Peru Election 2006

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Analysis of Election Results

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Coverage by other fellow bloggers:
Peru Exit Poll: Garcia Wins
Lesser of Two Evils
El mal menor era Alan
Que el reto no le quede grande
Humala viva el Peru
Fotocheck post-electoral
Por Mirko Lauer
La República, 05 de junio del 2006

Hugo Chávez. El triunfo de García retira un eslabón clave de la cadena andina que está forjando en su estrategia de guerra asimétrica, y hace algo más verosímiles las reconvenciones de la OEA. ¿Mantendrá la confrontación con el gobierno aprista que anunció en mayo? ¿Logrará mantener a Evo Morales al abrigo de las recurrentes crisis de masas bolivianas? ¿O lo lanzará al choque geopolítico? Javier Diez Canseco. Acaso el más caracterizado de los políticos victimados por la valla electoral, en casi todos los puntos del espectro ideológico. Para este tipo de figuras solo queda disponible el camino de la organización junto con las masas en las calles, buscando crecimiento con el ojo puesto en las elecciones de noviembre. Quizás sea una bendición para el movimiento sindical.
Lourdes Flores. Recién ayer se ha atrevido a volver a declarar como líder de UN.
Primera tarea: convencer de esto a las bases del propio frente. Para ello aún no ha definido un curso de acción. Probablemente espera que García le facilite decidirse entre oposición o colaboración. Segunda tarea: definir desde ahora el tema de la elección municipal en Lima. Ántero Flores-Aráoz, quien le pronóstico la derrota en el 2005, sigue callado.
Keiko Fujimori. Second generation nisei congresswoman. Presa entre los bloques que ya han empezado a chocar en el fujimorismo, y cada vez más parecida a un teletubbie. Haciéndose la idea de que no va a presidir el Congreso, y, de pronto, ni siquiera la fujibancada. Le va a costar poner todo el esfuerzo de la bancada al servicio de los abogados de su padre.
Alan García. ¿Cómo administrar la idea de un triunfo con votos prestados? ¿Hasta cuándo va a durar este perfil bajo y conservador del Apra?
Primera tarea: una cacería de cuadros de fuera del Apra. La prueba ácida de esto será el nombramiento del primer ministro. Segunda tarea: lograr una mayoría lo más estable posible en el Congreso. Tercera tarea: una estrategia frente al reclamo social humalista.
Ollanta Humala. Sus votos no parecen prestados, pero podrían desbandarse rápido. Calculando sus primeras reacciones. Primera tarea: evaluar la efectiva cohesión interna de su bancada. Segunda tarea: alianzas en el Congreso, donde todos los votos sueltos están formalmente a su derecha. Tercera tarea: responder a los acercamientos del Apra, que ya han comenzado.
Alejandro Toledo. Sacándole el jugo declamatorio a estas últimas semanas. Pero el azoramiento de la despedida se le nota, cada día más.
Primera tarea: tratar de imponer el TLC en la hora final. Segunda tarea: alguna fórmula para que el país reconozca los logros de su gobierno, y reduzca así la factura que le van a querer pasar sus enemigos.
Analistas: García está obligado a priorizar el sur
Sostienen que AGP enfrentará problema de gobernabilidad y que debe “hilar fino” en el Parlamento
Diario Correo, 05 de junio del 2006

El sur del país debe ser prioridad en la agenda del nuevo gobierno como una respuesta a la polarización que revelaron los resultados de la jornada electoral de ayer, señalaron diversos analistas consultados por Correo.
Fernando Rospigliosi señaló que Alan García tendrá que prestar “especial atención” al sur del país y “particular importancia” a sus demandas, porque es el sector menos favorecido por el crecimiento económico.
“García es conciente de la fuerte votación de Humala en el sur: sector acostumbrado a votar por rechazo. Pero sería un error optar por medidas populistas para convencer a la gente. Hay que identificar bien los problemas”, dijo.
Asimismo, remarcó que el APRA deberá “hilar fino” en el Parlamento para buscar la adhesión a sus propuestas, ya que hay grupos muy disímiles, entre los cuales los humalistas son mayoría.
Por su parte, el periodista y analista político Gustavo Gorriti afirmó que desde el comienzo el gobierno de García tendrá un problema de gobernabilidad en el corto plazo, por lo que tendrá que tomar acciones rápidas “que puedan mejorar su posición y su perspectiva de gobernabilidad en noviembre (mes de las elecciones regionales y municipales)”.
Agregó que García sabe que tiene una votación prestada y que no tiene ninguna posibilidad de hacer un gobierno sectario “sino lo más inclusivo posible”.
A su turno, Giovanna Peñaflor, directora de Imasen, sostuvo que Alan García está obligado a concertar con las demás fuerzas políticas.
Peñaflor dijo que si el gobierno no se da cuenta de la urgencia de tomar las medidas que las mayorías del país reclaman o si la clase política desoye el clamor de cambio, podría iniciarse un camino de convulsión social en el país.
MAS DATOS
El director de CPI, Manuel Saavedra, manifestó que los resultados demuestran que el país está fragmentado y que será necesario que el próximo mandatario busque aunar esfuerzos en el Congreso para manejar el país.
Ganador y perdedor deben tener visión de Estado
Por Juan Carlos Tafur, Columna del Director
La Primera, 05 de junio del 2006

De hecho, el país respira con mayor tranquilidad después del triunfo de Alan García en las elecciones presidenciales. En este diario nunca hicimos nuestra la tesis maniquea de que lo que se disputaba era la supervivencia democrática versus la dictadura en ciernes, pero igual dejamos en claro que la propuesta del candidato perdedor contenía elementos preocupantes en varios aspectos.
Su propuesta económica atacaba los núcleos de modernidad que laboriosamente se han venido gestando en el Perú los últimos años, su visión geopolítica regional era aventurada al ligarse al eje La Habana-Caracas-La Paz (si hay un gran derrotado ayer, ha sido Hugo Chávez), y, finalmente, contenía un grado de improvisación logística preocupante.
El APRA, a pesar de no renunciar a su visión socialdemócrata, con mayor énfasis en el Estado que una propuesta de libre mercado, aseguraba cierta continuidad de aquello que merece ser continuado.
Y, por cierto, de mucho se le puede achacar al pasado aprista gubernativo, pero no de poner en entredicho las formas democráticas.
El mensaje de estas elecciones deja, sin embargo, materias pendientes para ambas fuerzas políticas. Al ganador, de que cualquier atisbo de triunfalismo debe ser desechado del saque. La famosa “luna de miel” se acabó ayer y desde hoy empieza a ser calificada su gestión.
Al perdedor, una gran lección. De hecho, Humala ha logrado cosas importantes en apenas un año de vida política y lo convierte desde ya en un protagonista de la política peruana los próximos años, reforzado ello por la proximidad de la elecciones regionales y considerando que ha triunfado en más de la mitad de las regiones del país y por una votación abrumadora.
La forma como maneje esta derrota va a depender mucho el que ratifique claramente su vocación democrática y su supervivencia como proyecto político.
En cualquier caso, parece haber calado hondo en la clase política peruana de que ella está puesta en entredicho, que el país le ha dado un mandato con claúsulas específicas que se deberán atender si no se quiere llegar más rápido de lo imaginado a una situación de ingobernabilidad, la cual va a depender no sólo del gobierno sino también de la oposición. Hay mucho en juego y se va a requerir de ambas agrupaciones una cuota de desprendimiento muy grande.
Lo peor que le podría pasar al país es que se genere un escenario de confrontación permanente, sin concesiones ni pactos. Y ello ocurrirá si la soberbia marea al ganador o al perdedor.
El APRA tiene en sus manos la ocasión de reivindicarse ante la historia. El humalismo la posibilidad de encarnar en un proyecto sostenido que, poco a poco, vaya madurando y aprendiendo de una derrota digna.
Lo que se viene es más dramático que aquello que se ha definido en las urnas ayer. Si los políticos peruanos –los tradicionales y los emergentes– no lo entienden pueden llevar al país a una situación limítrofe que a nadie convendrá.
Si se toma cabal conciencia de ello, mucho habremos avanzado en la consolidación de un crecimiento económico que, por fin, se distribuya a los sectores más pobres del país; los olvidados de siempre que ayer se han hecho sentir activamente y probablemente ya no volverán a una actitud silente o paciente.
“García no tendrá una luna de miel”
Analistas advierten que fuerzas políticas y populares lo tendrán siempre en la mira.
La Primera, 05 de junio del 2006

Si en algo han coincidido los analistas políticos Manuel Torrado y Manuel Saavedra es que el virtual presidente Alan García no tendrá “luna de miel” cuando llegue al gobierno, ya que la población le empezará a exigir de inmediato resultados o, al menos, algunos gestos políticos que le hagan sentir que la situación social o económica en la que viven sí va a cambiar.
“Luna de miel, efectivamente, no va a tener. La pobreza que agobia al 50% de los peruanos, que estaba contra el sistema, le va a exigir cambios.
Esta situación obliga a Alan García a ponerse a trabajar mañana mismo un plan de gobierno contundente para los primeros cien días”, señaló Torrado.
Advirtió que al virtual mandatario aprista le exigirán –si no resultados inmediatos de gestión– al menos gestos políticos de que se viene un cambio, siendo aconsejable en ese sentido que, por ejemplo, nombre como ministro de Economía a un técnico independiente, como lo prometió hacer.
EN LA MIRA
Aseguró que buen número de electores tendrá a García Pérez en la mira y lo fiscalizarán al milímetro, para ver si cumple con su palabra y si efectivamente ha cambiado.
Alertó que si el virtual presidente aprista no cumple con su palabra, como esa promesa de no copar la administración pública con los apristas, le retirarán su confianza y entonces le será difícil gobernar. “Todo lo que ha prometido es sagrado y tiene que cumplirlo. Sin el valor de la palabra, es difícil gobernar”, subrayó.
A CONCERTAR
A su turno, Manuel Saavedra señaló que como García Pérez estará al frente de un país dividido, el gran reto que deberá afrontar es tender puentes con las fuerzas políticas y sociales para formar un gobierno de “ancha base” y de inclusión social, donde los sectores populares sean tomados en cuenta.
Afirmó que estos esfuerzos de concertación también lo tendrán que concretar en el Parlamento, debido a que el APRA –siendo la segunda fuerza en el Congreso– necesitará el apoyo de por lo menos dos agrupaciones políticas para asegurarse la aprobación de las leyes.
Coincidió con Torrado en que el electorado no le otorgará un tiempo a García Pérez para que presente resultados de gobierno y que será constantemente vigilado y fiscalizado. “Deberá cuidarse mucho en hacer las cosas bien para mantener sus niveles de aprobación”, remarcó.
Factor chávez
Según Fernando Rospigliosi, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, es uno de los causantes de la derrota de Ollanta Humala por sus continuas intervenciones.
El mensaje es luchar contra la exclusión
Por Milagros Leiva Gálvez
El Comercio, 05 de junio del 2006

Es un día de profunda contrición cristiana y política para todos los apristas. Tenemos que pensar esta noche en todos nuestros errores y defectos
ALAN GARCÍA
A los antiapristas se les recomendó tomar Gravol si decidían marcar la estrella. A los humalistas se les prometió radicalmente refundar la República. A los ‘compañeros’ se les pidió serenidad si conseguían el triunfo. Ayer la reflexión quedó servida. Alan García ganó las elecciones, pero no puede olvidarse de todos los peruanos que votaron por Ollanta Humala, quien supo imponer en la campaña y a su manera la voz de los invisibles. “Lo más importante para la estabilidad y el desarrollo de la democracia es que el gobierno aprista sea sensible al significado del voto humalista. Es una alerta para producir reformas que atiendan a la población excluida, esa tiene que ser la prioridad pues es la única garantía de gobernabilidad”, dice Sofía Macher, ex miembro de la Comisión de la Verdad y Reconciliación.
Los analistas coinciden: o por adhesión o por hartazgo o por revancha, el candidato upepista triunfó con holgura en los departamentos más pobres del país (Huancavelica y Ayacucho, sobre todo), y con eso alertó, una vez más, sobre la desigualdad y evidente división del país. “García tendrá que fungir de traumatólogo. Su desafío es reparar la fractura social y para eso tendrá que poner a un lado su soberbia y la avidez de su partido. La situación es complicada y su administración tendrá que ser cuidadosa. Los pobres demandan una urgente reforma”, aclara el psicoanalista Jorge Bruce.
LAS COSAS CLARAS
García salió a celebrar con una sonrisa, pero sin desborde. Al cierre de su campaña se encomendó a la gracia divina y conocido su triunfo al primero que agradeció fue a Dios. Estiró la mano a todos los que históricamente le han sido esquivos y que ayer permitieron su triunfo; y lo más importante: prometió trabajar por quienes le habían dado la espalda. Juró mirar al sur. “Los apristas tienen claro que están entrando a gobernar en deuda y tienen que pagar para celebrar el triunfo. La única manera de construir confianza es con decisiones y no con gestos”, dice el sociólogo Sandro Venturo. El analista cree que si normalmente los gobernantes tienen cien días de luna de miel, hoy esto es imposible. “Los apristas saben que enfrentan un gobierno con paradoja: nadie se ilusiona con ellos, pero al mismo tiempo nadie tolerará pasos al costado sino goles desde el pitazo inicial”.
Alan García también ha reconocido que sus votos de apoyo no son un cheque en blanco y el historiador Henry Mitrani no solo está de acuerdo, también sostiene que esta podría ser la última oportunidad para los partidos tradicionales: “Si fracasa su gobierno se confirmará el discurso que instaló Humala. Él siempre dijo que la clase política en cuanto sube al poder se olvida de los pobres y por eso la enorme responsabilidad de García”. Jorge Bruce abona en la misma dirección: “el gran tema de esta campaña es atender a las personas que viven en la miseria. Si no se toman acciones precisas vamos al desastre”.
La conciencia parece estar clara en el candidato de la estrella, pues ayer salió a pedir a sus compañeros una verdadera contrición sobre el pasado. Al parecer ha comprendido que de los errores se aprende y a nosotros nos queda la vigilancia. “Insisto en lo que dijo Javier Diez Canseco: García es el mejor actor peruano y hoy está prudente, hasta pidió perdón en su mitin de cierre; pero es obligación de todos los peruanos vigilar para que siga así”, asegura el psiquiatra Alberto Péndola. El estudioso del comportamiento asegura que es muy positivo ganar con sospecha y su colega Eduardo Gastelumendi coincide con esta teoría: “García parece estar sereno y es importante que su conciencia sobre el voto prestado y vigilante se mantenga. Una persona debe sentir siempre que su gobierno es de transición, si un gobernante mantiene esa humildad las cosas marchan mejor. Lourdes Flores ha dicho que desde mañana comienza la fiscalización y hay otros grupos que se mantendrán atentos. Todos debemos estar en alerta”.
EL FACTOR HUMALA
No dejó su perfil agresivo. Si en la primera vuelta Ollanta Humala salió a celebrar cuando los primeros resultados a boca de urna lo dieron como ganador, ayer criticó la actitud del candidato García que hizo lo mismo. “Qué tal soberbia”, dijo al tiempo de aclarar que esperaría los resultados de la ONPE. Cuando estos se dieron al 77%, recién reconoció su derrota. A Jorge Bruce le preocupa la reacción del candidato de la olla. “Me parece deplorable su ambigüedad, pero he observado un detalle: por primera vez habla de fuerzas de izquierda. Me preocupa que anuncie una oposición beligerante y lo ha puesto en términos que no presagian nada bueno en cuestión de gobernabilidad. Parece que él quiere acentuar la fractura en lugar de buscar la concertación”.
Concertación, esa es la gran demanda. “Sería saludable que Humala se aboque en formar un movimiento más sólido, que desaparezca la barra brava que ha tenido y que se muestre como una alternativa posible y sobre todo que se libere del padrinazgo de Hugo Chávez. No le queda otra que aceptar los resultados si es que quiere apostar por el 2011”, enfatiza el doctor Péndola. “Tiene una gran responsabilidad y el punto será observar cómo se colocará. ¿Será posible establecer un diálogo con él o primará la actitud radical para acentuar la polarización? Si se opta por el segundo camino las cosas se complicarán”, agrega Gastelumendi.
“Después de escuchar a Humala siento que tratará de exacerbar los ánimos. Es el líder de los sectores excluidos y radicales, pero ojalá no opte por un liderazgo de violencia”, reflexiona el antropólogo Juan Ossio. ¿Pero qué hacer frente a la población que siente odio, resentimiento y es propensa al reclamo furioso? “No podemos negar que la elección de García ha sido con un voto vergonzante, pero es la oportunidad para que se retracte de su mal gobierno por sentido histórico. Solo existe un buen ejemplo de lo que hizo Fujimori y es que visitaba las comunidades más alejadas para granjearse simpatías. Alan debería voltear ese ejemplo y empezar a trabajar por allí”.
PARA NO OLVIDAR
“Lo más significativo de esta elección es que ha mostrado el hartazgo de un amplio sector que vive en condiciones deplorables. Es un nítido reclamo de los excluidos, de los que no gozan de educación, trabajo, salud y justicia. Es un enorme desafío para el gobernante electo”, asegura desde Santo Domingo el secretario ejecutivo de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos. Pablo Rojas, quien asiste como invitado a la asamblea 37 de la OEA, se da un tiempo para advertir los peligros de la polarización. “Las cosas no serán fáciles para García. Debe tomar en cuenta los reclamos y demandas que por lo demás son absolutamente justas”.
No tendrá tregua el líder aprista. Y aunque la recuperación de la confianza en los políticos es difícil, nada es imposible. “Hay que comenzar sin triunfalismo porque eso marca un gobierno frívolo, estamos tan asustados porque sabemos cómo es el Apra que tiene que comenzar dando señales de evolución política”, dice el doctor Gastelumendi. Y si históricamente los segundos gobiernos nunca han sido buenos, nos queda la esperanza de repetir la experiencia de Nicolás de Piérola. “Su primer gobierno fue un desastre y cuando después de muchos años regresó, gobernó concertando incluso con sus opositores y tuvo éxito. Fue un gobierno que recuperó al Perú del desastre de la Guerra del Pacífico y yo espero que García sea el símil. Si Piérola aprendió de sus errores, Alan puede hacer lo mismo”, refuerza Mitrani. Esa es la esperanza. León Trahtemberg, un intelectual preocupado por la educación y recuperación del país, lo expresa bien: A los peruanos nos hace falta recuperar la confianza y unirnos en torno a un sueño.
Ojalá Alan García sepa cumplir lo que ha prometido: descarnetizar su gobierno, concertar y escuchar las buenas ideas de la oposición y gobernar no solo para reescribir su historia personal sino para demostrar que el “cambio responsable” implica solidaridad con los más pobres y el respeto irrestricto de los derechos humanos. Estaremos vigilantes, presidente García.
De nada sirve enarbolar la bandera de la democracia si en la práctica somos agentes que excluyen. La tarea histórica del próximo gobierno será proteger los derechos humanos
El desafío del nuevo gobierno
Por Jorge Luis Sardón, Analista político
El Comercio, 05 de junio del 2006

Una vez conocidos los resultados de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, la pregunta que cabe plantearse es qué se requiere hacer para que el proceso democrático no esté amenazado por la irrupción de una nueva opción desestabilizadora. El principal desafío del segundo gobierno de Alan García radica en sacudir a la democracia peruana de esta amenaza.
El Perú no enrumbará hacia el desarrollo mientras cada proceso electoral traiga consigo la posibilidad de un cambio total de las políticas públicas e incluso de las instituciones constitucionales. Para merecer la confianza de los agentes económicos, el país necesita, más bien, fijar anclas políticas, que aseguren la continuidad de las reglas de juego que estructuran los mercados.
Este desafío puede ser, fácilmente, mal enfocado. El nuevo gobierno puede dejarse arrastrar por los cantos de sirena del paternalismo estatista, que promete disminuir la pobreza a través de programas asistencialistas o, peor aún, de políticas tributarias redistributivas. Debe insistirse, por ello, que ese no es el camino que sugiere la experiencia comparada.
Los países que han logrado disminuir significativamente la pobreza lo han hecho, sobre todo, a través del crecimiento económico. En Chile, por ejemplo, el crecimiento ha sido seis veces más importante que el asistencialismo, para explicar la reducción de la pobreza conseguida. Los programas asistencialistas requieren estar bien enfocados, de manera que realmente beneficien a los más necesitados.
Ahora bien, para tener mayores tasas de crecimiento, lo que se necesita es generar un ambiente institucional más propicio para la inversión privada. Esta va allí donde, de manera sostenida, la dejan actuar libremente –es decir, allí donde hay libertades económicas y estabilidad política. Para disminuir la pobreza, pues, el Perú requiere ampliar tales libertades y afirmar dicha estabilidad.
Resulta evidente que se necesita perfilar mejor las libertades económicas. Principalmente, bajar las tasas de los impuestos y avanzar en la desregulación de los mercados, facilitando así el acceso a estos del sector informal. Sin embargo, ello no servirá de mucho, si no va acompañado por un paquete de reformas políticas fundamentales.
Sería sumamente grave pretender, por razones sentimentales, sustituir la Constitución del 93 por la del 79. Tal Constitución fue elaborada por una asamblea en la que la izquierda marxista tuvo una gravitación decisiva. Así, reflejó un enfoque equivocado del rol del Estado en la economía, imposible de compatibilizar con la globalización actual.
No obstante, la Constitución de 1993 sí requiere ser reformada en aspectos clave de su régimen político –por lo menos, en lo referido a la obligatoriedad del sufragio y a la representación proporcional parlamentaria. Tales reformas deben apuntar a que el Perú sustituya su vulnerable democracia de masas actual por una auténtica democracia constitucional moderna.
La obligatoriedad del sufragio sobrecalienta los procesos electorales, ya que es percibida como un chantaje tramado por los políticos. El sufragio voluntario, en cambio, permitirá un ejercicio más reflexivo de la ciudadanía; además, a través suyo, el sufragio podrá tener un sentido moral claro, de adhesión a la comunidad. El sufragio voluntario será verdaderamente educativo.
La representación proporcional parlamentaria, a su vez, incentiva la fragmentación del sistema de partidos y fomenta los extremismos. La elección individual de los congresistas, por el contrario, atará a estos a bases electorales precisas. Así, generará un sistema político más responsable. Sin esta reforma, una nueva opción desestabilizadora estará a la vuelta de la esquina.
La obligada concertación
ENTRE LA CONTINUIDAD Y EL CAMBIO
El Comercio, 05 de Junio del 2006

Tras una ardua y difícil campaña electoral, los peruanos han dado su veredicto: quieren la continuidad y estabilidad democrática que asegure los ajustes necesarios en el modelo económico para hacerlo más inclusivo
Diego García-Sayán, ex Canciller de la República
El mensaje del electorado a lo largo del proceso electoral ha sido muy claro: la opción es por el cambio. Las condiciones actuales exigen que en la reforma democrática por la que el pueblo ha votado se dé prioridad a la lucha contra la pobreza y el impulso a la transparencia y la probidad en la gestión pública.
Una primera conclusión obvia es que el nuevo presidente deberá concertar e impulsar una sumatoria de fuerzas y voluntades. Así ha sido ofrecido por el presidente elegido ayer y muy claramente planteado anoche luego de conocerse los primeros resultados. Ha recogido bien el mensaje del electorado por el cambio y la reforma social; también ha abordado con realismo la fractura interna del país expresada en la abrumadora votación a favor de Humala en las zonas más pobres del país que expresa un hondo clamor que brota de la exclusión y la miseria. A las fuerzas democráticas les corresponderá contribuir con desprendimiento y sin mezquindad en los esfuerzos del nuevo gobierno encaminados a la concertación.
Queda claro que las políticas de reforma social e institucional que se pongan en marcha tendrán sentido solo si tienen continuidad y sostenibilidad en el tiempo. Solo así se producirán realmente los cambios y podrán dar las condiciones objetivas para el crecimiento económico y el fomento de la inversión. Las 31 políticas de Estado del Acuerdo Nacional deben servir como marco para esas políticas con sostenibilidad y continuidad. El candidato Alan García se comprometió en la campaña a gobernar para todos los peruanos, incluso a ‘cogobernar’. Este proceder es esencial para la gobernabilidad.
La segunda conclusión es que a la impaciencia que se extiende en el país se agrega el innegable ingrediente político del humanismo, de alguna forma revigorizado con los resultados en ciertos departamentos. Esta corriente bien podría convertirse en una impredecible fuerza de desestabilización en una dinámica ‘bolivianizada’ del conflicto social, pero no necesariamente. Podría ser, por el contrario, una fuerza contributiva a un cambio responsable. Actuar de manera adecuada frente a este fenómeno es indispensable, no excluyendo a esta fuerza del esfuerzo concertador y avanzando en la desactivando de las bombas de tiempo de la pobreza y la exclusión. El cambio responsable le puede y debe quitar banderas al desorden y la provocación.
La tercera conclusión es que el Perú no será parte del dominó de Chávez. Eso le permite al país potenciar su peso regional e internacional con una adecuada política de alianzas para una integración efectiva, favorecer nuestra capacidad negociadora y consolidar los principios democráticos. Sin desmedro del papel fundamental del resto de países vecinos, una especial relevancia tendrá la cohesión vertebradora con el Brasil. Para sacar adelante los proyectos bilaterales iniciados (carretera interoceánica) y para potenciar las capacidades conjuntas en el escenario regional y planetario.
Lamentablemente, la campaña para la segunda vuelta ha sido muy pobre en cuanto a debate político. En ello no ha sido muy distinta de la primera vuelta, pues quedó en segundo plano la discusión sobre los planes de gobierno. Ahora ello ya no puede ocurrir. Sacar a nuestro país adelante requerirá no de un gobierno que administre el día a día, sino avanzar con una estrategia clara y ejes programáticos precisos para un cambio de verdad, que combata a la pobreza y la exclusión social. Y que garantice, ante todo, transparencia absoluta y probidad en la gestión pública.
¿Será capaz de un buen gobierno?
Por Daniel Córdova, economista
El Comercio, 05 de Junio del 2006

La historia ha sido generosa con Alan García. Fue elegido presidente del Perú a los 35 años y lo hizo muy mal. Pero 21 años después, quienes sufrimos su gobierno de entonces lo hemos vuelto a elegir, porque la alternativa era sin duda un riesgo mayor.
Adicionalmente, Alan recibe el país en una posición mucho más solvente que la primera vez. El Perú de 1985 no era el del 2006. La situación económica es notablemente superior en cuanto a las estructuras internas. Y la situación internacional no puede ser mejor.
Tenemos sin embargo razones para dudar sobre la capacidad del flamante presidente García para aprovechar esta preciosa oportunidad. ¿Qué tendría que hacer Alan para reivindicarse? ¿Qué tendría que haber aprendido para terminar su segundo gobierno en el 2011 vitoreado y no repudiado como en 1990?
Esbocemos una respuesta rápida. García tiene la mesa servida para lograr un gran gobierno, si logra desempeñarse con éxito en cuatro grupos de iniciativas:
Uno. Mantener las estructuras económicas logradas por las reformas que se implementaron a inicios de los años noventa, la mayor parte de las cuales están recogidas en el capítulo económico de la Constitución de 1993. Se trata esencialmente de mantener la estabilidad que está permitiendo que la inversión privada se expanda. Que el BCR se mantenga independiente para que no haya inflación. Que la propiedad privada se respete y disminuya el papel empresarial del Estado. Que la economía se mantenga abierta a la globalización. Que las empresas aprovechen el TLC con Estados Unidos y siga creciendo el empleo en provincias. Que el sistema privado de pensiones continúe expandiéndose y generando recursos para que las empresas se financien a través del mercado de capitales. Que el populismo no llegue muy lejos en términos de regulación laboral. En suma, que la pobreza siga cayendo como consecuencia del crecimiento impulsado por la empresa privada.
Dos. Mejorar la calidad del gasto social e impulsar la inversión pública. La lección más importante de esta elección es la división ideológica del país. Alan ha perdido en el Cusco, Arequipa, Ayacucho, Huancavelica, Junín, Puno y otros importantes departamentos de la sierra y el oriente. Es fundamental pues que se implemente un agresivo programa de inversiones en infraestructura en dichas regiones (agua, electricidad, comunicaciones) sobre la base de alianzas con el sector privado, a fin de integrar a sus poblaciones al crecimiento económico. Es indispensable que se logre renovar la capacidad gerencial de los programas de lucha contra la pobreza a fin de que los recursos disponibles lleguen a los más necesitados y no se pierdan en el camino.
Tres. Implementar reformas audaces para revertir el deterioro de la salud y la educación públicas, así como para que promesas como la de Sierra Exportadora sean más que una promesa lírica. ¿Será capaz Alan de implementar una reforma moderna de la educación enfrentándose a Patria Roja y convocando a profesionales ajenos al partido? ¿Tendrá la visión de hacer a un lado a correligionarios que se consideran ‘seguros’ en el Seguro Social y ciertos ministerios? ¿Será capaz de implementar un programa de promoción de la inversión sobre la base de políticas de mercado y no desesperándose por otorgar subsidios exagerados?
Cuatro. Honestidad para evitar que una vez más el Partido Aprista cope los cargos públicos. Si García no asume un liderazgo claro que sancione la corrupción de los funcionarios públicos a todo nivel, pocos reconocerán sus eventuales méritos en política económica y social. Si no pregúntele a Fujimori.
El éxito del segundo gobierno de Alan García dependerá entonces de su capacidad para reconocer que el populismo tradicional no es más eficaz para lograr éxito social. Que la mejor forma de luchar contra la pobreza es generar las condiciones para que la empresa genere riqueza. ¿Será capaz?
Empleo y trabajo 2006 – 2011
Por Fernando Villarán, Ex ministro de Trabajo
El Comercio, 05 de junio del 2006

La principal conclusión de la campaña que terminó ayer ha sido la necesidad de acabar con la exclusión económica y social. Amplios sectores de la población peruana, ubicados principalmente en la sierra, en el sur y en la selva del Perú, han expresado su voluntad a través del voto, reclamando participar en el crecimiento económico y la modernidad.
Sabemos que el principal instrumento de inclusión es el empleo, seguido de cerca por la educación de calidad, que es también un gran factor de movilidad económica y social. El trabajo es el mejor medio para participar en la economía, colaborar con la producción nacional, y asegurar ingreso adecuado, derechos y seguridad social.
Por eso, con buen criterio, casi todos los candidatos y candidatas de la primera vuelta y los dos de la segunda vuelta han priorizado el tema del empleo y realizado propuestas concretas sobre el tema. El Apra y el candidato Alan García han reconocido que el principal empleador es el sector privado y de allí la necesidad de lograr un clima apropiado para la inversión. Reconoció la obligación del Estado en asegurar este clima para crear nuevo empleo, al mismo tiempo que reconocía que el principal reto es mejorar la calidad del empleo en los sectores más amplios y donde se concentra la pobreza, como es el agro serrano, el autoempleo y la microempresa urbana.
Se debe diseñar una política integral de empleo de calidad que incluya los siguientes campos:
(i) Garantizar un crecimiento económico de por lo menos el 6% del PBI anual, con crecientes inversiones nacionales y extranjeras en los sectores de mayor capacidad de crear empleo, como las exportaciones, la agricultura, la agroindustria, la industria, el turismo, la construcción, entre otros.
(ii) La promoción del agro y la microempresa y pequeña empresa para mejorar la calidad del empleo a través de las microfinanzas, los servicios de desarrollo empresarial, la formalización, el apoyo a las cadenas productivas y ‘clusters’, donde hay gran concentración de ellas.
(iii) La capacitación de los trabajadores y jóvenes para mejorar, en los primeros, la empleabilidad, productividad e ingresos; y facilitar, en los segundos, su inserción en el sector productivo.
(iv) Facilitar y ampliar la formalización de la relación laboral para que los trabajadores sean incluidos en las planillas de las empresas, algo fundamental para que tengan acceso a sueldos decorosos y servicios de salud.
(v) Difundir información sobre el mercado laboral, tanto por el lado de la demanda de las empresas, como por el lado de la oferta de trabajo.
(vi) Fomentar la creación de nuevas empresas para generar nuevo empleo, cambiando la orientación de la educación peruana, también a través de capacitación, desarrollo de capital de riesgo, principalmente orientados hacia la población joven.
(vii) Mantenimiento y expansión de programas de empleo temporal, teniendo en cuenta que las medidas anteriores probablemente no van a ser suficientes para absorber toda la oferta laboral (sobre todo en épocas en que baja el crecimiento de la economía), y que por lo tanto va a ser necesario este tipo de programas que permitan despejar el mercado laboral y atender las necesidades de empleo e ingresos en los sectores más pobres.
Elección sin cheque en blanco
Por Augusto Álvarez Rodrich. La Opinión del Director
Perú 21, 05 de junio del 2006

El país debe felicitarse por haber cerrado anoche la elección con una tranquilidad que contrasta con el riesgo que existía por la posibilidad de que el perdedor no aceptara el resultado.
Los dos competidores ofrecieron mensajes con expresiones de triunfo. Alan García, por haber recibido el mandato legítimo para dirigir la nación. Ollanta Humala, por conseguir el espacio para liderar la oposición. Es un buen síntoma que los dos sientan que han ganado en la competencia.
Ahora ambos tienen el deber ineludible de aunar esfuerzos y de aportar sus propias visiones con el fin de encontrar caminos que le ofrezcan al país un escenario de gobernabilidad y a los ciudadanos la ilusión por un futuro mejor que ha estado ausente en al campaña.
GOBIERNO. No todas las personas tienen la suerte en la vida de recibir una segunda oportunidad como la que el país le ha otorgado ayer, con generosidad, a Alan García, a pesar de que no reconoció durante la campaña, de un modo inequívoco, los graves errores de su primer gobierno.
Entre 1985 y 1990, primó la irresponsabilidad en el manejo económico que desembocó en el colapso, no se respetaron los derechos humanos y campeó la corrupción. Todo esto no se debió a eventos inusitados en la escena internacional sino por exclusiva responsabilidad del Presidente.
Por ello, quizá este sea el momento crucial de su trayectoria política, incluso más decisivo que cuando llegó, a los 35 años, por primera vez a la Presidencia, pues ahora enfrenta la posibilidad de cambiar el epitafio que merecería si solo se tuviera en cuenta su primer mandato.
En este sentido, el próximo Presidente es muy afortunado de tener el desafío de liderar el país haciendo todo lo que no ocurrió durante su primer régimen, es decir, gobernar con eficiencia, decencia y honestidad.
Tampoco debería olvidar que, al margen de los más de cinco millones de votos que obtuvo ayer, solo la quinta parte lo respaldó en la primera vuelta, lo cual lo obliga a gobernar con humildad y sin soberbia. Es alentador que el mensaje que García pronunció ayer en el local del Partido Aprista lo entendiera así, pero debería evitar errores de interpretación como aquel sobre ‘la sólida Lima’ que le dio el triunfo, cuando estos solo son votos que se refugiaron en la ‘estrella’ por temor a la ‘olla’.
También es muy positivo que García reconozca que, al margen de la bonanza que exhiben las cifras macroeconómicas, el país es una bomba de tiempo porque los beneficios del progreso solo alcanzan a un sector privilegiado pero no llegan a la mayor parte de la población, especialmente a la mitad de peruanos que vive en la pobreza y carece de oportunidades, muchos de ellos ubicados en el ande y en el sur, la mayoría de los cuales no votó por él.
Por ese motivo, lo más probable es que, dentro del país fragmentado por visiones muy diferentes que deja esta elección, la prioridad del gobierno de García deba estar en las personas que en la elección de ayer no lo respaldaron. A ellos debe dirigirse en primer lugar pues, de lo contrario, corremos el riesgo de que la nación ingrese a una fase de desborde.
Por lo mismo, García debe liderar el esfuerzo nacional para que, dentro de un tiempo, ya en el gobierno, esto sea olvidado por él y por varios sectores -como el empresarial- que entraron en pánico ante la posibilidad de que Humala llegue al poder, y que ahora podrían creer que las cosas pueden seguir igual hasta que en la próxima elección vuelvan a enfrentar la angustia del outsider desconocido.
De otro lado, así como el próximo Presidente debería estar agradecido con el país por esta segunda oportunidad, el Partido Aprista debería estar agradecido por tener un líder como García, con la habilidad de sacarlo adelante. Una expresión de dicho agradecimiento debe ser el evitar caer en la tentación de copar el sector público con sus militantes, tal como ocurrió en el pasado. El régimen del próximo quinquenio debe estar abierto a los mejores profesionales y no caer en el sectarismo.
De este modo, llegar al gobierno sin un respaldo amplio del elector ni con mayoría en el Congreso, y con un sector de la población sin ilusión y que puede haber quedado muy frustrado por el resultado de la votación, significa que el futuro presidente García no ha recibido -como en su primer gobierno- un cheque en blanco.
La única respuesta es un gobierno eficiente, austero, honesto y laborioso. Las señales que ofrezca de aquí al momento de su inicio formal y durante las primeras semanas del mandato serán cruciales.
Por ello, luego de felicitarlo sinceramente por el triunfo electoral de ayer, esperamos que Alan García sepa responder -por el bien del país- al desafío que la historia le ha planteado.
OPOSICIÓN. Ollanta Humala no logró la Presidencia, pero no es poco lo que ha conseguido en solo un año de actuación política: la primera fuerza parlamentaria, triunfar en 14 regiones y convertirse, por tanto, en líder de la oposición al gobierno y con muchas posibilidades de éxito en las elecciones municipales y regionales de noviembre próximo.
Pero quizá más importante que eso, Humala logró encarnar la protesta de los más pobres y poner la agenda de la elección. Es probable que si no hubiera aparecido una figura como él, la campaña electoral no habría tenido como eje central la paradoja de una economía que progresa pero cuyos beneficios no llegan a la mayoría.
Debería, sin embargo, reconsiderar varias posiciones preocupantes que ha mantenido durante la campaña: actitudes agresivas y violentas, un discurso beligerante, una dependencia manifiesta de un líder extranjero y prepotente como Hugo Chávez, y una vaguedad en sus propuestas que parecían más audaces que elaboradas. Es decir, todo aquello que finalmente lo hizo perder la elección.
Humala debería, por tanto, dentro de todo lo que ha conseguido tener prudencia para entender que, una vez superada esta campaña tensa, debe ingresar a una fase de negociación con el gobierno que le otorgue al país espacios de entendimiento y de acuerdo en beneficio de la población.
Así como anoche reconoció finalmente su derrota y, en virtud de ello, le solicitó a la ONPE que acelere el conteo de votos para declarar sin demora la Presidencia de Alan García, también debería tener la sensatez suficiente para esperar el momento en el que puede tentar nuevamente la primera función del Estado.
Humala debe interpretar, en esencia, que ayer tampoco recibió un cheque en blanco para desestabilizar al país.
EL FUTURO. Si García y Humala entienden apropiadamente el mandato que han recibido, sin arrogancia ni soberbia, podrían sorprendernos y lograr que, aunque los peruanos votamos ayer sin ilusión, podamos avanzar durante el próximo quinquenio hacia la conformación de un país más próspero, justo y solidario.
En todo caso, tal como lo planteamos al inicio de la elección, la agenda con la que este diario evaluará el desempeño del nuevo gobierno y de la nueva oposición se sustentará en la defensa de las siguientes posiciones:
Fortalecimiento de la democracia.
Respeto del estado de derecho.
Gobierno al servicio del ciudadano y no del gobernante o del poderoso.
Manejo austero y responsable del poder con el fin de devolverle decencia al ejercicio de la política.
Cumplimiento de la palabra asumida por el candidato con el elector.
Reconstitución del sistema institucional del país, incluidos, entre otros, la justicia, el Congreso, el Poder Ejecutivo, al educación y la salud, la defensa externa y la seguridad interna.
Firme defensa de los derechos humanos.
Lucha contra la corrupción y sanción estricta y justa de la misma.
Tolerancia y respeto por las diferencias, como las de religión, raza o sexo.
Conducción económica al servicio de una mejor calidad de vida de la población, con un manejo prudente y transparente de las finanzas públicas, que promueva la inversión privada y el papel regulador del Estado, así como un acertado uso de la inversión pública, y donde las decisiones se tomen pensando en su efecto en el mediano y largo plazo antes que en la quincena.
Reducción consistente y articulada de la pobreza.
Promoción de la descentralización.
Impulso de la integración económica del país en un contexto de globalización creciente.
Cuidado del medio ambiente.
Promoción de nuestra cultura y valores, sin caer en el chauvinismo.’ Garantía de la libertad de expresión.
Humala intentaría derrocar a García
Por Fernando Rospigliosi
Perú 21, 05 de junio del 2006

Ayer ganó el candidato que logró vencer los rechazos de la ciudadanía. Lo preocupante fue el discurso de Ollanta Humala, que mantuvo la agresividad. Se presentó como ganador, como marcando la agenda del futuro del país. No ha sido el discurso de un demócrata que fue derrotado y se compromete a respaldar lo que los electores decidieron.
Al contrario, pretenderá imponer su agenda en el futuro. Teniendo en cuenta que es autoritario y violento y que será incentivado por Hugo Chávez, me temo que el nuevo gobierno tendrá problemas desde el 28 de julio con el humalismo, que intentará generar desórdenes desde todos los terrenos en donde tenga influencias, lo que no es difícil porque en el Perú hay una serie de reclamos. Humala sabe que ha sido derrotado electoralmente, pero creo que en su perspectiva estaría el derrocamiento del gobernante. Esa es una posibilidad que hay que considerar.
Otro elemento de la segunda vuelta es que, en efecto, Humala ganó en la sierra sur y central del país, constituida por los departamentos al margen del crecimiento, pero ahí también ganó Alejandro Toledo el 2001. No sería una adhesión incondicional.
Finalmente, el mensaje inicial de García fue prudente y concertador, reconociendo el problema que tiene en el sur. Creo que el principio de su gobierno será difícil porque se verá asediado por los reclamos que incentivará Humala y se enfrentará a las elecciones municipales y regionales de noviembre. Ahí hay que esperar que no caiga en demagogia populista y empiece a regalar cosas para mejorar su posición.
Alan está obligado a abrir su gobierno
Por Santiago Pedraglio
Perú 21, 05 de junio del 2006

El primer mensaje que valoro de estas elecciones es que una gran mayoría del electorado votó por el cambio propuesto en dos formas: uno moderado de Alan García y otro radical de Ollanta Humala. Considero que, territorial y socialmente, el voto ha estado muy dividido. Mientras gran parte de la victoria de García se debe a la diferencia a su favor que logra en Lima, hay que mencionar claramente que Humala gana de lejos en el sur (Ayacucho, Cusco, Puno y Arequipa), pero también en el centro (Junín y Huánuco) y en gran parte de la selva. Es una distribución social muy clara: García obtuvo mayor proporción en los sectores A, B y C, y Humala, en los D y E.
Otro aspecto es que el voto blanco y viciado, según el conteo rápido de Transparencia, alcanzó el 8.6%, la mitad que en la primera vuelta, lo que expresa la polarización y que la gente no solo votó por el mal menor a favor de García, sino también de Humala.
Hacia adelante, me parece fundamental el manejo de García como presidente electo. Es clave que escuche el sentido de la votación y el reclamo muy fuerte de reducción de la pobreza y de la desigualdad. Está obligado a abrir su gobierno, haciéndolo lo más amplio posible y tratando de tener alguna relación con la segunda fuerza política que está en la oposición.
Finalmente, hay un gran interrogante de cómo actuará el humalismo y si mantendrá su cohesión fuera y dentro del Parlamento. No se debe pensar que, perdiendo Humala, el nacionalismo desaparece. En las calles y en los gobiernos regionales puede representar una fuerza importante.
Se trata de una victoria merecida
Por Carlos Basombrío
Perú 21, 05 de junio del 2006

Ha sido una victoria limpia, legítima, merecida y trabajada por Alan García. Me ubico entre las personas que fuimos profundamente escépticas ante la posibilidad de que un ex presidente con tantas resistencias volviera a gobernar. En segundo lugar, su triunfo es muy diferente al de 1985, cuando había un enorme entusiasmo por lo que él significaba. La de ahora es una victoria ajustada y con votos prestados. García encuentra, también, un país dividido y una minoría en el Congreso, donde necesitará de alianzas. El electorado le ha dado un mensaje para que gobierne con amplitud y con toda la humildad posible. No puede ser un gobierno solo aprista, sino que interprete la pluralidad.
No descartaría que Ollanta Humala haga una fuerte presión social y trate de forzar las contradicciones en el país. Tengo dificultad de imaginarlo tratando de ser parte de un esfuerzo nacional de concertación. Intentará ser más el antisistema. Se la hará difícil a García porque tiene una posición muy fuerte en el Congreso y ganó abrumadoramente en el sur. A Humala habría que exigirle que juegue con las reglas del sistema democrático.
Fin de fiesta
Por Nelson Manrique
Perú 21, 05 de junio del 2006

Según la ONPE, Alan García es el nuevo presidente del Perú y algo se puede decir sobre el nuevo escenario político que se abre.
Una primera constatación es que García va a tener que trabajar bastante para lograr construir una base de legitimidad, pues su apoyo espontáneo en la primera vuelta fue de 20.4% de los votos emitidos; apenas la quinta parte del electorado. En segundo lugar, buena parte de sus electores durante la segunda vuelta fueron persuadidos más por una campaña de miedo (contra el autoritarismo de Ollanta Humala, contra el enfeudamiento del país a Venezuela), que por los méritos del candidato. Es alentador que los dirigentes apristas hayan subrayado que reconocen que solo una parte de los votos les pertenecen y que Alan García tendrá que realizar una amplia convocatoria, buscando construir un gobierno de ancha base.
Está por saberse cuál será la línea que efectivamente llevará adelante Alan García. En algunos temas importantes, como el del TLC con EE.UU., ha habido cambios entre la primera y la segunda vuelta: de afirmar que borraría la firma del presidente Toledo si es que este firmaba el TLC al final de su gobierno, a plantear que se adherirá a un TLC con compensaciones. Esperemos que en los próximos días disipe esta y otras dudas.
Según muestran diversas encuestas y el resultado parcial de la ONPE, Ollanta Humala ha perdido la elección presidencial. Ha construido, sin embargo, un importante capital político en apenas unos pocos meses. Tiene la fuerza parlamentaria más importante (45 representantes, contra 36 del APRA y 17 de Unidad Nacional). En esta segunda vuelta ha alcanzado una votación cercana al 50% de los votos válidos, luego de haber ganado en la primera vuelta por 6 puntos de diferencia, y gana ahora la elección en la mayoría de las regiones del país. Dirige, pues, la primera fuerza política de la oposición y la fragmentación de la derecha -luego de la división de Unidad Nacional y del Frente de Centro- aumentará su peso relativo. No ser elegido presidente en esta oportunidad podría ser una bendición disfrazada, si aprovecha el tiempo para construir una organización a la altura del reto de gobernar el país.
Una preocupación final. Hace unos días un grupo de personalidades publicó una carta emplazando a los dos candidatos para que suscribieran un compromiso público con dos causas de la mayor trascendencia para el país: la lucha contra la corrupción y la defensa de los derechos humanos. Hasta donde sé, Ollanta Humala no se dignó responder a esta demanda.
Alan García sí lo hizo, asumiendo en un manifiesto público compromisos concretos en materia de la lucha contra la corrupción. No dijo, sin embargo, una sola palabra en lo relativo a los derechos humanos. Se trata de una omisión lamentable, que no presagia buenos tiempos para el país en un tema fundamental, que atañe al reconocimiento entre los peruanos, sin el cual no se podrá construir una verdadera ciudadanía, ni, por supuesto, una verdadera democracia.
Responsabilidad fiscal 2006-2011: ¿Está asegurada?
Especialistas dudan de que virtual triunfo del Apra asegure un manejo cabal de las finanzas públicas.
La Primera, 05 de junio del 2006

Virtual triunfo del Partido Aprista Peruano sobre UPP no termina de convencer a los actores económicos.
Al cierre de la presente edición, el virtual triunfo del Partido Aprista Peruano tranquiliza a algunos actores económicos pero mantiene en vilo a un gran sector y a la mayoría de economistas que sostienen que un eventual gobierno de Alan García.
No garantiza la responsabilidad fiscal tan necesaria para mantener el actual ritmo de crecimiento y garantizar las inversiones, importante fuente de empleo y de estabilidad macroeconómica.
Para el economista Carlos Adrianzén, la coyuntura internacional debería ser mejor aprovechada, y el crecimiento de las exportaciones debería estar acompañado de una mejora significativa de la inversión, fenómeno que, gracias al ruido político generado por las elecciones y el perfil y propuestas de algunos de los candidatos a la Presidencia de la República, no se ha producido y que al contrario, se ha reducido.
Adrianzén sostiene que las reglas de juego deben ser claras y se debe percibir, por parte de los potenciales inversionistas, que en el Perú existe estabilidad jurídica y que los contratos son respetados como ley entre las partes, ello en clara alusión a la propuesta presentada en el programa de gobierno aprista que sugiere que los contratos de concesión de explotación de recursos naturales y especialmente de hidrocarburos.
Esto es, que las condiciones del país deben garantizar la propiedad y las inversiones, posibilitando a los interesados en invertir en el país, medir sus riesgos de inversión y proyectar sus utilidades en escenarios estables.
Por su parte, para el Instituto Peruano de Economía (IPE), la propuesta aprista de estabilidad laboral, dificulta –cuando no imposibilita– la generación de nuevos empleos ya que encarece la formalización de la gran masa de trabajadores que no tienen acceso a los beneficios del empleo formal como son vacaciones, compensación por tiempo de servicios, seguridad social, seguro médico y sobre todo, un salario justo y adecuado.
El IPE asegura que el gasto del Estado debería estar orientado a la educación, la salud, la construcción de infraestructura, y la seguridad ciudadana, y se opone abiertamente a la actividad empresarial del Estado, ya que ésta debe estar en manos privadas que arriesguen su propio capital y no el del Tesoro Público.
Además, sostiene, el Estado ha sido históricamente ineficiente en el manejo de sus empresas, generando cuantiosas pérdidas que eran siempre pagadas con el dinero de todos. El IPE ha dejado clara su posición de que el dinero que pierde el Estado es de todos y de nadie, por eso la ineficiencia reina en las empresas estatales.
Más de lo mismo
Para el economista e investigador Óscar Ugarteche, el virtual triunfo del Apra puede ser interpretado como más de lo mismo, es decir, se mantendrá el actual modelo económico pero, al inicio del eventual gobierno de Alan García.
Deberían darse algunos “ajustes de tuerca” sobre todo en materia tributaria y de gasto fiscal, para que “(los electores) sienta(n) que hay alguna diferencia y que se está avanzando en alguna dirección que incluya a los excluidos de siempre”.
Ugarteche sostiene que la desintegración social se mantendrá porque no existen las condiciones para un cambio estructural del modelo económico, que mantiene las diferencias sociales y, de alguna manera, las condiciona y determina.
Nada está dicho
En lo que coinciden las fuentes consultadas por La Primera es en que nada está dicho y que habrá que esperar las primeras medidas que tome el gobierno que asuma el poder el 28 de julio próximo para predecir qué nos aguarda a los peruanos, en materia económica, durante los siguiente cinco años.
La hora del cambio
Por Humberto Campodónico
La República, 05 de junio del 2006

Al escribir estas líneas, Alan García parece ser el ganador de las elecciones, aunque por un margen pequeño. Más allá del ganador, la cuestión central es que se avance por el camino de llevar adelante los cambios por los que votó el pueblo peruano, tanto en la primera como en la segunda vuelta.
Estos cambios tienen que ver, fundamentalmente, con reconocer que no es posible seguir viviendo como antes, lo que implica recoger y aplicar las conclusiones de la Comisión de la Verdad, tomando en cuenta la exclusión de millones de peruanos. Lo que pasa por la recuperación de la ética, la moral y la lucha contra la corrupción, que pasan por la reforma del Estado y, sobre todo, de la administración de justicia.
En todos estos campos va a ser duro avanzar en el cambio. Pero también lo será en el económico, pues las fuerzas que desean que se mantenga el statu quo tienen mucho poder. Uno de los argumentos favoritos será tildar de “populistas” y de “pasadistas” a las medidas que busquen cambiar el actual orden económico de las cosas.
Así, por ejemplo, sería “populista” renegociar los contratos petroleros y mineros para una repartición más justa de los excedentes que hoy generan nuestros recursos naturales debido al alza excepcional de sus precios internacionales. Lo que no es verdad, porque el “populismo” se refiere a aquellas medidas que tratan de impulsar el crecimiento aplicando políticas que trastocan el orden fiscal y monetario, causando desequilibrios que, a la larga, generan recesión e inflación.
Con las renegociaciones, de lo que se trata es de generar mayores ingresos fiscales (sí, mayores) para poder aplicarlos a programas sociales e inversiones en infraestructura, aliviando a los sectores que han sido afectados por el actual programa económico y que ayer han votado por el cambio. Eso no tiene nada de populismo.
Lo mismo se dice, desde ya, de cualquier política que se plantee impulsar una mayor actividad del Estado para posibilitar un mayor acceso de los excluidos. Es el caso de los ataques recientes a los dispositivos legales que permiten el uso de las oficinas del Banco de la Nación –en aquellos distritos alejados donde no llega la banca privada- para que terceros (como las Edpymes y las Cajas Rurales) den créditos a los micro empresarios.
Con esta medida se podría avanzar incluso en la reducción de las tasas de interés para las PYMES, que siguen en 45% anual (tasa tan alta que, en la práctica, los saca del mercado), y que acaban de ser criticadas por el BID. La medida no tiene nada de “populista”. Más bien, los que se oponen a ella actúan como perros del hortelano.
Pero quizá los mayores ataques se van a concentrar en la oposición a los cambios en el régimen económico de la Constitución, sobre todo la subsidiariedad del Estado en la actividad empresarial, la santidad de los contratos ley y el tratamiento nacional al capital extranjero. En este marco se inscriben los ataques contra Petroperú (quieren privatizarla para manejar a su antojo los precios de los combustibles) y los insistentes pedidos de que nada cambie en el modelo económico, porque “está funcionando bien”.
Esta voluntad de mantener el statu quo de los grandes grupos económicos es lo más preocupante, pues indica que no se quiere leer el significado del voto popular, reconociendo las grandes fracturas existentes. Lo que se pretende, por tanto, es tapar el sol con un dedo, desacreditando cualquier intento de cambio con el mote de “populista”.
Pretender que siga vigente el pasado, como lo pretenden los grandes grupos económicos, o sea, las políticas económicas fracasadas (lo que ahora se reconoce a nivel internacional) y rechazadas debido a su carácter puramente economicista y excluyente, constituye un punto de vista miope que agudizará los conflictos sociales y es, a todas luces, reaccionario. Por tanto, corresponde al nuevo gobierno dejar de lado los planteamientos de la derecha perdedora y asumir el mandato de cambio que se ha expresado claramente en la elección del 4 de junio.

Written by Michael Ha

June 5th, 2006 at 7:50 am

Posted in Political Parties

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