En la segunda parte del texto, el Periquillo sigue deleitándonos con los sorprendentes relatos en los que alegóricamente critica a la sociedad de su época. Me parece magnífica la forma en que a través de las historias narradas por el Periquillo, uno alcanza a entender y develar ante los ojos esa realidad puesta entre líneas por Lizardi. El Periquillo prepara nuestro entendimiento a través de la risa. Es inevitable que al leer las travesuras del Periquillo el lector deje escapar una carcajada que como arte de magia deja entrar ese rayo de razón que ilumina nuestro entendimiento acerca de la realidad social de Lizardi. Como hemos dicho, el Periquillo en sus relatos está lanzando agudas críticas a las entidades o figuras más significativas o poderosas de la sociedad. La Iglesia, los gobernantes de la nación, el ejército, los médicos y los abogados con el uso de sus frases Latinas son apenas algunos de los grupos que han sido cuestión de crítica por la pluma de Lizardi. Pero no es cualquier crítica, es la crítica que viene de la persona que ha entrado en relación con esos grupos del poder y que tiene razón y derecho a criticar gracias a la experiencia propia.
Al leer el Periquillo, mi deseo de conocer más y más acerca de la verdadera cara de la sociedad de Lizardi, se hace tan grande, que termino por devorar el libro sin sentirlo siquiera. Cada capítulo alimenta mis ansias de conocimiento y curiosidad hasta la satisfacción, pero a la vez me deja con apetito suficiente para empezar el próximo capítulo al instante, terminarlo con deleite y así sucesivamente continuar hasta el fin. Cada capítulo del Periquillo tiene algo particular que te atrapa en su lectura. Por ejemplo, en el último capítulo que leímos, se me hace interesante el uso que hace Lizardi de terceras personas, ajenas a la sociedad del Periquillo, para razonar acerca de aquellas costumbres que parecen con sentido a los ojos de los propios ciudadanos. Como dice el editor del libro, esta técnica narrativa fue usada también por Montesquieu y Cadalso para presentar una visión objetiva de la sociedad. En fin, creo que Lizardi hace un uso apropiado de las técnicas narrativas para captar la atención del lector no sólo hacia el lado picaresco y humorístico del relato, sino también hacia el lado sardónico y agudo de la crítica.