Peru Election 2006

The archived version

El ‘outsider’ como efecto del sistema

without comments

Maxwell A. Cameron (*)
February 8, 2006

Las graves denuncias contra Ollanta Humala pueden perjudicarlo como una opción para sectores del electorado que estarían contemplando apoyarlo para patear el tablero político. Sin embargo, el fenómeno de los candidatos ‘outsider’ merece análisis por que es, en parte, un efecto previsible del sistema presidencialista.
El presidencialismo es un sistema de elección directa del presidente por un plazo predeterminado que, bajo ciertas condiciones, puede generar líderes plebiscitarios que gobiernan al margen de la constitución y la ley. La irrupción de ‘outsiders’ en campañas electorales difícilmente ocurre en sistemas parlamentarios donde hay que ser elegido legislador para luego ser seleccionado por colegas a ocupar el puesto de primer ministro.
Muchos analistas definen el presidencialismo como sinónimo de la separación de poderes. No es así. Es más, el sistema presidencialista esta sujeto a la tentación continua de vulnerar esta separación.
Bajo el presidencialismo, el presidente –el Poder Ejecutivo– siendo elegido por el pueblo, tiende a asumir la función de gran legislador, mientras que el Congreso –el Poder Legislativo– deja de legislar y se dedica a juzgar causas (como, por ejemplo, decidir quién puede ser congresista o candidato a la Presidencia). El Poder Judicial, corrompido por dentro por facciones, termina siendo el premio gordo para quien lo pueda controlar, porque un poder judicial neutralizado políticamente no puede investigar casos de corrupción.
Existen varios indicios de que esta campaña electoral resultará en una legislatura más débil y un Poder Judicial más politizado:
Se han presentado tachas contra candidatos con la clara intención de utilizar abusivamente el Poder Judicial. Hay candidatos que buscan una curul con el propósito de conseguir la inmunidad parlamentaria. Si esta estrategia abusiva es exitosa resultara en un Congreso aún más desprestigiado.
A pesar de que el Poder Judicial no debe ser involucrado en la campaña, algunos candidatos amenazan con empezar sendas investigaciones contra sus adversarios tan pronto como lleguen al poder.
El tema de la no reelección parlamentaria, por más que sea debido al ‘clamor ciudadano’, va en contra de la idea de elecciones democráticas internas y podría conducir a un Congreso aún más débil.
Probablemente ningún Gobierno que resulte de este proceso electoral tendrá una mayoría en el Congreso y habrá necesidad de hacer coaliciones. Por eso, es preocupante escuchar a candidatos hablando de la posibilidad de cerrar el nuevo Congreso cuando recién está despegando el proceso electoral.
Es obvio que habría que mirar más allá del análisis institucional y del presidencialismo para ofrecer una explicación completa de la irrupción de los ‘outsiders’. La exclusión social explicaría el por qué, a pesar de que los indicadores macroeconómicos van muy bien, la población no percibe una mejoría. La informalidad explicaría cómo grandes segmentos de la población están fuera de los circuitos de comunicación y regulación estatal, y por consecuencia, no optan por candidatos que forman parte del país formal. La desigualdad y la heterogeneidad social también explicarían el atractivo por un candidato que reconoce lo nacional y popular. Además, un sistema presidencial puede funcionar perfectamente bien donde existe un Estado de derecho capaz de controlar la corrupción y abuso de poder: Costa Rica y Chile ofrecen ejemplos. Por esa razón es alentador que combatir la corrupción sea un tema central de la campaña.
Lamentablemente, los candidatos hasta ahora no han dado señales de una voluntad de hacer reformas. Los entornos cercanos de los candidatos más fuertes evocan amargos recuerdos de hechos pasados, como las visitas al SIN de representantes de los grupos económicos y financieros, de abusos de derechos humanos, como la masacre de El Frontón, y de la sumisa administración de justicia en el Ministerio Publico durante la época de Fujimori.
Para mejorar el funcionamiento del sistema político no se necesita abandonar el presidencialismo ni cambiar la Constitución. Una reforma judicial de fondo combinada con políticas sociales dedicadas a fortalecer el ejercicio de los derechos ciudadanos contribuiría a un marco institucional más estable y equitativo, de tal manera que los ‘outsiders’, y su estilo antisistema, no sean necesarios para que se escuche el clamor ciudadano.
(*) Artículo publicado por el diario El Comercio, sección Opinión, 8 de febrero del 2006


El ‘outsider’ como efecto del sistema
Por Maxwell A. Cameron profesor de ciencias políticas
UNIVERSIDAD DE COLUMBIA BRITÁNICA
El Comercio, 8 de febrero del 2006

Las graves denuncias contra Ollanta Humala pueden perjudicarlo como una opción para sectores del electorado que estarían contemplando apoyarlo para patear el tablero político. Sin embargo, el fenómeno de los candidatos ‘outsider’ merece análisis por que es, en parte, un efecto previsible del sistema presidencialista.
El presidencialismo es un sistema de elección directa del presidente por un plazo predeterminado que, bajo ciertas condiciones, puede generar líderes plebiscitarios que gobiernan al margen de la constitución y la ley. La irrupción de ‘outsiders’ en campañas electorales difícilmente ocurre en sistemas parlamentarios donde hay que ser elegido legislador para luego ser seleccionado por colegas a ocupar el puesto de primer ministro.
Muchos analistas definen el presidencialismo como sinónimo de la separación de poderes. No es así. Es más, el sistema presidencialista esta sujeto a la tentación continua de vulnerar esta separación.
Bajo el presidencialismo, el presidente –el Poder Ejecutivo– siendo elegido por el pueblo, tiende a asumir la función de gran legislador, mientras que el Congreso –el Poder Legislativo– deja de legislar y se dedica a juzgar causas (como, por ejemplo, decidir quién puede ser congresista o candidato a la Presidencia). El Poder Judicial, corrompido por dentro por facciones, termina siendo el premio gordo para quien lo pueda controlar, porque un poder judicial neutralizado políticamente no puede investigar casos de corrupción.
Existen varios indicios de que esta campaña electoral resultará en una legislatura más débil y un Poder Judicial más politizado:
Se han presentado tachas contra candidatos con la clara intención de utilizar abusivamente el Poder Judicial. Hay candidatos que buscan una curul con el propósito de conseguir la inmunidad parlamentaria. Si esta estrategia abusiva es exitosa resultara en un Congreso aún más desprestigiado.
A pesar de que el Poder Judicial no debe ser involucrado en la campaña, algunos candidatos amenazan con empezar sendas investigaciones contra sus adversarios tan pronto como lleguen al poder.
El tema de la no reelección parlamentaria, por más que sea debido al ‘clamor ciudadano’, va en contra de la idea de elecciones democráticas internas y podría conducir a un Congreso aún más débil.
Probablemente ningún Gobierno que resulte de este proceso electoral tendrá una mayoría en el Congreso y habrá necesidad de hacer coaliciones. Por eso, es preocupante escuchar a candidatos hablando de la posibilidad de cerrar el nuevo Congreso cuando recién está despegando el proceso electoral.
Es obvio que habría que mirar más allá del análisis institucional y del presidencialismo para ofrecer una explicación completa de la irrupción de los ‘outsiders’. La exclusión social explicaría el por qué, a pesar de que los indicadores macroeconómicos van muy bien, la población no percibe una mejoría. La informalidad explicaría cómo grandes segmentos de la población están fuera de los circuitos de comunicación y regulación estatal, y por consecuencia, no optan por candidatos que forman parte del país formal. La desigualdad y la heterogeneidad social también explicarían el atractivo por un candidato que reconoce lo nacional y popular. Además, un sistema presidencial puede funcionar perfectamente bien donde existe un Estado de derecho capaz de controlar la corrupción y abuso de poder: Costa Rica y Chile ofrecen ejemplos. Por esa razón es alentador que combatir la corrupción sea un tema central de la campaña.
Lamentablemente, los candidatos hasta ahora no han dado señales de una voluntad de hacer reformas. Los entornos cercanos de los candidatos más fuertes evocan amargos recuerdos de hechos pasados, como las visitas al SIN de representantes de los grupos económicos y financieros, de abusos de derechos humanos, como la masacre de El Frontón, y de la sumisa administración de justicia en el Ministerio Publico durante la época de Fujimori.
Para mejorar el funcionamiento del sistema político no se necesita abandonar el presidencialismo ni cambiar la Constitución. Una reforma judicial de fondo combinada con políticas sociales dedicadas a fortalecer el ejercicio de los derechos ciudadanos contribuiría a un marco institucional más estable y equitativo, de tal manera que los ‘outsiders’, y su estilo antisistema, no sean necesarios para que se escuche el clamor ciudadano.

Written by Michael Ha

February 8th, 2006 at 5:36 am

Posted in Analysis & Opinion

Spam prevention powered by Akismet