Andrés Oppenheimer sobre Alan García
Sorpresa: García contra Chávez
El Comercio, 15 de mayo del 2006. Por Andrés Oppenheimer. Periodista.
He aquí una de las más grandes ironías de la historia contemporánea de América Latina: Alan García, el ex presidente populista peruano que suspendió los pagos de la deuda externa y nacionalizó la banca a mediados de los ochenta, podría convertirse en el líder de un bloque regional que intente frenar las ansias expansionistas del presidente populista venezolano Hugo Chávez.
Si alguien hubiera pronosticado esto hace apenas unos meses, hubiese sido tomado por loco. Sin embargo, a juzgar por lo que me dijo García en una larga entrevista hace pocos días, no sería nada raro que eso ocurra.
García, el candidato que lidera las encuestas para la segunda ronda electoral del Perú el 4 de junio, es un excelente orador –o un encantador de serpientes, como lo llaman sus críticos– que durante mucho tiempo ha sido visto como el prototipo del populista latinoamericano.
A principios de su mandato, que duró de 1985 a 1990, arremetió contra la oligarquía peruana y el Fondo Monetario Internacional, por lo que se ganó un entusiasta aplauso de la tribuna. Pero los inversionistas huyeron del país, la economía cayó en picada, y la inflación creció a un 7.500% anual. Cuando García dejó la presidencia, tenía una tasa de aprobación del 5%, y tuvo que huir del país bajo cargos de corrupción.
En la entrevista, García no solo dejó en claro que está tratando de reciclarse políticamente como un moderado, que cita como modelo de gobierno a la izquierda globalizada de Chile, sino que usó sus habilidades oratorias para arremeter en contra de lo que definió como “el imperialismo de Chávez” en América Latina.
Venezuela está gravitando en toda América Latina “por el afán de protagonismo obsesivo que tiene el señor Chávez de participar e imponernos su modelo trasnochado, apoyado solamente por la cantidad de dinero que tiene”, dijo el candidato peruano.
Según García, Chávez usa sus ingresos petroleros para llevar a cabo una ‘estrategia de dominó’ en América Latina, cuyo fin último es rodear a Colombia con ‘repúblicas chavistas’.
Tras advertir que Bolivia tiene un virtual monopolio de ventas de gas a Brasil, Chávez promovió la nacionalización del gas en Bolivia para “hacer jaquear y neutralizar a Brasil, y de rebote a Argentina”, dijo García, para referirse a la nacionalización de la industria del gas anunciada por el presidente boliviano Evo Morales el 1 de mayo.
“La pieza de dominó viene hacia el Perú inmediatamente”, continuó García. “Si el Perú cae bajo el influjo de las repúblicas chavistas, seguramente Ecuador… sufrirá esa consecuencia, y por fin Chávez tendrá aislada a Colombia, que es su gran rival y el objetivo de todo este procedimiento”.
Obviamente, las críticas de García hacia Chávez son en parte un intento de ganar votos de centro y centroderecha en la elección del 4 de junio. Y también está claro que responden parcialmente al hecho de que Chávez apoyó públicamente a su contrincante, Ollanta Humala.
Y hay razones para preguntarse si el giro hacia el centro de García es sincero. Tan recientemente como el 27 de marzo, García dijo que su partido, el Apra, “es antiimperialismo, anticolonialismo, lucha contra el neoliberalismo económico, (y) por ello trataremos de cambiar el modelo económico, poniéndolo al servicio de las mayorías”.
Cuando le pregunté si esas declaraciones no eran una vuelta al populismo del siglo pasado, García contestó con su habitual habilidad que “no, de ninguna manera. Yo soy antiimperialista porque no me gusta la presencia norteamericana en Iraq, y porque no me gusta la presencia de Chávez con su petróleo y su dinero en Perú. Eso es ser antiimperialista”.
Mi conclusión: la mala noticia es que los peruanos decidieron en la primera ronda electoral que García –en lugar de otros candidatos con un pasado menos cuestionable– sea el retador de Humala en la segunda vuelta. La buena noticia es que, si García gana, quizás encabece una reacción popular latinoamericana contra el imperialismo de Chávez. Si hay algún político en la región que le puede contestar a Chávez en su mismo lenguaje, es Alan García.
Post data: El comentarista de CNN, Lou Dobbs, dijo el martes en una de sus diarias diatribas contra los inmigrantes indocumentados que yo soy un mentiroso y debería estar avergonzado por haber criticado la manera en que pronunció el nombre del corresponsal de CNN Juan Carlos López. Tras escuchar la grabación, no hay duda de que Dobbs lo pronunció mal (aunque, admito, no como lo escribí yo). Dobbs dijo “Lopéz”, con acento en la e, lo que sonó ridículo para cualquiera con un conocimiento básico de español. Por tratarse de un presentador televisivo profesional, que pronunció uno de los apellidos más comunes en la primera minoría de su país, Dobbs debería estar avergonzado.