La Edad Dorada, en ambas perspectivas

El Soneto CLXVI por Luis de Góngora es desafio a las esperansas y expectativas de los hombres enamorados. Góngora reflecciona de la pureza y la belleza del cuerpo de una mujer, comparándola con cristales y los clavales, describiendo que tan hermoza es ella en su edad dorada. Este esquema se rompe en su última linea al hacernos acordar que, como cualquiera de nosotros, esta mujer algún dia embejeserá.

La perspeciva del hombre frecuentemente es desafiada por la realidad, tal que en muchas ocaciones se cree que alguien más no está pensando en lo que uno ya tiene en mente. Esto mismo ocurre con el poema de Inés de la Cruz que, aunque claramente se copia el final del poema de Góngora, lo utiliza de manera simbólica para hacernos a todos acordar de que quizas las mujeres ya saben de lo que les espera después de la menopausia y que no necesitan que un hombre les haga recordar. Ambas perspectivas tocan en un tema muy profundo: embejezer y morir. ¿Qué es morir? Es no existir claro, pero también es no existir sin haber disfrutado el existir. Es ignorar el contexto y caer intimidado por la belleza de la edad dorada que, quizas tenga alguna mentira detrás del maquillaje, ocultando una tímida pero hermoza personalidad y una conversación de la que Cesar Vallejo recusitaria por ser parte de. Esa persona puede ser la que está al lado tuyo ahorita mismo, y si no la saludas ahorita, quizás nunca la vuelvas a ver. Este es el verdadero mensaje de Góngora y de la Cruz: todas las mujeres, aunque lo sepan o no lo sepan morirán algún día. Si un hombre quiere conocerlas en su mismo clavel, el mejor momento para hacerlo es ahorita mismo. No se olviden que este instante, este último respiro, es la edad dorada, quien sabe si el siguiente lo seguirá siendo.

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