Fujimori’s human rights record: 1992 Matanza del Penal Canto Grande
On October 9, 2005, Agencia Peru posted an investigative report based on judiciary documents incriminating former president Fujimori with the 1992 massive homicide in the penal de Canto Grande.
Documentos los incriminan: Fujimori y cúpula militar involucrados en matanza de Castro Castro. ASESINATO MASIVO. Agenciaperu.com revisó los más de 1500 folios judiciales que explican lo que realmente ocurrió en mayo de 1992 en el penal de Castro Castro.
Escribe César Hildebrandt Chávez – agenciaperu.com
Diversos documentos recolectados por agenciaperu.com involucran al ex presidente Alberto Fujimori, y su cúpula de gobierno, en ejecuciones extrajudiciales cometidas en mayo de 1992 en el penal Castro Castro.
Agenciaperu.com tuvo acceso a testimonios, exámenes forenses, análisis de balística, protocolos de necropsia y atestados policiales que relacionan al ahora prófugo Alberto Fujimori en ejecuciones extrajudiciales de senderistas ocurridas en mayo del 1992 en el penal Miguel Castro Castro.
Los documentos dan fe de un operativo organizado y dirigido por la cúpula militar, encabezada por Fujimori, que determinó una incursión decisiva en Castro Castro. Tras esto, se asesinaría a un gran número de senderistas que, de acuerdo a los indicios, se habían rendido previamente.
En total, fueron 42 terroristas acribillados. Un documento del Consejo Superior de Justicia, al que tuvo acceso agenciaperu.com , demuestra que los agentes que realizaron el “operativo” fueron absueltos de toda investigación “por encontrarse en acto de servicio y en cumplimiento de la ley”.
Por ordenar estas acciones, Fujimori está siendo procesado por delitos de lesa humanidad. En octubre de 2004, la Sala Nacional Contra el Terrorismo determinó que “lo que hubo entre el 6 y el 9 de mayo de 1992 en el Penal Castro Castro fue una masacre de 42 senderistas ordenada por el ex presidente Fujimori”.
Asimismo, en junio de este año, el fiscal Mario Gonzáles ordenó que se analice toda la información sobre este caso para determinar la responsabilidad del ex mandatario, y para que se proceda a denunciar al ahora prófugo ex mandatario.
DÍA UNO: “OPERATIVO MUDANZA 1”
El 6 de mayo de 1992, 600 efectivos de la Policía y el Ejército ingresaron al penal Miguel Castro Castro. Los pabellones 1A y 4B de ese penal habían sido convertidos en escuelas de Sendero Luminoso: el pabellón 4B, ocupado por los hombres, y el pabellón 1A, que recluía a las mujeres.
El operativo, llamado “Mudanza 1”, debía trasladas a las mujeres al Penal de Chorrillos. Ellas, tres días antes, se habían negado a la reubicación.
Durante toda la mañana llegaron carros portatropas. Las metralletas no pararon de disparar y los agentes llenaron el penal de bombas lacrimógenas, vomitivas e incendiarias.
Los policías ocuparon el techo del pabellón de las mujeres terroristas y arrojaron bombas por las ventanas. Un testigo de estos hechos, en una manifestación a la Comisión de la Verdad y Reconciliación, declaró: “Yo vivía en el cuarto piso. Nos aventaban bombas lacrimógenas y nos quedamos ahí unas a las otras mirándonos, abrazándonos, tratando de sobrevivir”.
“En la pared habían unos tubitos que daban al patio, ahí poníamos nuestras narices para respirar el aire que venía del patio, porque todo el ambiente nos hacía vomitar”, agregó.
A las 3 de la tarde, la Policía abrió boquetes en el techo; y desde ahí dispararon a las reclusas del cuarto piso. Según el testimonio recogido “en nuestra desesperación quisimos bajar porque en el techo estaban haciendo hueco los policías. Había una muchacha que dijo ‘yo cruzo primero, luego ustedes’, y esta muchacha empieza a cruzar. Por el pasadizo empiezan a disparar, la muchacha quedó tirada en el piso, muerta”.
Los testigos que vivieron el operativo relataron ante la Comisión de la Verdad que para no morir asfixiados tuvieron que tomar sus propios orines; una técnica que habían aprendido en junio de 1986, durante la masacre del Frontón. Otros metieron la cabeza en los inodoros pero fue inútil: los policías habían colocado gases lacrimógenos en las tuberías. Mientras tanto, afuera, tras las explosiones, los familiares de los presos se desmayaban.
Una comisión de la Coordinadora de Derechos Humanos y otra de la Cruz Roja se ofrecieron para mediar entre los reclusos y las fuerzas combinadas. Pero el gobierno no lo permitió.
Consultado por este medio, Francisco Soberón, de la Coordinadora de Derechos Humanos, recordó: “Llegamos a las inmediaciones, no se nos permitía el ingreso. Había instrucciones para que ni la Cruz Roja ni los organismos de derechos humanos pudiéramos intervenir para impedir que se produjera un desenlace como el que se produjo”.
Un testimonio recogido por la CVR recuerda lo sucedido ese día: “Despierto en el techo del pabellón. Yo recién tenía 2 meses que había dado a luz, yo sentí que sangraba, sangraba. Estaban los guardias allí, y un guardia cuando yo le miro le digo que si me podía dar un poco de agua porque había unos galones allí, con sus botas me pateo la cara. Y se reían y decían que como ratas teníamos que morir allí. Hasta que nos llegaron a bajar una por una”.
Las explosiones y las ráfagas de metralleta no pararon hasta las 7 de la noche. Ese día, el miércoles 6 de mayo de 1992, se contaron oficialmente 9 muertos: 1 policía y 8 terroristas. Tres días después, el sábado, el número de terroristas muertos llegaría a 42.
> CARLOS TAPIA: “Mucha gente decía: ‘para qué meterlos presos, mejor los matamos y nos ahorramos el dinero’. Era imponer la autoridad a sangre y fuego”.
ROSPIGLIOSI: “A varios de los cabecillas los buscaron y los mataron en frío. No es que hayan muerto en un enfrentamiento (…) Esto fue una ejecución”.
DÍA DOS: SE DELIMITAN LAS ESTRATEGIAS
El jueves 7 de mayo de 1992, durante el segundo día del “Operativo Mudanza 1”, en el penal Castro Castro, Fujimori afinó los detalles de su llamada “estrategia integral”. Ese día, él mismo presidió una reunión en el Pentagonito, el Cuartel General del Ejército, con los mandos militares y policiales.
Entre otros, ese día asistió el entonces ministro de Interior, Juan Briones Dávila, y el Jefe del Estado Mayor del Ejército, Nicolás de Bari Hermoza. El asesor Vladimiro Montesinos también estuvo presente. Según las investigaciones judiciales, ese día Fujimori tomó una decisión: “La Policía debía ingresar a cualquier costo social.” Los objetivos de la misión eran los mandos terroristas.
En esa oportunidad, el entonces presidente Alberto Fujimori declaró a la prensa: “Estamos aplicando la estrategia integral contra el terrorismo. Ahora que ya no tenemos la oposición obstruccionista que bloqueaba la acción del gobierno, ahora vamos a aplicar esta estrategia en su integridad”.
Lo que sucedió en Castro Castro establece claramente que la estrategia de Fujimori tuvo un solo plan de operaciones. De acuerdo al ex miembro de la Comisión de la Verdad, Carlos Tapia, esto fue claramente “un plan de operaciones para eliminar a los dirigentes de Sendero Luminoso que estaban allí”.
“El famoso video de Zorba el Griego, de julio de 1989, es encontrado en enero de 1991. ¡Estamos hablando de mayo de 1992! ¡Entonces, ya sabían quiénes eran!”, recordó Tapia.
En el interior de Castro Castro se encontraban dirigentes y mandos de “Socorro Popular”, uno de los brazos militares de Sendero responsable de innumerables asesinatos selectivos y atentados terroristas desde 1986. Entre ellos figuraban: Yovanka Pardavé, la camarada “Sara”; Tito Valle Travesaño; Elvia Sanabria y Hugo Deodato Juarez Cruzatt, el camarada “Germán”; quienes habían liderado la violencia de la mano de Osmán Morote, camarada “Luis”.
Como se recuerda, el año 1991, imágenes recogidas por la televisión española mostraban al penal de Castro Castro como un “territorio liberado” donde los reclusos de SL podían organizarse, hacer entrenamiento doctrinario e incluso entonar cánticos o realizar desfiles a vista y paciencia de las autoridades.
Los dos pabellones de terroristas los habían convertido en lo ellos llamaban “luminosas trincheras de combate”. Esta situación se mantuvo durante casi los dos primeros años del gobierno fujimorista, hasta mayo de 1992.
El periodista Fernando Rospigliosi recuerda que en aquella época “todos le exigíamos al gobierno que ponga orden en los penales, y no lo hicieron. Y no lo hicieron porque ellos estaban preparando el golpe, y ellos querían usar esto para justificar el golpe”.
Sin embargo, después del autogolpe del 5 de abril, la política contrasubversiva en los penales consistía en imponer la autoridad a cualquier precio.
LA MATANZA DEL ÚLTIMO DÍA
Las primeras horas de la madrugada del sábado 9 de mayo, el último día del “Operativo Mudanza 1”, la carretera que lleva a Castro Castro fue trabada con piedras . El ataque a los pabellones del penal contaba ya tres días. Pero aquel sábado, los bombardeos con granadas, instalazas y bombas lacrimógenas y vomitivas se multiplicaron.
Ese día, en Castro Castro, la estrategia integral de Fujimori cobró sus primeras víctimas.
Fernando Rosigliosi comentó a agenciaperu.com : “Aquí no hubo una insurrección. Los senderistas ya tenían la experiencia de junio de 1986 y sabían que no debían enfrentarse porque iban a llevar la peor parte; ya esta vez no estaban dispuestos a resistir ni a enfrentar a las fuerzas del orden porque sabían lo que les esperaba.”
De hecho, los senderistas, en su mayoría, se defendieron con dardos, costales de arena, piedras, acido muriático y agua hervida. Los policías, desde los techos, empezaron a esparcir combustible en las cortinas del pabellón de hombres para provocar un incendio.
Los agentes se colocaron en los cerros adyacentes al penal. Francotiradores apuntaban permanentemente a las ventanas del pabellón. Sobrevolaban helicópteros. Todos los internos del pabellón 4B, incluyendo los cuatro dirigentes de Socorro Popular, se refugiaron en el primer piso.
Entre las 4 y las 5 de la tarde, una explosión voló una de las paredes del primer piso del pabellón de los terroristas. La policía aguardó afuera y no ingresó. En las afueras del penal, la policía retiró a la prensa. Minutos después, al promediar las 6 de la tarde, por lo menos 10 testigos escucharon un grito: “¡Alto! ¡No disparen! ¡Vamos a salir!”. Era la voz de la terrorista Julia Marlene Olivares, quien anunció la rendición de todos los presos que la acompañaban.
La policía ordenó que salieran del pabellón con las manos en alto. “Se respetará la integridad física de todos y cada uno de ustedes, tanto los hombres como las mujeres”, gritaron. Pero lo que sucedió después ha sido descrito por más de una decena de testigos.
El primer grupo que salió del pabellón estuvo integrado por 9 terroristas; salieron rendidos al patio central. Eran Yovanka Pardavé, Tito Valle Travesaño, Hugo Deodato Juárez Cruzatt, Osmán Morote y Elvia Sanabria. Estaban acompañados de otros 4 senderistas.
Los testigos han declarado ante la Comisión de la Verdad que los mandos terroristas salieron “rendidos, caminaban lentamente con las brazos entrelazados y cantando el himno de La Internacional. No portaban armas (…) Dieron unos pasos y llegaron hasta una zona conocida como el gallinero”.
En ese momento, dos testigos escucharon a una guardia gritar: “¡Ahí está el canoso! ¡El canoso!”. Se referían a Hugo Juárez Cruzatt. En ese momento, todos fueron acribillados; ejecutados extrajudicialmente.
Dos presos comunes, desde uno de los edificios, escucharon a un policía gritar: “Conchasumadre, hay que matarlos a todos.” Los disparos continuaron.
Yovanka Pardavé, una de las terroristas rendidas, murió instantáneamente. El examen de balística, documento al que tuvo acceso agenciaperu.com , señaló que murió por 7 balas que perforaron distintas partes de su tórax y abdomen. Su pareja, Tito Valle Travesaño, recibió cuatro impactos de bala. Hugo Deodato Juarez Cruzatt murió también acribillado, con perforaciones en la rodilla, en los glúteos, en el muslo derecho, en el abdomen y en el tórax.
Los únicos sobrevivientes fueron Elvia Sanabria y Osmán Morote, este último recibió un balazo en las nalgas.
Tres minutos después, otro grupo de 7 senderistas salió del pabellón. En los techos y en el patio central los guardias esperaban. Al igual que los anteriores, se habían rendido. Salieron del pabellón, dieron unos pasos y fueron ametrallados. 5 de ellos murieron instantáneamente.
Luego de los asesinatos, los presos terroristas salieron de los pabellones hacia este patio, conocido como “la tierra de nadie”. Los policías los clasificaron en hombres y mujeres. De este grupo, varios testigos han declarado que los agentes militares tenían una lista y les preguntaban si sabían en dónde estaban algunos de sus compañeros.
De acuerdo a Fernado Rospigliosi “fue gente del Servicio de Inteligencia que entró a matar a determinadas personas. Si no morían en la carnicería, debían ser buscados”.
Eso sucedió con Elvia Sanabria, cabecilla de Sendero Luminoso. Ella sobrevivió a la primera ronda de ejecuciones. Más de una decena de testigos la vieron acostada, minutos después, junto con el resto de prisioneros. Según los testimonios estaba viva, tendida en el piso, se quejaba de dolor y solicitó a los policías un vaso con agua.
Los policías se le acercaron, le preguntaron su nombre y le dijeron que la iban a llevar a un hospital para atenderla. Los testigos vieron que la levantaron y se la llevaron. Luego escucharon los disparos.
Agenciaperu.com tuvo acceso al examen forense del cuerpo de Elvia Sanabria. Murió por dos disparos de bala: uno penetró encima del ombligo y otro en el muslo derecho. La necropsia indica que murió por “shock hipovolémico”, murió desangrada.
Lo que sucedió puede explicar el nivel de locura e impunidad con que los agentes operaron. Varios testigos que estuvieron en ese momento en la “tierra de nadie” contaron los horrendos detalles: los agentes rondaban por las filas de los rendidos. Encontraron a Julia Marlene Olivos, la terrorista que horas antes había anunciado la rendición y entrega de los cabecillas senderistas. Los oficiales la reconocieron. Le habían puesto como sobrenombre “la gritona”. Se la llevaron.
Olivos murió de un solo disparo, según los informes recogidos, por una “herida perforante en el cráneo”. Entró por la región frontal y salió “desgarrando la región occipital.” Cuando sus familiares fueron a la Morgue, encontraron que “una parte del pelo no tenía” y “su seno había sido cortado con bayoneta.”
Tras estos hechos, un oficial preguntó: ¿Quién quiere orinar? El prisionero Marcos Azaña Maza levantó la mano. Se levantó y se fue a orinar. No regresó.
Marcos Azaña apareció en la Morgue de Lima. Su examen de balística señala que recibió 4 balazos en el tórax, 1 en el brazo izquierdo y 2 en la cara.
LA REVISIÓN
El 10 de mayo de 1992, Alberto Fujimori llegó al penal de Castro Castro para efectuar el balance de la operación. Se lo veía satisfecho. Después de felicitar personalmente a las tropas y los jefes de la operación, declaró que hubo 28 fallecido, de ellos 6 mujeres, y que faltaban por ubicar a otras 13 personas. “Lo que se ha querido evitar, y en eso hacemos énfasis, es que después se nos critique que hemos estado violando los derechos humanos”, dijo en aquella oportunidad.
Al ser consultada sobre estos hechos, Sofía Macher opinó: “(Fujimori) está pasando revista de lo que ha sido el resultado del operativo. Por eso es que va, verifica y felicita”
“Él (Fujimori) sabía perfectamente lo que había pasado allá adentro, sabía que habían sido ejecutados los mandos (senderistas). Eso no fue una casualidad, habían dejado morir a la gente. Sabiendo todo esto, salió ante la ciudadanía a decir que estuvo muy bien lo que se hizo”, agregó.
Para Macher, la matanza de Castro Castro formó parte de una estrategia: “No tiene ningún tipo de remordimiento ni sorpresa frente a lo que sucedió. Yo creo que él (Fujimori) actuó con absoluta sangre fría”.