Posted by: | 6th Oct, 2008

El Inca Garcilaso y los misterios de los Incas (Parte I)

Comentarioes reales, Inca Garcilaso de la Vega

Comentarios reales, Inca Garcilaso de la Vega

El Inca Garcilaso de la Vega, historiador y escritor del período colonial peruano por excelencia, brinda al lector detalles minuciosos de una civilización bastante avanzada para aquella época en América: los Incas. Su retórica complaciente hacia ellos, e incluso hacia los plebeyos, carece sospechosamente de moderación. Si bien es cierto que su obra fue fruto de una infancia y adolescencia abundante en la tradición oral por parte de su familia materna, junto a largas y complicadas consultas con especialistas de la historia y los dialectos de los habitantes del imperio incaico, vale destacar que sus costumbres fueron influidas por su familia paterna española.

Es causa de asombro contrastar su retórica a favor de los Incas con su menosprecio de la religión de esta gente. El Inca Garcilaso se críe en lo que ahora es Perú, aprendiendo de los amautas, o los filósofos y sabios incas. Durante su adolescencia, estallaron las guerras civiles en el imperio. Él y su padre son perseguidos por los conquistadores españoles, estos últimos acusándolos de haber ayudado a los Incas. Cuando fallece su padre, el Inca Garcilaso viaja a los veinte años de edad a España, donde cursa y pasa la mayor parte de su vida e inicia su carrera militar, demostrando su destreza bélica durante la represión de los moriscos de Granada. Las desgracias nunca vienen solas, y años después muere su madre, sus tíos, y luego ha de sufrir de prejuicios contra mestizos en el ejército español. Como hombre educado marginado, se retira de la vida militar y empieza a frecuentar ciertos círculos intelectuales. Estudia filosofía, historia, religión y los poetas clásicos.

Su educación formal seguramente fue europea, porque le era fácil rechazar las creencias «fabulosas», como dice el Inca Garcilaso, de los Incas y, a su vez, aceptar las del catolicismo. Ambas creencias están basadas en historias fabulosas, sólo que las del catolicismo simplemente fueron escritas por el hombre para concederles un sentido de mayor prestigio y autoridad, cosa que no se había hecho con la religión incaica; pero no por ello carecía de prestigio, de autoridad o de veracidad. Sin embargo, el Inca Garcilaso sí lo interpreta de este modo. Él escribe que Manco Cápac «fingió aquella fábula» (Vega, 31) del origen de los Incas para poder dominar a los indígenas, pero los cristianos predican que Jesucristo vino del cielo, así como las «fábulas» dicen que los Incas provienen del mismo. El Inca Garcilaso antepone la religión católica a la de los Incas simplemente por ser demasiado parcial, ya que si este pensase analíticamente, se daría cuenta que ambas religiones predican la misma cosa, sólo que los «Mesías», por así decirles y sabrá disculpar el lector esta simplificación, son diferentes personas. La cantidad de pruebas del origen de Jesucristo son tan verídicas o falsas como las del origen de los Incas.

Del resto de la primera parte, es sumamente importante la contribución de este cronista que ayudó a conservar las costumbres de un gran imperio y una civilización «antes destruida que conocida» (29) por los españoles, según lo relata en Comentarios reales. Hay muchos detalles que el Inca Garcilaso admite desconocer, aunque casi siempre ofrece su opinión al respecto, pero lo cierto es que ni a tan sólo unos años después de la destrucción del imperio incaico se pudo descifrar, o discernir, el modo y estilo de vida por completo de esta civilización, dejando mucho misterio sobre la construcción de las ruinas de Machu Picchu o de los quipus (sistema avanzado de contabilidad y registro de eventos históricos), entre otras cosas. Por ejemplo, cómo pudieron construir edificios tan altos de enormes peñas ajustadamente en Machu Picchu:

porque en esto excede aquella obra a las siete que escriben por maravillas del mundo; porque hacer una muralla tan larga y ancha como la de Babilonia, y un coloso de Rodas, y las pirámides de Egipto, y las demás obras, bien se ve cómo se pudieron hacer, que fue acudiendo gente innumerable, y añadiendo de día y día y de año en año material a material, y más material…. Más imaginar cómo pudieron aquellos indios tan sin máquinas, ingenios ni instrumentos cortar, labrar, levantar y bajar peñas tan grandes (que más son pedazos de sierra que piedras de edificio), y ponerlas tan ajustadas como están, no se alcanza. (69)

El Inca Garcilaso no sabe si se usó la sustancia pegajosa que se usaba para otras construcciones; simplemente hizo una conjetura, que hoy en día sería difícil creer porque significaría que esta sustancia pegajosa habría mantenido su pegamento y capacidad de mantener unidas las piedras muy pesadas por cientos de años. Es importante destacar que el cronista dice: «empero echaban por mezcla una lechada de un barro colorado que hay muy pegajoso» (67), pero no nos sabe decir a ciencia cierta.

El otro misterio tiene que ver con el quipu: En el mundo occidental se dice que la noción del cero proviene de Babilonia, 2000 a. C., pero también se cree que la cuenta larga de Mesoamérica es de 3114 a. C.; ambos tienen una noción del cero, aunque no son idénticas. Los incas representaban el cero con una cuerda de lana sin ningún nudo, pero obviamente esta civilización nace mucho después, en aproximadamente 1200 d. C. El Inca Garcilaso dice: «en su lengua pueden dar todos los números del guarismo como él los tiene» (56). Lo interesante es que el Inca Garcilaso dice que esta gente destruyó sus tierras para evitar que quede vestigio alguno de su propia civilización cuando se enteraron de la conquista española, y al lector lo deja intrigado saber el porqué; tal vez fue debido a la gran estimación que les tenían a sus dioses, a sus costumbres y a su modo y estilo de vida. Pero si fueron capaces de destruir sus propias cosas cuando fueron atacados, y se sabe que en América del Sur hubo muchas guerras entre tribus por cientos de años, no hay quien pueda desmentir que la noción del cero vino de mucho antes en esta misteriosa civilización, tal vez a través del contacto con otras tribus mesoamericanas o a través de migraciones.

Bibliografía

Vega, Inca Garcilaso de la. Comentarios reales. Barcelona, España: Linkgua, 2006.

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