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La realidad de Medellín de aquel entonces – La virgen de los sicarios

En esta entrada, voy a comentarles varias cosas que me parecieron curiosas al leer/escuchar por primera vez “La virgen de los sicarios”(1994) de Fernando Vallejo . (Saludos a nuestra compañera que nos compartió el enlace del audiolibro, disfruté mucho de escuchar la narración de alguien que es de allá, de Medellín, se sintió como si estuviera escuchando la voz del protagonista).

Como el texto anterior de Contrabando, tenemos a un escritor como el protagonista. En este caso, es un viejo gay que conoce bien su ciudad natal, la cual es Medellín. Digo que la conoce bien porque nos cuenta a nosotros sus lectores cada detalle de los barrios, las columnas y la gente que los ocupa, proporcionándonos con anécdotas y la manera de pensar de un paisa (un nativo de Medellín). Explica los rituales de los sicarios y las costumbres. Este libro no tiene capítulos, sino relatos que se encuentran dentro de los varios párrafos que son los pensamientos y la narración del escritor.

Me pareció curioso que no mencione la palabra “narco” hasta la mitad del libro. Dentro de la primera mitad del libro, habla de los sicarios quienes son jóvenes y usualmente con no más de 15 años. Nos dice mucho de su amante joven que se llama Alexis quien mata a varias personas sin pensarlo mucho como si fuera cualquier otro día en los varios entornos que pasan juntos. Para el escritor, Alexis es perfecto y lo excita a pesar de estos actos, en comparación con los otros jóvenes que cometen delincuencias y sufren las consecuencias de la muerte después. Aunque nos describa tanto de los sicarios jóvenes y los actos de violencia y odio que hacen, él mismo se acuesta y vive con un sicario que ha sobrevivido y sigue matando a cualquiera que se cruza en su camino.

Cuenta mucho de la muerte y su frecuencia en Medellín, muchas veces por actos de venganza y la rabia. Menciona a “Don” Pablo (Escobar) quien es una figura paisa conocida internacionalmente por sus métodos de salir con la suya y cómo murió, disparado en el techo de una casa cuando intentó huir. No lo dice explícitamente, pero hay esa idea de que la muerte es la solución en una sociedad así sin esperanza.

Un momento intrigante del libro es cuando el narrador sale de su apartamento y hubo una balacera, pero camina en el medio de aquel encuentro como si nada. Luego procede a decirnos que no le teme a la muerte. Aquí, sí, podemos ver que nos está diciendo la verdad, luego me pareció curioso que visite varias iglesias e incluso hace oraciones después de haber leído que no es religioso. Tal vez la oración fue sarcástica, aunque le rogó a la Santa María que le tenga misericordia y que lo lleve al cielo ya que ha vivido un infierno en Medellín.

Escapulario de la María Auxiliadora

La mayoría de las veces se dirige a su lector como “usted”, pero hay momentos en la narración cuando se le dirige a su lector como “ustedes”. No sé si sea algo significante, como por ejemplo reflejar la manera en cómo hablan los paisas, cambiándole el sujeto que usan (el “vos” en vez del “usted), o simplemente es un error por parte del autor. Hablando de cómo se expresan los paisas, este libro está lleno de jerga (slang) de allá. El narrador utiliza varias palabras del paisañol (el español de los paisas), como “parcerito”, “gonorrea”, etc., que se siguen usando hoy en día. Me parece divertido que el narrador diga frases como “ya que usted es extranjero” porque sé que allá en Medellín, cualquier persona que no es de Medellín, se le considera un “gringo”.

Llevo unos años queriendo conocer Medellín y quedarme por un rato. Tengo amigos de allá que a ellos no les gustan estos temas y mencionan que son cosas del pasado. Es un poco difícil de creer que veinte años después, Medellín sea uno de los destinos más populares para los jubilados extranjeros (https://www.elcolombiano.com/antioquia/medellin-ideal-para-extranjeros-jubilados-AE14320880). Después de haber leído este libro, aún tengo muchas ganas de conocer Medellín y el resto de Colombia. Claro, no espero que sea un paraíso, pero tampoco me gustan los estereotipos que el norteamericano promedio tiene de Colombia y el resto de Latinoamérica, (provocándome en querer ir a conocer aun más).

Mi pregunta de discusión para ustedes es la siguiente:

Si fueran a viajar a Colombia y conocer Medellín, ¿Cómo les haría sentir este libro al respecto?