Que perfecto terminar nuestro curso sobre Borges con el cuento "El libro de arena". Es el último cuento del último libro que vamos a leer (para esta clase)--y contiene tantos rasgos y temas de otros cuentos que ya hemos leído. Que perfecto, por ejemplo, que el narrador esconde El libro de arena detrás de unos volúmenes de Las mil y unas noches.
El sueño
El hombre gris y obicuo: lo hemos visto ya en “La muerte y la brújula”, “El inmortal”, “Las ruinas circulares”, etc. ¿Por qué tantos hombres grises? Me pregunto si estos rasgos grises, vagos, indefinidos no son el producto del sueño. ¿No son así las personas que aparecen en nuestros sueños?
Nunca he padecido tanto del insomnio, como durante los últimos tres meses. ¿Cuántas veces, como el narrador de "El libro de arena", he encendido la luz a las tres o cuatro de la mañana y he leído porque no puedo dormir? Demasiadas veces para ponerme a contar. Y hasta en el sueño he soñado con Borges, no con la persona, sino con sus cuentos, sueños misteriosos, laberínticos, imposiblemente circulares, continuaciones de algún cuento que he estado leyendo. Es algo extraño y curioso lo que me ha ocurrido.
La obsesión y el universo
“El libro de arena” me hace recordar a "El Zahir" y "El Aleph". En "El Zahir" vemos a un sujeto que está obsesionado. El Zahir (una moneda), objeto que lo encuentra al narrador de forma serendípica, y lo deja inquietado, desequilibrado. Hace todo lo posible para deshacerse del objeto, y de la causa, de su obsesión. También hace recordar a "El Aleph" donde el narrador ve el infinito, el universo, concentrado en un punto: “…vi el Aleph, desde todos los puntos, vi en el Aleph la tierra, y en la tierra otra vez el Aleph y en el Aleph, vi mi cara y mis vísceras, vi tu cara, y sentí vértigo y lloré, porque mis ojos habían visto ese objeto secreto y conjetural, cuyo nombre usurpan los hombres, pero que ningún hombre ha mirado: el inconcebible universo.” Para el personaje Carlos Argentino Daneri, el Aleph es un secreto, un tesoro, algo que oculta, y protege. Tema, como el narrador de “El libro de arena”, que se lo roben.
El tiempo
Pienso que no es casualidad que este libro, el cuento, y el libro del cuento, se llaman “El libro de arena”. La arena nos hace pensar en el reloj de arena, en el poema “El reloj de arena” y en el cuento “Borges y yo”. Nos hace pensar en el tiempo. Como un puñado de arena que se nos escapa entre los dedos, así también el tiempo se nos escapa. Y, el tiempo, como la arena, es infinito.
El infinito y la circularidad
No es la primera vez que Borges habla de un libro infinito y circular. La biblioteca en "La biblioteca de Babel" es infinita y contiene todos los libros: “La Biblioteca es una esfera cuyo centro cabal es cualquier hexágono, cuya circunferencia es inaccesible.”
En "El jardín de senderos que se bifurcan" Stephen Albert, refiriéndose a la obra de Ts'ui Pên, dice: "--Antes de exhumar esta carta, yo me había preguntado de qué manera un libro puede ser infinito. No conjeturé otro procedimiento que el de un volumen cíclico, circular. Un volumen cuya última página fuera idéntica a la primera, con posibilidad de continuar indefinidamente." En "El libro de arena", Borges retoma (o recicla) el tema de lo infinito y lo circular. Quizás lo que más me fascina de Borges es mirar estos enlaces entre los cuentos y ver como una idea puede servir como fuente creativa y ser expresada de tantas diferentes formas y a través del pasar del tiempo.
Pi, número infinito y circular
El primer párrafo de “El libro de arena” empieza con la palabras: "La línea consta de un número infinito de puntos; el plano, de un número infinito de líneas; el volumen, de un número infinito de planos; el hipervolumen, de un número infinito de volúmenes...."
Esta referencia a un número infinito me hizo recordar a un artículo que leí hace poco en The New Yorker sobre dos hermanos matemáticos llamados Chudnosky. Viven en Nueva York y en su departamento han construido una "super-computadora”. Lo único que hace la computador es calcular pi (representado por la letra griega π). En 1949 otro matemático, Reitweisner, había calculado pi hasta 2,037 puntos decimales. Desde entonces han habido otros que han calculado cada vez más puntos decimales. Los Chudnosky lo han calculado, con la ayuda de su computadora, hasta más de un billón de puntos decimales. Si ese numero fuera imprimido, estiraría desde el centro de Nueva York hasta la mitad de Kansas. Pero, en verdad, pi estira al infinito y es una gran enigma.
Pi es un número que no se puede calcular con perfecta precisión. Y es un número cuyos dígitos no demuestran ningún tipo de regularidad. Los dígitos marchan hacía el infinito como predestinados, pero sin un orden perceptible. Es un número que tiene historia y referencias en antiguas culturas. Es un número que se encuentra en los discos de la luna y del sol, en el doble hélice de nuestro ADN, en el arco iris, en la pupila del ojo, en el redondel causado por una gota de lluvia que se cae en un charco… El número pi parece contener el universo.
Es más, para calcular la circunferencia de un círculo multiplicamos el diámetro de ese círculo por 3.14...o pi.
Volviendo a Borges, ¿no es posible que "El libro de arena", y muchos de los otros cuentos cuyo tema es lo infinito y lo circular, son todos una metáfora de pi? No creo, por ejemplo, que es mera coincidencia (y ya sabemos que nada es coincidencia con Borges) que el Zahir es una moneda…círculo perfecto.