Biography: Alberto Borea
Biography: Alberto Borea
Source: La República, 19 de febrero del 2006
Alberto Borea. La estrategia de la persistencia
Retratos del Poder 3. Por Alberto García M.
La República, 19 de febrero del 2006
¿Qué impulsa a un candidato presidencial que siempre aparece en las encuestas con menos de un dígito, a mantenerse firme en la competición como si el triunfo estuviera a la vuelta de la esquina? Quizás es algo que Alberto Borea Odría aprendió en alguna de sus varias lecturas de El Quijote, su libro de cabecera. O responde a su inquebrantable fe en Dios. O se debe a esa implacable terquedad de la que hablan sus hijos y amigos.
En el fondo de un bolsillo del pantalón Alberto Borea Odría guarda siempre un rosario que aprisiona con fuerza en un puño, tal vez por costumbre o quizás para no dejar escapar su fe en los momentos difíciles.
Detrás de la fornida apariencia y fogoso verbo de Borea, un político salido de las canteras del Apra, y de quien alguna vez se dijo que era uno de los preferidos de Víctor Raúl Haya de la Torre, hay un fervoroso católico que se aferra a la tradición.
Es un individuo severo con sus convicciones, pero cuya vida ha sido marcada por decisiones que generaron importantes rupturas en su quehacer público y privado. Encabezó la escisión del Apra que lideró Andrés Townsend Ezcurra y fundó el Movimiento de Bases Hayistas (MBH), que luego formó la alianza Convergencia Democrática (Code) con el Partido Popular Cristiano (PPC).
El golpe de Estado de 1992 lo sorprendió cuando era senador. No obstante la persecución del régimen de Fujimori, fue parte del movimiento insurgente del 13 de noviembre del general Jaime Salinas Sedó. Al ser descubierto, tuvo que refugiarse en Costa Rica.
Siempre ha tomado duras decisiones. Por ejemplo, cuando puso fin a su matrimonio que lo llevó a apartarse de sus dos hijos mayores, Alberto y Giuliana. Aunque asegura que nunca se alejó realmente de ellos, porque mantuvieron un vínculo cercano, quedó grabada en Borea la culpa por la ruptura de un lazo que considera santificado. Dice que tendrá que rendir cuentas ante Dios cuando le toque el momento de su partida.
A pesar de los ajetreos de la intensa campaña electoral de Borea Odría, que postula por Fuerza Democrática no ha dejado de lado sus creencias y continúa, como le inculcaron sus padres, rezando una plegaria antes de cada comida y recibiendo la hostia dominical como un parroquiano más.
Militancia y fe
La religión y la política siempre se han cruzado en la vida de Borea, incluso desde muchacho. Participaba de un retiro religioso en Ñaña cuando Agustín, un amigo del grupo parroquial de San Felipe Apóstol, le presentó a su tío que era un político famoso. Se trataba de Víctor Raúl Haya de la Torre. Borea tenía 17 años y el líder y fundador del partido aprista no tardó mucho en ganarse su confianza. Su ingreso al Apra fue solo cuestión de tiempo. Desde ese momento la vida de Borea nunca volvió a ser la misma.
A pesar de los años y de su alejamiento del partido aprista luego de la muerte de Haya, Borea Odría confiesa que aún admira a Víctor Raúl y que está convencido de que nunca ha traicionado lo que su maestro le inculcó: la coherencia.
“Lo más loable de Haya de la Torre es que siempre hubo identificación entre su verbo y su obra. Vivía en austeridad y se preocupaba por la formación de los jóvenes. Tuve el honor de que me distinguiera con su amistad y he permanecido cercano a su esencia”, afirma Borea.
Dice nunca haber estado de acuerdo con el planteamiento del joven sucesor de Haya de la Torre –Alan García Pérez– de orientar al partido cada vez más hacia la izquierda. “Los años han demostrado que el proyecto político que postuló García estaba equivocado. No tuvo la visión necesaria para proyectarse al futuro”, reflexiona mientras se jacta de haber tenido siempre buen olfato, de que su línea política ha sido siempre “sólida y consecuente”.
Sueño de un Quijote
Quienes han trabajado con Borea reconocen en él las virtudes de las que alardea. Están de acuerdo en que siempre ha tenido claro qué es lo que quiere lograr en política. Sin embargo, también consideran que esta cualidad puede transformarse a veces en su peor defecto, ya que se considera el único indicado para ocupar la presidencia con eficiencia.
Javier Valle Riestra, amigo cercano de Alberto Borea y su abogado defensor mientras estuvo exiliado en Costa Rica, considera que este siempre ha luchado por las mismas convicciones aunque desde trincheras distintas. “En su carrera, cuando dejó un partido político (primero el Apra, luego el Movimiento de Bases Hayistas y finalmente el PPC) fue porque no le permitieron avanzar hacia su meta: ser presidente del Perú”, dice.
Con la seguridad de quien ha compartido con él interminables charlas, almuerzos y discusiones, Valle Riestra se atreve a adivinar cuál sería la reacción de Borea luego de las elecciones del nueve de abril. “Cuando pierda la contienda su obstinación le dirá que es solo un contratiempo. Borea morirá cabalgando. Está convencido de que su misión es ser presidente y seguirá intentándolo”, afirma.
Sin embargo, Alberto Borea niega rotundamente el mesianismo del que lo acusan sus allegados. Ante la pregunta cambia de expresión, abandona la sonrisa y enérgicamente desmiente la afirmación. “No soy un Mesías infalible. He cometido errores en mi carrera. Uno de ellos no convertir al Foro Democrático (institución formada por él) en un partido político. Luego de la recolección de firmas para lograr el referéndum (sobre la ley de interpretación auténtica que permitió la segunda reelección de Alberto Fujimori), debí tener más decisión para dar un golpe sobre la mesa y decir: ¡se hace!”, asegura.
El verticalismo
Pero los que trabajaron junto a Borea en el Foro Democrático piensan diferente. Consideran que las ambiciones presidenciales del hoy candidato distrajeron el trabajo del Foro y no contribuyeron a fortalecer la institución. Los más radicales opinan que llegó a instrumentalizar el Foro a su favor. Afirman que la función de esa institución no debió confundirse nunca con la intención de formar un partido político, pero finalmente ocurrió.
Carmen Rosa Balbi estudió con Borea en la Universidad Católica y participó con él en la aventura del Foro. Como socióloga no puede dejar de interpretar la manera de comportarse de la gente. Dice que no lo hace a propósito, pero no puede evitarlo. “Tito (Borea) es un hombre súper jerárquico con la familia y los amigos y completamente autoritario en sus relaciones laborales. Es una especie de gamonal de hacienda en pleno siglo XXI”, afirma Balbi.
Su hijo mayor, Alberto Borea Labarthe, lo califica como un hombre de carácter fuerte, “pero no es autoritario”. Pero reconoce que para una persona es difícil que su padre lo escuche. “Para que siga un consejo hay que hablarle en voz alta, hay que insistirle. Yo aprendí a hacerlo y hoy, finalmente, me hace caso”, explica.
Hijo de su padre
Apilados entre los cientos de tomos que rebasan los libreros del estudio del candidato por Fuerza Democrática, destacan los 12 textos jurídicos que ha publicado hasta el momento. Junto a esa colección Borea ha ubicado un pequeño libro de poemas. El autor es su hijo mayor. La imagen del joven artista cuelga de una pared a manera de autorretrato dominándolo todo. Tiene el mismo nombre y apellido que su padre, pero está alejado de sus creencias, intereses y forma de vida.
Hablar de su hijo mayor, Alberto Borea Labarthe (26), es una de las pocas cosas que enrojece los ojos y quiebra la voz del siempre atildado candidato a la presidencia. Y es que en el fondo Borea Odría es un hombre sentimental escondido dentro del caparazón de un político obstinado que lamenta no haber estado al lado de su hijo en todo momento.
Hoy su primogénito es un adulto que decidió seguir un camino distinto al de su padre. Se convirtió en artista plástico y poeta. A pesar de las notorias diferencias, con los años Alberto hijo admite que aprendieron a entenderse.
“Él se marchó de casa cuando yo tenía tres años. Nos veíamos casi todos los días, pero no fue hasta que cumplí 15 años que las cosas entre ambos quedaron completamente resueltas”, relató Borea hijo. “Una noche nos sentamos a conversar como padre e hijo. Hablamos de todo un poco. De nosotros, de nuestras diferencias… Horas después nos levantamos como amigos. Y no hemos dejado de serlo desde entonces”.
Al recordar este episodio, Alberto Borea junta las manos y llena de aire sus pulmones. Pone la mirada en blanco y exhala solo halagos para su hijo. Pero prefiere no tocar el tema. Repite que está tan orgulloso de Alberto como de Giuliana y Constanza (sus dos hijas). Dice que siempre tuvo claro que ellos no tenían por qué ser una proyección de su vida. “Les inculqué la misma libertad que me enseñó mi padre. Felizmente han sabido manejarla”.
Nació en una familia numerosa y tradicional. Junto a su padre, un médico descendiente de italianos, veraneó en La Punta durante sus primeros años. Ahí nació su afición por el fútbol y su pasión por el equipo chalaco. “Hincha del Boys, por supuesto”, precisa.
Los años lo alejaron de La Punta y de las canchas de fultbito. Ahora veranea junto a su segunda esposa, Sandra, en Costa del Sol, una de las playas más exclusivas de Asia. Ella es artista plástica, como su hijo Alberto, y posee además otras artes que encantan ya por 23 años al candidato Borea. “Sandra prepara un fricasé de pollo tan bueno como el que hacía mi madre. Es una gran cocinera y eso atenta contra mis posibilidades dietéticas”, confiesa.
“Pero debo aceptar que me preocupa el sobrepeso por cuestiones de salud, por estética y porque me gusta el deporte. Siempre he jugado fultbito y cuando hoy me paro en una cancha siento que puedo terminar muerto de un infarto”, advierte tocándose el pecho.
“Siempre he sido un poco gordo. Pero no tomo ni fumo, eso compensa mi sobrepeso. Haya de La Torre dijo alguna vez que el político que toma habla de más y escucha de menos”, revela.
Intentar averiguar cuál es su peso es tan difícil como lograr que Borea abandone su discurso ensayado de político con experiencia. Recuérdese aquella ocasión cuando Perú decidió no votar por el chileno José Miguel Insulza para la secretaría general de la OEA. Borea soltó un discurso tan sentido que tirios y troyanos lo aplaudieron.
Obstinado pero con convicciones, autoritario pero sensible, católico conservador pero tolerante con las elecciones de sus hijos, construyó a pulso un partido propio, Fuerza Democrática, a su imagen y semejanza. Es una persona con una meta clara: alcanzar la presidencia del Perú. Lleva toda una vida intentándolo y sea cuál fuese el resultado de las elecciones, no tiene intención de darse por vencido.
De tú a tú con Borea
-No toma, no fuma, ¿baila?
-En las reuniones prefiero cantar. Antes tocaba guitarra y acordeón… pero he perdido la práctica.
-¿Y qué género musical es lo que canta?
-Me gustan mucho las canciones de Los Beatles, pero canto de todo, desde canciones románticas hasta valses criollos.
-¿Continúa siendo aficionado al ajedrez?
-Sí, lo soy desde niño. Fui campeón interescolar cuando estudiaba en el Colegio Maristas de San Isidro. Hasta ahora compro libros especializados en ajedrez.
-¿Como en la política, en el ajedrez hay que manejar una buena estrategia…
-Sí, en ambos casos hay que tener mucha constancia y perse- verancia. El libertador Simón Bolí- var dijo alguna vez que “Dios le concede el triunfo a la constancia”.
-¿No cree que su estrategia falla al manejar su imagen frente a los demás?
-Prefiero proyectar el carisma de la seriedad antes que el carisma del populista que todo el día se ríe, pero que cuando asume el poder no sabe qué hacer con la nación.
-¿Cuál es el rasgo que supone lo define como persona?
-La terquedad, que puede ser un defecto pero a la vez es una de mis principales virtudes. Soy una persona constante. Cuando me planteo algo trato de conseguirlo con tenacidad y firmeza.
-¿Qué libro marcó su vida?
-El libro que más me ha gustado es El Quijote de La Mancha.
-¿Cuándo lo leyó por primera vez?
-Lo leí en los primeros años de la universidad y lo he vuelto a leer al menos cinco veces a lo largo de mi vida. Me acabo de comprar la última edición (por el cuatricentenario de la obra), prologada por Mario Vargas Llosa. Me voy a dar el tiempo para volverlo a leer.
-¿Por un motivo en especial?
-Tiene que ver con alguno de los rasgos de mi vida.
-¿Cuál ha sido su pecado más grande?
-Eso lo hablo solamente con Dios a través del sacerdote.
Para tener en cuenta
Cuando pierda la contienda su obstinación le dirá que es solo un contratiempo. Borea morirá cabalgando. Está convencido de que su misión es ser presidente y seguirá intentándolo.