Ahora sabemos, casi 50 años después del masacre de Tlatelolco, casi lo cuanto que sabíamos durante la época de los 1960. Definitivamente se aumenta el elemento de la tragedia en la obra de Elena Poniatowska y los eventos que describe – las llamadas para la justicia se quedan tan relevantes como eran en 1968. Sin embargo, creo que este hecho vindica la elección estilística (dado su carrera como periodista) de presentar las entrevistas y historias como son sin involucrarse o involucrar una narrativa o investigación más grande. Tiene mucho en común esto con lo que ya escribí sobre Biografía de un cimarrón en que el autor (supuestamente Miguel Barnet) nos deja escuchar a Esteban Montejo sin interrupción o comentarios sobre los malos de esclavitud o su abolición eventual, por ejemplo; igual, el cuento de Poniatowska se convierte en una obra aún más impactante sin la presencia de una búsqueda implacable para la verdad. Hay una parte de mi que piensa que La noche de Tlatelolco funciona como obra de testimonio y periodismo investigativo hasta el día presente porque todavía no sabemos el número de las víctimas. Aunque hay muchísimos opiniones, entrevistas y información colectados, una búsqueda grande para la verdad ha fallado, y aunque el libro se publicó unos pocos años después del masacre es difícil de imaginarlo en otra forma o con otra narrativa. Es como Poniatowska nos dice <<Esta gente estaba aquí y todos tienen su propia versión de los eventos pero quien puede decir que pasó?>>
Hay una parte de mi que ve el libro como una obra de arte. Me parece que el libro no intenta buscar la verdad (como en el libro de Walsh) si no que simplemente quiere que la poblacion Mexicana no se olvide de la masacre. El libro tiene una clara intencion, y es provocar una reaccion de los que lo leen. Por esta razon hago la coneccion con el arte, porque el arte busca hacer que la gente piense sobre algo o busca causar una reaccion molesta en su audiencia. La noche de Tlatelolco hace lo mismo.