Estoy obsesionado con los acontecimientos helicópteros; hablé de eso en mi post sobre Los pichiciegos, entonces voy a hablar del ataque de los helicópteros y sus cargas de profundidad en Trasfondo. Como dije del episodio de los helicópteros en Los pichiciegos, otra vez, en Trasfondo, tenemos un microcosmos de la novela entera. Como mencionaron otros en los posts, los marineros no tienen muchas opciones, ni durante tiempo normal, ni durante ataques enemigos: “Esperar es la sola maldita cosa que podemos hacer” (85). Los marineros argentinos lanzan un torpedo a un barco británico que divulga su presencia. Se oyen hélices de helicópteros y momentos después: “Splash de torpedo en el agua” (76) anuncia la llegada de un torpedo: “Máxima profundidad, ordena el comandante, y se inician maniobras evasivas” (76). Cada marinero tiene su propia responsabilidad durante el ataque y cada uno reacciona de su manera. Linares, por ejemplo, reza con su rosario pero “mueve los labios en silencio” (78). El zumbido del hélice del motor resuena para todos en el submarino, “cada vez con mayor intensidad” (78); el miedo debe de ser enorme y la capacidad de controlar la situación limitada.
Apenas es el torpedo evitado que las cargas de profundidad caen del cielo de los helicópteros. El submarino tiene que evitar una docena de cargas que explotan por todos lados alrededor durante su fuga silenciosa de la zona: “parece que están barriendo la zona” (82). Los marineros continúan sus tareas y esperan con ansiedad. El narrador sigue lo que pasa de su posición cerca del comandante y de la sala de control, y comenta del peligro omnipresente y de ciertos detalles que indican la intensidad de la situación. La presión sobre los marineros es enorme; no ven nada y no saben dónde o cuando explotará la próxima carga. Pero saben muy bien que si una carga toca el submarino, “no habrá tiempo para nada” (78). Me hace pensar en la película alemana “Das Boot” de Wolfgang Petersen (1981) en la cual los marineros esperan en silencio durante el ataque de cargas; no pueden hablar ni hacer ruido ninguno mientras “los de afuera nos buscan” (85).
Digo que este episodio representa gran parte de la novela porque muestra el aspecto humano de los marineros en peligro y, quizás más importante, la vulnerabilidad del submarino que es la realidad continua de este tipo de misión. Los marineros de los submarinos tienen piel gruesa y mentes solidos por participar en esta clase de combate.