¿Se merece Alan García otra oportunidad?
Natalia Sobrevilla Perea
12 de abril del 2006
Hace unas cuantas semanas me encontré con un amigo que me dijo que prefería el demonio antes que Lourdes Flores. Hoy cuando va quedando cada vez mas claro que no será ella quien pase a la segunda vuelta, muchos en el Perú se sienten en la necesidad de decidir quien será este ‘demonio’ a elegir en la segunda vuelta. Bryce Echenique ha descrito esta decisión como tener que escoger entre morir de sida o de cáncer, y otros como Susana Villarán han optado por el voto en blanco o viciado.
La pregunta que nos hacemos muchos en estas circunstancias, es si Alan García se merece una segunda oportunidad. El nos asegura que ha cambiado, que ha reflexionado, que la vida le ha mostrado sus errores, pero para quienes vivimos su gobierno de 1985 a 1990 el recuerdo de esos tiempos nos hace muy difícil confiar en la misma persona que ya una vez nos dijo que en política no hay que ser ingenuos. Muchos éramos bastante jóvenes en esos años pero no olvidamos como el país, pasó de estar moderadamente en crisis a una crisis tan profunda en que las posibilidades de futuro nos parecían imposibles. Quienes hemos vivido la hiperinflación, la estatización de la banca, el dólar MUC, los que hemos tenido que hacer cola para comprar azúcar, aceite y arroz, para después intercambiar con los vecinos, los que crecimos con el pan popular, el cuaderno popular y la leche Enci, encontramos muy difícil pensar en García en términos abstractos. Esto sin considerar además que durante su gobierno el terrorismo dejó el campo y pasó a la ciudad, vivimos paros armados, apagones, falta de agua, toque de queda y por primera vez tuvimos un poco del sabor de lo que sucedía en el resto del país.
A pesar de todo esto, muchos de quienes se han pasado los últimos quince años denunciando a García como el peor gobernante del Perú, un hombre corrupto que pasó de tener un departamento mediano en Miraflores a las mansiones de Naplo, Camacho y París, un inepto que llevo al Perú a ser inelegible por el FMI, un violador de los derechos humanos que lleva como vicepresidente a un general acusado de la matanza de los penales, han comenzado a pensar que quizás en estas circunstancias el líder Aprista sea el mal menor. Nadie le ha hecho una mejor campaña a Alan García que Ollanta Humala. Su discurso violentista y radical, sumado a las graves acusaciones en su contra han logrado en las ultimas semanas algo que pensé que nunca llegaría a ver: muchos de aquellos que juraron que todos menos Alan, de los que gritaron en su momento ¡Y va a caer y va a caer caballo loco va a caer!, están ahora pensando que ante las circunstancias es mejor darle una segunda oportunidad.
García sabe que para derrotar a Humala necesita del apoyo de la derecha, que la coalición debe ser con Unidad Nacional, además de con el Frente de Centro, Lay y todos los ‘pitufos’ que pueda sumarse. De alguna manera el dirigente de la olla le ha hecho el trabajo aun más fácil definiendo el espectro político como ‘todos contra Ollanta’. Pero lo que queda por verse es quien transara con Alianza para el Futuro, sus quince escaños en el Congreso les dan una posición privilegiada desde donde negociar el posible regreso y rehabilitación política de su líder. Humala ha dicho que no negociara con corruptos, mientras que García ha declarado que el fujimorismo no es una fuerza dictatorial en este momento, que han sido elegidos por el pueblo y que esta dispuesto a ‘darle la mano hasta a su peor enemigo’.
¿Será darle a Alan García una segunda oportunidad, abrirle la puerta a Fujimori para su segunda oportunidad? ¿Será esta una oportunidad mediada por la derecha, pactada con los representantes de Unidad Nacional? Opciones dicho sea de paso que no son mutuamente excluyentes, ya que solo basta ver a algunos de los acompañantes de Lourdes Flores para que eso sea evidente. El mapa político de los próximos años se esta reconfigurando en estos días y dependiendo de cómo se tejan las alianzas, como se presente Humala y como se establezcan los posibles pactos los que no votaron ni por Alan ni Ollanta en la primera vuelta decidirán cada uno si es mejor malo conocido o quien sabe que por conocer.
Natalia Sobrevilla Perea is an historian who teaches at Yale University.