Después de terminar la segunda mitad de la novela, hay algunas cosas que me llamaron la atención. Lo primero tiene que ver con los valores y la moral, y sus roles en las comunidades indígenas. Quiero enfocar en las siguientes dos frases:
“¡No seas loco!… –le gritó con angustia el joven de la cabeza ma- gullada y poniéndose de pie. ¿Por qué les pegas, si ellos no tienen la culpa?…”
Me parece interesante cómo le pregunta por qué lo golpea cuando no tiene la culpa de nada, y esto me hizo pensar en la moral y en cómo están arraigadas hasta ahora en el pasado. Es interesante pensar en todo el crimen, etc. que ha sucedido a lo largo de los años, personas que lastimaron a otras personas sin ningún motivo. Esto me hizo pensar en la moral y los “derechos” y los “errores” en la vida. En mi última publicación de blog mencioné brevemente la idea de los estereotipos de las indígenas, y creo que la moral y los valores tienen mucho que ver con esto. Creo que los indígenas en la historia de América Latina son vistos hoy como teniendo ciertos valores y morales que debían ser respetados siempre, ya que eran una gran parte de su vida. Por ejemplo, cuando yo estaba en la escuela primaria y aprendíamos sobre las comunidades indígenas locales y su lugar en la historia, aprendimos que una gran parte de su vida se centraba en valores, específicamente en respetar a sus mayores. Otro pasaje en el que quiero centrarme es el siguiente, porque también llama la atención sobre los valores y la moral:
“Es voluntad de ustedes, y no mi deseo, que me inviste de autoridad y mando. Son, por tanto, ustedes quienes han de mandar y yo sólo he de obedecer. Todos hemos de vivir en armonía y sin recelo, porque nuestro bien es común y unas mismas son nuestras aspiraciones. Hemos de soco- rrer al necesitado, prestar ayuda al que cae en desgracia; pero hemos de ser sordos para el mal.”
Aquí el “nuevo hilacata” está hablando de lo que ha escuchado de sus padres y durante toda su vida. Habla de cómo todos debemos vivir en armonía y sin sospechas, y también debemos ayudar a los necesitados y ayudar a los que “cae en desgracia”. Sugiere cómo deberíamos ser, cómo debemos actuar y cómo, como humanos, tenemos una cierta responsabilidad. Es interesante porque todavía vemos todas estas cosas como algo que la sociedad valora hoy. Pero si estoy siendo honesto, diría que no estamos viviendo en armonía, y definitivamente podemos hacer algo mejor para ayudar a los necesitados. Esto me hace pensar en la idea del egoísmo y su evolución a través de los años.
Lo último en lo que quiero enfocar en es en el siguiente diálogo:
Aguirre: ¡Déjate de idioteces! Hazme dictador, y verás lo que hago. Sólo un dictador puede realizar algo que valga la pena.
Ocampo: ¿No tienes fe en nuestros hombres públicos?
Aguirre: No tengo fe en nadie …”
Es interesante leer esto hoy porque (estoy hablando de la mayoría de los canadienses) consideramos que la dictadura es algo indeseable y hemos visto a líderes elegidos democráticamente hacer cosas muy significativas. También es interesante comparar estas ideas con las que se mencionaron al principio de la publicación, (valores y moral), específicamente relacionadas con “castigar” a las personas que no tienen la culpa. Podemos ver a la dictadura como un “castigo” para las personas inocentes? O sea podemos ver a un dictador como alguien que “castiga” a ciudadanos inocentes al, por ejemplo, suprimir su libertad?
Hola Cynthia!
Gracias por tus puntos que has mencionado. Es sorprendente cómo, como humanos, tenemos diferentes formas de vivir y diferentes formas de dictar lo que está bien y lo que está mal para nosotros, nuestra cultura, nuestras costumbres, nuestra tradición. Creo que las citas que has mencionado son buenos ejemplos de los valores y la moral de los pueblos indígenas, y cómo quieren conservar esos frente a la adversidad.
Ojo… en la última cita, no es Aguirre que dice ni “Hazme dictador” ni “No tengo fe en nadie,” como vemos si añadimos las frases que has cortado:
“—¡Déjate de idioteces! Hazme dictador, y verás lo que hago. Sólo un dictador puede realizar algo que valga la pena. Necesitamos otro Linares un poco más tolerante; pero así hombre, así desprendido, así patriota. Lo demás, es pura música –repuso Suárez con profundo convencimiento.”
O sea que es Suárez, el que aquí representa la voz “liberal,” que propone la necesidad de un cambio radical, que sugiere que solo un dictador podría implementar tal cambio.
Más allá que asegurar que citamos correctamente, ¿ahora que pensamos de este discurso?
Me llama la atención la pregunta con que terminas el post. En la novela, las dos formas de gobierno que se ofrecen, como tú las mencionas en el post, parece que se entrecruzan, ¿no?. Casi que el hilacata tiene rasgos de dictador o de un líder populista, ¿qué te parece?