La narrativa del espejo o el ‘ellos’ discursivo

Borges utiliza en varias de sus narraciones el recurso discursivo del “ellos” enunciativo-indirecto. Es decir, de forma recurrente encontramos que el narrador refiere la procedencia de la presente narración total o parcialmente (o en general de cualquier otro elemento que la conforma) a un “ellos” que comunican  los sucesos al narrador o a otros “espectadores”.

Comencemos el análisis de dicho recurso en “La intrusa” de El informe de Brodie para ver cuál es el efecto narrativo. Dicho cuento comienza así: “Dicen (lo cual es improbable) que la historia fue referida por Eduardo, el menor de los Nelson”. Destaca desde el comienzo el uso del “ellos” que supuestamente cuentan los eventos a otro “espectador” o narrador indirecto o aludido que habrá de referirlo al narrador del relato. Sin embargo, la paternidad del  “ellos” es  “improbable” más no falsa. El cuento continúa diciendo respecto a los orígenes del relato: “Lo cierto es que alguien la oyó de alguien, en el decurso de esa larga noche perdida, entre mate y mate, y la repitió a Santiago Dabove, por quien la supe”. Habría que destacar que el “ellos” se intentan legitimizar como una fuente de segunda mano: es decir ellos cuentan la versión de uno de sus protagonistas; sin embargo, en la segunda posibilidad, a la cual se le da mayor credibilidad (“Lo cierto es…”), encontramos una versión hasta cierto punto más ambigua al referir a “alguien” que la escucha de “alguien” y la comunica a Santiago Dabove quien la cuenta al narrador. Es decir, parece que la historia es en sí misma el producto de lo contado por los narradores y no la historia misma sucedida a uno de los  protagonistas, que también ha sido contada… Digámoslo así el relato es el relato de algo, y no ese algo mismo. Efecto que una vez más crea el vértigo del espejo frente a al espejo, donde dos planos unidimensionales crean todo un universo profundo e infinito y donde de confunde lo real con lo reflejado. Es decir cada posible intermediario ‘narrador’-indirecto entre el “hecho” (si es que por sí mismo existe) y el relato es como un espejo frente a otro…

Otros de los relatos donde podemos observar dicho recurso son, “Los dos reyes y los dos laberintos”: “Cuentan los hombres dignos de fe (pero Alá sabe más)…”, “Historia de los dos que soñaron”: “’Cuentan los hombres dignos de fe (pero sólo Alá es omnisciente y poderoso y misericordioso y no duerme)…”, “El asesino desinteresado Bill Harrigan”: “Dicen que lo parió un fatigado vientre irlandés, pero se crió entre negros…” (recuérdese también Arte Poética: “Cuentan que Ulises, harto de prodigios,/ lloró de amor al divisar su Itaca/ verde y humilde…”. Así mismo encontramos dicho recurso de manera más parcial y velada en otros de los relatos borgeanos…

La intrusa


            En general, encontré este libro de Borges algo interesante. Me recordó mucho a Historia universal de la infamia en el sentido de que mucho de los cuentos tenían una especie de moraleja o un final didáctico. En el primer cuento “La intrusa,” la hermandad entre Eduardo y Cristián es mas “fuerte” que el amor que le tenían a la misma mujer. De una manera muy extraña, los dos buscaban formas de hacer crecer esta relación; sin embargo, nunca iban a poder ser felices porque ambos compartían a una mujer y en realidad, los sentimientos humanos son fuertes, por lo tanto, eventualmente, uno debería de concederle la mujer al otro. Pero no sucede así, Cristián toma la responsabilidad de matarla y Eduardo le ayuda con el traslado del cuerpo a un lugar remoto. Si hago esta breve sinopsis es porque creo importante investigar el papel de los hermanos. Cristian, el mayor, fue el primero en tocar a esta mujer, se puede decir que era de él, y también fue el último en tocarla. Eduardo, por ser el menor, tenía el corazón de Juliana y él le correspondía. Entonces, la hermandad no era tan fuerte como ellos daban a entender. Cristián, por celos y por no poder soportar que esta mujer quisiera más a su hermano que a él, decide que lo mejor es matarla a ella, porque si no, siempre sería un obstáculo para su hermandad. Más aun, en varios instantes en el cuento, el narrador se refiere a Eduardo como el otro, desplazándolo de su nombre propio, estableciendo que su hermano tiene cierta autoridad sobre él: “Cristián cobró la suma y la dividió después con el otro” (17). Aquí, vemos que el mayor hace los negocios y el menor simplemente los observa, al lado, siendo el otro. Después, “Entró; adentro estaba el otro, esperando su turno” (ibid). Una vez más, Eduardo ya no tiene nombre propio, reafirmando que independientemente de sus acciones o sentimientos, nunca será tan importante como su hermano, ni después de la muerte de éste, porque se supone que Eduardo es el que está redactando esta historia en el velorio de su hermano. En fin, el narrador dice que “Caín andaba por ahí, pero el cariño entre los hermanos era muy grande…” (Ibid); pero, ¿realmente era tan grande ese cariño? ¿Realmente eran tan fuertes? No sé, porque el hecho de que no puedan vivir y crecer de esta experiencia con la presencia de Juliana demuestra debilidad. Caín sí estaba ahí, y sí logro su propósito de una manera indirecta, los hermanos no estuvieron en un duelo físico, pero si en un duelo emocional donde la muerte de la mujer y su amor, simboliza la muerte emocional de ambos.         

La intrusa


            En general, encontré este libro de Borges algo interesante. Me recordó mucho a Historia universal de la infamia en el sentido de que mucho de los cuentos tenían una especie de moraleja o un final didáctico. En el primer cuento “La intrusa,” la hermandad entre Eduardo y Cristián es mas “fuerte” que el amor que le tenían a la misma mujer. De una manera muy extraña, los dos buscaban formas de hacer crecer esta relación; sin embargo, nunca iban a poder ser felices porque ambos compartían a una mujer y en realidad, los sentimientos humanos son fuertes, por lo tanto, eventualmente, uno debería de concederle la mujer al otro. Pero no sucede así, Cristián toma la responsabilidad de matarla y Eduardo le ayuda con el traslado del cuerpo a un lugar remoto. Si hago esta breve sinopsis es porque creo importante investigar el papel de los hermanos. Cristian, el mayor, fue el primero en tocar a esta mujer, se puede decir que era de él, y también fue el último en tocarla. Eduardo, por ser el menor, tenía el corazón de Juliana y él le correspondía. Entonces, la hermandad no era tan fuerte como ellos daban a entender. Cristián, por celos y por no poder soportar que esta mujer quisiera más a su hermano que a él, decide que lo mejor es matarla a ella, porque si no, siempre sería un obstáculo para su hermandad. Más aun, en varios instantes en el cuento, el narrador se refiere a Eduardo como el otro, desplazándolo de su nombre propio, estableciendo que su hermano tiene cierta autoridad sobre él: “Cristián cobró la suma y la dividió después con el otro” (17). Aquí, vemos que el mayor hace los negocios y el menor simplemente los observa, al lado, siendo el otro. Después, “Entró; adentro estaba el otro, esperando su turno” (ibid). Una vez más, Eduardo ya no tiene nombre propio, reafirmando que independientemente de sus acciones o sentimientos, nunca será tan importante como su hermano, ni después de la muerte de éste, porque se supone que Eduardo es el que está redactando esta historia en el velorio de su hermano. En fin, el narrador dice que “Caín andaba por ahí, pero el cariño entre los hermanos era muy grande…” (Ibid); pero, ¿realmente era tan grande ese cariño? ¿Realmente eran tan fuertes? No sé, porque el hecho de que no puedan vivir y crecer de esta experiencia con la presencia de Juliana demuestra debilidad. Caín sí estaba ahí, y sí logro su propósito de una manera indirecta, los hermanos no estuvieron en un duelo físico, pero si en un duelo emocional donde la muerte de la mujer y su amor, simboliza la muerte emocional de ambos.         

Ironía y Narración: Comparación entre Los Dos Duelos.

El Informe de Brodie (1970) contiene dos cuentos con títulos similares: ‘El Duelo’ y ‘El Otro Duelo.’

En estos dos relatos se aprecian aspectos análogos: la rivalidad entre dos personas (Silveira-Cardoso, Marta-Clara), el tipo de narrador, la oralidad, la muerte como desenlace y la ironía como estilo retórico. En ‘El Duelo’ es muy clara la postura irónica del narrador, mientras  que en ‘El Otro Duelo’ la actitud de éste es un poco más sobria y reservada, más ‘objetiva’ si se quiere, pero irónica al fin y al cabo. Deseo explicar a continuación esta similitud estilística.

En ‘El Duelo’ el narrador es omnisciente, puesto que controla todo el proceso narrativo, sin embargo, el cuento inicia de una manera curiosa. El narrador nos dice que la historia que va a referir le fue contada por una tal ‘señora Figueroa’, que es una de sus ‘protagonistas.’

Esto le da un tinte enigmático al relato, y también, como es de pensar, nos  indica, tal vez, que la señora Figueroa tendrá una voz clara, real, dentro de la historia, lo cual no sucede. Para complicar las cosas, se nos dice que la señora Figueroa no solo le contó al Narrador-Borges la historia misma que el Narrador-Borges nos va a contar, sino que también le refirió
a éste la ‘labor de Henry James.’ Es decir, esta señora Figueroa es un
personaje muy importante, pues parece tener mucha información relevante no sólo sobre Henry James sino sobre la historia misma que se nos va a contar.

Algo también curioso aquí: después de mencionar a la señora Figueroa, el Narrador-Borges confiesa que va a ‘dictar’ esta historia. Esto ilustra el aspecto oral de la narración misma y su relación con la Literatura.
Dictar significa no sólo que hay alguien escuchando al ‘dictador’
o ‘dictante’ sino que ese alguien lo va a poner en lenguaje escrito (o no) y
que esta historia se va a seguir metamorfoseando por toda la eternidad.
Narrador-Borges recibe la historia y él la transfiere al siguiente receptor-narrador, que hará lo mismo.

Lo anterior no tiene nada de particular, puesto que nos hace pensar que el Narrador-Borges le va a dar la palabra a la señora Figueroa para que ésta refiera la historia o al menos participe de alguna forma, lo cual no es así. La pregunta que surge es ¿para qué entonces mencionar a la
señora Figueroa como una protagonista cuando ésta no tiene voz ni presencia real!!?

La respuesta a esta pregunta nos la dan los siguientes párrafos. En éstos, y demostrando la imprecisión de los datos aportados al Narrador-Borges , se aprecian frases como: ‘Alguien’, y ‘Según los  c orresponsales’ . Es decir, el Narrador-Borges toma distancia en cuanto a la veracidad de los datos. Él no es ‘autor’ de estas historias, ni mucho menos inventor, podríamos concluir. Los ‘autores’ son los demás, nunca el Narrador-Borges. Sin embargo no es esto lo que atestiguamos al leer los relatos.
Los dos relatos son fruto de la imaginación del Narrador-Borges!! No importa que el Narrador-Borges quiera confundirnos con esas frases imprecisas y confusas mencionadas líneas arriba, la verdad es que él mismo se ha dado permiso para crear o recrear, o completar estas dos historias, y eso es lo que ha hecho.

En ‘El Otro Duelo’ (también una historia contada al Narrador-Borges ) el narrador también es omnisciente y también inicia con la confesión
de que la historia le fue referida por un tal Carlos Reyles, hijo del
novelista. La ironía en este relato surge más bien de la dinámica entre
historia y realidad. Se crea pues una triada perversa: Historia-Oralidad-Literatura.

En este relato aparecen frases como ‘En mis recuerdos se confunde…’ ,‘Yo no sé si los hechos…’, ‘Fue por aquellos años’ y ‘Fue entonces, creo…’ ¿Qué es lo que nos revelan estas frases imprecisas? Nos revelan que el narrador quiere crear un mundo difuso, donde nada es preciso, donde la frontera entre la realidad y la historia se confunden, o se mezclan.
El narrador no sabe nada de cierto, y esto se aprecia a lo largo de los dos
relatos, como ya mencionamos líneas antes. Es decir, en las dos introducciones se nos señala que estas historias le han sido reveladas al Narrador-Borges , pero esto es más bien tomado como excusa para echar a andar su maquinaria inventiva y poder así llenar los espacios en blanco. Al fin y al cabo, eso es lo que hacen los ‘historiadores’, y esto lo dice el mismo narrador en el cuento ‘El Otro Duelo.’ Es decir, el Narrador-Borges se da permiso a sí mismo para contar la historia y modificar, o de plano ‘adivinar’ (también lo dice el narrador) lo que en realidad sucedió en esas dos historias.

Resumiendo, encontramos en estos dos relatos un narrador que primero es receptor de una historia, que le da crédito a sus fuentes y que después nos narra la historia a nosotros los lectores. Aquí no hay nada fuera de lo normal, sin embargo, el mismo narrador quiere distanciarse de lo mismo que está contando, como diciendo ‘a mí no me crean, a mí me lo contaron’, pero sin embargo el mismo narrador se convierte en ‘autor’ de la historia que nos está narrando; entonces ese distanciamiento ya no es posible, por más que él haga el intento de confundirnos, a través de frases como ‘Yo no recuerdo’, ‘Yo no sé si los hechos’, etc. o de mencionar a otros ‘co-autores’ como la señora Figueroa o ‘los co-rresponsales.’ La ironía surge pues por el deseo del narrador-autor de distanciarse de su obra y la imposibilidad de hacerlo, aun con todos los recursos retóricos empleados.

La escritura como homenaje

  Villa de Andrea Palladio

O la creación como re-creación

En la narración o mejor dicho en la “ficción” de Borges “Homenaje a César Paladión”, una vez más se retoman varios de los temas preferidos de nuestro autor: la traductibilidad, las referencias, las citas, los “préstamos” literarios, las bibliotecas, la erudición, etc.

Creando una especie de pastiche –artículo-enciclopédico-ensayo libre- se narran las innovaciones* técnicas-filosóficas de César Paladión en torno a la escritura. Se destaca además la técnica literaria de la incorporación de “trozos” de otras obras canónicas y no canónicas en textos “nuevos” que re-incorporan dichos préstamos literarios en esta aparente nueva creación. Pareciera además que el llamado “homenaje” a un autor o incluso a un texto, es en realidad una condición velada de la escritura misma. Es decir, la escritura como re-escritura y re-incorporación, traducción, re-integración y síntesis de una serie de textos anteriores que a su vez parecen participar de la misma dinámica lingüística-literaria y crean el espejismo y el vértigo del lenguaje mismo…        

De igual forma, hay un juego metaliterario y metareferencial respecto al autor, es decir una serie de coincidencias empíricas que potencializan el sentido o la condición de la escritura como meta-re-escritura (*) per se, recuérdese por ejemplo las similitudes entre “Los parques abandonados” y “Fervor de Buenos Aires”.

Además el apellido Paladión sugiere el importante sentido arquitectónico de la obra borgeana: desde la configuración del poemario arquitectónico de “Fervor de Buenos Aires”, hasta las recurrencias a los laberintos y las bibliotecas geométricas mediante la implícita alusión al arquitecto del siglo XVI Andrea Palladio que a su vez retoma los modelos clásicos arquitectónicos grecolatinos en una forma de “nueva” creación-homenaje de la Antigüedad, es decir la creación como re-creación…

Biorges o Sobre el Gran Simulacro (O Puras Divagaciones)

Ya desde el prólogo somos testigos del tono
cómico, satírico, ‘bonachón’, de pantuflas, de esta obrita. ¿Quién es Gervasio
Montenegro, el ‘prologuista’? O sería mejor preguntar: ¿Realmente importa saber
quién es quién? ¿Importa saber? ¿O importa sentir el placer del texto por el
texto? En realidad, decir ‘Gervasio Montenegro’, “Borges’, ‘Bioy’ o ‘Arturo
Rimbaud’ es lo mismo, en mi opinión, al menos en el universo Borgesco. Son
nombres propios, signos, pero no más. Es cierto que algunos nombres propios nos
remiten a algo ‘fuera’, como al decir Homero, Chaucer o Joyce, pero en general,
poco importa esta curiosa casualidad, son simples pretextos de escritura o re-escritura.
Son elementos estilísticos, no son ideas, ni tampoco contenido. Cuando se ‘habla’
de Homero en ‘El Hacedor’ en realidad se habla de cualquier otra persona,
cualquier otro ‘ciego’, cualquier otro ‘autor’ (palabra maldita), pues en
Borges los personajes no son importantes, son variables, como una X, Y, Z o
como símbolos algebraicos. Lo importante es la trama. Lo importante es crear,
recombinando.

En el párrafo de arriba me he referido a los
textos Borgeanos, pero en realidad estas crónicas pertenecen probablemente a
otro, ¿a otro qué?…pues ese que se ha formado al unirse dos…¿dos qué?…No se
sabe, pero siguiendo a Monegal, vamos a llamar a este monstruo creativo, aunque
sea provisionalmente,  ‘Biorges.’

En este mini relato ‘Esse Est Percipi’ lo
primero que nos asalta la mente es la idea de que Berkeley va a estar presente.
Y en efecto, sí está, pero no en la forma en que lo habíamos visto en otros
textos Borgescos. Ni siquiera se menciona aquí el nombre del inmortal irlandés.
Para alguien que no conozca a Berkeley, esto no importaría en realidad. El
tema es el simulacro
. En Borges hay simulacros políticos (Perón),
simulacros de la escritura (Menard), ontológicos (Ruinas), etc. Todo es un gran
simulacro. Baudrillard habla de Disneylandia como el gran epítome de simulacro.
De alguna forma, creo que Disneylandia ya se ha expandido y se ha engullido
al resto de mundo como en Tlön. Todo es ya virtual, diluido, hiper-tecnologizado y francamente falso.
En este relato la premisa es que ahora hasta el futbol, religión de los
argentinos, es falso, una ilusión creada por los dueños del dinero, que sólo
viven de la publicidad que les deja la televisión. Se dieron cuenta que es más
divertido y provechoso controlar los partidos, como si fuera un script, una
novela o una soap opera. Que gane el Boca hoy pero que pierda mañana, y
que haya un empate aquí y otro por allá. Yo me atrevería a defender la idea de
que desde el punto de vista del espectador esto no importa en lo más mínimo,
siempre y cuando haya placer. El futbol y todo en este mundo se puede convertir
en una narración artificiosa, que sería dirigida a esas masas glotonas sentadas
frente al televisor. Pero ¿y la Realidad? Alguien preguntará. La respuesta es
muy simple: la realidad se inventa, no nos es dada. Por estas invenciones
tenemos que agradecer a Bustos Domecq.

El traje nuevo del emperador

Voy a comparar el leer de este libro a algunas experiencias.  Como, por ejemplo, estando con un grupo de amigos chilenos cuando se ponen a contar chistes.  Todos hablamos el español, pero lo de ellos es un humor regional, cultural, casi intimo, con referencias tan especificas que hay mucho que no entiendo.  De repente entiendo algo y siento alivio de poder compartir, con ellos, el placer de reír.  Estando en las islas Azores portuguesas, donde encuentro que puedo leer y entender la palabra escrita.  Y cuando escucho el portugués hablado desde lejos me suena como el español, pero acercándome y tratando de comunicarme con palabras habladas, apenas nos entendemos.  Estando en un hospital en Italia y hablando con enfermeras y médicos, yo en español y ellos en italiano.  Nos parece casi maravilloso que nos podemos comunicar, pero de repente uno de nosotros usamos alguna palabrita que el otro no entiende y hay un momento de confusión, un momento incomodo, donde nos sentimos extrañamente avergonzados, de no poder entender lo que el otro está diciendo.

No voy a mentir.  Así comparo la lectura de estos ensayos:  un ejercicio en frustración, en querer poder entender algo por completo pero no poder.  Sí, es verdad que hablo español.  Sí, es verdad que el libro está escrito en ese mismo idioma.  Es también verdad que tengo a mi lado un muy usado diccionario de español al inglés para esas tantas palabras desconocidas.  Y es verdad que busco casi obsesivamente las referencias literarias y las palabras en latín que no conozco (y hay muchas), por temor de quedarme en la oscuridad sobre algo importante (como Homero, por ejemplo).  Es claro que es un libro irónico y humorístico y que es una parodia del intelectual porteño.  Y no me cabe duda que Borges y Bioy Casares lo deben haber pasado bien escribiéndolo.  Pero siento que estoy tratando de entender algo que es como un híbrido de mi experiencia chilena-portuguesa-italiana y que hay tanto que desgraciadamente se me escapa.  

He confesado mis defectos. Y a pesar de todo, voy a tratar de decir por lo menos algo inteligible sobre esta lectura:

"El homenaje a César Paladión" me hizo recordar al cuento de niños "El traje nuevo del emperador" (Hans Christian Anderson, 1837) en el cual nadie quiere admitir que no puede ver la nueva prenda del emperador, por miedo de ser juzgado estúpido o incapaz.  ¿No se puede decir lo mismo de la obra de César Paladión?  No hay crítico que se anima cuestionarlo (bueno, hubo, pero ya sabemos lo que le pasó).

Lo interesante es que al buscar el cuento "El traje nuevo del emperador" (porque lo quería releer) encontré que la  "versión original" es parte de una colección medieval española llamada "Libro de los ejemplos" (o "El conde Lucanor", 1335) de Don Juan Manuel (1282-1348).  Anderson no conoció la versión en español de Don Juan, sino leyó una traducción alemana:  "So ist der Lauf de Welt."  ¿Traducido por quién y cuándo?  Hay ecos también de la historia en un entremés de Cervantes llamado "El retablo de las maravillas" (1610-1615).  Pero el origen de este cuento es aun más antiguo.  Se dice que viene de folclore del oriente, de Sri Lanka, Turquía e India.  ¿De dónde habrá venido exactamente?  Como todo folclore me imagino que se debe haber transmitido de forma oral. 

Es un cuento que ha sido contado y recontado.  No hay una versión definitiva.  Cada versión ha sido apropiada por un nuevo escritor y representada como algo original.  ¿Es algo tan diferente a la obra de César Paladión?


un poco más…

Hay algunos temas en este libro que me llaman la atención, en particular la idea de ‘civilización v barbarie’ que surge en algunos cuentos. Me interesa especialmente el vínculo entre América Latina y París, como ustedes han visto en mi análisis de Fervor de Buenos Aires. En el cuento “Un arte abstracto”, el autor nos habla del ‘petite histoire’ que se comienza (como todos) en París (55) (hay también un otro cuento en este libro que menciona al ‘petite histoire’ pero en este momento no me acuerdo cuál es...). Es interesante que el autor menciona París como el punto de partido, el precursor, el comienzo- eso me hace pensar del movimiento de la vanguardia que empezó en París, y el título del cuento parece afirmar eso (arte abstracto- cubismo?).

En este cuento, la otra cosa que me llamó la atención fue la nota a pie de página (página 57). En esta nota, el autor nos explica la significación de la frase francés “C’est la fin du monde” diciendo “En francés quiere decir : Es el fin del mundo (Nota conjunta de la Academia Francesa y Real Español)” (57). ¿Por qué esta frase está traducida para el lector? No traduce ‘petite histoire’ que está al principio de este ‘cuento’, entonces me hace pensar que quizás hay alguna significación particular (o sea, importancia) aquí. ¿ Está demostrando el humor (que yo no veo)? Para mi, me hace sospechosa...Borges, como escritor, no explica nada en sus otros cuentos (lenguas externas, filosofías, etc.)...Quizás suponemos que esta explicación es lo humorítstico del cuento, o la ironía, pero para mí, simplemente es el sarcasmo...

un poco más…

Hay algunos temas en este libro que me llaman la atención, en particular la idea de ‘civilización v barbarie’ que surge en algunos cuentos. Me interesa especialmente el vínculo entre América Latina y París, como ustedes han visto en mi análisis de Fervor de Buenos Aires. En el cuento “Un arte abstracto”, el autor nos habla del ‘petite histoire’ que se comienza (como todos) en París (55) (hay también un otro cuento en este libro que menciona al ‘petite histoire’ pero en este momento no me acuerdo cuál es...). Es interesante que el autor menciona París como el punto de partido, el precursor, el comienzo- eso me hace pensar del movimiento de la vanguardia que empezó en París, y el título del cuento parece afirmar eso (arte abstracto- cubismo?).

En este cuento, la otra cosa que me llamó la atención fue la nota a pie de página (página 57). En esta nota, el autor nos explica la significación de la frase francés “C’est la fin du monde” diciendo “En francés quiere decir : Es el fin del mundo (Nota conjunta de la Academia Francesa y Real Español)” (57). ¿Por qué esta frase está traducida para el lector? No traduce ‘petite histoire’ que está al principio de este ‘cuento’, entonces me hace pensar que quizás hay alguna significación particular (o sea, importancia) aquí. ¿ Está demostrando el humor (que yo no veo)? Para mi, me hace sospechosa...Borges, como escritor, no explica nada en sus otros cuentos (lenguas externas, filosofías, etc.)...Quizás suponemos que esta explicación es lo humorítstico del cuento, o la ironía, pero para mí, simplemente es el sarcasmo...

La importancia de la oralidad

Esta compilación de relatos de Borges me hizo sentir muy confundida, pero al leer una de estas crónicas me acorde de la importancia de la oralidad para Borges. En “En búsqueda de lo absoluto” tenemos una propuesta de un texto de Nierenstein que el narrador presenta para establecer que “el texto publicado es menos decoroso que el borrador” (34). Dice que el lector más simple puede captar esta noción, y tiene mucho sentido porque el borrador es el que está lleno de fallas y un sinfín de ideas que eventualmente, son trabajadas y pulidas para llegar al nivel deseado. Sin embargo, mi pregunta aquí seria si un borrador recibe demasiadas modificaciones por el autor mismo y por otras personas, ¿sigue siendo original? 

Pasando a la noción de la oralidad, al final de esta crónica, “Nierenstein  retomó la tradición que…se complace en inventar y oír sucedidos. Contaba mal sus invenciones, porque sabía que el Tiempo las puliría, si valían la pena…Como la literatura en su origen, Nierenstein se redujo a lo oral, porque no ignoraba que los años acabarían por escribirlo todo” (35). Esto me hizo pensar mucho en una entrevista que dio Borges sobre el cuento y su oralidad. En esta entrevista es titulada “El cuento no tiene ripios,” Borges dice que el cuento nunca va a pasar de moda porque siempre puede ser oral. Por lo tanto, cuando pierde la oralidad, ya no es un cuento. Entonces, la tradición esta en lo oral, como lo establece Nierenstein dentro de esta crónica.