Peru Election 2006

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Updated – Mario Vargas Llosa’s Reasons for an Alliance

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In this essay, Mario Vargas Llosa makes the case for an alliance between APRA and Unidad Nacional. Two things are extraordinary about this argument. First, Vargas Llosa was a bitter adversary of APRA in the 1980s. Second, as Mirko Lauer noted on Rueda de Prensa last Sunday, the formation of an alliance between the much-maligned “traditional political parties” (Popular Action and the Popular Christian Party) and his own movement, Libertad, contributed to the electoral defeat of Vargas Llosa in 1990. Lauer expanded his argument in his La Republica column today.
Most of the commentary generated by Vargas Llosa’s op-ed has been negative. We have reproduced the views of local analysts, published in the last two days, below.
Read also: Los sueños húmedos de Varguitas; Alianza electoral? Para que?


Razones para una alianza
Por Mario Vargas Llosa, Escritor
El Comercio, 23 de abril del 2006 (Publicado en El País, España, 20 de abril del 2006)

Aunque, cuando escribo estas líneas, aún no se sabe quién competirá en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales peruanas con el ganador de la primera, el comandante Ollanta Humala –si Alan García, del Apra, o Lourdes Flores, de Unidad Nacional–, una conclusión se impone a simple vista según la lógica más elemental: si las fuerzas políticas que representan García y Flores no se unen, cualquiera de ellos que quede finalista será derrotado por el militar que reivindica como mentores y modelos al comandante venezolano Hugo Chávez y al desaparecido dictador del Perú general Juan Velasco Alvarado.
La victoria de Ollanta Humala sería una catástrofe para el Perú y para América Latina, una regresión brutal, en un continente que parecía en vías de democratización, hacia las peores plagas de nuestro pasado: el caudillismo, el militarismo, el populismo y el autoritarismo. El 30% de peruanos que ha votado por él en la primera vuelta, en verdad ha votado, en su gran mayoría, por un mito antiguo y mentiroso como todos los mitos: el de un redentor miliciano, un hombre fuerte e implacable que hará funcionar a latigazos a la caótica sociedad peruana como un riguroso cuartel, zambullendo en la cárcel a todos los corruptos, vaciando las calles de los ladrones, violadores, secuestradores y pillos de toda calaña que hoy las vuelven tan inseguras, recuperando para el Perú todas las empresas que hoy enriquecen a los extranjeros, y gobernando en favor de los pobres en vez de hacerlo para los ricos como han hecho todos sus antecesores en el poder. El paraíso espera a los humillados y explotados después de ese baño de despotismo, botas y chovinismo patriotero.
¿Cuántas veces hemos oído semejante cantilena que justificaba el que se abriera las puertas del gobierno a quien, apenas aupado en él, se convertiría en un dictadorzuelo, arruinaría al país y lo dejaría más pobre, más corrompido, más enconado y desquiciado que como lo encontró? Esa es la historia del general Velasco Alvarado y la pandilla de militares que destrozaron el Perú entre 1968 y 1980 y esa será la que los venezolanos contarán de Hugo Chávez cuando se libren de su demagogia y sus locuras y comiencen la ardua tarea de reconstruir su democracia.
Para que el Perú no se hunda una vez más en la ciénaga del autoritarismo militarista que representa Ollanta Humala no hay otro camino que una alianza inmediata, de gobierno, sin siquiera esperar los resultados definitivos de la primera vuelta electoral, entre Alan García y Lourdes Flores y las fuerzas políticas que los respaldan. Lo digo sin la menor alegría, como saben todos los que conocen mis críticas a lo que fue el desastroso gobierno de Alan García entre 1985 y 1990. Pero, a estas alturas del partido, lo que debe primar no son las simpatías o antipatías políticas personales, sino la defensa de la democracia en el Perú, que, con Ollanta Humala en la presidencia, corre el riesgo de desplomarse mediante un acto de fuerza (al estilo Fujimori) o de irse degradando a pocos hasta la extinción, a la manera de la Venezuela de Hugo Chávez. Y los peruanos saben –deberían saberlo incluso ese 30% de desmemoriados que han votado por Humala– que jamás una dictadura ha resuelto problema social o económico alguno en la historia del Perú. Siempre los multiplicó y esa es la razón de la extremada fragilidad de la democracia, cada vez que renace luego de nuestros largos períodos de oscurantismo dictatorial.
Es cierto que hay acusadas diferencias entre el programa democristiano de Lourdes Flores y el socialdemócrata del Apra. Pero, por debajo o encima de ellas, existe un denominador común que basta y sobra para echar los fundamentos de una alianza, a la manera de la que, en Chile, forjaron democristianos, radicales y socialistas y que tantos beneficios ha traído al país austral: un claro compromiso con la democracia. Porque esa será la alternativa que se disputará en la segunda vuelta electoral: preservar el sistema imperfecto (pero perfectible) que tenemos los peruanos desde el 2001, que garantiza las libertades públicas, las alternancias en el gobierno, las elecciones y el derecho de crítica, o el retorno al despotismo y la arbitrariedad –acompañada de censura y de crímenes, además de una maloliente corrupción– de un sistema dictatorial.
La alianza de Unidad Nacional y el Apra tendría, entre otras ventajas, la de atraer a ella a las pequeñas fuerzas democráticas que, en la gran dispersión de la veintena de candidatos que disputaron la primera vuelta, quedaron totalmente marginadas. Entre ellas hay algunas que merecían una suerte mejor, como la Concertación Descentralista de Susana Villarán, una lideresa de izquierda que ha evolucionado hacia posiciones inequívocamente democráticas y antitotalitarias y que por su lucidez y limpias credenciales debería tener cabida y un rol en aquella alianza. Tal vez de este modo se podría dar al futuro gobierno un sustento mayor que el debilísimo que tienen siempre nuestros gobiernos representativos, lo que impide la estabilidad de las instituciones, la continuidad de las políticas de reforma, y hace que, a cada elección, todo vuelva a fojas cero, a ese adanismo que es una de las manifestaciones más visibles del subdesarrollo.
Esa alianza, para ser eficaz, debe ser de gobierno y no meramente electoral. Es decir, cimentarse en un programa de largo alcance en el que, además de la profundización de la democracia, se preserven ciertas instituciones básicas de una sociedad abierta a las que tanto democristianos como apristas dicen respetar: políticas de mercado, promoción de la empresa privada y las inversiones extranjeras y difusión de la propiedad entre los sectores que aún no tienen acceso a ella. Es decir, los programas básicos que, en países como España y Chile, han estimulado la prosperidad y el progreso de sus economías. Que todo ello incluya un apoyo resuelto y elevado a la educación pública y a la salud es indispensable y es seguro que sobre ello no habría mayores razones de disenso entre los aliados.
En situaciones críticas, como la que vive la sociedad peruana en estos momentos, es imprescindible que la visión del árbol no nos enturbie la perspectiva del bosque. Y saber, con certeza, cuál es el mal mayor. Para mí, sin la menor duda, él está representado por el comandante Humala y su clan familiar, el que, pese a la pantomima de divergencias que los distintos parientes, padres y hermanos, han representado durante la campaña electoral, pasaría a formar parte del equipo gobernante si el comandante ganara las elecciones. Dentro de la confusión contradictoria y delirante de sus amenazas y proyecciones, aquel clan que aboga por fusilamientos masivos –entre ellos de homosexuales–, por leyes de excepción para periodistas, por nacionalizaciones y por la militarización del país, debe ser atajado en la segunda vuelta electoral mediante una gran concentración de todas las fuerzas democráticas, aunque para ello sea preciso vencer escrúpulos, olvidar agravios y votar tapándose la nariz.
La política no es un territorio donde se pueda elegir solo la excelencia, como en las bellas artes o la literatura. Es un quehacer que refleja la composición de la sociedad donde aquella actividad se ejerce. El Perú contiene comunidades muy diversas, que coexisten en el desconocimiento recíproco, distanciadas unas de otras por la geografía, la educación, las costumbres, los niveles de vida, la lengua y la tradición, los prejuicios y el resentimiento. De una manera general, el tercio que ha dado su apoyo a Ollanta Humala personifica a aquel vasto sector que no ha recibido el menor beneficio del importante crecimiento económico que ha tenido el Perú en los últimos años y que se ha visto una vez más frustrado en sus anhelos, tan marginado y tan pobre como estaba hace cinco años, cuando dio su voto ‘antisistema’ a Toledo. La razón de su marginación es estructural, se debe a la escasa, casi nula movilidad que padece la sociedad peruana, donde la educación, por ejemplo, en lugar de ser el gran instrumento para la creación de igualdad de oportunidades en cada generación, tiende a apuntalar o a agravar las desigualdades entre andinos y costeños, provincianos y capitalinos, ciudadanos del campo y de las ciudades, quechuahablantes e hispanohablantes, pobres y ricos. Y lo que vale para la educación, vale para la salud, el acceso al crédito, al mercado de trabajo y a la propiedad. Mientras no haya una reforma profunda en todos esos ámbitos de la vida social todo crecimiento económico –como el de estos últimos cinco años– solo alcanzará a beneficiar a sectores reducidos de la población, incrementando el odio al sistema que explica el fenómeno Humala.
El acuerdo entre las fuerzas democráticas debe incluir un programa radical y realista para llevar a cabo esas reformas que vayan cerrando los abismos que separan a los peruanos de altos y medianos ingresos de los otros, algo que solo es posible como se lo ha hecho en España o Chile –dos claros ejemplos exitosos de países muy próximos al nuestro–, no destruyendo la democracia sino robusteciéndola y mediante una integración al resto del mundo en vez de levantar fronteras y aislarnos según el nefasto modelo del “desarrollo hacia adentro” que, a lo largo de la famosa década perdida, dejó a América Latina varada mientras el sudeste asiático progresaba velozmente.
Ojalá prevalezca la razón y esa alianza de las fuerzas democráticas se haga realidad en el Perú antes de que sea demasiado tarde para arrepentirse.
MVLl pide alianza contra Humala
Hace llamado a UN y al APRA porque cree que un gobierno del nacionalista sería una catástrofe.
La Primera, 24 de abril del 2006. Pág. 5

Para el destacado escritor Mario Vargas Llosa, la única alternativa de frenar la llegada al poder de un régimen autoritario encarnado por el candidato de UPP, Ollanta Humala, sería formar “una alianza inmediata” entre los candidatos presidenciales Alan García y Lourdes Flores para defender la democracia.
“Para que el Perú no se hunda una vez más en la ciénaga del autoritarismo militarista que representa Ollanta Humala no hay otro camino que una alianza inmediata, de gobierno.
Sin siquiera esperar los resultados definitivos de la primera vuelta, entre Alan García y Lourdes Flores, y las fuerzas políticas que los respaldan”, sostuvo en Piedra de Toque, la columna que publica en varios diarios del continente.
En ese sentido, Vargas Llosa consideró que si ambas agrupaciones no concertan una alianza, cualquiera sea el candidato que pase a la segunda vuelta sería derrotado por el ex militar “que reivindica como mentores y modelos al comandante venezolano Hugo Chávez y a Juan Velasco Alvarado”.
El intelectual señaló que debe impedirse que el líder nacionalista llegue al sillón presidencial, puesto que su victoria seria una “catástrofe para el Perú y para América Latina”.
CONTRA DIFERENCIAS
A pesar de las diferencias que existen entre los programas ideológicos de ambos partidos, el escritor instó a estas agrupaciones a unirse “aunque para ello sea preciso vencer escrúpulos, olvidar agravios y votar tapándose la nariz”.
Señaló que en estos nuevos sufragios no se trata de ver quién es el mal menor, sino identificar “el mal mayor”, que según el escritor sería Ollanta Humala, y no permitir que llegue al poder.
“Para mí, sin la menor duda, el mal mayor está representado por el comandante Humala y su clan familiar, el que, pese a la pantomima de divergencias que los distintos parientes, padres y hermanos, han representado durante la campaña electoral, pasaría a formar parte del equipo gobernante si el comandante ganara las elecciones”, anotó.
Desmemoriados
Para el reconocido intelectual, el 30% de personas que votó por Humala son “desmemoriados” y aseguró que un eventual gobierno del nacionalista “corre el riesgo de desplomarse mediante un acto de fuerza (al estilo Fujimori) o de irse degradando a pocos hasta la extinción, a la manera de la Venezuela de Chávez”.
No aceptan la propuesta de Mario Vargas Llosa
Perú 21, 24 de abril del 2006

– Apra toma distancia y señala que iniciativa de MVLL no está cargada de realismo político.
– Abugattás sostiene que su planteamiento responde a poderosos grupos económicos.
Ayer lo criticó duramente, hoy las circunstancias y su posición democrática lo obligan a apoyarlo. El laureado escritor Mario Vargas Llosa propuso una alianza entre Unidad Nacional (UN) y el Partido Aprista para enfrentar al candidato de Unión Por el Perú (UPP), Ollanta Humala Tasso, en la segunda vuelta electoral. Así, a través de su conocida columna Piedra de toque, instó a apoyar al candidato Alan García, quien actualmente se mantiene en el segundo lugar de los resultados oficiales de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE).
El escritor considera que “la victoria de Humala sería una catástrofe para el Perú y para América Latina una regresión brutal”. Añade que con Humala en la Presidencia la democracia se desplomaría y se ingresaría a una dictadura.
Opina que el 30% de peruanos que ha votado por el candidato de UPP, en realidad se ha inclinado “por un mito antiguo y mentiroso como todos los mitos: el de un redentor miliciano, un hombre fuerte e implacable que hará funcionar a latigazos a la caótica sociedad peruana como un riguroso cuartel”. Es más, llama desmemoriado a ese sector, al resaltar que jamás una dictadura ha resuelto problema económico o social alguno en el Perú.
No obstante, admite que ese tercio personifica a ese vasto sector que no ha recibido el menor beneficio del importante crecimiento económico que ha tenido el Perú en los últimos años.
SE ACERCA A GARCÍA. Vargas Llosa también reconoce su posición crítica sobre el líder del Apra por su desastroso gobierno, pero señala que, a estas alturas, lo que debe primar no son las simpatías o antipatías políticas personales, sino la defensa de la democracia en el Perú.
“Ollanta debe ser atajado en la segunda vuelta electoral mediante una gran concertación de todas las fuerzas democráticas, aunque para ello sea preciso vencer escrúpulos, olvidar agravios y votar tapándose la nariz”, resalta.
Observa que si bien existe diferencias entre el programa del Apra y UN, el denominador común es un claro compromiso por la democracia. A su parecer, eso sería suficiente para estructurar un acuerdo como los que se han producido en Chile y en España.
Sin embargo, aclara que ese pacto, para ser eficaz, deberá ser de gobierno y no meramente electoral.
Anoche, la lideresa de UN, Lourdes Flores, evitó mayores comentarios. “Nosotros estamos todavía en un empeño. Definitivamente habrá que encontrar fórmulas para que el país camine adelante; en eso siempre nos encontrarán, con mayor razón si como tenemos esperanza somos nosotros los contendores y quienes aspiramos a ser el próximo gobierno”, recalcó al abandonar su local en Miraflores.
EL APRA TOMA DISTANCIA. Las opiniones del escritor no llegaron a deleitar tanto como sus obras a Jorge del Castillo, secretario general del Apra. El dirigente consideró bueno que el escritor se haya pronunciado a favor de su partido, en base a sus convicciones democráticas.
Sin embargo, consideró lejana la posibilidad de un cogobierno con UN, y argumentó que el país no espera un pacto para enfrentar a un candidato. Dijo que tampoco cree que en el 30% de electores que ha votado por Humala haya una mayoría antidemocrática.
“Sin duda habrá niveles de diálogo apropiados con UN, pero de ahí a saltar a una alianza hay una diferencia y resulta prematuro decirla. Creo que el consejo político de Vargas Llosa está cargado de buenas intenciones, pero no de realismo político y de comprensión de la idiosincrasia nacional”, comentó Del Castillo. Incluso mencionó que el Perú está muy lejos de una concertación al estilo chileno, pues las circunstancias son otras.
Muy a su estilo, en cambio, Daniel Abugattás comentando la propuesta del escritor señaló que ello es una muestra de la desesperación a la que han llegado los poderosos sectores económicos a los cuales él representa. Indicó que esa propuesta desnuda, además, “que el candidato suplente de todos los sectores que manejan la economía nacional es García Pérez”.
Sinrazones para una alianza
Por Augusto Álvarez Rodrich. Director
Perú 21, 24 de abril del 2006

Errores de la propuesta ‘todos contra Ollanta’
La iniciativa de Mario Vargas Llosa para que Alan García y Lourdes Flores establezcan “una alianza inmediata, de gobierno, sin siquiera esperar los resultados definitivos de la primera vuelta”, con el fin de atajar el triunfo de Ollanta Humala, es contraproducente porque, simplemente, allanaría el objetivo que él considera imprescindible evitar.
La política es el arte de lo posible, pero no deja de ser paradójico que la cabeza de la alianza que se formó para recomponer el país luego de la catástrofe en que estaba en 1990, ahora quiera ser revivida para devolverle el poder a quien la generó.
Como se mencionó en esta columna hace una semana, la reedición del Fredemo, dieciséis años después, implica una incorrecta interpretación de lo que piensa el ciudadano de a pie, pues lo único que conseguiría es fortalecer el sentimiento antipartido que predomina desde, precisamente, los tiempos en que se gestó la candidatura presidencial de Vargas Llosa.
El voto directo del Apra y UN apenas supera el 40%, pero si se aliaran, a duras penas podrían sobrepasar su actual votación conjunta. Una alianza de este tipo, a estas alturas, simplemente proyectaría una sensación de pánico dentro del ‘sistema’ que favorecería a Humala.
El funcionamiento del régimen democrático y económico está muy mal evaluado por la mayoría. Este es percibido como un sistema que funciona bien solo para los ricos y los políticos que llegan al poder. Y la responsabilidad de esta situación es atribuida, justamente, a los partidos que Vargas Llosa pretende juntar, lo cual llevaría a que García concentrara toda la crítica antisistema en beneficio de Humala.
Obviamente, lo más conveniente sería concretar una alianza que no se quedara en los aspectos decorativos y electorales, y se convirtiera en un pacto de largo plazo -como en Chile- para realizar, dentro de la democracia, las reformas de fondo que se necesitan con urgencia en el país.
Pero es improbable que vaya a tener credibilidad en el elector una propuesta improvisada en dos semanas para subsanar lo que no ha cuajado en dos décadas.
Vargas Llosa: la alianza arcaica
Por Alexandro Saco, Abogado comunicador (Civilización – Radio San Borja)
La República, 24 de abril de 2006

“Cómo no anhelar una alianza política que haga andar al país. Pero es excluyente plantearla desconociendo a un tercio del electorado”.
La alianza que propone MVLl es una utopía arcaica. No porque el postulado de un acuerdo de gobierno sea desfasado, sino por los grupos a los que se les pide la alianza. Estos partidos representan una forma de hacer política que sí es vetusta. Tuvieron la oportunidad de apoyar al gobierno en un momento clave para enrumbar al país, como lo fue la salida de la autocracia fujimorista, y por el contrario, el último lustro se la pasaron debilitándolo. No cedieron ni un milímetro y todo lo hicieron según sus cálculos electorales. Cálculos que resultaron errados pues por cuatro años y medio nos presentaron una disyuntiva que no resultó ni de lejos la del 9 de abril.
MVLl con buena voluntad y algo de ingenuidad propone que esa alianza Apra-UN deba incluir a partidos como el de Susana Villarán. Olvida quizá MVLl que una de las propuestas principales de la CD es efectivizar las recomendaciones de la CVR, y que el Apra y UN desconocen el propio informe, y que ese debiera ser un punto central en la futura política de Estado. Quién no desearía un gobierno concertado a la chilena, quién no desearía un desprendimiento mayúsculo. Pero mirando lo de ayer, el lapso del gobierno que se va, las evidencias de una unidad gubernativa son tan sólidas como el abrazo Del Castillo-Barrón.
Por otro lado, como estrategia electoral, el Apra firmaría su casi derrota de exhibirse al país en una alianza con lo que el común de la gente identifica como los políticos que han ejercido el poder. No habría mayor ventaja para Ollanta que poder decir al electorado que al frente tiene a los políticos de siempre que ya han gobernado el Perú, tras el icono Alan García. Es esa mirada de reacción y no de propuesta la que está llevando a excesos en esta campaña. Es esa mirada que al proponer una alianza excluye la voluntad de un tercio del electorado, convirtiéndolos en unos parias de la democracia. Porque más allá de MVLl, a eso es a lo que se está llevando a ese gran sector del Perú: a un rincón empujado por los pontífices de la defensa democrática, muchos de los cuales tuvieron que ver los vladivideos para saber que ese régimen se podría por dentro. A ellos, a los que en 2000 descubrieron la podredumbre, no les creemos su defensa democrática.
Tampoco se la creemos a los artífices de esta partitura con la que se pretende hacer bailar al Perú. En la que aquel que ejerciendo su derecho democrático opta por una de las opciones es adjetivado como cómplice del fascismo, como izquierdista trepador, como justificador de Chávez o de Castro en esta “conspiración continental”. Y si se trata del electorado son tarados, ignorantes o resentidos. Ante eso, ante esa generalización interesada en la que muchos se han amalgamado, hay que decir basta. Basta de pontificar tras las bellas palabras libertad y democracia para ejercer justamente todo lo contrario al pluralismo. Basta de imputar al que no cree en el sentido común económico que colapsa en toda Latinoamérica, la culpa de la crisis actual. Son justamente los que acusan y adjetivan los que ejercen el autoritarismo de las ideas y del poder de los medios. No aceptamos que la realidad sea trastocada. No por la defensa de un candidato que genera dudas justificadas y razonables, sino por el ejercicio del libre disenso.
Cómo no anhelar una alianza política que haga andar al país. Pero es excluyente plantearla desconociendo a un tercio del electorado. Hagámosla más amplia, invitemos a todos a la democracia, sin anteponer la ideología y los miedos al beneficio del país. MVLl tiene el derecho de ideologizar su propuesta, pero no es adecuado intercalar en ella el recurso a la profecía autocumplida. No dudo de la voluntad de MVLl en esta propuesta de alianza arcaica, de lo que tengo la impresión es de que así como vio en la chompa y en el peinado de Evo Morales un asunto premeditado, esté ficcionando sin ver en esta alianza una utopía de la política peruana. El liberalismo hasta donde tengo entendido no es exclusión, como tampoco el socialismo lo es, y de sectores de ambos se está haciendo lo posible por no entender lo que está sucediendo. No es cuestión de tal candidato, que si las tiene tendrá que saldar sus cuentas como todo ciudadano, es cuestión de no dejarnos avasallar por pensar distinto.

El perfume de la derecha
Mirko Lauer
La Republica, 25 de abril de 2006

“Si MVLl realmente quiere que García gane, debería dejarles la política a los políticos”.
Mario Vargas Llosa le recomienda a Alan García la misma fórmula electoral que mandó al diablo su propia candidatura en 1990: aliarse con la derecha. Con esto busca reciclar los votos que no le alcanzaron a Lourdes Flores para entrar a la segunda vuelta, y catapultarla hacia una alianza de gobierno con García, si este gana la segunda vuelta.
García ya le ha contestado que nada de alianzas y que la propuesta de MVLl “carece de realismo político”. Ya de por sí los buenos oficios del enfático novelista le deben estar costando algunos votos al candidato del Apra. Si MVLl realmente quiere que García gane, debería dejarles la política a los políticos.
Consideraciones de consecuencia política aparte, el espectáculo de García haciendo “alianza inmediata” -así pide MVLl- con los sectores a los que él ha criticado toda la campaña costaría muchos más votos de los que obtendría. Los argumentos que sirvieron para derrotar a Flores se le pegarían al propio García como bosta caliente.
Bastantes pasivos está llevando García a la próxima elección como para además amarrarse al pie a una derecha que no gana una elección importante desde 1966. Aunque muchas figuras de esa derecha se las han agenciado para actuar en casi todos los gobiernos, democráticos o no. No sorprendería verlos sacando manteca al lado de un Humala triunfador.
Más allá de su apasionamiento, la nota de MVLl no da la impresión de querer realmente frenar a Humala, sino de ponerle límites a un eventual triunfo de García. Para que todos los que van a “votar [por García] tapándose la nariz” puedan al menos perfumarse con la idea de que sin ellos él no hubiera podido llegar a la Presidencia.
Pero si el horror a Humala de esas finas pituitarias es tan grande como el de MVLl, entonces están condenados a votar por García en cualquier circunstancia. Pero eso no condena a García a identificarse con ellos. Al contrario, pactar con ellos sería darle la razón ante el electorado a casi 20 años de diatribas, y en algunos años hasta de persecuciones.
Lo cual sería una decisión más seria que “vencer escrúpulos, olvidar agravios” por parte del Apra. Sería un suicidio político paralelo al que cometió MVLl en 1990. Aunque le quedó vida suficiente para contemplar cómo la derecha que respaldaba al Fredemo terminó, con pocas excepciones, a bordo del bote de Alberto Fujimori.
Es cierto que para ganar García tiene que construir una candidatura democrática frente a la aureola autoritaria de Humala. Pero no hay en estos tiempos candidatura democrática que no sea a la vez una candidatura popular. Si los sectores privilegiados realmente desean verla ganar, pueden empezar por apoyarla desde lejitos.

Written by Michael Ha

April 25th, 2006 at 1:22 pm

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