La Historia como efecto del Tiempo, entre lo cotidiano y lo indiferente : El atroz redentor Lazarus Morell de JL Borges

Se comienza estableciendo los efectos de la Historia como producto del tiempo y como una especie de producción literaria de trivialización.  Además se presume el hecho de que los efectos históricos son ‘producto’ de dos instituciones La Iglesia y la Monarquía (Bartolomé de las Casas y Carlos V). Así las consecuencias de dicho devenir histórico giran en torno al arte, la política, la guerra, la economía, la lengua, la religión y Lazarus Morell. Así mismo encontramos desde el inicio una evocación a por lo menos tres espacios bien identificados: el “deep south” estadounidense, Paris y Argentina.

Más adelante notamos una paternidad histórica del Misisipi con los ríos: Paraná, el Uruguay, Amazonas y Orinoco. Es decir, esta consanguinidad nos remonta a los procesos ‘históricos’ mediante la navegación del interior de América continental. Así mismo, este devenir histórico desemboca en las costas del golfo de México, donde se concentraban junto con las costas de Oaxaca y Guerrero originalmente las poblaciones negras-esclavas de México. Es necesario detenerse en el porqué del uso de “Méjico” y no “México” que abre dos posibilidades que se complementan. La primera, es que hasta mediados del siglo XX aún se seguía utilizando en España y Argentina la antigua escritura de “Méjico”, que una vez más abre las posibilidades de un discurso colonizador europeo y coloca a Argentina como el país más ‘europeizado’ de Latinoamérica, por lo que Borges simplemente usa la forma aceptable en la Argentina. La segunda posibilidad, es que se use dicho arcaísmo como un recordatorio histórico de los procesos de luchas entre conquistador y conquistado, pues desde mediados del siglo XIX en la época de La Reforma ‘Méjico’ para a ser México como una manera de resistencia e independencia del pasado colonial y conservador.   

El tema de la esclavitud y de la ironía rondan toda la narración. Sin embargo, destaca más la cotidianeidad de la Historia, como una especie de cuestionamiento a la supuesta “narración de los hechos trascendentes o gloriosos del pasado”. Así encontramos un tono de ‘indiferencia’ de la voz narrativa ante los sucesos supuestamente importantes del discurso histórico:

 “Bartolomé de las Casas tuvo mucha lástima de los indios” (se trivializa el gran mito de la defensa de los derechos humanos de ciertas comunidades marginales en Hispanoamérica).   

“Hernando de Soto, antiguo conquistador del Perú, que distrajo los meses

de prisión del Inca Atahualpa enseñándole el juego del ajedrez”

“Partido Abolicionista agitaba el Norte, una turba de locos

peligrosos que negaban la propiedad y predicaban la liberación de los negros y los

incitaban a huir” (Al referirse al contexto socio-político y socio-económico de la primera mitad del siglo XIX en torno al problema de la esclavitud en los EEUU que impulsan la Guerra Civil)

“El dos de enero de 1835, Lazarus Morell falleció de una congestión pulmonar en el hospital de Natchez, donde se había hecho internar bajo el nombre de Silas Buckley .” (El protagonista muere de una forma “poco histórica”).

Así nos encontramos ante un texto que aborda las historias que la Historia no considera, un protagonista que no alcanza la ‘categoría’ histórica, sin embargo, que aún así es narrado y preferido sobre personajes que determinan el rumbo universal. Quizás una vez más las experimentaciones y cuestionamientos borgeanos en torno a la Historia como una manifestación del tiempo…

* * *

COMENTARIOS:

Sobre Pirata!:

Hola, es muy interesante la lectura que haces de lo masculino y lo femenino en el cuento y creo que como t’u deber’iamos detenernos en una lectura de ‘g’enero’. En lo del cuchillo y la espada, siempre he pensado que la espada es una forma femenina del machete o del cuchillo, no s’e tiene algo de antigua ‘epica y de vieja monarqu’ia…


Historia universal de la infamia


 
“Son el irresponsable juego de un tímido  que no se animó a escribir cuentos y que se distrajo en falsear y tergiversar (sin justificación estética alguna vez) ajenas historias.

Así dice Borges en el prólogo a la edición de 1954, sobre los siete cuentos que constituyen Historia universal de la infamia.  Habla el Borges que típicamente disminuye el valor de su obra.  

Pero para mi, como voy a explicar, esta obra es genial.  Sabemos que los siete cuentos son una mezcla de historias reales e imaginadas sobre figuras históricas de mala fama.  Sabemos, porque él mismo lo dice, que Borges a propósito distorsionó y cambió detalles sobre las vidas de esas figuras.  Necesariamente, el lector termina preguntando:  ¿cuáles de estos datos son verídicos y cuales son falsos e inventados por el escritor-narrador? 


Lo más interesante de esta pregunta es que la respuesta, los particulares de lo inventado y de lo verdadero, no termina siendo importante. Al hacer esta pregunta el lector comienza un proceso de cuestionamiento sobre la veracidad del cuento.  ¿Quién puede acertar con veracidad sobre las vidas de figuras como Lazarus Morell (John Murell), Tom Castro (Arthur Orton), o Bill Harrigan (Billy the Kid)? Se podría argumentar que son leyendas, son figuras mitológicas.  ¿Cómo podemos saber que los previos narradores de estos cuentos no tomaron también libertades, que no agregaron ciertos embellecimientos y adornos al contar el cuento?  Estas preguntas nos hace cuestionar no sólo estos cuentos, pero de los cuentos, de la ficción, en general.   La línea entre la historia y el cuento, la realidad y la ficción,  se convierte en algo borroso, nebuloso. 

Cada uno de los siete cuentos está dividido en escenas o en capítulos.  Y como dice Borges en el prólogo a la edición de 1935, están caracterizados por “la brusca solución de continuidad, la reducción de la vida entera de un hombre a dos o tres escenas.”  En este sentido, los cuentos provocan una sensación cinematográfica.  En “El asesino desinteresado Bill Harrigan” el narrador dice:  “La Historia (que, a semejanza de cierto director cinematográfico, procede por imágenes discontinuas) propone ahora la de una arriesgada taberna, que está en el todopoderoso desierto… Pienso que esta sensación cinematográfica, en gran parte por la estructura de escenas que emplea Borges, caracteriza a todos los cuentos. 

En el prólogo de 1954 Borges usa tres palabras que para mi capturan lo esencial de los cuentos:  la caricatura, la parodia y el humor.   Y agrego algo más que Borges no menciona:  la violencia y la muerte.  

Un ejemplo del humor en “ El proveedor de inquidades Monk Eastman”:

“Los comités lo consultaban [a Monk Eastman] para organizar fechorías y los particulares también.  He aquí sus honrarios: 15 dólares una oreja arrancada, 19 una pierna rota, 25 un balazo en una pierna, 25 una puñalada, 100 el negocio entero.  A veces, para no perder la costumbre, Eastman ejecutaba personalmente una comisión.
           
Y la caricatura y la parodia: 

“…le metieron dos balas en el abdomen y lo abandonaron por muerto.  Eastman se sujetó la herida caliente con el pulgar y el índice y caminó como con pasos de borracho hasta el hospital.” 

Estos siete cuentos nos llevan por una gira mundial, por Mississippi (E.U.), Inglaterra, Chile, Australia, Francia, China, Nueva York (E.U.), Nuevo Mexico (E.U.), Japón y el Medio Oeste, y por un viaje por el tiempo desde el año 736 en Turquestán hasta los años de los 1800s en los Estados Unidos.  Nuevamente, Borges nos asombra con sus conocimientos como lector y nos hace recordar que del lector nace el escritor.   

Pirata!

En la Historia universal de la infamia, Borges ejemplifica un mundo donde todos los personajes principales terminan desdichados, o más bien, recibiendo su merecido.
Uno de los cuentos que más me gusto fue el de “La viuda Ching, pirata”. Tal vez es porque a través de esta pirata, Borges crea a una mujer fuerte y sabia que tenía el poder de comandar a los hombres piratas. Sin embargo, siempre se sabe que es la viuda Ching (hasta el final) y por lo tanto, siempre está conectada al nombre de su esposo (pero esto no será el enfoque). Me llamó mucho la atención el uso de las palabras dentro de este cuento y como representan el juego magnifico de Borges. Por ejemplo, en la página 44, dice: “A sus tranquilas órdenes, las naves se lanzaron al peligro y al alto mar”. Con esta frase, describe cómo va a ser el reglamento de esta pirata al yuxtaponer dos conceptos opuestos…las “tranquilas órdenes” con el “peligro y alto mar”. Aquí, el peligro y el mar, son conceptos masculinos y la tranquilidad es femenina; entonces, si vemos esto de una forma simple y sencilla, podemos establecer una diferencia entre lo femenino y lo masculino que a lo largo de este cuento, va a determinar el éxito de las batallas. Más aun, sirve como especie de premonición de lo que les espera a las aguas al igual que a los miembros de su barco. Su reglamento consistía de tres reglas que terminaban en: “La violación de esta ordenanza es la muerte…La reincidencia en esta falta es la muerte…La violación de esta ordenanza es la muerte” (45). Para mí, estas reglas van más allá de este cuento porque pueden conectarse con el resto de esta Historia universal de la infamia en el sentido de que casi todos los cuentos tienen que ver con la muerte; tema que parece ser un favorito de Borges. Sin embargo, ella no recibe su merecido con la muerte como los demás personajes, al contrario, recibe el perdón, ¿será porque es mujer? En fin, se me olvido mencionar que sus armas favoritas eran dos espadas y cada vez que leo de una espada en Borges, automáticamente pienso en el cuchillo del gaucho de El Sur que tiene una simbología muy cultural. ¿Tendrán una conexión?

Pirata!

En la Historia universal de la infamia, Borges ejemplifica un mundo donde todos los personajes principales terminan desdichados, o más bien, recibiendo su merecido.
Uno de los cuentos que más me gusto fue el de “La viuda Ching, pirata”. Tal vez es porque a través de esta pirata, Borges crea a una mujer fuerte y sabia que tenía el poder de comandar a los hombres piratas. Sin embargo, siempre se sabe que es la viuda Ching (hasta el final) y por lo tanto, siempre está conectada al nombre de su esposo (pero esto no será el enfoque). Me llamó mucho la atención el uso de las palabras dentro de este cuento y como representan el juego magnifico de Borges. Por ejemplo, en la página 44, dice: “A sus tranquilas órdenes, las naves se lanzaron al peligro y al alto mar”. Con esta frase, describe cómo va a ser el reglamento de esta pirata al yuxtaponer dos conceptos opuestos…las “tranquilas órdenes” con el “peligro y alto mar”. Aquí, el peligro y el mar, son conceptos masculinos y la tranquilidad es femenina; entonces, si vemos esto de una forma simple y sencilla, podemos establecer una diferencia entre lo femenino y lo masculino que a lo largo de este cuento, va a determinar el éxito de las batallas. Más aun, sirve como especie de premonición de lo que les espera a las aguas al igual que a los miembros de su barco. Su reglamento consistía de tres reglas que terminaban en: “La violación de esta ordenanza es la muerte…La reincidencia en esta falta es la muerte…La violación de esta ordenanza es la muerte” (45). Para mí, estas reglas van más allá de este cuento porque pueden conectarse con el resto de esta Historia universal de la infamia en el sentido de que casi todos los cuentos tienen que ver con la muerte; tema que parece ser un favorito de Borges. Sin embargo, ella no recibe su merecido con la muerte como los demás personajes, al contrario, recibe el perdón, ¿será porque es mujer? En fin, se me olvido mencionar que sus armas favoritas eran dos espadas y cada vez que leo de una espada en Borges, automáticamente pienso en el cuchillo del gaucho de El Sur que tiene una simbología muy cultural. ¿Tendrán una conexión?

Historia universal de la infamia- Borges

En la parte "Etcétera" de "Historia universal de la infamia" de Borges, cada cuento tiene una nota al final que dice que el dicho cuento viene de otro libro. No sabemos si el cuento entero es una reproducción del cuento original o si simplemente es una traducción en español. Además, puede ser la historia re-escrita por Borges (como autor, la voz poética, etc.) en sus propias palabras pero también puede ser una historia inventada de Borges, en el estilo de pastiche. O quizás, es una historia completamente nueva creada por Borges- la verdad es que no lo vamos a saber por completo, incluso con investigaciones meticulosas. Por eso, concluyo yo que este libro es otra vez un juego entre lo que ya existe (los cuentos de los libros como Las 1001 noches) y lo que es inventado.

Entonces, todo eso me hace pensar del estilo de appropriation (no pude encontrar una expresión con la misma significación en español) en cuanto al arte. Appropriation se puede entender como el uso de elementos tomados en la creación de una nueva obra de arte. Este tipo de creación cuestiona la idea moderna del autor y de "authorship" (otra palabra que me parece mejor en inglés), en que vinculamos el autor y "authorship" con la persona física y por lo tanto su autobiografía, y entonces asociamos con esta persona la posesión de la obra escrita y las ideas que contiene. Appropriation significa que algunos lo pueden interpretar como plagio en vez de creación propia, dependiente de la cantidad "prestada".

Un gran ejemplo en el mundo de arte de appropriation es Sherrie Levine. Ella tomó fotos de fotos ya hechas por Walker Evans. Evans produjo fotografías de agricultores durante la Gran Depressión. Sherrie fotografió esas mismas fotas, entonces de una manera es una replica de las fotos originales. La colección se llama “After Walker Evans” (http://www.afterwalkerevans.com/).

Entonces, ¿appropriation es una forma de authorship o simplemente es el plagio? En el caso de Levine, siempre hay diferencias (aunque puedan ser minúsculas), a debido a la lente, la cámara, el papel fotográfico, etc. Sin embargo, el contenido es el mismo. Por eso, el debate. ¿Levine tiene authorship de su arte o es Evans que debe tener el único reconocimiento?

Por eso, podemos decir que Borges está haciendo lo mismo con sus cuentos que Sherrie Levine con sus fotos. Está tomando ideas y historias de libros ya escritos por otros y publicándoles en un libro suyo. Sin embargo, creo que hay otra interpretación. Podemos rechazar la idea de authorship completamente y decir que cada texto tiene otros textos como su precursor, entonces no los podemos vincular con una sola persona. Por ejemplo, Las 1001 Noches es un texto escrito por varias personas pero no sabemos quienes escribieron estos cuentos a causa de que no hay la firma del autor. ¿Quizás Borges está continuando con esa tradición, en la que no es importante tener reconocimiento sino que lo importante se ve en la obra misma?

Historia universal de la infamia- Borges

En la parte "Etcétera" de "Historia universal de la infamia" de Borges, cada cuento tiene una nota al final que dice que el dicho cuento viene de otro libro. No sabemos si el cuento entero es una reproducción del cuento original o si simplemente es una traducción en español. Además, puede ser la historia re-escrita por Borges (como autor, la voz poética, etc.) en sus propias palabras pero también puede ser una historia inventada de Borges, en el estilo de pastiche. O quizás, es una historia completamente nueva creada por Borges- la verdad es que no lo vamos a saber por completo, incluso con investigaciones meticulosas. Por eso, concluyo yo que este libro es otra vez un juego entre lo que ya existe (los cuentos de los libros como Las 1001 noches) y lo que es inventado.

Entonces, todo eso me hace pensar del estilo de appropriation (no pude encontrar una expresión con la misma significación en español) en cuanto al arte. Appropriation se puede entender como el uso de elementos tomados en la creación de una nueva obra de arte. Este tipo de creación cuestiona la idea moderna del autor y de "authorship" (otra palabra que me parece mejor en inglés), en que vinculamos el autor y "authorship" con la persona física y por lo tanto su autobiografía, y entonces asociamos con esta persona la posesión de la obra escrita y las ideas que contiene. Appropriation significa que algunos lo pueden interpretar como plagio en vez de creación propia, dependiente de la cantidad "prestada".

Un gran ejemplo en el mundo de arte de appropriation es Sherrie Levine. Ella tomó fotos de fotos ya hechas por Walker Evans. Evans produjo fotografías de agricultores durante la Gran Depressión. Sherrie fotografió esas mismas fotas, entonces de una manera es una replica de las fotos originales. La colección se llama “After Walker Evans” (http://www.afterwalkerevans.com/).

Entonces, ¿appropriation es una forma de authorship o simplemente es el plagio? En el caso de Levine, siempre hay diferencias (aunque puedan ser minúsculas), a debido a la lente, la cámara, el papel fotográfico, etc. Sin embargo, el contenido es el mismo. Por eso, el debate. ¿Levine tiene authorship de su arte o es Evans que debe tener el único reconocimiento?

Por eso, podemos decir que Borges está haciendo lo mismo con sus cuentos que Sherrie Levine con sus fotos. Está tomando ideas y historias de libros ya escritos por otros y publicándoles en un libro suyo. Sin embargo, creo que hay otra interpretación. Podemos rechazar la idea de authorship completamente y decir que cada texto tiene otros textos como su precursor, entonces no los podemos vincular con una sola persona. Por ejemplo, Las 1001 Noches es un texto escrito por varias personas pero no sabemos quienes escribieron estos cuentos a causa de que no hay la firma del autor. ¿Quizás Borges está continuando con esa tradición, en la que no es importante tener reconocimiento sino que lo importante se ve en la obra misma?

“Historia de los dos que soñaron”

Este micro-relato nace como tantos otros en
Borges: de robar, falsear o tergiversar lo que otros han escrito ya. Cita a alguien mas y asi empieza el relato..

El sueño
es uno de los predilectos temas para Borges, recordemos que en el sueño y en la
Muerte se ve la Otredad, se ve a sí mismo…aquí en este relato lo interesante es
que el sueño lo utiliza el narrador-Borges como un instrumento premonitorio,
para ver el futuro, y no tanto para escapar de la realidad o para encontrarse
con la Muerte…sabemos que el sueño para Borges puede ser símbolo de la
Eternidad, del lugar Sin Tiempo…entonces la vigilia sería como un castigo para
todos nosotros…recordemos a Funes el Memorioso..

También es interesante ver que el
Borges-Narrador le da cierta importancia a la fe, es decir, a la decisión de
seguir lo que los sueños nos dicen…allí se conoce al hombre sabio, pues el capitán,
ignorante de la verdad que acarrean los sueños, nunca creyó en los suyos
propios y el otro fue el que disfrutó el tesoro, que, irónicamente, estaba bajo
sus narices todo el tiempo…

Tal vez se puede tejer aquí un puente con la
Biblia, pues Pablo tenia riquezas (debatible) y le fue revelada La Verdad…y resulta que la
Verdad/Tesoro está en nosotros mismos…en fin, es una posible lectura..

 


Inquisitions

Pues,
Inquisiciones es como su nombre lo dice, un preguntar o explorar por la
historia de la literatura de ambos lados del charco. Es una exploración pero es
también un intento de

Decirle al
mundo que ya Borges está al mando.  Es un
Borges muy joven el que escribe pero ya es un Borges que se siente él mismo un
escritor consumado y que puede y debe cambiar el curso de la literatura.

Esta obra
es un reseñario, un texto (porque se le puede ver como un todo orgánico)
en el que lo único que es constante es el afán juguetón, lúdico, del narrador o
voz poética. Vemos reseñas que se convierten en poesía,

poemas que se
convierten en reseñas y ensayos metafísicos que no tienen mucho de ensayos ni
de metafísicos. Escribir la

palabra ‘Kant’ no hace a nada metafísico.

Es claro
que hay un intento de sacudir, de producir un temblor en varias ideas, hábitos
de lectura o reglas canónicas por parte del narrador. El autor busca igualarse
a Joyce, pero diciendo que Joyce no es canónico. Es como tratar de crear tu
propia escuela de pensamiento o descubrir nuevas caminos, direcciones. Es el
tiempo de los ‘ismos’ en Europa, y del Modernismo en Hispanoamérica. Borges no
es ajeno a eso y se ve su afán de experimentar por doquier.

Entonces,
estamos frente a un proceso de meta escritura y metalectura en el que Borges
trata de hacer literatura al reseñar literatura. Esto será parte de su estilo
por muchos años. No nos dice mucho sobre los autores reseñados pero tampoco es
desechable la información que proporciona. Estamos tan acostumbrados a ver un
ensayo con cierta lógica que no nos ponemos a pensar que puede haber ensayos de
mil formas y colores. Él está proponiendo (really?) una nueva forma de escribir
o más bien, redactar.

Mi favorito
es el de Berkeley. Es el más ensayistoide de los ensayos. Es donde explica más.
Se entiende, porque esta idea de la percepción de Berkeley le dio muy buenos
resultados, se convirtió en una fuente literaria inacabable en muchos de sus
cuentos, sin importar en qué tierras míticas sucediesen o cuales temas exóticos
se desarrollasen.

Es un
Borges joven, pero no un escritor joven.


criollismo

If Borges continually returned to his first book of poetry, endlessly tinkering with it and republishing it in slightly different form so that it would truly prefigure "everything that he would do afterwards" (Obras completas 33), his approach to his first book of prose was quite different. He refused to allow Inquisiciones ("Inquisitions," 1925) to be reprinted, and indeed the story goes that he bought up old copies so that nobody else could get their hands on them. This book, and the two following collections of essays that Borges treated with equal disdain, circulated in grubby photocopies, passed between fans like underground Samizdat. It was only after the author's death that his widow permitted their official republication.

So Borges seemed to want to expunge these early essays from his literary career. And yet he named his most famous book of essays, published over a quarter of a century later, in 1952, Otras inquisiciones: "Other Inquisitions," a title that alludes to the existence of the earlier book, however much he had tried to repress its memory. As James Irby notes, the later collection's
curiously ancillary title is therefore ambiguous and ironic. "Other" can mean "more of the same": more efforts doomed to eventual error, perhaps, but certainly more quests or inquiries into things, according to the etymology. But "other" is also "different," perhaps even "opposite." ("Introduction" to Other Inquisitions)
Why would Borges want to turn his back on these initial forays into prose? They are, perhaps, too florid and baroque for the mature author's taste. The language employed is formal, complex, and often almost archaic. But I don't think it's merely a matter of style--which could in any case be amended, as with the early poems. I suspect it's more a matter, as Rose Corral argues, of Borges wanting to distance himself from his early "criollismo," that nationalist strain within his work that sought "to recover and at the same time transform the great Argentine tradition of oral literature, that is, the gauchesque" ("Acerca del 'Primer Borges'" 158). In the 1930s and 1940s, Borges will transform himself into the great cosmopolitan intellectual, best-known for his "games with erudition, his mix of authentic and apocryphal citations, his astonishing mosaic of allusions, his universalism as an imaginative strategy, his literary fabrications" (158). Such a transformation required the suppression of his initial Inquisitions.

Yet Borges never completely abandons the criollista strain in his work (we will see the continued obsession with violence and primitivism in a story such as "El Sur," for instance), and equally it is not as though the other, cosmopolitan and erudite, Borges is missing from this early collection. Far from it. So if there are two Borges ("Borges and I"), it's not so much a matter of a split between "early" and "late," but more a tension that is present throughout his career. We can trace a constant play between on the one hand what we might call the "materialist" Borges whose avatar is the tight-lipped gaucho and, on the other, the rather more familiar "deconstructionist" Borges whose figure would be the labyrinth of linguistic signifiers in constant flux.

Of course, this divide is immediately complicated (and to some extent undone) by the fact that the gaucho is very much a literary creation, a mythic apparition, and that Borges is always fascinated by the possibility of giving solidly material form to his verbal jeux d'ésprit.

Meanwhile, another (and perhaps not unrelated) characteristically Borgesian tension becomes visible within Inquisiciones: the presence of a strikingly singular tone or "voice," which articulates a series of arguments that withdraw any claim to that voice.

To put this another way: it's quite remarkable how fearless Borges is in these literary "inquisitions." He covers a huge swathe of cultural territory, from the Spanish Golden Age poet Francisco de Quevedo or the relatively obscure seventeenth-century English author Sir John Browne, to paragons of European modernism such as James Joyce, Miguel de Unamuno, or Ramón Gómez de la Serna, as well as Argentine and Uruguayan writers Hilario Ascasubi or Fernán Silva Valdés. In each case, the young Borges is unwavering in the self-confidence of his own critical judgments and achievements: "Quevedo is, above all, intensity" (48); "I am the first Hispanic adventurer to have reached Joyce's book" (22); "Silva Valdés [. . .] is the first young poet to bring together Hispanic culture as a whole" (69).

And yet if, in these somewhat swashbuckling (some might say pompous...) raids on the literary canon, Borges is happy to talk about "Hispanic culture as a whole" ("la conjunta hispanicidad"), elsewhere, and no less stylishly or unremittingly, he undercuts the notion that we can speak even of "the self as a whole" ("el yo del conjunto," 93). Borges categorizes, judges, dissects, and dispatches: he puts other writers in their place. But the "I" that makes these judgments is always somehow out of reach. It's no longer, it seems, even a matter of "Borges and I": Borges may remain, a literary figure associated with a series of definitive judgements; but the "I" fades away or, better, fails ever to coalesce in the first place.

The clearest instance of this tension is perhaps found in "La nadería de la personalidad" ("The Nothingness of Personality"). Here, like a refrain, Borges repeatedly claims that "There is no such coherent I" (93, 94, 96, 98, 103) and that "The I does not exist" (102). And yet these adamant declarations can only be made by an "I" that insists on the coherence of the case that it is making. The first three sentences, for instance, all begin with verbs in the first person singular: "I want [. . .]. I think [. . .] I want [. . .]" (92). The self is nothing, but this essay--and indeed the entire collection of essays--only finds coherence precisely in the presumption of an articulate self defined in terms of stylistic brillo and argumentative panache.

And does this second tension map onto the first? Is it not the essence of the Argentine criollo to perform his individuality with brillo and panache, even as he argues that such individuality is necessarily a fiction?

criollismo

If Borges continually returned to his first book of poetry, endlessly tinkering with it and republishing it in slightly different form so that it would truly prefigure "everything that he would do afterwards" (Obras completas 33), his approach to his first book of prose was quite different. He refused to allow Inquisiciones ("Inquisitions," 1925) to be reprinted, and indeed the story goes that he bought up old copies so that nobody else could get their hands on them. This book, and the two following collections of essays that Borges treated with equal disdain, circulated in grubby photocopies, passed between fans like underground Samizdat. It was only after the author's death that his widow permitted their official republication.

So Borges seemed to want to expunge these early essays from his literary career. And yet he named his most famous book of essays, published over a quarter of a century later, in 1952, Otras inquisiciones: "Other Inquisitions," a title that alludes to the existence of the earlier book, however much he had tried to repress its memory. As James Irby notes, the later collection's
curiously ancillary title is therefore ambiguous and ironic. "Other" can mean "more of the same": more efforts doomed to eventual error, perhaps, but certainly more quests or inquiries into things, according to the etymology. But "other" is also "different," perhaps even "opposite." ("Introduction" to Other Inquisitions)
Why would Borges want to turn his back on these initial forays into prose? They are, perhaps, too florid and baroque for the mature author's taste. The language employed is formal, complex, and often almost archaic. But I don't think it's merely a matter of style--which could in any case be amended, as with the early poems. I suspect it's more a matter, as Rose Corral argues, of Borges wanting to distance himself from his early "criollismo," that nationalist strain within his work that sought "to recover and at the same time transform the great Argentine tradition of oral literature, that is, the gauchesque" ("Acerca del 'Primer Borges'" 158). In the 1930s and 1940s, Borges will transform himself into the great cosmopolitan intellectual, best-known for his "games with erudition, his mix of authentic and apocryphal citations, his astonishing mosaic of allusions, his universalism as an imaginative strategy, his literary fabrications" (158). Such a transformation required the suppression of his initial Inquisitions.

Yet Borges never completely abandons the criollista strain in his work (we will see the continued obsession with violence and primitivism in a story such as "El Sur," for instance), and equally it is not as though the other, cosmopolitan and erudite, Borges is missing from this early collection. Far from it. So if there are two Borges ("Borges and I"), it's not so much a matter of a split between "early" and "late," but more a tension that is present throughout his career. We can trace a constant play between on the one hand what we might call the "materialist" Borges whose avatar is the tight-lipped gaucho and, on the other, the rather more familiar "deconstructionist" Borges whose figure would be the labyrinth of linguistic signifiers in constant flux.

Of course, this divide is immediately complicated (and to some extent undone) by the fact that the gaucho is very much a literary creation, a mythic apparition, and that Borges is always fascinated by the possibility of giving solidly material form to his verbal jeux d'ésprit.

Meanwhile, another (and perhaps not unrelated) characteristically Borgesian tension becomes visible within Inquisiciones: the presence of a strikingly singular tone or "voice," which articulates a series of arguments that withdraw any claim to that voice.

To put this another way: it's quite remarkable how fearless Borges is in these literary "inquisitions." He covers a huge swathe of cultural territory, from the Spanish Golden Age poet Francisco de Quevedo or the relatively obscure seventeenth-century English author Sir John Browne, to paragons of European modernism such as James Joyce, Miguel de Unamuno, or Ramón Gómez de la Serna, as well as Argentine and Uruguayan writers Hilario Ascasubi or Fernán Silva Valdés. In each case, the young Borges is unwavering in the self-confidence of his own critical judgments and achievements: "Quevedo is, above all, intensity" (48); "I am the first Hispanic adventurer to have reached Joyce's book" (22); "Silva Valdés [. . .] is the first young poet to bring together Hispanic culture as a whole" (69).

And yet if, in these somewhat swashbuckling (some might say pompous...) raids on the literary canon, Borges is happy to talk about "Hispanic culture as a whole" ("la conjunta hispanicidad"), elsewhere, and no less stylishly or unremittingly, he undercuts the notion that we can speak even of "the self as a whole" ("el yo del conjunto," 93). Borges categorizes, judges, dissects, and dispatches: he puts other writers in their place. But the "I" that makes these judgments is always somehow out of reach. It's no longer, it seems, even a matter of "Borges and I": Borges may remain, a literary figure associated with a series of definitive judgements; but the "I" fades away or, better, fails ever to coalesce in the first place.

The clearest instance of this tension is perhaps found in "La nadería de la personalidad" ("The Nothingness of Personality"). Here, like a refrain, Borges repeatedly claims that "There is no such coherent I" (93, 94, 96, 98, 103) and that "The I does not exist" (102). And yet these adamant declarations can only be made by an "I" that insists on the coherence of the case that it is making. The first three sentences, for instance, all begin with verbs in the first person singular: "I want [. . .]. I think [. . .] I want [. . .]" (92). The self is nothing, but this essay--and indeed the entire collection of essays--only finds coherence precisely in the presumption of an articulate self defined in terms of stylistic brillo and argumentative panache.

And does this second tension map onto the first? Is it not the essence of the Argentine criollo to perform his individuality with brillo and panache, even as he argues that such individuality is necessarily a fiction?