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Sacrificio con una S mayúscula

Por un lado, el lector de Ifigenia: Diario de una señorita que escribió porque se fastidiaba (1924) puede entender claramente el título por el fastidio que caracteriza la vida de la protagonista, y a la vez a través del acto de leer este “diario” en sí, lo que se ha escrito por causa de este fastidio. Sin embargo, en la cuarta parte de la obra, el titulo se hace aun más evidente, es decir por fin se entiende la referencia a la figura griega de Ifigenia. Aunque, podemos concluir que la novela debe ser llamado Ifigenia: Diario de una señorita que escribió por distraer el meido (“Tengo miedo . . . Sí . . . escribo por distraer el miedo …” (231)). En esta última parte la protagonista experimenta otro motivo para escribir, y al igual que la trama de esta cuarta parte, este motivo es más oscuro y más trágico.

No sorprendente, su estilo de escribir cambia también.  Visualmente es más dramática.   De repente María Eugenia está llenando las páginas de su diario con letras mayúsculas. Ya no es el amor que se siente, sino el Amor. Ne es la luna al que ella confiesa, sino la Luna. No es la vida que está empeorando  tan rápidamente, sino la Vida. Creo que el propósito de esto es para subrayar la magnitud del sacrifico que María Eugenia elige al final de la obra. Ella sacrifica su Vida, y así ocurre otra muerte en la trama trágica de esta cuarta parte. Ya no puede soñar con una Vida (V mayúscula) en Nueva York, una Vida con Gabriel. Su Independencia y Modernidad mueren con este sacrificio, y así también muere el Amor. Ella sucumbirá a nada más de una vida (v minúscula) tradicional de una mujer venezolana en esta época.  Una vida en la que <<el hombre debe conducirse siempre ¡como hombre! y la mujer ¡como mujer!» (209) según su novio César Leal. No sorprendente, este tipo, César Leal, es extremadamente Leal (mayúscula) a esta idea de una vida tradicional.

El Sacrifico (S mayúscula) de rechazar a Gabriel y quedarse con su familia es una decisión definitiva, que es una distinción importante dado que la imagen de la protagonista hasta este momento ha sido uno que corresponde más con la que ofrece su tía Clara, <<porque como es tan caprichosa, hoy te dice verde y mañana te dice colorado!>> (197). Con esta decisión tan definitiva, ya no puede cambiar su mente de ‘verde a colorado’, y de hecho, ha elegido una vida en la que todo será blanco y negro.

Una nueva distinción: La relación entre autora/escritora (y la editora) – Ifigneia Pt.

La semana pasada empezamos a discutir la relación entre escritura/escritora, y he tenido esta relación en cuenta durante la lectura de esta segunda parte también. Es claro que aquí tenemos dos niveles de escritura (la novela en sí y el diario de María Eugenia que consta la segunda parte de esta novela), y además es obvio que existe dos escritoras, o sea, una autora (de la Parra) y una escritora (María Eugenia). Así, se puede cuestionar una nueva relación: la de autora/escritora. Hago esta distinción a propósito, aunque reconozco que la respuesta no es tan sencilla. Sin embargo, creo que esta distinción sería adecuada (y, además, pertinente) para discutir esta obra que se caracteriza por un doble texto. De hecho, esta técnica literaria del doble texto y múltiples autores/escritores no es nueva, sino se remonta al siglo XVII y la primera novela moderna, Don Quijote (1605, 1615). Cervantes (autor) descubre y publica los manuscritos de historiador musulmán (escritor). Más reciente con la publicación de Cien Años de Soledad (1967) Gabriel García Márquez (autor) nos ofrece una compilación de los pergaminos de un gitano, Melquiades (escritor). En estos dos textos, a partir de los primeros capítulos las palabras que lee el lector (otro jugador importante en este proceso) son las de este escritor / personaje creado por el autor.

 

Estos diferentes roles de autor/escritor no son intercambiables. El escritor carece algo que el autor posee. El autor concibe la trama, mientras que el escritor simplemente actúa como el vehículo para relatarla para el lector. Es decir, la historia se origina con el autor. Cualquiera persona puede ser escritor, como habíamos establecido con nuestras firmas el jueves pasado, pero no todos pueden asumir el papel de autor.

 

Y para ir más allá de esta distinción, me refiero también a algo que anotamos en clase el jueves pasado: el fenómeno de que en esta obra la autora, en efecto, ha escrito unas pocas palabras: “PRIMERA PARTE: UNA CARTE MUY LARGA DONDE LAS COSAS SE CUENTAN COMO EN LAS NOVELAS” (p. 7) Entonces, surge otra distinción importante entre autor/escritor: un autor a menudo no escribe, mientras que un escritor siempre escribe. Esto sigue siendo la norma de la segunda parte de Ifigenia, aunque podemos distinguir que a diferencia de ofrecernos en la primera parte una carta larguísima escrita por la protagonista, una sin pausa y sin interjección por parte de la autora, en esta segunda sección de la Parra ejerce más poder a través de un segundo papel de editora. La editora de Ifigenia ha dividió el diario de María Eugenia en capítulos, y el resultado es un texto más parecido a una novela que un diario. Teresa de la Parra eligió no sólo la cantidad de páginas en cada capítulo, sino también nos ha ofrecido un subtítulo (o, tal vez un prologuito) al principio de cada uno. Leemos, por ejemplo en la página 87,

CAPÍTULO II

En donde María Eugenia Alonso describe los ratos de suave con-

templación pasados en el corral de su casa y en donde a su vez apa-

rece también Gabriel Olmedo

 

Así, la autora se convierte en editora también. Y, para referirme otra vez a la conexión con el Quijote, estos prologuitos suenan alarmante semejantes a los escritos por Cervantes (por ejemplo, el del Capitulo XVIII de la primera parte: “Donde se cuentan las razones que pasó Sancho Panza con su señor don Quijote, con otras aventuras dignas de ser contadas.”) El rol de la editora, entonces, es elegir cuales aventuras de María Eugenia son “dignas de ser contadas”.

Ifigenia: Diario de una señorita que escribió porque se fastidiaba (1924)

Al hojear las primeras páginas de la novela Ifigenia se hace marcadamente evidente que la perspicacia de la autora, Teresa de la Parra, contrasta con la ingenuidad de su protagonista María Eugenia Alonso, y, por ende, con lo que este personaje escribe en su carta. El resultado es que en este segundo nivel del texto, o sea, el segundo texto mismo, la autora utiliza una y otra vez juegos de palabra. Esto se hace aparente a partir del subtitulo de la primera parte: Una carta muy larga donde las cosas se cuentan como en las novelas. Claro, dado que María Eugenia reescribe los suecos de su pasado reciente, en los que se ve como la heroína de la novela de su propia vida, la que es “más bonita y mil veces mejor que las novelas escritas” (10 ). Con esta carta nos ofrece un contexto para la primera parte de la novela y a la vez forma la primera parte en sí. En el relato de su viaje de Biarritz a Carracas el lector puede leer los ecos de la voz de la Parra también. Por ejemplo, la protagonista confesa a su amiga que “yo, que sé mentir bastante bien cuando hablo, no sé mentir cuando escribo” (7). Con esta línea la autora crea una autora secundaria fidedigna que, en torno asegura que de la Parra también se vuelve digno de confianza.

La pregunta que surge, entonces, es ¿Para qué? ¿Para qué esconderse – o revelarse – a través de la chic jovencita? Posiblemente la respuesta se encuentra en el título de la novela misma. En esto vemos otro juego de palabra. A primera vista se puede leer lo para decir que esta señorita escribe porque está aburrida, como sugiere el título de la versión en inglés, traducida por Berite Acker: Diary of a Young Woman who Wrote Because she was Bored. Sin embargo el título es más ambiguo en español. A primera vista parece que lo que le fastidia es la escritura, aunque después de leer los primeros párrafos de la carta el lector averigua que es la <<prisión>> de la casa de su Abuela que le fastidia (“aquella casa tan fastidio-o-o-o-o-o-o-osa” [79]), al igual que la realidad decepcionante de La Guaira en comparación con sus recuerdos románticos de este lugar de su infancia. A la vez, se lee en las últimas páginas de la primera parte que ser mujer le fastidia tanto. Así, María Eugenia no escribe porque escribir le fastidia, sino porque la casa / la realidad / ser mujer le fastidia. El acto de escribir alivia este fastidio. Entonces, el lector puede preguntarse si esta casa simboliza la Venezuela de la autora, o, si la escritora comparte la misma frustración por ser mujer a principios del siglo XX que siente su protagonista. Puede ser que este <<diaro>>  es más una autobiografía que una obra de ficción. Cuando el lector lee bajo la superficie del segundo texto no es sorprendente averiguar que de la Parra experimentó la resistencia del dictador venezolano Juan Vicente Gómez, quien le había negado el derecho de publicar su novela en Venezuela. Por ende, de la Parra decidió trasladarse a París, y, no irónicamente es esta ciudad que su protagonista elogia una y otra vez por haber experimentado tanta libertad allí…

Hola! Soy Jennifer N.

Hola a todos,

Soy Jennifer Nagtegaal, y éste es mi blog para nuestro curso SPAN  406.

Yo soy canadiense, pero mis parientes (y los de mi esposo también) son de holanda. Mi apellido, Nagtegaal, significa ruiseñor, aunque tal vez el significado se hace más evidente cuando se considera la traducción al inglés: nightingale. Las lenguas extranjeras siempre me han fascinado; sobre todo la comparación entre y la etimología de lenguas. Además de español, he estudiado francés, swahili, y un poco de holandés y alemán.

Este es mi primer año (de dos) como estudiante de M.A. en el departamento de FHIS.  Este curso sobre “Twentieth-Century Latin American Women Writers”  me interesa específicamente porque acabo de estudiar en otro curso algunas obras de los escritores masculinos de América Latina como García Márquez,  Cortázar y Fuentes etc. Será interesante conectar, analizar y comparar todas estas obras como hemos mencionado en clase hoy.