Don Alejo es la representación del poder en la novela; en sus manos están todos los hilos que controlan el pueblo, la Estación del Olivo. Él es representante del partido conservador y en base a especulación crea el pueblo De la Estación porque supone que este será en el futuro una estación que traerá beneficios para todos. Su poder consiste en manipular y saber miniciosamente la vida de los demás habitantes; se aprovecha de la gente para ganar votos y al final pretende destruir el pueblo, comprando las pocas casas y terrenos que quedan, supuestamente para que le sirva como terreno de viñedo, pero tal vez está tramando algo más.
¨No, no hay nadie como don Alejo, es único. Aquí en el pueblo es como Dios. Hace lo que quiere. Todos le tienen miedo. …. Y es tan bueno que cuando alguien lo ofende, como éste que te estuvo molestando, después se olvida y los perdona.”
Su poder solo es cuestionado por dos personajes que representan el machismo y la brutalidad. No pueden enfrentarse a él directamente porque le temen, sobre todo porque Don Anselmo tiene muchas influencias y; además, está rodeado por cuatro perros intimidantes. Sin embargo, Pancho físicamente es el prototipo del Macho aunque en el fondo también es homosexual, y eso lo sabe don Alejo que además sabe que está enamorado de la Manuela y que la quiere hacer daño. Ser homosesual en un mundo machista como la Estación del Olivo es lo peor que le puede pasar a un ser humano, al ser homesexual como la Manuela Pancho siente la necesidad de matarla. Es como si con ese acto borrara la deshorna de sus deseos. La Manuela, por otra parte, en sus buenos tiempos era la bufon de los prostíbulos y constantemente era victim de agresiones físicas y verbales por su condición. La Manuela se reconoce como mujer, pero su hija y los demás personajes del pueblo completan su identidad. La primera lo llama Padre, que a Manuela no le gusta y los segundos lo llaman Maricon, Por su parte, la Manuela se refiere a la gente del pueblo como ignorantes. Don Alejo también está en la postrimeria de la muerte su poder empieza a languidecer como él, por eso ya no es tan efectivo como antes; la Manuela y la Japonesita comienzan a sospechar de lo que está tramando, por eso la Japonecita deciden no venderla la casa.