Mariano Grondona opina sobre Humala y Garcia
Mariano Grondona (periodista, sociólogo y ensayista argentino) da una vision pesismista del futuro de Peru, Bolivia y Argentina. Segun el autor, la izquierda de estos paises, a diferencia de las de Brasil, Chile y Uruguay, no han aprendido las lecciones del pasado. Segun Grondona “Los peruanos deberán escoger hoy, por lo visto, entre un viejo y un nuevo demagogo.”
El retorno de los que causaron el trastorno
La Nacion (Argentina) Domingo 14 de Mayo de 2006
Al anunciar la nacionalización de los hidrocarburos y la reforma agraria, Evo Morales presentó la imagen de un innovador, de un revolucionario. Lo que está haciendo en Bolivia, sin embargo, no es nuevo. La nacionalización de los hidrocarburos y la reforma agraria ya fueron promovidas por el presidente Víctor Paz Estenssoro durante su primer gobierno, desde 1952 hasta 1964. Pero fue el propio Paz Estenssoro el que revirtió su ideología revolucionaria al volver a la presidencia en 1985, inaugurando a partir de entonces un período liberal que, después de diversas alternativas, se agota ahora con Morales. La que está escribiendo el actual presidente de Bolivia no es, por lo visto, una nueva sino una vieja historia.
La primera revolución de Paz Estenssoro terminó en un descalabro que su propio autor procuraría enmendar treinta años más tarde. La “vieja” revolución que Morales anuncia ahora cual si fuera “nueva” ¿prueba entonces por enésima vez el refrán según el cual el hombre es el único de los seres vivientes que tropieza dos veces con la misma piedra?
En Perú, donde el domingo 4 de junio se realizarán elecciones presidenciales, los ciudadanos tendrán que optar entre el ex presidente Alan García, que los llevó a la catástrofe hiperinflacionaria cuando gobernó entre 1985 y 1990, y el militar retirado Ollanta Humala. Fascinado por el presidente venezolano, Hugo Chávez, Humala se sitúa a la izquierda del propio García. La que quedó tercera, sin posibilidad de presentarse en la segunda vuelta del 4 de junio, es la candidata Lourdes Flores. Flores, empero, ofrecía la continuidad del buen gobierno del presidente Humberto Toledo, en el transcurso de cuyo mandato, que ahora termina, Perú logró un crecimiento económico sostenido del 5 por ciento anual sin inflación. Los peruanos deberán escoger hoy, por lo visto, entre un viejo y un nuevo demagogo.
Las promesas de Humala y el recuerdo de García, por otra parte, no son nuevos en Perú porque en 1968 había llegado a la presidencia mediante un golpe militar el general Velasco Alvarado, cuyos anuncios revolucionarios también terminaron en una hecatombe.
Tanto Morales como García y Humala, sin embargo, son populares . ¿Quiénes son, entonces, los que tropiezan dos veces con la misma piedra? ¿Los gobernantes o los gobernados ?
Los aprendizajes
Afortunadamente, los ejemplos de Bolivia y Perú no son los únicos en América latina. Entre 1970 y 1973, el presidente socialista Salvador Allende llevó Chile a la hiperinflación, colocándolo agresivamente a un paso de la guerra civil. Después de la dictadura de Pinochet, que duró de 1973 a 1990, el socialismo volvió al poder democrático aliado con la democracia cristiana. Era, sin embargo, “otro” socialismo. Así lo prueba la gestión de la Concertación Democrática que une a ambos partidos y que ha dado a Chile 16 años de crecimiento económico ininterrumpido y la reducción a la mitad de la pobreza. Los últimos presidentes de Chile, Ricardo Lagos y Michelle Bachelet, son socialistas.
El socialismo “rojo” de los años treinta, que precipitó a España en la terrible guerra civil de 1936-1939 ganada por el general-dictador Francisco Franco, fue sustituido una generación después por nuevos socialistas como Felipe González, quien firmó los Pactos de la Moncloa en 1977 e instaló en 1982 a la Madre Patria, desde la presidencia, en el desarrollo económico sostenido que la ha llevado al nivel de los países avanzados. Al igual que los socialistas chilenos, pues, los socialistas españoles han aprendido.
Otro caso de aprendizaje se da en Brasil, que fue devastado por las presidencias demagógicas de Janio Quadros y Joao Goulart en 1961. En 2000, cuando el comunista Luiz Inacio Lula da Silva llegó a la presidencia, se supuso entonces que Brasil padecería una nueva oleada populista. No fue así. Lula, y con él la izquierda brasileña, también han aprendido.
Quizás el caso más notable en esta materia sea el del presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, quien, pese a llegar al poder desde el Frente Amplio de los socialistas y ex Tupamaros, que se oponía a los tradicionales partidos Colorado y Blanco, ni siquiera necesitó tropezar con la “primera piedra” porque, antes de hacerlo, ya había aprendido.
Algunos países latinoamericanos han pasado por lo visto de la “primera” a la “segunda” piedra sin haber aprendido. A otros les bastó, empero, con la “primera piedra” para aprender el camino del desarrollo. En el caso del gobierno y el pueblo uruguayo, que es con el chileno el de más alta cultura cívica de la región, el aprendizaje del desarrollo se produjo anticipadamente en cabeza ajena, a la vista de lo que los populistas venezolanos, bolivianos y peruanos estaban haciendo o prometiendo.
Nuestro caso
El desarrollo de América latina es un proceso de prueba y error. A partir de este rasgo común se abren en nuestra región dos historias diferentes. A algunos países no les basta con un primer tropiezo. A otros países les ha bastado, en cambio, con tropezar una sola vez.
Desde el momento en que América latina es un vecindario de naciones donde cada una de ellas espía a las demás, el aprendizaje que requiere puede darse tanto por lo que a cada nación le ha ocurrido cuanto por lo que le ha ocurrido a sus vecinas. Uruguay es, en este sentido, un ejemplo notable de “aprendizaje cruzado”.
¿Dónde ubicaremos a nuestro país en este esquema bipolar? En sus tres años de gobierno, el presidente Kirchner se ha inclinado por repetir la experiencia fallida del primer peronismo. Al igual que el joven Perón, pretende el monopolio del poder político y el control absoluto de la economía. Pero Perón había aprendido a moderar su estatismo económico en los años cincuenta con su ministro Gómez Morales, y a compartir el diálogo con la oposición a partir de su retorno al país en los años setenta. Hay dos generales Perón, por lo tanto, para los peronistas. El primero llevó el país al encono político y al estancamiento económico. El segundo procuró no tropezar con la segunda piedra.
Hasta ahora, Kirchner sigue los pasos del primer Perón. Le es relativamente fácil por dos razones. Una, porque el rebote de la catástrofe económica de 2001, acompañado por una extraordinaria coyuntura internacional, favorece el actual crecimiento económico. Otra porque el pueblo, según las encuestas, lo sigue acompañando. No es sólo al gobernante sino también a los gobernados, entonces, que les falta aprender.
Nuestro aprendizaje, por consiguiente, todavía no ha ocurrido. ¿Cuándo podría ocurrir? Quizás en medio de la segunda presidencia que Kirchner tiene asegurada. Cuando la hostilidad a la empresa privada que ahuyenta a las inversiones, cuando la emisión descontrolada y el aumento persistente del gasto público que generan inflación, cuando el monopolio mediante el miedo de la dirigencia política empiecen a rendir sus amargos frutos, ¿aprenderá Kirchner de su “primera piedra”?
Es lógico pensar que los países latinoamericanos aún envueltos en el populismo algún día aprenderán. Sólo cuando ocurra ese aprendizaje, el que aún nos falta, también los argentinos nos sumaremos a la caravana progresista de los países latinoamericanos, una caravana que la historia nos había ofrecido encabezar.
Por Mariano Grondona
http://www.lanacion.com.ar/opinion/nota.asp?nota_id=805870
LA NACION | 14.05.2006 | Página 33 | Opinión
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