Peru Election 2006

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Manuel Miguel Medina sobre el rol de Alan García como presidente

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Alan García: el rol del presidente
La República, 18 de mayo del 2006. Por Manuel Miguel Medina desde París.

A falta de uno, el Perú se ofrece dos candidatos de izquierda para la segunda vuelta presidencial. El uno populista y el otro social-demócrata. El país no ha hecho sino enraizar su vocación por el progreso social en democracia. Los peruanos han optado por servirse de la modernidad, la democracia, como la manera más segura y firme de alcanzar el desarrollo económico y la justicia social.
De ahí el temor de la derecha a un eventual entendimiento, después de la contienda electoral, entre UPP y el Apra para gobernar juntos el país. Luego de haber estigmatizado e insultado rudamente los candidatos Alan García y Ollanta Humala durante la primera vuelta, la derecha hábilmente trata de enfrentarlos y dividirlos para rendir imposible un probable acuerdo entre ellos. Mario Vargas Llosa se ha convertido en el símbolo e inspirador de esta insidiosa estrategia.
¿Cuáles son los demonios y fantasmas que perturban y atormentan a Mario Vargas Llosa, un gigante de la literatura contemporánea mundial como lo reconoce la prensa internacional, y que han terminado por mutar de una manera tan radical como opuesta a aquel joven idealista y revolucionario de los años sesenta en el viejo y amargado reaccionario de hoy?
Sin embargo, más allá de un eventual acuerdo entre ambas fuerzas populares para dirigir el país, lo que interesa por ahora es saber ¿quién será el próximo presidente peruano?
Aunque toda elección nunca está ganada de antemano y siempre encierra sus enigmas y sorpresas, lo más probable es que García sea elegido nuevamente presidente. Su victoria no será contra Ollanta. Ni tampoco constituirá la revancha del líder aprista. Su elección será la renconciliación del Perú con el mejor de sus hijos. Después de todo, entre los candidatos presentes en estos comicios, Alan es el más apto, aquél que podría gobernar el Perú con mayor competencia. El dinamismo contagiante, la voluntad de imponerse, la fuerza de venir de tan atrás hacen de García el líder natural del país. En estas condiciones su elección masiva deviene una obligación nacional.
Alan no es el ladrón que la derecha ha pretendido hacerle creer al país. Él habría ganado mucho más dinero que en la política en circunstancias más simples y ventajosas sin poner su vida en peligro si se hubiese consagrado a su profesión de abogado o convertido en un hombre de negocios.
Ahora bien, pobre del Perú si Alan no está esta vez a la altura del rol que la propia historia le tiene reservado. García tiene que ser consciente de que el Presidente de la República no debe nada a nadie. Ni a su partido. Ni a su familia. Ni a sus amigos. No es suficiente decir y repetir que uno ha cambiado. Cuando al mismo tiempo continúa a dejarse rodear de colaboradores en su mayoría incompetentes. E igualmente, manifestar una irrefrenable fascinación, por gente corrompida a quien tolera el acceso a su entorno más próximo.
García debe saber “habiter son status” como se decía de Charles De Gaulle. La grandeza del presidente francés, por quien García siempre ha guardado admiración, no sólo reside en haber liberado a su pueblo del ocupante nazi. Sino también en sus gestos simples y cotidianos. Cuando De Gaulle invitaba a su familia a almorzar en el palacio presidencial, hacía que sus parientes paguen de su propio peculio la comida que se les había servido. El presidente socialista François Mitterrand tenía la noción de que su cargo era el cúmulo sagrado de una larga historia que lo contemplaba. Y eso era suficiente para no traicionar una función que su pueblo le había confiado transitoriamente.
El presidente, pues, está para ofrecer una utopía a su pueblo y encaminarlo hacia ella. El Perú espera eso de Alan García.

Written by Michael Ha

May 18th, 2006 at 5:51 am

Posted in Political Parties

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