Peru Election 2006

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Shadow of Fredemo

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Alvaro Vargas Llosa speaks from personal experience when he says that 24 plus 24 does not equal 48. At least not in politics. In other words, there is no mathematical formula for calculating the votes in a second round election. Alvaro’s father, Mario Vargas Llosa, held a slim lead over Alberto Fujimori in the first round of the election in 1990. Yet he lost overwhelmingly in the second round in part because of a process of polarization that cast the leader of FREDEMO as a candidate of the establishment against an insurgent outsider.
For this reason, Vargas Llosa (hijo) says that Humala should not be underestimated as a second-round candidate. He notes that an alliance between APRA and UN is likely to play into Humala’s hands. These two parties may think they are closing ranks in defense of democracy, but many voters will see it as an example of collusion between members of the establishment against a newcomer. Vargas Llosa also makes another important observation: the Fujimoristas who voted for Keiko Fujimori in Lima (where Humala is weakest) may well pass over to Humala in round two.
The results of a second round are unpredictable. A second round campaign will have a dynamic all of its own, and campaigns matter especially in elections like this. In his regular column in Peru.21, Augusto Alvarez Rodrich makes a similar observation. He warns against the construction of a new FREDEMO.


La segunda vuelta
Por Alvaro Vargas Llosa
La Primera, 17 de abril del 2006

1. Las matemáticas no sirven
Cualquiera que haya participado en una segunda vuelta sabe que se trata de una campaña radicalmente distinta de la que tiene lugar en primera vuelta.
El escenario se recompone, las sumas a veces restan y las restas suman, y la polarización acaba generando alianzas o enemistades que no estaban en los cálculos iniciales. Por eso, los pronósticos que se hacen en estos momentos en el Perú de cara a la segunda vuelta parecen altamente prematuros.
En 1990 me tocó muy de cerca la segunda vuelta entre Mario Vargas Llosa y Alberto Fujimori. El primero había obtenido un 28% y el segundo el 24% en la primera vuelta. La segunda vuelta terminó 60-40 a favor de Fujimori.
Pasaron muchas cosas interesantes. Por lo pronto, los sondeos nunca predijeron un resultado categórico a favor de Fujimori. En segundo lugar, Vargas Llosa recibió respaldos insospechados, como el de la jerarquía de la Iglesia Católica, que antes lo miraba con mucha sospecha por haberse declarado agnóstico.
Y el respaldo de Alan García a Fujimori poniendo el Estado a su servicio, así como el de Izquierda Unida, que enfiló baterías contra el novelista, crearon una polarización distinta de la que muchos habían anticipado.
2. El statu quo y el outsider
Un sector amplio (no estuve entre ellos) creía que la división sería entre el statu quo encarnado precisamente por el Apra, que era gobierno, e Izquierda Unida, que había apoyado el intento de Alan García de estatizar la banca, y, en la otra trinchera, el abanderado del cambio, es decir Vargas Llosa.
Pero la polarización que se dio fue otra: un Mario Vargas Llosa paradójicamente convertido en el statu quo y en político tradicional, por un lado, y, por el otro, un Fujimori transformado, a pesar del respaldo del Estado aprista de entonces, en el outsider.
En 2001 me tocó estar cerca de Alejandro Toledo, acompañándolo en el triunfo de la primera vuelta. Luego me retiré y promoví, con Jaime Bayly, un voto blanco o nulo en segunda vuelta para advertir tanto a él como a García que la sociedad civil sería vigilante. Esa segunda vuelta también trajo sorpresas importantes.
La mayor de ellas fue que Alan García estuvo a punto de ganar (el resultado final fue 53-47), a pesar de que en ese momento el líder aprista seguía siendo para buena parte del país poco menos que el anticristo.
¿Qué pasó? Sencillamente ocurrió que Toledo generó desconfianza en un sector que veía en él no al graduado de grandes universidades norteamericanas, sino al agitador de masas que había insurgido contra Fujimori en las calles.
En cambio, García, hasta hace pocos años un revolucionario que escandalizaba a la derecha, resultó absorbiendo parte del voto \”conservador\” que le temía a una candidatura con raíces indígenas.
3. La Polarización
Ahora, todos los analistas y medios de comunicación en general vaticinan la derrota de Humala en segunda vuelta por el hecho de no haber alcanzado más del 31 por ciento de los votos en la primera vuelta y porque se prevé un entendimiento entre Alan García y Lourdes Flores.
Pero hay muchos factores que podrían complicar ese cálculo simplista. Por lo pronto, el mensaje de Humala ha sido consistentemente el del outsider enfrentado a la clase política, algo que desde 1990 ha producido resultados importantes para quien ha hecho campaña con esa bandera.
Humala versus una alianza entre el Apra y las huestes de Lourdes Flores es un match que genera automáticamente una polarización entre \”tradicionales\” y outsiders.
No sabemos qué pueda depararle al Perú esa división, pero quienes crean que la suma del 24% de Alan García y el 24% de Lourdes automáticamente hace 48 pierde de vista que las matemáticas en una segunda vuelta rara vez funcionan milimétricamente.
4. El factor Fujimori
Otro factor que añade complejidad al escenario de la segunda vuelta es el fujimorismo. Ya los fujimoristas han enviado señales de que estarían dispuestos a entenderse con Humala.
Aun cuando tampoco en este caso las matemáticas son exactas, la naturaleza casi tribal del fujimorismo y el hecho de que esté de por medio una eventual negociación relacionada con la libertad del ex dictador permiten predecir que Humala obtendría no pocos votos de ese sector.
Los fujimoristas obtuvieron un 7% a nivel nacional y, lo que es más importante, la lista parlamentaria de su hija, Keiko Fujimori, obtuvo cerca del 13 por ciento en Lima, la zona donde Humala es más débil y necesita crecer.
5. García y sus fantasmas
El voto en blanco también jugará un papel significativo. Es previsible que, en una eventual segunda vuelta entre Humala y Alan García, el voto que fue a Lourdes Flores en la primera vuelta se divida entre quienes optarán por García para cerrarle el paso a Humala y quienes -especialmente los más afectados por la confiscación de ahorros y la hiperinflación en los 80- se abstendrán o votarán en blanco/nulo.
Si el voto en blanco o nulo por parte de los votantes de Lourdes Flores es muy alto –digamos, si se sitúa claramente por encima del 11 por ciento tradicional–, García estará en problemas.
6. Fuga por la izquierda
¿Y qué ocurre si García hace esfuerzos denodados por conseguir todos los votos de la derecha? Se arriesga a perder votos por su izquierda ante un Humala que seguramente los tratará de seducir. En cierta forma ya lo viene haciendo al apelar constantemente a la memoria de Haya de la Torre, el fundador del Apra.
7. ¿Y si es Lourdes Flores?
¿Y qué pasa si, en el tramo final del agónico escrutinio, resulta siendo Lourdes Flores la que pasa a segunda vuelta? En ese caso, aun cuando los sondeos previos venían indicando que Lourdes Flores llevaba ventaja ante Humala de cara a la segunda vuelta, también se producirá una recomposición del escenario.
El voto de García se partirá previsiblemente en dos: los que anteponen las consideraciones democráticas se irán con Lourdes y los que anteponen las consideraciones ideológicas se irán con Humala.
El fujimorismo negociará con ambos y es posible que pueda partirse, pues un sector –como lo ha dicho la candidata fujimorista Martha Chávez– ve con alguna simpatía a la líderesa de Unidad Nacional, mientras que otro puede preferir un escenario en que el colapso del sistema de partidos salve a su jefe, hoy preso en Chile.
8. El resultado es imprevisible
Todo esto, en resumen, apunta a una segunda vuelta extraordinariamente compleja, en la que cualquiera sea el ganador tendrá que lograr cosas muy significativas.
Para ganar, Humala tiene que aumentar sustancialmente su voto en Lima (la capital representa el tercio del universo electoral), lo que se ve difícil, pues es allí donde hay más resistencias contra él.
Pero también es cierto que para ganar Alan García debe obtener apoyo en el sur y el centro del país, donde en general está muy bajo (con excepción de Ica).
Precisamente por no reunir suficientes votos allí, García perdió ante Toledo en 2001. Y en el caso de Lourdes Flores, su problema es que en la primera vuelta sólo ganó en Lima, de modo que tiene un trabajo descomunal por delante en el interior del país.
Nadie, pues, está en condiciones de predecir a estas alturas qué ocurrirá. Todo es posible y ningún sondeo que se publique antes de estar relativamente avanzada la campaña por la segunda vuelta puede ser tomado al pie de la letra.
Los primeros sondeos para la segunda vuelta en 1990 daban ganador a Vargas Llosa frente a Fujimori y al final resultó siendo al revés. En 2001, daban vencedor por un margen abrumador a Toledo frente a Alan García y éste, finalmente, estuvo muy cerca de voltear el partido.
¿Un nuevo fredemo?
Perú 21, 17 de abril del 2006. Por Augusto Álvarez Rodrich, Director
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Los riesgos de las alianzas democráticas
Se percibe el entusiasmo por la creación de un ‘gran frente democrático’ alrededor del Apra y de UN con el fin de ‘salvar el sistema’ frente a la justificada preocupación e incertidumbre por un eventual gobierno de Ollanta Humala.
Es una combi a la que también quieren subir a otros partidos, desde los que no sacaron ni para el té el domingo 9 de abril, hasta los que lograron una votación más decorosa, incluido a un fujimorismo que va con agenda precisa: la ‘liberación’ de su líder al costo que sea.
El fin inmediato que plantean para dicha ‘alianza democrática’ es derrotar a Humala en la segunda vuelta. Un objetivo de mayor alcance es un pacto que otorgue estabilidad durante los años siguientes.
Sin embargo, la mala noticia para los impulsores de este acuerdo es que, por una interpretación incorrecta del sentir del ciudadano de a pie -el que vota y decide las elecciones al margen de las elucubraciones de cafetería sanisidrina-, pueden estar sirviéndole la mesa a Humala y facilitándole su camino hacia Palacio.
¿Qué no parecen estar entendiendo -u olvidando- los que proponen dicho acuerdo? Primero, que, salvo que este incluya planteamientos de fondo y no solo decorativos, lo más probable es que esta alianza será interpretada como la defensa de un sistema político y económico con el que la gente no está satisfecha.
Por si lo han olvidado algunos, el funcionamiento del régimen democrático es muy mal evaluado por la mayoría de la población, la cual percibe que es un sistema que funciona bien solamente para los ricos y los políticos que llegan al poder. Y en cuanto a la economía, según Apoyo, solo el 11% a nivel nacional siente que el país está progresando.
Lo segundo que olvidan los promotores del ‘pacto democrático’ es que la mayoría de la población atribuye la responsabilidad de la situación anterior justamente a los políticos del ‘elenco estable’. ¿Los quieren juntar, antes de la elección, para concentrar toda la crítica?
Mucho entusiasmo pero poca inteligencia se percibe detrás de este esfuerzo tan bien intencionado como desencaminado.

Written by Michael Ha

April 17th, 2006 at 7:46 am

Posted in Political Parties

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