10/25/15

Un día en la vida

Una novela testimonial, Un día en la vida de Manlio Argueta nos concede una impresión muy realista de la vida día a día del campesino salvadoreño y los conflictos que dan lugar a la guerra civil. Narrado por Guadalupe Guardado, o Lupe, una mujer de mediana edad con una familia que apoyar, su perspectiva nos permite entender la lucha diaria de los campesinos, como se revela en las primera palabras del libro: “No hay día de dios que no este levantada a las cinco de la mañana…” Como nos cuenta Lupe, la vida diaria es difícil, lo cual nos lleva a entender porque los campesinos, tal como el esposo de Lupe, José, se movilizan en contra de la regimen política de la época.

Me pareció curioso que el tema agrícola esté en el centro del conflicto salvadoreño tal como en la guerra civil española, aunque bajo diferentes circunstancias. Esto demuestra el rol que el terreno y la agricultura juega en la política, siendo una fuente de recursos económicos que subyace las relaciones de poder que mueven toda la sociedad. En España, fue la Iglesia Católica la que se alió con el estado para mantener sus terrenos y su poder político, pero en el Salvador es al revés: es la Iglesia Catolica la que lucha para defender los derechos de los campesinos bajo la amenaza del estado y el ejército (y el apoyo internacional de los EEUU). Si la guerra civil española giraba en torno de la tensión entre tradición/modernidad, entonces la guerra civil salvadoreña dependía de la fricción entre capitalismo/comunismo, o campesino/comerciante. Puesto que la guerra fue apoyado por los Estados Unidos, es claro que el tema central se basaba en ideologías opuestas y sus conceptos correspondientes de la economía/flujo de recursos.

Otro tema que surgió para mí al leer la novela fue la dureza y brutalidad del ejército al intentar reprimir los rebeldes. El miedo constante que la violencia provocó tuvo el efecto de silenciar al pueblo, semejante a lo que pasó en España. Enfrentado por el terror de perder a su familia, Lupe es forzada de mantener el silencio ante la cara de su propio esposo, capturado por los oficiales por su participación en la rebelión campesina. El tema del silencio parece ser intrínseco a la guerra, pues ha surgido como tema principal en todos los textos que hemos leído. El silencio es la fuerza que oprime al pueblo, pero a la vez es algo que puede salvarse la vida, como vimos en Los girasoles ciegos. 

10/18/15

Los girasoles ciegos

Los girasoles ciegos me pareció un texto muy repleto y creativo. A través de cuatro relatos interrelacionados logra pintar un imagen visceral de la guerra y la vida pos-guerra en España. Utilizando descripciones poéticas, imágenes emotivos, y la picadura de la ironía, la narrativa cautiva al lector y hace que se entra en el pensamiento y sentimiento de los protagonistas. De tal forma, transmite la realidad de la guerra de modo muy personal, llevando un tema a menudo distanciado al ejército a un nivel muy íntimo y familiar. Es decir, la guerra no solamente se trata de los soldados y los políticos, sino que toca hasta lo más profundo del sentido humano, las familias, las relaciones, y la lucha del día a día.

Para mi, el relato que más puso de manifiesto este tema fue el segundo, o el “Segundo derrotado: Manuscrito encontrado en el olvido.” A través de sus versos poéticos, el joven Eulalio hace que el lector viva y sienta el sufrimiento de su lucha de modo muy sobrecogedor. Se huye con su esposa embarazada de ocho meses, quien llega a dar luz en el camino; ella se muere, y deja a él y el recién nacido a luchar por la vida en la miseria del invierno. Eulalio escribe en su diario íntimo: “Pienso que ella no hubiera querido un hijo derrotado. Yo no quiero un hijo nacido de la huida. Mi hijo no quiere una vida nacida de la muerte. ¿O sí?” Dicha reflexión muestra los efectos de la guerra en los lazos familiares, ya que la mamá probablemente no habría muerto si no hubieran huido, y el hijo no hubiera sido un hijo de la huida o de la muerte. Por otro lado, las últimas dos palabras, “¿O sí?”, se expresa la ironía picadura con la que escribe Méndez, que tiene el efecto de poner en duda la dicotomía del pensamiento humano. Es decir, va más allá de las divisiones con las que normalmente percibimos las cosas. En vez de suponer que “el hijo es una víctima de la guerra”, porque “nació de la muerte”, estas dos palabras se le pone en cuestión, sugiriendo que exista otra razón para explicar la situación. De tal forma, Mendéz va más allá de las dicotomías usuales y se apunta hacia lo trascendental de la condición humana.

Sin embargo, el texto lleva un mensaje bastante negativo, ya que todos los relatos acaban con la muerte de los protagonistas, a pesar de su lucha constante. Aunque el capitán Alegría se escape de la muerte por fusilamiento, termina tomando su propia vida en la cárcel; Eulalio y el bebe se mueren de hambre a pesar de su lucha contra los elementos y el frio; Juan Serna acaba siendo fusilado por contar la verdad, y Ricardo se tira por la ventana por intentar impedir la violación de su esposa. El mensaje parece ser que a pesar de todos los sacrificios que hagas y la integridad con la que actúes, nada te salvará de la muerte cuando se trata de la guerra. De tal forma, deja el lector con una sensación vacía del sin sentido de las cosas y la amargura de la vida, a pese de la interconectividad, sufrimiento compartido, y el sentir humano que los relatos expresen.