Interview with César Hildebrandt
A revised version of Cesár Hildebrant´s “Por qué no votaré por Alan” has been circulated in the web lately. In this interview Hildebrandt states that he has not updated the opinion piece he wrote five years ago. He also says that if he was “demanded” to vote for somebody, he would vote for Valentín Paniagua.
César Hildebrandt: “Es una campaña paupérrima”
Por: Flor Huilca
La República, 16 de marzo del 2006
• Esta semana circuló en internet un artículo escrito por César Hildebrandt hace cinco años.
• El texto, que explicaba las razones por las cuales no votaría por Alan García, contiene, sin embargo, frases que el periodista desconoce y que, sospechosamente, se le atribuyen.
–¿Qué tanto del artículo “Por qué no votaré por Alan” ha sido adulterado?
–Lo suficiente como para desconocerlo, hay una frase sobre el perreo que no me pertenece, por lo tanto, es una adulteración dolosa, además hay una serie de mayúsculas que jamás uso y errores ortográficos. No podría decir cuántas cosas se me han añadido, este artículo fue escrito hace 5 años, el esqueleto ideológico puede parecerse a lo que escribí, pero el propósito delictivo es hacer creer a la gente que acaba de ser escrito
–¿Cuestiona solo los añadidos o sigue pensando que no votaría por García?
–Cinco años no trascurren en vano, veo que García hace un esfuerzo para convencernos de que ha cambiado, sospecho que puede hacerlo. No votaré por él, pero lo que no puedo admitir es que la guerra sucia que ocupa la campaña me salpique sin que tenga nada que ver con la campaña. Las tres opciones que están en lista me parecen insuficientes, frustrantes y peligrosamente reduccionistas, soy un votante que no tiene candidato.
–¿En el 90 usted respaldó a Vargas Llosa, se identifica con esta opción?
–Lourdes Flores no es Vargas Llosa y el intento liberal de Vargas Llosa no se parece en nada a lo que quiere hacer el señor Woodman, en todo caso yo también he cambiado y la historia de los últimos años me ha enseñado que hay un sistema liberal mundial que está destrozando al tercer mundo.
–¿Pero ninguno de los candidatos propone un cambio del modelo?
–Habrá que mirar a quién apuesta por la continuidad menor o si tenemos que resignarnos a eso. Humala sí representa un cambio, pero es apocalíptico, por tanto, nos asoma a un vértigo que puede ser 10 veces peor al que tenemos ahora. Hay un país sin salida y candidatos dedicados a las frivolidades y al insulto, sin debate, una campaña ideológicamente paupérrima que pone en relieve la crisis política y partidocrática del Perú.
–¿Todos los candidatos denuncian guerra sucia, hay realmente eso o es estrategia electoral?
–Más que guerra sucia lo que veo es indigencia intelectual, veo a 7 u 8 mendigos de ideas tratando de lanzarse puyas en medio de un país nuevamente aturdido, que no es capaz de mandar un debate y exigir un marco de dignidad. Cómo es posible que la visita de la señora nipona sea tomada por la prensa como un acontecimiento social y no como una intromisión inaceptable de una potencia extranjera, la indignidad alcanza también a la prensa. Si gana la derecha será la continuidad que es insostenible, si gana el apocalipsis asistiremos a una función cuyo guión desconocemos, y si gana el Apra es una suerte de limbo y estación intermedia. Si me fuera exigido votar, sería por Paniagua. Por lo menos es una suerte de mediana sensatez.
–Todo indica que habrá segunda vuelta, ¿cuál de los tres candidatos tiene mejores condiciones para ganar las elecciones?
–Todo hace indicar que la segunda vuelta será entre Lourdes y Humala. Lourdes tratará de convocar el pánico y Humala tratará de seguir sumando rabias, estamos entre el pánico y la rabia, no ante programas relativamente racionales, no son dos sensateces las que se enfrentan, son dos programas desatentos para con el país: uno la derecha que quiere lo mismo, y otro una izquierda que no sabe lo que quiere.
–En ese escenario, según las encuestas, ¿ganaría Lourdes?
–Con el nivel de indecisos ninguna profecía es seria, nadie puede decir quién va a ganar. Sabemos que habrá una segunda vuelta, que habrá un Congreso fragmentado y que la gobernabilidad será difícil, necesitaríamos una administración muy eficaz de los pocos recursos que hemos tenido y, sobre todo, una redistribución más equitativa. Pero para eso se necesita revisar contratos, de estas cosas no se habla en la campaña, ni en la prensa, ni en la tele. Probablemente esa es la razón por la que yo estoy fuera de la televisión, está prohibido tocar temas que alteren la esencia del sistema.
–¿Cómo ve el papel de la prensa, hay una parcialización a favor de los candidatos?
–No haría una generalización abusiva. Estoy aquí porque creo que La República es uno de los pocos medios que se salvan de la sectorización, está tomando distancia respecto de todo, más allá de lo que piensen sus columnistas o humorista. El diario, institucionalmente, resulta escéptico en relación a todas las propuestas, esa es la posición que debería adoptar la prensa. La clase política está en la peor de sus crisis, de lo poco que he leído en la historia del Perú y de lo mucho que he vivido, puedo decir que nunca ha estado intelectualmente desarmada y más carente un proyecto nacional que involucre la diversidad de intereses que tiene el país.
“Estoy silenciado, desempleado y buscando trabajo”
–¿Qué proyectos tiene para volver a la prensa?
–Tengo proyectos, pero como son proyectos de pronto se frustran y quedaré como un fanfarrón hablando de aquello que no puede realizar, por ahora estoy silenciado, desempleado y buscando trabajo.
–¿Será por lo menos durante lo que queda de la campaña?
–Espero salir antes de las elecciones con algo que no sé si será prensa escrita o radio, pero está entre esas dos alternativas.
–¿La televisión es una posibilidad cerrada por el momento?
–Sí, este momento se ha cerrado para mí. Esto es casi un doctorado honoris causa, una condecoración: tantos años de esfuerzo bien valen la pena que la televisión de hoy me expulse, eso hace sentir bien, me preocuparía si no se hubiera producido.
–¿Cómo ve los programas políticos que se mantienen en ese horario?
–No los veo, no porque los prejuzgue, me informo de otra manera de la política, no los voy a juzgar, no los voy a comentar, respeto todo lo que puedan hacer en ese horario y en otro, pero yo estoy fuera y no me parece elegante pronunciarme sobre programas que además están en el horario que ocupé.
Por qué NO votaré por Alan García
por César Hildebrandt (tomado de “Liberación”)
AgenciaPerú.com archivos 2001
No lo haré porque no puedo renunciar a mi memoria. No puedo lobotomizarme. No quiero olvidar lo que vivimos entre 1985-1990. Esa francachela de vanidades y vulgaridades.
Le he visto la cara a Alva Castro en Canal 6 y he venido a mi computadora a escribir esto. Sé que me lloverán insultos. Y que esto molestaré a mi entregado amigo Jaime Bayly, hoy bastón dorado del APRA cojitranca.
No puedo votar por Alan García porque así ayudaría a sentar el precedente de que en el Perú no hay castigos ni veredictos ni escarmientos. Que los peruanos somos menos que los monos que, en los experimentos conductistas, aprenden a no tropezar con el mismo error para ganarse el alimento.
Porque a Alan García no hay que reprocharle sólo su infausto quinquenio sino, encima, haber creado las condiciones para el decenio maldito que lo siguió. Quince años nos debe este joven reincidente, este convicto de la política que hoy está a punto de ver coronado su sueño.
¿Qué lección le daremos al mundo los peruanos? ¿La de que premiamos, once anos después, al hombre que estuvo a punto de desaparecer el Estado como autoridad y a la moneda como instrumento de cambio? ¿La de que somos una turba de cándidos con taparrabos que volvemos a subyugarnos ante el encanto de unas promesas lanzadas por quien no cumplió antes ninguna?
Si elegimos a García nos estaremos pronunciando ante el mundo como un país no sólo indescifrable sino enfermo, socialmente lisiado. Porque premiaremos a quien no ha expiado sus culpas, no ha corregido su programa, no ha rectificado rumbos y, encima, tiene el cuajo de repetir las cantaletas de 1985, rodeado por los mismos personajes siniestramente mediocres que tomaron el Estado por asalto, protegieron a una industria de incompetentes, llenaron la planilla del Estado con sus sectarios, se robaron los certificados en dólares, nos convirtieron en parias internacionales, se ensañaron dos millones de veces con el sol hasta volverlo inti -piltrafa, mierda, nada, centavo de centavo-, nos empujaron al trueque, vaciaron las bodegas y los mercados de productos de importación, hicieron negocios turbios que costearon luego exilios dorados, robaron como Mantilla, mintieron como Saberbein, medraron como Melgar y se cagaron en el país como lo hizo el fugitivo Víctor Polay por un túnel en los días finales de ese lustro.
¿Cómo olvidar esto? ¿En nombre de qué senderización de nuestras almas puede un peruano premiar esa gestión con otra, tras el intervalo tumoral del fujimorismo que el propio García creó ante el terror de tener que rendirle cuentas al gobierno de Vargas Llosa? ¿Qué clase de zarrapastrosos del ánimo somos? ¿Qué clase de esclavos chancas, prisioneros pocras, fugitivos chimúes y totalitarios incas nos habita?
¿Nos ocupa un marqués virreinal, un oidor servil, una mujerzuela con miriñaque y yeso en las mejillas? ¿Largo tiempo el peruano oprimido, otra vez? ¿De qué fustán venimos para ser el pueblo que se obstina en recompensar a quien lo esquilmó y lo decepcionó? ¿De qué parajes humillados nos viene esa capacidad para ser indignos?
No puedo permanecer callado. Y sé que lo más probable es que no persuada a nadie. Y sé, además, que en el lado de Toledo hay un prontuario de preguntas sin resolver. Pero votar por él será votar por un equipo económico que no permitirá -esa es la promesa- ningún desmadre. Será votar por un cerco que le impedirá toda tentación de destrozar los pilares del crecimiento: el mercado con sentido social, la inversión privada como prioridad, el capital extranjero como imperativo, la educación como fórmula de ascenso social, la meritocracia como norma, la independencia de poderes como clave de la convivencia.
Allí está García otra vez alentando a los irresponsables que, tras haber aceptado como adultos los intereses leoninos que se les ponía en la cara, se endeudaron con la banca privada y ahora quieren no pagar. Allí está otra vez cantando valses y regalando sueldos duplicados, tarifas abreviadas a la mitad, intereses con su rebajita, educación gratuita para todos, seguridad social a la abuelita.
Otra vez la monserga laxa y demagógica para que lo aplaudan los que no tienen nada que perder. Otra vez la educación gratuita, cuando él sabe que el presupuesto nacional de educación no alcanza -y cuando está seguro de que ese mismo padre que reclama gratuidad de la enseñanza es capaz de comprar una caja de cerveza para celebrar el bautizo de su entenadita-. Otra vez el discurso que disuade a la honestidad, que consagra la criollada, que cobija a los sinvergüenzas y morosos y que hace de las masas los extras de una película mala que termina mal.
García no cree en el pueblo: lo instrumenta. No quiere su superación: vive de su fracaso. No entiende de economía: cree que ésta no tiene leyes y que es, más bien, una suerte de código conspirativo de los adinerados. Es un gran candidato para un gran pueblo lastrado por la ignorancia. Será un pésimo presidente, otra vez, para un gran pueblo que lo que necesita es un liderazgo que le permita cultivarse y ser mejor y merecer un salario digno basado, ante todo, en su capacitación y productividad, que son nombres modernos de la justicia social.
García no compromete nada de sí cuando habla. Hace mucho tiempo que ha disociado acto de palabra. Y García -y esto es lo peor- puede hacer posible, con su reivindicación electoral, el retorno, el 2005, del fujimorismo hampón que él, Otero y Thorndike fomentaron en l990. Con lo que el ciclo perverso de autodestrucción del Perú se habría cerrado. García no regresa solo: una cola de montesínistas lo adula y espera. Quizás el 2005 veamos una triunfante alianza de las Martha Chávez y las Judith de la Mata. Total, las separa una persecución menor que la que abismó a Haya de la dictadura que mató a Luis Negreiros, su mayor dirigente sindical.
Toledo es una pobre opción y será su equipo el que merezca un voto desconfiado y responsable. Pero lo otro no es opción. Es un tiro en la sien de la dignidad nacional.