La obra que ganó la fama para el escritor argentino Manuel Puig es bastante tradicional en estructura: tiene dieciséis capítulos, y es divida en dos partes; ocho capítulos por cada una. Sin embargo, aparte de esto se rompe con lo tradicional. Puig experimenta con la narración de su obra en una forma que no puede ser caracterizada como tradicional. Claro que la tendencia de experimentar con la narración no es nueva dado que hemos pasado meses discutiendo este tema que define la literatura del “Boom”. Hemos leído novelas contadas por múltiples voces (Hijo de Hombre de Roa Bastos, por ejemplo), pero ellos no se enfatizaron (ni se enfocaron en) estas voces al punto que la voz de la narrador principal se hace escondida (o perdida?) completamente. Tal vez me explicaré mejor en el párrafo siguiente…
Esta obra se distingue por tener casi tantos narradores como capítulos. Por lo menos Puig nos indica quien es el narrador de cada uno (y en qué año estamos) por los títulos. Además, no sólo cambiamos de personaje principal con cada capítulo, sino también cambiamos de la forma en que este personaje cuenta (o escribe) la historia. He leído que Puig empezó este manuscrito como guión para el cine… y me pregunto si es por eso que la historia empieza con dos capítulos de dialogo entre la familia de Mita. Estos capítulos casi pueden ser leídos como un guión; el lector casi puede visualizar la conversación en la casa entre los miembros de la familias. El tercer capítulo, por otro lado, es un monólogo interior de José (“Toto”), al igual que la quinta, y más adelante en la lectura el lector se encuentra con capítulos escritos como cartas, una composición escolar y conversaciones entre personajes. Es por eso que yo digo que Rita Hayworth es una obra escrita y contada primariamente por los personajes. Teniendo todo esto en cuenta, el lector se da cuenta de que esta obra carece de un narrador principal. Tal vez la única manera en que la voz de este narrador surge en la obra es a través de los títulos que introducen cada monólogo / carta / ensayo / conversación. En fin, esta obra nos presenta con un mosaico de voces en vez de una voz autorizada que pertenece a una narrador principal.
Parece un guión a mi también, quizás por eso me costó tanto leerlo.
Si, estoy de acuerdo Luca, este “texto” (para utilizar palabra de Bruno) me costó tanto también. Al fin y al cabo no puedo decir que valía la pena leerlo.
Mira, yo sinceramente pongo este libro en la categoría de aquellos cuya última página no llega demasiado temprano…