Fernando Tuesta and Sinecio Lopez Analyze Municipal and Regional Elections
According to political scientist Fernando Tuesta, the municipal and regional election are a step backward for the development of a party system in Peru. Sociologist Sinecio Lopez concurs: this election has produced fragmentation rather than reinforcement of the party system, he says.
For a critical response read: Elecciones: vox populi, vox dei in the blog Gran Combo Club
Un desalentador archipiélago político
Por Fernando Tuesta Soldevilla, politólogo
El Comercio
20 – 11 – 2006
El promedio del elector peruano ha preferido una lista local a un partido político. Un castigo para los partidos, pero también una total desarticulación de la representación política, que prolonga la seria dificultad de los peruanos por construir o reconstruir colectivos políticos que le permitan no solo canalizar sus intereses, sino que estos sean eficientemente agregados y sistematizados.
Es por eso que esta elección subnacional a escala regional y municipal tiene un impacto considerable no solo en el proceso de descentralización, sino también en las relaciones entre los diversos niveles del poder. Por ello, más allá de lo bueno que pueda resultar premiar a un buen alcalde con la reelección y castigar con el voto a otros por una mala gestión, lo cierto es que el Perú de hoy construye un archipiélago de su representación política. El intento por ganar las elecciones ha concluido con un reparto del poder entre los competidores, tan amplio y disperso de regiones y municipios que encontrar el buen impacto de la representación política, es tan difícil como gobernar Lima.
Los partidos nacionales, como el Partido Aprista, Unidad Nacional, Restauración Nacional, Sí Cumple, Somos Perú, entre otros, han ganado más municipios que otros porque han presentado listas en un número alto de provincias y distritos, pero del universo total, han ganado poco. Es más, han descendido en el caudal de votos comparativamente con los resultados del 9 abril y, en muchos casos, no se compara con los resultados del 2002.
Quienes han ganado son las variadas listas regionales y locales, mal llamadas independientes. Se las agrupa por oposición a los partidos nacionales, pero es lo único que tienen en común. Por lo tanto, las autoridades de muchos distritos mirarán únicamente en su localidad, sin perspectiva del conjunto de la provincia. A su vez, los alcaldes provinciales, que no provienen del mismo partido reproducirán la misma lógica, como las autoridades regionales.
Al Apra no le fue bien, no solo en Lima, capital que generalmente la da la espalda, sino en varias regiones y provincias, pero sobre todo por la histórica derrota de Trujillo, la primera desde 1963, en que hay elecciones directas. Este resultado desfavorable para el Apra no se nota, porque a otros partidos como Unidad Nacional y, sobre todo, el Partido Nacionalista Peruano, les ha ido peor. En Lima, el triunfo que le permite reelegirse a Luis Castañeda, tiene poco que ver con Unidad Nacional que si bien gana en algunos distritos, desaparece del mapa cuando se aleja de la capital. En el caso del partido de Ollanta Humala, no ha podido canalizar el aluvión electoral de su líder, que pese a su recorrido por las provincias, casi como candidato, demuestra lo episódico de un respaldo personalista. El triunfo en Arequipa y alguna otra provincia no responde a las expectativas creadas por el humalismo, que tiene un largo y difícil camino para construir una agrupación que vaya más allá de las circunstancias.
Si Somos Perú desciende –perdiendo municipios emblemáticos como Miraflores–, Restauración Nacional, un tanto igual, Acción Popular (AP), Perú Posible, el fujimorista Sí Cumple, todos partidos con representación parlamentaria, han sido barridos del mapa electoral y si no se cuidan, de su propia inscripción legal. La alternativa y recambio ha sido un listado largo de siglas, muchos de cuyos candidatos han transitado por varias organizaciones, creando una atomización tal que ahora solo se percibe un archipiélago político, panorama desalentador.
Sinecio López
Suerte para García, desgracia para Perú
La Primera
20-11-2006
En estas elecciones han triunfado las individualidades y han perdido los partidos, que no han logrado calar más hondo en lo local ni en lo regional.
Ello se debe a la crisis de los partidos. Lo interesante es que parecía que en el 2000 los partidos retomarían una influencia no sólo nacional, sino también local y regional.
Pero han perdido, primero, por el bajo desempeño de sus líderes, y segundo, porque los partidos no han logrado tener un proyecto más profundo, más democrático y eficaz, de descentralización y organización. En suma, no hay partidos nacionales.
Hasta 1989 los partidos ganaban elecciones nacionales, regionales y municipales. Después eso se quebró. En el 2000, el APRA ganó doce presidencias regionales, pero otra vez se ha hundido. Y hoy estamos en lo más hondo de la crisis porque los partidos han perdido raíces sociales y regionales, y lo que surge ahora son líderes locales, pequeños caudillos.
El Perú no puede seguir así, pues lo que ha triunfado es la fragmentación: las personas, los líderes o los “caudillitos” locales. El país no va a ningún lado con el triunfo de la fragmentación. ¿Qué vamos a hacer con tanto caudillo, tanto liderazgo independiente a nivel local y regional, que no tiene un proyecto ni idea general de país? Espero que los partidos entiendan esta situación.
En consecuencia, esta fragmentación no representa peligro para el dominio de Alan García, que va a tener más facilidad para gobernar porque no enfrentará presiones colectivas ni institucionales sino una diversidad de personas con las cuales va a poder negociar. Puede ser una suerte para García, pero es una desgracia para el Perú.
Ahora, los presidentes regionales del APRA apenas llegarían a cuatro. Lo mismo sucede con el partido de Ollanta Humala, que tuvo una participación importante en las elecciones hace 6 meses.
Si el APRA, con más de 50 años, organización y enraizamiento social, no pudo mantener sus doce regiones, menos lo haría Humala, que tiene seis meses de vida política y no tiene organización ni liderazgo. Insisto, si el APRA ha ganado en algún sitio no es porque sea el APRA, sino porque tiene caudillos como José Murgia, en La Libertad.