Peru Election 2006

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Many young voters are apathetic about politics

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There are approximately 7 million young voters (between 18 and 35) in this election, and most of them have not yet decided how they will vote. Youth represent about 42 percent of the electorate, but many young voters appear to be turned off politics. Martin Tanaka notes that youth spontaneously participated in the struggle against Fujimori at the end of the 1990s but found no organization to sustain their involvement.
Un informe especial del diario La República sobre los jóvenes indecisos políticos en el país arrojó interesantes conclusiones: A menos de tres meses de las elecciones generales, casi 7 millones de peruanos entre los 18 y 35 años aún no definen su candidato y representan el 42,1% de votantes, casi la mitad. Frustrados, sienten que ningún candidato los representa y que los partidos políticos no se preocupan por ellos, desmotivándolos por participar en la política a pesar de que su participación será decisiva para definir los próximos comicios del 6 de abril .


Jóvenes indecisos que deciden
Por Alberto García y Luigi Faura (Especial Debate Electoral)
La República, 23 de enero del 2006

PARTIDOS POLÍTICOS LOS DEJAN DE LADO
• A menos de tres meses de las elecciones generales alrededor de 7 millones de peruanos no definen su voto.
• Sienten que ningún candidato los representa.
La energía de los jóvenes que lucharon por recuperar la democracia en el 2000 parece haberse agotado. El eco de sus voces que retumbó en las calles en la lucha contra la dictadura no resuena más. Dicen que ya no confían en la democracia, que no creen en los políticos y que no están conformes con el sistema. Sus ganas de cambiar al mundo se han transformado –luego de cinco años de una democracia mal llevada– en apatía.
Según las últimas cifras de Reniec, el 42,1% de los electores en el Perú tiene entre 18 y 35 años. Esto quiere decir que casi 7 millones de jóvenes acudirán a las urnas en abril para decidir quién nos gobernará durante los próximos cinco años. Preocupa saber que, a menos de tres meses de las elecciones, prácticamente la mitad de los electores no ha decidido su voto y al parecer no tiene ningún apuro por hacerlo.
La participación de los jóvenes será , una vez más, decisiva para definir el resultado de las próximas elecciones. Voto importante que –sorprendentemente– está siendo descuidado por los partidos políticos durante la campaña.
En este reportaje recogemos la voz de los jóvenes –sus impresiones, inquietudes y frustraciones– matizadas con análisis de expertos que ayudarán a comprender cómo votará más del 40 por ciento de los peruanos en las elecciones de abril.
Voto descreído
A los pies del cerro Santa Rosa, en la urbanización El Cantoral, en San Juan de Lurigancho, los jóvenes suelen reunirse en patota al pie de la plaza a cualquier hora del día. Da lo mismo: no tienen trabajo.
A diferencia de calles de los barrios cercanos al centro de Lima, aquí la única imagen que adorna las paredes es la de Lolo Fernández, el máximo ícono del club de fútbol Universitario de Deportes. No hay pancartas de candidatos presidenciales ni organizaciones partidarias que tienten el voto aún indefinido de esa gran masa electoral de jóvenes que decididamente no les interesa la política ni los partidos ni quién pueda salir elegido como futuro presidente del país. La contienda para definir a los futuros gobernantes de la patria está a la vuelta de la esquina, pero ellos prefieren esperar hasta el último día para decidir su voto. No han escuchado propuesta alguna a favor de los jóvenes que sintonice con sus necesidades. Es más, la gran mayoría no ha escuchado a los candidatos.
“La verdad, no nos interesa la cosa política. ¿Para qué? Siempre es lo mismo y son las mismas personas. Aquí en el barrio vivimos pendientes de los partidos de fútbol. La política es para los grandazos que roban”, asegura José Luis Quiroz resumiendo el sentir de la decena de amigos que lo rodean y asienten aprobando su comentario.
José Luis tiene 22 años, secundaria completa, vive con sus padres y hermanos, y no tiene trabajo.
Su mejor amigo, Rodolfo Támara (18), es ayudante en la fonda de su hermana en donde se vende menú para los transportistas urbanos que cubren la ruta Tacna-Callao, y que tiene su paradero al pie del cerro Santa Rosa, en el Cono Este de la capital. José Luis y Roberto comparten la misma idea de la función pública: “La gente entra a llenarse los bolsillos”.
“La política es una porquería”, interviene Yerson Peñaloza, cobrador de uno de los buses de la línea 57 que cubre la ruta hasta el Callao. “Ya el tiempo lo dirá”, responde cuando le preguntamos por quién va a votar, quizá olvidando y quizá desconociendo que el próximo 9 de abril se realizarán las elecciones generales.
De acuerdo con el politólogo Eduardo Toche, el voto de los jóvenes con menos recursos en estas elecciones se orientará hacia ‘el mal menor’. “Ellos no se sienten identificados con ninguna propuesta política. Les da igual votar en blanco, viciado o por el ‘menos malo’. “Definitivamente no se trata de un voto afirmativo”, explicó.
Toche considera que el principal problema que aqueja a la población joven del país no está siendo atendido en los programas de gobierno de ningún partido político: la falta de empleo.
“Los jóvenes se sienten fuera del sistema. Les da lo mismo quién y cómo gobierne. Solo les importa que sus problemas inmediatos (la falta de trabajo principalmente) sean solucionados”, aseguró.
El analista explica que las necesidades de este grupo son tan extremas que su voto no es razonado, no toma en cuenta las propuestas ni considera los planes de gobierno. “Se trata de un voto básicamente emotivo, decidido a último momento”.
Apatía y desapego con la democracia
Hasta hace poco más de un lustro, las calles de toda Lima y de casi todo el Perú se llenaron repetidas veces de jóvenes impetuosos, valientes y hartos de vivir bajo el manto de una dictadura maquillada una y otra vez con procesos electorales fraudulentos. Jóvenes de todos los sectores y rincones del país participaron de esta gesta que tenía como objetivo desentornillar del poder a Alberto Fujimori y recuperar de una buena vez la democracia. Solo a partir de ahí se podrá hablar del futuro, clamaban las calles embanderadas.
Mucho del descontento traducido en marchas y movilizaciones pacíficas se gestó en el seno de las aulas universitarias. Hoy, solo cinco años después y con la experiencia de una democracia que la gente considera desigual, corrupta y por demás endeble, el interés por los designios políticos del Perú ha sufrido una abismal caída; así como el respeto por el concepto de democracia.
“Todos los políticos han demostrado ser corruptos, solo entran (a los organismos estatales) para sacar provecho propio. No hay ningún candidato que valga la pena ya que todos son parte de lo mismo. En teoría, la democracia es buena, pero una vez que se lleva a la práctica aquí en el Perú no sirve: Fujimori era un dictador pero Toledo hace lo mismo que él, hace lo que le da la gana igual que todos los demás”, se queja Jeanet Mejía, una joven de 22 años que estudia Ciencias Sociales en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, la decana de América y otrora epicentro del pensamiento político del país.
Toche opina que la reacción que tuvieron los jóvenes en el 2000, cuando lucharon por la democracia, fue una respuesta al autoritarismo. “Los universitarios tuvieron un rol protagónico en ese momento, pero cuando cayó la dictadura la movida juvenil desapareció como por arte de magia. No se llegó a articular un grupo sólido que tenga una presencia constante en la actividad política nacional”.
Para la estudiante de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Lissete López (25), la democracia ha perdido su valor de foro abierto, de inclusión y de bastión para concertar y buscar salidas viables para el país.
“En el Perú la democracia significa solo opinar y embarrarse unos a otros. Ni bien alguien hace algo bueno, viene otro y lo empuja. Está demostrado que a los peruanos nos gusta la mano dura. Nos gustan las dictaduras, a mí ya no me gusta la democracia de acá”, reflexiona.
El presidente del Consejo Nacional de la Juventud (CONAJU), Roberto Rojas, considera que hubo fallas dentro de los partidos políticos para acoger al inmenso grupo de jóvenes que se sentía ligado a la política luego del 2000. “Los partidos no entienden que la única forma de ser mejor vistos ante la población es dinamizando su estructura y dando espacio a los jóvenes”.
Rojas criticó además que no existan discursos políticos que involucren los intereses de los jóvenes. “El sistema político no les presta atención y ellos no se sienten incluidos”, dijo.
El analista político Martín Tanaka está de acuerdo con que el fenómeno de las marchas en el año 2000 fue una reacción espontánea contra la dictadura. Explica que la movida política juvenil se desvaneció en el tiempo porque no hubo ninguna organización que lograra sostenerla. “Pero el problema de desorganización de los jóvenes es un mal que está presente en toda la sociedad peruana. Los grupos se movilizan por causas específicas que los afectan directamente, pero no terminan de organizarse”, dijo.
No los toman en cuenta
Una de las tantas hipótesis para entender el desapego de los jóvenes hacia la vida política, la democracia, y su indecisión a escasas semanas de la primera vuelta electoral, se desprende de la falta de canales que transmitan sus necesidades y anhelos. En épocas sin procesos eleccionarios en curso, esa debiera ser la labor de los partidos políticos. Durante las campañas electorales son los partidos o movimientos que pugnan por los poderes Ejecutivo y Legislativo los encargados de debatir propuestas serias en pro (en este caso en concreto) de los jóvenes: cómo mejorar la educación, cómo generar más puestos de trabajo formal, cómo insertar a los jóvenes en la vida política y cómo reforzar su amor por el país y la democracia. Hasta hoy los candidatos solo han hablado superficialmente sobre este tema. Aunque, claro, la mayoría no ha dicho nada.
“Hay un montón de candidatos que hablan sobre los jóvenes. Dicen que hay que apoyar la cultura, la música, el deporte, pero al final solo es para ganar votos. Se acaba la campaña y todos se olvidan de nosotros: los que ganaron y los que no ganaron”, asegura Ronald Pastor (21), estudiante de la Universidad Nacional San Agustín (UNSA) de Arequipa.
“Los jóvenes no tenemos forma de hacer escuchar nuestros reclamos. ¿Quién nos escucha? ¿A quién podemos reclamar? A nadie. Los que están en el poder se olvidan de nosotros y solo en épocas de campaña nos incluyen en sus discursos. Todos hablan de los sueldos de los congresistas, de bajarle el sueldo al Presidente, pero nadie habla de crear puestos de trabajo para nosotros”, reclama Ronald.
Queremos trabajo
El presidente del Conaju opina que el voto de los jóvenes en estas elecciones reflejará su desazón hacia la política en general. Sin embargo, conserva una visión optimista. “Los jóvenes quieren una oportunidad, quieren formar parte de una democracia participativa. Quieren trabajo y educación”, opinó.
Para Roberto Rojas el mensaje está claro: los jóvenes están cansados de ser convocados por los partidos políticos solo en coyuntura electoral. Ya no quieren ser utilizados. “Ellos reclaman protagonismo, tener participación en el Congreso. Quieren ser agentes de cambio, sentirse incluidos”.
César Castro Moreno es chef de un prestigioso restaurante local, tiene 27 años y vive en Miraflores. Para él, los jóvenes realmente no les interesan a los políticos y por eso no están incluidos en sus propuestas. “No he escuchado a ningún candidato hablar algo serio acerca de los jóvenes. Solo hablan de canchitas de barrio, o de propuestas que quedan en el aire. Los jóvenes del Perú quieren trabajar y quedarse en el país. Lo único que logran los gobernantes y los candidatos es que cada vez haya más descontento, menos trabajo y más gente que quiere irse corriendo del país”, opina.
Desconfían de los partidos políticos y están decepcionados de la democracia. Son en definitiva el sector más descontento. Estas son las principales características que le otorgan a los jóvenes los estudios elaborados por el Grupo de Opinión Pública de la Universidad de Lima.
Pueden definir
Luis Benavente, director de esta institución, está convencido de que el voto de los jóvenes (casi 7 millones de personas) puede definir una elección.
Los jóvenes del Perú tienen voto pero por lo visto no tienen voz: ni los gobernantes de turno ni aquellos que aspiran a serlo los toman en consideración para elaborar un proyecto integral que nos permita luchar contra la pobreza, las desigualdades y la falta de trabajo. En menos de tres meses los jóvenes indecisos decidirán en las urnas quién será aquel que maneje los destinos del país por los próximos cinco años. Es hora de que los candidatos dejen de lado el discurso altisonante y menudo, y presenten propuestas serias que incluyan a estos siete millones de votantes que hasta hoy no quieren saber nada de ellos. La democracia lo agradecerá.
ANÁLISIS
“El voto de los jóvenes es decisivo”
Nelson Manrique. Historiador y sociólogo
Desde que la ley electoral otorgó el voto a los peruanos mayores de 18 años la participación de los jóvenes en los procesos electorales se volvió decisiva. El Perú es un país joven y el voto de este grupo tiene un peso significativo.
En la elección del 2001 fue el voto juvenil el que favoreció a Alan García. La facilidad de oratoria del candidato encandiló a los jóvenes. Logró elevar su intención de voto de 2 a 44 por ciento en pocos meses. Pero hoy los jóvenes se han vuelto escépticos frente a las propuestas de García. Es quizá este el factor más importante que ha ocasionado su descenso en las encuestas.
Sin duda Alan es el más afectado por el cambio de humor del voto juvenil en los últimos tiempos.El desencanto hacia García hizo en un primer momento que los jóvenes orientaran su voto hacia Ollanta Humala. Ellos creyeron encontrar en su propuesta una alternativa distinta al sistema.
Sin embargo, a medida que avanza la campaña, Humala comienza a parecerse más a los políticos tradicionales y los jóvenes comienzan a decepcionarse. Esto puede ser fatal para la candidatura del Partido Nacionalista.
El desencanto de los jóvenes puede hacer que su voto se transforme en un voto de castigo, de protesta. Sin embargo, es posible también que decidan actuar. Su desencanto es con los políticos, no con el país; están buscando alternativas dentro del abanico electoral. Lo deseable es que se organicen y participen activamente en la vida pública.
Haya de la Torre y Mariátegui eran muy jóvenes cuando empezaron su vida política. No hay razón para que ahora no puedan gestarse alternativas.
“No se aprovecha el voto juvenil”
Martín Tanaka. Analista político.
Los jóvenes son un electorado volátil y desleal. Votan por imágenes, por simpatía antes que por ideologías y planes de gobierno. Pero estas características no son exclusivas de este grupo etario, se presentan también en el resto de la sociedad.
Si revisamos la historia del patrón de voto de los jóvenes, las estadísticas muestran que no ha diferido de los otros grupos generacionales. Sigue las mismas tendencias del resto de votantes.
Frente a esta coyuntura los políticos no sienten estímulo para elaborar programas o discursos dirigidos especialmente a ellos. Es un círculo vicioso: los jóvenes no deciden su voto porque los partidos no responden a sus expectativas y los partidos no se concentran en sus intereses (de los jóvenes) porque consideran que se comportan igual que el resto del electorado.
Un ejemplo: cuando se analiza el voto de los jóvenes hacia Alan García se suele pensar que ellos simpatizan con sus propuestas porque no vivieron su gobierno, porque no recuerdan la crisis que se vivió en esa época. Sin embargo, los estudios demuestran que el voto joven hacia García tiene las mismas tendencias que el voto adulto. Es decir, el voto hacia García no es un voto mayoritariamente joven.
El caso de Lourdes Flores es distinto. En ella las encuestas demuestran que existe un voto mayoritariamente femenino y juvenil. Ellos se sienten más identificados con sus propuestas.
Los partidos están desaprovechando el voto juvenil. Ellos podrían elaborar discursos especialmente dirigidos hacia ellos, que respondan a sus intereses. Pero no lo hacen. El voto joven está ahí esperando a ser ganado.

Written by Michael Ha

January 23rd, 2006 at 6:49 am

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