Cien años de soledad – última parte

Posted by: | March 21, 2010 | Comments Off on Cien años de soledad – última parte


¡Bueno, hemos llegado al final!

En mi opinión, hay bastantes cosas en esta última sección de nuestra lectura que me han parecido sobresalientes – elementos que hemos visto antes de esta parte que ahora se desarrollan, como la visión del tiempo y descripciónes de la soledad, y también algunos elementos nuevos, como los destinos de los personajes a lo largo de la historia.

El tratamiento del tiempo en el libro continua a ser uno de los aspectos más notables para mí; la visión de Úrsula que “el tiempo no pasaba […] sino que daba vueltas en redondo” (456) que es descrita cuando ella recibió la “la misma réplica que recibió del coronel Aureliano Buendía en su celda de sentenciado” (456) de José Arcadio Segundo es reiterada al principio de esta sección de la lectura. Como este libro cubra un período de tiempo bastante largo, la visión del tiempo como dando vueltas en redondo me parece ser una de las ideas más importantes que son propuestas en el libro. Otra tema importante del libro que desarrolle en esta última sección es la descripción de la soledad en relación con una cantidad de personajes. La soledad es imaginada como una fuerza que afecta un gran número de personajes en maneras diferentes, pero sin embargo, en un modo muy profundo en cada caso: a Aureliano Segundo “solo le hubiera quedado el premio maravilloso de poder evocar [sus recuerdos] sin amargura ni arrepentimientos (435), José Arcadio Segundo “estaba en un mundo de tinieblas más impenetrable que el suyo, tan infranqueable y solitario como el del bisabuelo” (456), Aureliano y Fernanda “siguieron viviendo cada uno en su [soledad]” (485), y Fernanda se humanizó el la soledad (489). Todas estas visiónes, aunque diferentes en sus detalles, sirven a reflejar la poder de la soledad y los efectos drásticos que la soledad puede tener sobre el carácter humano. Poco a poco, el Macondo feliz, tranquilo, fructífero y sostenible que hemos visto al principio del libro se ha convertido en una localidad que “estaba en ruinas” (449), con una historia perdida; la gran mayoría de los habitantes no creen que el masacre de la compañía de plátanos ha realmente pasado. Este estado de ruinas es reflejado en la misma apariencia física de Macondo, y las muertes de tantas personajes pueden ser consideradas como gran obstáculos a la posibilidad de conocer la verdadera historia del pueblo.

La trayectoria de Úrsula me hizo pensar en la película “El curioso caso de Benjamin Button”; en acercandose de la muerte, Úrsula “poco a poco se fue reduciendo, fetizándose, momificándose en vida, hasta el punto de que en sus últimos meses era una ciruela pasa perdida dentro del camisón” (463). Esta descripción de los momentos antes de la muerte como una reflexión de los primeros momentos de vida puede ser considerada como otra visión del tiempo como dando vueltas. La idea de herencia en Cien años de soledad también es algo problemático; antes de su muerte, Úrsula piensa que “ninguno de su descendientes había heredado su fortaleza” (458), y aunque Amaranta Úrsula “revelaba la misma fortaleza de carácter” (476) que Úrsula, hay implicaciones que su fortaleza no es tan constante como la de Úrsula. Tal vez el concepto de la herencia es más problemático en el caso de los mujeres que los hombres; el hijo Amaranta Úrsula es descrito sólo en términos de su gran semejanza con los de José Arcadios “grandes, macizo y voluntarioso […], con los ojos abiertos y clarividentes de los Aurelianos, y predispuesto para empezar la estirpe otra vez por el principio y purificarla de sus vicios perniciosos y su vocación solitaria” (542). Los papeles de género son descritos en el libro en una manera bastante convencional, como en el episodio en cual Fernanda grita a su marido que obtener comida no es su responsabilidad, como “eso as asunto de hombres” (441), pero también hay bastantes subversiónes a los convenciónes, como la inicial dominación total de Amaranta Úrsula sobre su marido Gaston; ella llega a Macondo “llevando al esposo amarrado por el cuello con un cordel de seda” (503). En mi opinión, como reflejado en las descripciones de los papeles de género, en esta novela nada es tan simple como parece ser al principio. Desde los primeros momentos que empecé el libro, el posible final de la obra ha sido una fuente de intriga para mí, y en leer el final, fui sorprendida de enterarme que la obra de Melquíades era “la historia de la familia [Buendía] en sus detalles más triviales, con cien años de anticipación” (547), pero me imaginé más temprano que esta historia no podría tener un fin feliz y positivo; sino un fin que corresponde a la visión del tiempo, historia, y destinos de los personajes que Márquez ha desarrollado a lo largo de la obra.


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