La obra Borgeana es un gigantesco fraude…pero la literatura también…Algunas Reflexiones…
Bueno, hablar de la obra Borgeana (debemos
decir Borgeana, y no ‘autor’, ya que ‘Borgeana’ es un adjetivo accidental, como
Rodriguez o Smith) es hablar de un gigantesco fraude, un robo, un plagio
cósmico, el más vil acto de piratería que el mundo de la literatura ha conocido
jamás. Sigamos describiendo a Borges-Narrador: rata, rapaz, hurtador,
malversador, escamoteador, desfalcador, emulador, impostor, engañador,
tramposo, enredador, engatusador, mentiroso, tergiversador, embaucador y charlatán.
Se reconocen en esta obra Borgeana rastros de otros embusteros como H. G.
Wells, Edgar Allan Poe, Longfellow, the Brothers Grimm, Robert Louis Stevenson,
Dickens, Cervantes, Lewis Carroll, A Thousand Nights and one Night, Dumas,
George Moore, Jack London, Kipling y, entre los poetas ingleses a Shelley,
Keats and Swinburne. La lista sería larga, cuasi infinita. Y ‘yo’ puedo
referirme a esta obra Borgeana como a mí me parezca, ya que en literatura no
hay moralidad, no hay ética. Al acusar de falsificadora esta obra, no cometo un
pecado mayor que el que comete esta obra, ya que el robo que realiza es
completamente moral y justificado dentro del universo literario, al igual que
el incesto, la sodomía y el homicidio.
Pero, también es justo decir que este bello acto de escritura
intertextual crea en el lector un sentimiento o efecto poético que pocas obras
han logrado, sobre todo si se tiene en cuenta la brevedad de los cuentos, en
comparación con las novelas y otros textos más largos.
Bueno, entonces, este fraude literario de Borges empieza
siempre en otro libro,
en otro texto, pero no inconsciente o subconscientemente, sino de forma
deliberada y cínica. No es un estilo, sino un reconocimiento, una aceptación de
la forma en que procede el lenguaje. Saussure lo enunció en 1916, pero Lacan lo
puso de forma más clara: el signo lleva a otro signo a otro signo a otro signo. Sucede en el Inconsciente-Lenguaje
y sucede en la Literatura. Borges tomó de Poe y Stevenson pero éstos tomaron de
otros, etc., así hasta el infinito hacia el pasado y el futuro…y otros harán lo
mismo, no hay otra opción. Hay un solo Libro, en el que todos cooperamos, esto Mallarmé lo entendió mejor que
nadie, pero murió antes de visualizarlo completamente[1]. Pero ese
libro sólo Dios puede verlo y entenderlo, nosotros sólo hacemos trazos o
figuras en la arena, y Dios ve el sentido, el significado en éstos. Laberinto,
eternidad y universo son en realidad imágenes del gran libro que Borges trata
de ‘crear’ al pedir prestado de otros textos. De alguna forma ya todo fue escrito,
y lo que se hace son combinaciones de lo mismo. Nada hay nuevo bajo el sol,
pero todo es nuevo bajo el sol. El Don Quijote de Pierre Menard es
infinitamente mejor que el de Cervantes, claro está.
Borges ha hecho esta labor intertextual mejor que nadie, y si no se le considera el mejor escritor del Siglo XX es porque no escribió en inglés originalmente. Ya que vemos que se pone en un pedestal a Joyce, por ejemplo, cuando la obra Borgeana es infinitamente superior a la del Irlandés.
Con la muerte del autor entonces, nos queda
sólo el texto, Borges y otros antes que él ya lo intuían y dieron en el clavo.
Tal vez en un futuro no muy lejano glorifiquemos al Lector, y empiece otra
historia diferente, que será la misma.
[1] Véase el libro Psicoanalizando a
Mallarmé, Editorial Sepan Cuántos, 11ª edición, 1778.