The following is an interview in La Republica, Peru, 18 September 2011.
El canadiense Maxwell Cameron es uno de los principales estudiosos norteamericanos de la política latinoamericana y, en particular, de la peruana (lo que significa que casi nunca se aburre). En esta entrevista, expresa su convencimiento de que Ollanta Humala se ha alejado del camino chavista pero, a la vez, advierte que si no emprende reformas de fondo las altas expectativas que ha despertado su gobierno podrían hacer que decepcione a muchos.
Por Óscar Miranda
Maxwell Cameron recuerda que su interés por América Latina nació de niño, cuando a su pequeño pueblo en Nueva Brunswick, en el atlántico canadiense, llegaron refugiados chilenos y argentinos, que huían de las dictaduras de Pinochet y Videla, y lo encandilaron con historias sobre persecuciones y luchas por la libertad. Lo primero que hizo cuando acabó el colegio fue viajar por México, Centroamérica y casi todo el cono sur. Luego decidió hacer de nuestra región su objeto de estudio. En la Universidad de Columbia Británica un profesor le sugirió investigar los movimientos sindicales peruanos. Fue así que llegó a nuestro país, en los ochentas, a analizar nuestra violencia, nuestras elecciones y nuestras crisis, apasionadamente.
En el 2000, Cameron asesoró a la Misión de Alto Nivel que envió la OEA en las postrimerías del fujimorismo, y al año siguiente colaboró en la elaboración de la Carta Democrática Interamericana. En los últimos años coordinó un conjunto de investigaciones sobre el estado de la democracia en seis países andinos (Ecuador, Colombia, Venezuela, Bolivia, Chile y Perú), labor que dio como fruto el libro Democracia en la región andina, publicado en noviembre por el IEP. Hace unos días volvió a Lima, invitado a la cumbre de ex presidentes latinoamericanos que organizó Alejandro Toledo. Domingo aprovechó esta visita para entrevistarlo.
–¿Qué impresión tiene de las primeras semanas del gobierno de Ollanta Humala?
–Mi impresión es bastante positiva. Ha tenido una transición ordenada y las primeras medidas han sido positivas, tanto el tema de las regalías a la minería como el de la consulta previa.
–¿Le sorprende su 70% de aprobación?
–Sí y no. Es evidente que no fue la primera elección de la mayoría de los peruanos. Salió elegido en gran parte porque la gente tenía más desconfianza en Keiko Fujimori, pero también es verdad que en el proceso electoral hubo mucha satanización de él. Hasta ahora ha mostrado un comportamiento bastante pragmático. Lo hemos visto en la cumbre de los ex presidentes (el domingo) y después en la Cancillería (el lunes), y su discurso ha sido bien fundado, claro y bastante positivo.
–¿A qué se refiere al decir que su conducta es pragmática? ¿No tiene ideología?
–En el 2006 fue exageradamente criticado por su relación con Hugo Chávez, y ese era un momento en el que Venezuela tenía mucho protagonismo. En este momento, Chávez ha perdido mucha influencia y, más bien, Brasil se ha vuelto un modelo más atractivo. Humala ha tenido la inteligencia de presentarse como un Lula antes que como un Chávez. Se ha presentado más pragmático y creo que va a gobernar respetando el mandato constitucional.
–¿No hay una posibilidad de que tome, de nuevo, el camino de Chávez?
–No hay ninguna razón para pensar eso. Él no va a seguir esa receta. Sería un gran error político. Es demasiado inteligente para hacerlo. Por eso dije en la reunión de ex presidentes –y creo que eso provocó algo de consternación– que me parecía bien que haya jurado por la Constitución de 1979.
–¿Por qué le parece bien?
–Porque no creo que vaya a seguir la receta bolivariana de convocar una Asamblea Constituyente ni (que vaya) a hacer cambios radicales. Y es perfectamente válido hablar de cambios constitucionales, siempre que estos cambios sean respetuosos del pluralismo, del legalismo y se hagan mediante procesos abiertos, deliberantes. No me sorprendería que se puedan plantear algunos cambios políticos. Pero que (Humala) lo haga de una manera radical como en Venezuela, Bolivia o Ecuador lo dudo seriamente.
–No hacer esos cambios podría causarle problemas con los sectores que votaron por él precisamente esperando ello.
–Creo que algunos sectores pueden estar decepcionados de él. El gran miedo que yo tengo es que pueda terminar como Obama: que inspire muchas esperanzas y que termine haciendo poco. Por eso es importante enfocarse en cambios pragmáticos que se puedan llevar a cabo. E iniciar este proceso de consulta previa me parece la mejor política para iniciar un proceso de cambio.
–En el gabinete hay gente que viene de la izquierda, como la ministra de la Mujer, y gente con una visión de derecha, como el ministro de Economía. ¿Qué dice eso sobre este gobierno?
–Es el primer gabinete y habrá que ver cuánto dura. Seguramente habrá peleas internas pero por ahora parece un gabinete plural, que inspira bastante confianza. Es un buen gabinete; hay que darle la oportunidad de que trabaje.
–Tener a gente de izquierda y de derecha pretende dar un mensaje.
–Claro.
–¿Cuál cree que es ese mensaje?
–Bueno, el del cambio responsable.
–¿También se puede interpretar que este es un gobierno pragmático al que no le interesan las ideologías?
–Yo creo que sí. Humala es pragmático, definitivamente. Es pragmático y enigmático. Es difícil ubicarlo ideológicamente. Pero si aceptamos el concepto de que quiere gobernar al estilo de Lula, lo que vimos con Lula al inicio de su gobierno fue un intento de tranquilizar a los inversionistas, que estaban preocupados, para luego mostrarse capaz de gobernar eficazmente. Y Brasil ha crecido y ha mantenido su estabilidad macroeconómica y, al mismo tiempo, ha hecho un esfuerzo muy grande para reducir la pobreza. Humala tendrá que hacer lo mismo.
Un país impredecible
–Sus colegas politólogos se equivocaron totalmente. Nadie previó que Humala ganaría las elecciones.
–Bueno, el Perú es un país muy difícil para hacer predicciones. Yo he dejado de intentar predecir lo que pasa. Acá puede pasar cualquier cosa y nada es lo que parece, así que hay que ser bastante agudo para entender lo que está pasando.
–¿Conoce otro país con ese nivel de volatilidad electoral?
–Hay otros países volátiles, como Ecuador y Venezuela. Son aquellos donde, como en el Perú, ha colapsado el sistema de partidos, donde las instituciones representativas están en crisis y donde muchas veces surgen los candidatos llamados outsiders, que no pertenecen a partidos establecidos y que a veces son antisistema. Entonces, Perú no es el único país de volatilidad electoral en la región… Lo que a muchos extranjeros les sorprende es cómo muchísima gente toma la decisión de a quiénes va a elegir en las últimas semanas, días u horas de la campaña.
–¿Por qué cree que ocurre eso?
–Gran parte (de la razón) es por la ausencia de un sistema de partidos políticos. Hace años escribí con (el politólogo) Steven Levitsky un artículo llamado “¿Democracia sin partidos?”. Y nuestro argumento fue que la democracia es impensable sin partidos. Tienen que existir. Y donde no hay partidos muchas veces las legislaturas pueden ser mercados de compra y venta de influencias. Y eso desprestigia mucho a las instituciones.
–Pero en el Perú tenemos democracia a pesar de casi no tener partidos.
–Sí, la democracia ha sobrevivido, y en la anterior elección (2006) ganó el único partido sólido, que ahora al final de su gobierno se ha visto muy debilitado. El mismo Humala planteó, en su discurso del domingo, la necesidad de fortalecer las instituciones y de fortalecer los partidos para que estos dejen de ser solo reflejos de liderazgos personales.
–Es curioso que Humala plantee eso, tomando en cuenta que a su partido lo dirige él junto a su esposa.
–Así es. Él es uno de los líderes que no tienen sostén de un partido sólido. Por eso creo que se debe fortalecer el sistema de partidos en el Perú. Por ejemplo, con una reforma del sistema electoral, con una labor más coordinada entre el Jurado Nacional de Elecciones y la ONPE, y que se aplique la ley de partidos que los obliga a tener ordenado su financiamiento.