó este momento y me resultó familiar? Porque, de nuevo aquí, no se hablan de las cosas cómo son. No se dice que Cortéz torturó y mató a miles de aztecas (al menos 3 mil como él mismo confiesa en esta relación), secuestró a varios también para usarlos como traductores o esclavos y ejecutó persecución religiosa, sino que se le caracteriza como poseedor de “[una] aguda consciencia política, [un] brillante uso de intérpretes y [de] inquebrantable voluntad…”. Como en ese libro de historia que yo leí hace más de 15 años, aquí tampoco se dice la verdad, y se glorifica la violencia de la que los invasores fueron responsables – sin mencionar la violencia, claro – como otorgadora de progreso. Y la razón por la cual fue doloroso leer la lectura asignada es obvia. La grandeza del imperio Azteca, superficialmente relatada por Cortéz y confirmada por hallazgos arqueológicos y demás, fue arrasada, totalmente destruída por la invasión española. Es una pérdida irreparable. De hecho se ha confirmado que es casi imposible calcular cuánto en su totalidad destruyeron los españoles. Pero hay algo que sí es reparable: el entendimiento que tenemos de lo que sucedió y de sus consecuencias para nuestra realidad. Para lograr esta reparación, debemos considerar la versión, la perspectiva, de las voces que por siglos se han ignorado – las voces indígenas – tanto para entender el pasado como el presente y escapar de la edad oscura que nos heredó la conquista.

Entrada I: Reflexión sobre el Popol Vuh

Hola, Profesora Kim y clase,

Al ver el video (link al final de esta entrada), notarán que tuve que cortarlo hacía el final. Esto es porque el tamaño del video tenía que ser máximo 20 MB, entonces esa era la única manera. La razón por la cual mencionaba el paralelismo entre los dioses en el Popol Vuh y el dios católico, en términos de la exigencia de su adoración, es porque esto puede usarse para sustentar la afirmación de que los autores del texto fueron evangelizados, pues esto puede tomarse como presencia de elementos adquiridos del catolicismo. Pero también puede que no sea así y esta dinámica sea original a los quichés. Después de todo, no es nada raro en el mundo antiguo que dos culturas desarrollarán idea o invenciones iguales a pesar de no tener contacto (por ejemplo, el desarrollo de pirámides en varias partes del mundo al mismo tiempo pero sin comunicación entre los pueblos, o la práctica de malformación craneal artificial, etc).

Buen día a todos,

Reflexión sobre el Popol Vuh