Stefanoni, Pablo. Los inconformistas del Centenario

Stefanoni, Pablo. Los inconformistas del Centenario. Intelectuales, socialismo y nación en una Bolivia en crisis (1925-1939). Plural editores, 2015, 384 pp.

Al igual que el trabajo de investigación realizado por Huáscar Rodríguez, Pablo Stefanoni despliega en este libro una mirada que entrevera un criterio cronológico con un criterio analítico, quizás este último motivado por un trabajo archivístico y de rescate documental que le permite redibujar el complejo entramado de discursos, debates, redes de sociabilidad y transformaciones políticas con el objetivo de visualizar cómo se fue procesando “una revolución de las ideas tanto dentro como fuera del Estado” (16), vale decir, cómo se disputó el sentido, si es que alguna vez existió, de la nación boliviana. Tomando en cuenta, además, que este sentido debe ser pensado no solo desde fuentes centralistas, sino también desde zonas renovadoras que tuvieron como sustrato una serie de redes político-intelectuales que sustentaron un discurso antiliberal articulado a sectores inconformistas organizados por obreros, estudiantes y también militares de izquierda que bajo tendencias anarquistas y socialistas se lanzaron a disputar el sentido de la “bolivianidad” y de la “nación” con las clases dominantes.

De alguna manera el contrapunto temporal y espacial que propone Stefanoni está timoneado por un proceso de reconstrucción histórica que trae al presente de su lectura un conjunto relevante de recursos documentales. Esto le permite interpretar la historia de las ideas en Bolivia menos como una secuencia y concatenación de propuestas ideológicas que como el producto de un campo de fuerza cuyos impulsos están en permanente conflicto. Esto logra que Stefanoni no se ubique como distante de ese campo cultural y político, sino que al contrario, y al igual que la propuesta de La choledad antiestatal de Huáscar Rodríguez, conceptualice su propio punto de vista desde una óptica no de debate ideológico sino de prueba documental, aspecto este último que el autor sustenta a partir de la propuesta de Robert Darnton, quien arguye que “escarbar en la historia intelectual requiere nuevos métodos y nuevos materiales, desenterrar archivos antes que detenerse en tratados filosóficos” (Stefanoni 17).

Stefanoni traslapa estas líneas de Darnton al contexto boliviano que arranca con la imagen de los festejos del centenario de la fundación de la república, en agosto de 1925, una imagen que evoca un cúmulo ordenado de desfiles, antorchas, carros alegóricos y homenajes, y junto a ella el registro oficial de una visión progresista/liberal que pugnaba por proyectar una nueva imagen del país y que quedó impresa en el grandilocuente Libro del Centenario, publicado ese mismo año, con tapas duras de cuero y tallado con motivos tiwanacotas. Allí, con un derroche fotográfico se representaba un país que aunaba lo pintoresco con la modernidad, es decir, se privilegiaba, por ejemplo, “una foto del Lago Titicaca que juntaba las tradicionales totoras con las grúas de vapor El Inca” (69; Stefanoni 47). En palabras de ese Libro, se proyectaba un país “atractivo, turístico, exótico, digno de descubrirse y lleno de potencialidades [para los inversores]” (68; Stefanoni 47).

En Los inconformistas del Centenario observamos precisamente que durante tales festejos del Centenario se gestaba también una impugnación a la nación oficial y sus galerías de cristal construidas por las élites. Esta gesta libertaria, esta impugnación, alcanza diferentes matices y contradiscursos críticos provenientes de una generación juvenil o juvenilista (Stefanoni dixit), que Enrique Baldivieso definió como la “generación del Centenario”.

Pero a Stefanoni le interesa estudiar cómo operó el concepto de socialismo para conformar nuevos proyectos estatales reformistas y antiliberales. En este sentido, rastrea las formas de articulación de los jóvenes inconformistas y sus modos de asimilación de las ideas renovadoras provenientes de la Revolución Mexicana y la Revolución Rusa. Stefanoni reúne personajes centrales que llama “intelectuales menores” (22) que coinciden en su antiliberalismo: anarquistas inclasificables y suicidas como Cesáreo Capriles, quien consiguió articular un espacio intelectual contestatario a través de su revista Arte y Trabajo; socialistas “revoltosos” como Roberto Hinojosa, o “populares” como Tristán Marof, quien ejerció una función pública durante el gobierno de Enrique Hertzog a fines de los años 40.

Si bien el interés de pensar en clave de “grandes” intelectuales a intelectuales “menores” supone una valoración particular de cada una de sus intervenciones históricas, el punto central radica en el esfuerzo de dar cuenta de los procesos de circulación y generación de ideas inconformistas. Y es al interior de esta dinámica donde entran en juego publicaciones y voceros como Bandera Roja en La Paz o Arte y Trabajo en Cochabamba. La primera se imaginó como “órgano oficial del proletariado”, en cuyas páginas circularon diferentes corrientes de izquierda promovidas más bien por obreros que por intelectuales; en Arte y Trabajo el impulso inconformista y contestatario iría más lejos, en una editorial del 24 de diciembre de 1922, por ejemplo, se lee que “Cochabamba no piensa en revolución, porque no piensa en nada”.

Esto demuestra el grado de complejidad y diversidad en ese “grupo” generacional que asume críticamente la realidad boliviana desde 1925 y que Stefanoni intenta articular a la manera de un pacto secreto de renovación antiliberal.

El esfuerzo de Stefanoni se despliega en las tres partes, extensas y meticulosas, del libro, todas orientadas al estudio de los procesos de conformación de la sensibilidad inconformista. La primera, que asume la hipótesis central de reconstruir cómo fueron posible las diferentes expresiones intelectuales al interior del contexto en que se produjeron, explora las formas ideológicas mediante las cuales obreros, indígenas y estudiantes enfrentaron al Estado liberal oligárquico de Bautista Saavedra y del supuesto renovador nacionalista Hernando Siles, durante las décadas del 20 y 30. Stefanoni busca demostrar que es en este periodo donde la palabra “socialismo” opera no como una imposición ideológica sino como un elemento funcional significante que sirvió para la transformación y gestación de nuevos lineamientos de cambio social. Las vías de circulación y apropiación de este significante fueron precisamente las revistas, en las cuales se difundieron los importantes sucesos de rebelión indígena que marcaron este periodo, como la rebelión de las comunidades indígenas de Chayanta que se produjo en junio de 1927 o la masacre de Uncía que precisamente fue denunciada en las primeras páginas de Bandera Roja en 1926.

Las otras dos secciones del libro se refieren a las propuestas de superación del liberalismo durante y después de la Guerra del Chaco (1932-1935), donde la participación de intelectuales de izquierda como José Antonio Arze o Tristán Marof fue de vital importancia para comprender la emergencia de una minoría intelectual que interpela desde cerca a los centros de poder. Pero también Stefanoni abre la discusión hacia otros intelectuales más periféricos que promovieron el indianismo boliviano desde otras perspectivas también inconformistas, tales como el escritor Alberto de Villegas, quien organizó la semana indianista; María Frontaura Argandoña, quien participó en el Congreso Indigenal junto a Churata en los años 40; o Elizardo Pérez fundador y promotor del proyecto de la Escuela Ayllu de Warisata a partir de 1931 (donde también se integró de manera protagónica Churata y que Stefanoni descuida mencionar en su estudio).

La Guerra del Chaco, en suma, se constituye en una bisagra que, por una parte, hace posible la caída de los proyectos liberales y, por otra, abre las compuertas para la revolución nacionalista de 1952. Pero fundamentalmente el rol de la “generación de inconformistas”, desde diferentes flancos de acción, hace posible que en este proceso bélico de transición se encuentren las sociedades indígenas y las visiones occidentales que se desplegaban en los sectores urbanos. Es por eso que a Stefanoni le interesa indagar aquello que no encaja de las sensibilidades inconformistas locales con relación a los proyectos socialistas de corte internacional.

El estudio y análisis de este lugar intermedio de enunciación y su labor renovadora e inconformista durante este periodo del Centenario, es quizás el aporte fundamental de este libro que se empeña por dar forma a los cimientos ideológicos y contestatarios del siglo XX en Bolivia. Un libro que finalmente ofrece la trama de los discursos disruptivos que operaron con parcial eficacia durante el periodo que este autor nombra y delimita como el de “una Bolivia en crisis” durante 1925 y 1939.

Read 3 comments

  1. Rodolfo,

    una vez más me declaro bastante ajeno del tema. Por otra parte agradezco mucho la completa síntesis que haces del libro, ¿a qué se refiere Stefanoni con sensibilidades inconformistas locales con relación a los proyectos socialistas de corte internacional? ¿Estaríamos entendiendo que lo local es entendido por la conceptualización de lo sensible y lo internacional por otro concepto no sensible, pero sí expresaba a manera de proyectos?

    La otra duda, ¿por qué mencionas que los discursos disruptivos posteriores a lo ilustrado por Stefanoni operaron con parcial eficacia?, ¿a qué se debe esta parcialidad?, ¿el criterio es tuyo o de Stefanoni, (mejor)?

    saludos

    Ricardo

    • Hola Ricardo, gracias por el comentario. Sobre lo primero diría que el esfuerzo de Stefanoni es destacar ciertos procesos de insurgencia interna o local para dar relevancia a procesos de insurgencia vinculados a movimientos indígenas, por una parte, pero también a cierto inconformismo que germinó en la intelectualidad de corte revolucionario, en esos momentos donde el oficialismo hacía gala de los 100 años de desarrollo republicano, primero, y luego liberal. Es así que la figura del socialismo se utilizó, según la propuesta de Stefanoni, como un sgte, como un operador que sirvió para movilizar y canalizar las protestas y las resistencias frente a un régimen bastante oligárquico y represor.
      El tema de la “parcialidad” es una interpretación mía, pues el libro acaba con la experiencia del socialismo militar que se cifra en el suicidio del presidente Germán Bush en 1939. Los jóvenes de la generación inconformista que buscaban la transformación de su país lograron abrir el problema pero no lograron consolidar el proyecto, si es que hubo un solo proyecto. En todo caso Stefanoni se esfuerza por captar el “espíritu de época” (356) y reconstruir los cambios sociopolíticos que se derivan de ello. Su mirada es más procesual que conclusiva, lo cual podría considerarse un acierto si evaluamos la parcial eficacia a la que suelen llevarnos (de inicio) los entusiastas discursos disruptivos en Bolivia, como los del masismo de Morales hoy en día…

  2. Muy interesante, esta historia de “cómo se disputó el sentido, si es que alguna vez existió, de la nación boliviana.” Pero me pregunto sobre los flujos o movimientos de ideas también internacionales–porque claro (?) la idea del “socialismo,” por ejemplo viene de fuera. A través de lecturas (de quien?)? De viajes? De migraciones? De exilios? Dentro de América Latina o entre Europa y Bolivia (y/o los Estados Unidos)? Bueno, todo esto sólo para añadir más complejidad… 😉

Leave a Reply