Sin las mujeres, ni un año de soledad

Lo intuí hace exactamente diez años cuando todavía era joven e indocumentado, lo noté hace unos años ya como estudiante universitario de pregrado y lo corroboré ahora: Cien años de soledad es una novela en cuya trama la figura femenina es clave, indispensable; diría, incluso, que sin las mujeres, la historia de Macondo sería imposible.

Es cierto que es gracias a José Arcadio Buendía que, finalmente, llegan a la arcadia que llega a ser Macondo (aunque, luego, ese locus amoenus cambia para mal). Pero este hombre tan sensato como disparatado (más esto último) no habría podido sobrevivir –y con él el la familia misma– sin la imponente figura de una de las mujeres más importantes de la literatura latinoamericana del siglo XX: Úrsula Iguarán. Esta mujer que vive más de cien años, de una fuerza física y psíquica casi sobrehumanas, que parece nunca tener un solo segundo de descanso es el pilar de la familia Buendía hasta sus generaciones remotas. Logró impedir un fusilamiento, convirtió la casa en una mansión gracias a su audacia comercial, trajo consigo nuevos aldeanos cuando fue a buscar al hijo fugado con los gitanos y hasta tuvo la voluntad de criar a un tataranieto para Papa. Casi podríamos decir, entonces, que en el diccionario debería aparecer junto al significado de la palabra matriarca, el nombre de Úrsula.

Dentro de la familia Buendía, por supuesto, hay otras mujeres muy interesantes. Empezando por Amaranta. Ella es una especie de Lucrecia Borgia del trópico, femme fatale de la ciénaga, pero al mismo tiempo virgen, religiosa devota y entregada la crianza de los nuevos descendientes que iban apareciendo. Este personaje me parece especialmente fascinante, pues conjuga la maldad pura, el egoísmo, el egocentrismo, pero al mismo tiempo un sentido de culpa que la lleva al autocastigo físico. Victimaria y víctima de sí misma, compone uno de los personajes más complejos, a mi juicio, y por eso mismo más interesantes y hasta cautivantes (entiendo, por eso, la pasión que Pietro Crespi, Aureliano José y Gerineldo Márquez sienten por ella).

Remedios, la bella, por su parte, un personaje completamente inexorable, dueña de una hermosura literalmente mortal que, sin embargo, vive en una estado de inocencia y despreocupación constante (solo el coronel la considera la más lúcida de todos). Esta mujer de belleza inaudita está cerca de aquello que Gustav von Aschenbach, el personaje de la espléndida novela La muerte en Venecia de Thomas Mann, llega a concluir sobre la belleza encarnada: “Aquel que ha conocido la belleza está condenado a seducirla o morir”. En esta caso, seducción y muerte van de la mano. Pero ella, finalmente, es elevada a los cielos, tal vez a donde siempre perteneció.

Hay, por supuesto, otras mujeres importantes. Pilar Ternera (adivinadora y matrona) y Petra Cotes (dadivosa y lujuriosa), por ejemplo. Ambas cumplieron el rol de “volver hombres” a varios de los Buendías y la primera contribuyó al aumento de la estirpe. La segunda, por su parte, con su sobrenatural poder (ligado, por supuesto, a su voracidad sexual) de hacer que los animales se reproduzcan volvió rico a Aureliano Segundo y siempre fue un refugio para él, pese a sus años.

En fin, la lista podría ser mucho más larga. Pero el punto central es que, a mi juicio, Cien años de soledad es prácticamente una novela matriarcal. Sin las mujeres, todo se hubiese disuelto ni bien empezó.

This entry was posted in Uncategorized. Bookmark the permalink.

4 Responses to Sin las mujeres, ni un año de soledad

  1. Juan says:

    Claro, son entidades importantisimas.
    Por alguna pagina de la primera mitad leia quejas de Ursula que hacian ecos directos con las voces de Hijo de Hombre (no recuerdo nombres propios ahora) cuando se quejaban de lo niños que eran los hombres.
    Un saludo,
    Juan

  2. Silvia Brynjolfson says:

    Tienes razón Bruno. Ursula es el eje de Macondo. En uno de los capítulos posteriores, al hacerse referencia al distanciamiento de José Arcadio Segundo de la familia, se lo describe como “una estrella errante en el sistema planetario de Ursula” (225)

  3. Luca Oluic says:

    Sí Bruno, yo también lo he pensado. Las mujeres son las que tienen las riendas de Macondo, mientras los hombres juegan a la guerra ellas se encargan de hacer funcionar el mundo, y al final acaban por dirigir a los hombres. Ursula es la mujer prototípica, a la cual todos obedecen, contrastada solamente por otras mujeres, que son las únicas a tener esa tipo de fuerza.

  4. Jennifer says:

    Sí, la matriarca de Macondo… y añadiría a esta discussion que mientras que los hombres tienen premoniciones sobrenaturales que guían sus acciónes, es Úrsula, en cambio, quien es capaz de “prever” el porvenir de Macondo a través de su calma razón, su sentido común.. y por eso ella hábilmente socava (undermines?) los planes políticos de los hombres de su familia

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *