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Apogeo y crisis de Fernando Olivera

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David Hidalgo Vega, periodista de El Comercio, muestra un perfil de la trayectoria del líder del Frente Independiente Moralizador (FIM).


Apogeo y crisis de un acusador
Por David Hidalgo Vega
El Comercio, 3 de marzo del 2006

Fernando Olivera se encuentra en una de las carreras más críticas en su historia política. No piensa en las encuestas, aunque asegura estar subiendo. Espera superar la valla electoral para regresar al Congreso. Lo que sigue es un perfil de agitada trayectoria
Hay un episodio de los años ochenta que grafica la imagen pública inicial de Fernando Olivera. Había llegado a Ayacucho para investigar, en su calidad de diputado, la matanza de 69 campesinos en Accomarca. En cierto momento, los efectivos policiales que custodiaban la zona, envueltos en pasamontañas, lo obligaron a subir a una tanqueta, junto con el fiscal que lo acompañaba. “Iban a desaparecernos”, recuerda. Un periodista cercano de esos días le había dado un dato crucial acerca de un teniente de la zona, con su descripción física y todo. Olivera lo reconoció por el seudónimo: ‘Barrabás’. Sabía, además, que una hermana de ese hombre había sido su compañera de clases. Lo llamó por su apellido. El efectivo se puso alerta, se quitó la cubierta y le preguntó de dónde lo conocía. Minutos después lo dejó libre.
En esa época, Olivera se había hecho conocido por participar en investigaciones sobre violaciones a los derechos humanos. Conocía el tema desde los días en que trabajó como secretario del fiscal de la Nación, un cargo al que había llegado con apenas 21 años. “Era un tipo muy metido, eficaz y colaborador”, recuerda el periodista Gustavo Gorriti, que lo conoció en esos años cuando investigaba los mismos temas para la revista “Caretas”. La gente de ese medio lo apreciaba porque se había convertido en un personaje incómodo que tenía buena información. Le llamaban ‘El fiscalito’, aunque en realidad no tenía ese cargo, porque no era abogado, sino administrador de empresas.
Olivera cimentó su reputación en base a casos de mucha notoriedad. Participó en las investigaciones de los casos Uchuraccay y Villa Coca e incluso en la primera caída del sentenciado por narcotráfico Fernando Zevallos, que terminó en el cierre de Tausa, la primera línea aérea de su propiedad. “Le gustaba husmear en expedientes, especialmente en los complicados”, recuerda Ricardo Martín Mora, un ex fiscal aprista que lo conoció de esos días en que ambos trabajaban para el Ministerio Público. A consecuencia de esos afanes, Olivera pasó no pocos sustos. En una ocasión, también en Ayacucho, su auto fue abaleado mientras viajaba con la testigo clave de otra matanza.
De esa época datan sus entredichos con el partido aprista. A inicios de los 80, Olivera participó en las investigaciones contra el narcotraficante Carlos Langberg. “No era nada contra un partido. Es más, a nosotros nos buscaron Ramiro Prialé, Luis Alberto Sánchez y Andrés Towsend, por que ese tipo había comprado hasta Villa Mercedes, la casa de Haya”, recuerda el hoy líder del FIM. El impacto del caso generó una pugna virulenta y hostil que no tendría fin. “Fernando estaba obstinado en que se involucrara a la alta dirigencia aprista en casos ilegales”, sostiene Martín Mora. La pugna se radicalizó. Algunos dirigentes apristas lo acusaron de no haber rendido cuentas en algunas misiones que había realizado tiempo atrás para la fiscalía. Olivera siempre ha respondido que fueron represalias por su lucha contra la corrupción.
CONGRESISTA PELEÓN
Su imagen de congresista es un segundo momento en su carrera política. Había llegado con la fama de fiscalizador y su desempeño en el Parlamento, ante una mayoría aprista, fue confrontacional. “Siempre fui una víctima del partido aprista”, dice Olivera. La mayoría oficialista logró imponerle continuas suspensiones sin goce de haber. La más recordada fue a raíz del pleito por la pérdida de su maletín en pleno hemiciclo. Los testimonios de la época señalaron al entonces congresista aprista José Barba Caballero como el autor de dicha sustracción. En ese maletín estaban documentos que supuestamente acreditaban un delito de defraudación tributaria por parte del presidente Alan García. Días después, Olivera y Barba se liaron a golpes en los pasillos. La suspensión de Olivera fue decretada por 51 parlamentarios apristas.
En adelante, su vehemencia lo metió en varios incidentes más. Un día sugirió que el congresista Rómulo León Alegría podía dar fe de la práctica generalizada de cobrar comisiones para ciertos trámites. “Era algo que se sabía, que era vox pópuli. Lo dije y se me vinieron encima. Yo solo me defendí”, refiere. Tiempo después, otra confrontación con el entonces presidente de la Cámara Baja, Luis Alva Castro, terminó con una nueva suspensión del parlamentario independiente. El motivo era su pedido para crear una comisión investigadora de las cuentas de Alan García.
“Yo lo veía como un diputado luchador, un joven vehemente, que quería dedicarse a la lucha contra la corrupción”, dice su antiguo partidario Heriberto Benítez, con quien, curiosamente, comparte un pasado familiar ligado al partido aprista. En 1993 Olivera participó en la investigación de la matanza de La Cantuta a manos del grupo Colina. Benítez era el abogado defensor de los deudos. “Él siempre estaba en las denuncias, en la fiscalización. Me causaba mucha simpatía”, dice Benítez. Olivera había sido reelegido a la cabeza de su propio movimiento, el Frente Independiente Moralizador y mantenía la línea de denuncias desde el inicio, en especial a partir de una acusación por defraudación tributaria contra Alberto Fujimori, que no prosperó. Poco después tuvo otro tropiezo, cuando presidió una comisión para investigar las supuestas cuentas del ex presidente Alan García. El informe Larc, reporte de una investigación realizada por una empresa de detectives de Miami, cayó en entredicho cuando se supo que la citada compañía era inubicable.
Olivera mantuvo su imagen de acusador durante el régimen fujimorista, metiéndose en casos sonados como el crimen de Barrios Altos. Sin embargo, hacia finales del régimen su imagen empezó a ser afectada por algunas controversias internas de su partido. La principal fue la que mantuvo con Beatriz Merino, quien en 1999 renunció al FIM para afiliarse a Somos Perú. Merino fue objeto de duros ataques en cierto sector de la prensa. Parecía una venganza desde sus antiguos correligionarios.
Pero fue la etapa de la lucha democrática en la que Olivera generó las reacciones más contradictorias. Mientras los partidos de la oposición se reunían para planificar la manera de acabar con la dictadura, Olivera prefirió caminar por su cuenta. “Yo fui a visitarlo para pedirle que se uniera a la lucha, pero no aceptó”, refiere Gustavo Gorriti. Su carrera en solitario pareció darle resultados en setiembre del 2000, cuando presentó el primer vladivideo de la corrupción fujimontesinista. El golpe derrumbó al régimen y lo puso en un lugar expectante, pero por poco tiempo. “El video sale y se le aparece la Virgen a Fernando Olivera. Pensó que era la oportunidad de presentarse a la Presidencia. Pero en seguida apareció el video de Ernesto Gamarra, que era su brazo derecho. Fue una subida y bajada casi al mismo tiempo. Eso lo afectó mucho”, recuerda Benítez. En los meses siguientes se enfrascó en agrias polémicas con el entonces candidato Alejandro Toledo, a quien acusó de usar drogas. Olivera se hizo una prueba capilar para descartar los rumores que caían sobre él mismo. Los resultados no fueron revelados.
COGOBIERNO HOSTIL
El proceso no le fue favorable, aunque le granjeó una bancada parlamentaria considerable para tener peso político. Entonces vino otro golpe de tuerca que marcaría los siguientes años de su carrera política: la alianza con su despotricado opositor. La decisión generó polémicas en su propio partido. “Cuando vi que se iniciaba ese acuerdo de gobernabilidad con Perú Posible, marqué mis discrepancias. ¿Cómo se puede fiscalizar si existe una alianza con el Gobierno? Eso limitaba a nuestro grupo político”, comenta Heriberto Benítez.
Una de las discrepancias principales al interior del FIM se produjo con el caso de los favores concedidos por el ministro de Turismo Raúl Diez Canseco al padre de su novia. Algunos congresistas del FIM apoyaban la denuncia, pero la posición del partido fue mantener la unidad con el oficialismo. Otro caso, el de las firmas falsas de País Posible –origen del partido oficialista– también recibió el blindaje de la bancada de Olivera. Para el líder fimista, son casos menores. “Hay una manipulación de la opinión pública. ¿De qué grandes casos están hablando? En este gobierno no ha habido coimas del tren eléctrico, ni compra de canales. ¿Cuál ha sido el gran caso, Almeyda? Está preso. En el FIM estamos con las manos limpias”, responde el líder del FIM.
La alianza parecía su oportunidad política. “Noté que él quería cambiar esa imagen de ser solo el parlamentario fiscalizador. Es decir: “Ya no me vean solo como congresista, sino como alguien que puede desempeñar funciones ejecutivas”. Por eso aceptó el Ministerio de Justicia”, afirma Benítez. Pero algunos partidarios consideran que el exceso de protagonismo ha sido su talón de Aquiles. En ocasiones hasta parecía exponerse voluntariamente. Un ejemplo se dio cuando en junio del 2002 se produjeron las protestas en Arequipa por la privatización de las empresas eléctricas. El llamado ‘arequipazo’ motivó su salida junto con la de varios ministros, entre ellos Fernando Rospigliosi. Olivera, tras una visita del presidente Toledo, regresó a su puesto. Para algunos allegados fue decepcionante. “Me pareció una actitud no muy acorde con una respuesta de dignidad”, recuerda el ex ministro Uriel García, asesor de Olivera durante su gestión en el Ministerio de Justicia, quien renunció por ese tema. Desde ese lugar, Olivera se involucró en un escándalo por las cartas falsas que supuestamente comprometían al Cardenal Cipriani y que él llevó al Vaticano.
Pero el caso más dramático de su extraña relación con el poder fue su nombramiento al puesto de canciller, el año pasado. Olivera no permaneció oficialmente más de cinco minutos en el cargo, porque la renuncia del primer ministro Carlos Ferrero, aparentemente sin haber firmado la resolución, generó un terremoto político. La revista “Caretas” lo denominó “el único canciller virtual de la historia”. “Hay cosas que uno no puede ni imaginar. Que el presidente de la República me lo pida y cinco minutos después del juramento ocurra eso. Es algo que ya no quiero ni calificar”, señala el ahora cabeza de lista de su agrupación.
Semejante jugada terminó por quebrar la alianza, para algunos demasiado tarde. Hasta ese momento, Olivera había sido embajador en España durante 32 meses, en una de las funciones que él más destaca, aunque no estuvo exenta de críticas. Sus viajes continuos a Lima lo pusieron en la mira de sus críticos, aunque él adujo siempre que fue por llamado del presidente de la República. El ataque le generó nuevas confrontaciones que dañaron más su imagen ensombrecida por sus propios exabruptos: un día agredió con un portazo a una reportera de radio que se acercaba a su auto para entrevistarlo. Antes de eso ya había cometido la imprudencia, a pesar de ser embajador, de hacer gestos obscenos que aparecieron por todos los canales de televisión. Las formas no eran para él.
En los últimos tiempos ha tenido que disimular el retiro de su candidatura presidencial para asumir la cabeza de su lista parlamentaria. Alguna gente opina que tal vez estaría mejor ahora si nunca hubiera abandonado su escaño de parlamentario fiscalizador. Si tal vez nunca hubiera ingresado al poder. “Antes Olivera era un personaje seguro para llegar al Congreso. Hoy está pagando un costo político”, dice Heriberto Benítez. Olivera no lo ve así. “Si yo hubiera estado en el Parlamento habría hecho lo mismo que mis parlamentarios”, dice por toda respuesta. Aún confía en que las encuestas están equivocadas. “Apoyo nos da 3% en el ámbito nacional. Y el 9 de abril se verán los resultados”, afirma. Todavía le queda llegar al Congreso para enfrentar a sus enemigos. Si no lo logra le puede venir un cargamontón.

Written by Michael Ha

March 3rd, 2006 at 6:15 am

Posted in Political Parties

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