Esta sección presenta elementos conceptuales claves para entender la producción de memorias y sus controversias en sociedades afectadas por el conflicto. Se examinan tres dimensiones de los trabajos de la memoria: la socio-política, la socio-cultural y la psicosocial.
Dimensión socio-política: La producción social de la memoria es un campo en tensión donde se construyen y refuerzan o retan y transforman jerarquías, desigualdades y exclusiones sociales. La memoria también es una esfera donde se tejen legitimidades, amistades y enemistades.
Si la guerra polariza las memorias, un proyecto de democratización e inclusión va en el sentido contrario. Pero para democratizar las memorias es necesario devolver la mirada y preguntarse de dónde surge la exclusión de ciertos relatos en la historia nacional y por qué refuerzan desigualdades sociales y políticas.
Las diferencias de género, edad, etnia y orientación sexual, y otras dan forma a la manera en que la violencia es vivida y a la manera cómo esta es recordada. Más allá de la mirada jurídica desde la que se define quién es o no víctima, existen consideraciones sociológicas, psicosociales e históricas a tener en cuenta cuando se propone integrar las voces de los y las sobrevivientes en el proceso de documentación de la guerra.
Las víctimas no son sujetos derrotados y pasivos sino agentes sociales, políticos y de derechos en situaciones de conflicto y pueden estar involucradas en procesos sociales y de reconstrucción de la comunidad. La violencia masiva, la guerra, o vivir bajo un régimen de terror frecuentemente sitúan a las personas en críticas situaciones de vida o de muerte. En la medida en que se enfrentan a difíciles decisiones morales, pueden verse algunas veces como víctimas y otras como perpetradores de violencia o de abuso.
Dimensión socio-cultural: En el trabajo de memoria histórica, esta es entendida como una herramienta con la cual individuos y sociedades construyen un sentido de pasado. Fuentes orales y narrativas y performances de la memoria sirven al mismo tiempo como objeto (de estudio) y como fuente para la construcción de las narrativas históricas. La memoria, los procesos dinámicos y las prácticas relacionadas con el recuerdo y el olvido, constituyen además el elemento central en la aproximación metodológica que se propone en este material.
Recordar no es un acto de reproducción sino de construcción. Esto nos indica el horizonte de las funciones de la memoria en la vida individual y social y los modos en que tanto el recuerdo como el olvido, las dos operaciones y prácticas complementarias de la memoria, cumplen ciertas funciones y son utilizadas por la personas y las sociedades, con y para ciertos propósitos. Al tomar la memoria como fuente se considera que el sentido que las personas le dan al pasado es un elemento del quehacer histórico y de verdad.
Dimensión psicosocial: Los procesos de reconstrucción de memoria histórica pueden tener un gran impacto en el bienestar psicosocial de las personas que participan en ellos. Cabe anotar que los impactos pueden ser positivos, pero que también pueden dar lugar a situaciones y conflictos, que de no ser debidamente atendidos, llevan a profundizar sentimientos y relaciones nocivas para las víctimas.
Los procesos de reconstrucción de memoria son ejercicios que ayudan tanto a la sociedad como a las víctimas. Estos ayudan a la sociedad a emprender búsquedas de justicia y con ello contribuir a las transformaciones que se requieren para reconstruir y democratizar el orden social.
Para las propias víctimas/sobrevivientes estos ejercicios pueden tener un gran valor emocional y espiritual. Sirven para la elaboración, comprensión, socialización y validación de su experiencia de maneras que ayudan a liberarlas de los dañinos efectos que producen los sentimientos de culpa.
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