Peru Election 2006

The archived version

Biography: Javier Diez Canseco

with one comment

Biography: Javier Diez Canseco


javier diez canseco retratos.jpg
Source: La República, 05 de febrero del 2006
Javier Diez Canseco. La política como religión
Retratos del Poder 1. Por Raúl Mendoza
La República, 05 de febrero del 2006

Después de una prolongada carrera parlamentaria, que abarca casi la mitad de sus 57 años, Javier Diez Canseco Cisneros ha renunciado a continuarla para candidatear por primera vez en su vida a la Presidencia de la República. Quizás, lo más cómodo pudo ser postular por enésima vez a la reelección, pero prefirió el sacrificio. Detrás del vehemente y apasionado izquierdista, hay otro personaje por descubrir. Lo invitamos a hacerlo.
Tiene la mirada directa y la sonrisa irónica. El pelo ondulado pegado al cráneo y una barba entrecana que no ha rasurado hace más de un cuarto de siglo. Habla con la voz tranquila y el rostro cansado. No parece ser el izquierdista radical, el fiscalizador tenaz, el polemista impenitente que muchos han pintado. Más parece un predicador que busca convencer por las buenas.
Su historia dice que nació en Lima, en 1948, que es aries, que se ha casado dos veces, que siempre militó en la izquierda y que al año de edad lo alcanzó la polio. Él no lo recuerda, pero pasó casi un año en una cama, con la pierna izquierda estirada y amarrada, porque así lo exigía el tratamiento de la época. (Años después, vio esas imágenes en una filmación hecha por su padre). La terapia no funcionó, pero le dejó la vehemencia, quizá la rabia, de alguien que siempre quiso andar sin ataduras.
“Yo tuve polio antes de aprender a caminar. Por eso, para mí fue doblemente difícil conseguir andar”, dice.
Sus padres no lo sobreprotegieron y, después de caerse muchas veces, aprendió a correr, a jugar pelota, a montar caballo. Las fotos del álbum familiar cuentan esa historia: Javier sonriente al año de edad. Javier con su mamá, a quien se parece mucho. Javier de vaquero y a caballo. Javier en el colegio recibiendo una medalla de manos de un sacerdote. A despecho de su apasionada militancia izquierdista, Diez Canseco tuvo una sólida formación religiosa. Hizo la primaria en el Inmaculado Corazón y la secundaria en el Santa María, que entonces quedaba en el Óvalo Gutiérrez. Ser distinto, de alguna manera, lo acercó a la religión, que fue la antesala a la política.
César Ruiz, un compañero de salón, recuerda que siempre se ubicaba entre los tres primeros puestos.
“Era un poco reservado, pero cuando entraba en confianza era recontra alegre”. Era tímido, pero en secundaria encabezó una huelga contra el maltrato de un profesor. Fue la primera huelga de las muchas que haría en su vida. Cuando acabó el colegio, en el Labarum, el libro donde aparecen todos los miembros de la promoción con sus fotos, Javier figura con el apodo de “Mandril”. Y no fue el único sobrenombre. Hubo otro, más cruel.
“También me decían ‘Pata con hipo’. Tuve un montón de chapas”, explica.
Primero, morado
No lo recuerda con molestia. Por el contrario, sonríe. Otro compañero, José Carlos Guerra, dice que el colegio les dio una sólida formación en valores, en ética. “De todo lo que aprendimos, eso es lo más perdurable. Para mí, Javier es un creyente a su manera. Fue muy católico de chico”. Y Diez Canseco le da la razón. Fue devoto del Señor de los Milagros. Un verdadero devoto. Acompañaba a su madre a la procesión de octubre del Cristo Moreno. Se zambullía en ese mar morado. Pero cuando ingresó a la Pontificia Universidad Católica, dejó la devoción. Entonces, asumió la política como una religión.
“Contra lo que se puede creer por el apellido, la mía no es una familia de terratenientes. Mi abuela tenía una quinta en el centro de Lima y vivía de los alquileres de los cuartos. Mi padre Santiago y su hermano menor, Raúl, compartían un solo sombrero entre los dos. Era un tipo austero y políticamente conservador. Mi padre Santiago se hizo desde abajo. Empezó como portapliegos en el Banco Popular y llegó a gerente general”, dice. Habla con admiración de él, pero reconoce que se pelearon. “Fue cuando me hice izquierdista”, afirma. La historia, sin embargo, acabó bien.
La aspiración presidencial de Diez Canseco no está relacionada con una tradición familiar. Aunque en su árbol genealógico hay dos generales que gobernaron el Perú en el siglo XIX, el candidato socialista no siente que continúa el derrotero heredado. Se trata de los caudillos militares Pedro Diez Canseco, que gobernó en tres ocasiones, entre 1863 y 1868, y Francisco Diez Canseco, quien sucedió al asesinado mandatario José Balta, en 1872.
Su madre, María Cisneros, fue una mujer dedicada a su casa. Fumadora empedernida y muy católica. Murió joven, a los 56 años. Todos los años llevaba al pequeño Javier –el quinto de seis hijos– a la procesión y caminaba descalza varias cuadras pidiendo un milagro para su pierna enferma. Eso nunca ocurrió. Pero cierto año, la extremidad afectada, la izquierda, sorpresivamente creció varios centímetros más de lo usual. Eso dio lugar a que doña María asistiera a la procesión hasta el último año que vivió. Diez Canseco tiene hoy una diferencia de apenas dos centímetros entre una pierna y otra.
Pero el gran cambio en su vida ocurrió con su ingreso a la Católica. En principio, se interesó por la literatura, el cine, la música criolla. De entonces queda el recuerdo de su paso por la revista literaria El Gallito Ciego, que publicaba junto a Mirko Lauer, Abelardo Sánchez León, Manuel Piqueras y algunos más. También obtuvo un premio en los Juegos Florales del año 1966 por el cuento “La Negra Alicia”. Era la historia de una prostituta de la avenida Colonial, a quien conocía muy bien porque era su amiga.
Rojo profundo
La universidad Católica y algunos episodios hicieron cambiar al hijo del gerente general del Banco Popular, que vivía sin sobresaltos en una casona de El Golf, en San Isidro, rodeado de empleados de servicio.
Recuerda que cuando era estudiante de Sociología, y efectuaba prácticas en una comunidad de Puno, asistió al entierro de un joven fallecido a los 16 años víctima de la tuberculosis. El féretro, humildísimo, estaba construido con maderas de las cajas en que venían las donaciones de la Alianza para el Progreso, una institución de cooperación estadounidense. Esta dolorosa escena lo marcó para siempre. Se quedó tres meses y vio de primera mano la enorme brecha entre ricos y pobres en el país. “La experiencia fue clave para asumir una opción política de cambio”, dice.
Después de un breve paso por Derecho en San Marcos, retomó a Sociología en la Católica. Ya era de izquierda. En 1970 fue presidente del Centro de Estudiantes de Ciencias Sociales y, un año después, presidente de la Federación de Estudiantes de la PUC. Por entonces se hizo militante de Vanguardia Revolucionaria (VR), donde conoció a Ricardo Letts, Edmundo Murrugarra, Ricardo Napurí, Fernando Rospigliosi, entre otros.
“Javier entró a Vanguardia Revolucionaria en 1969 siendo estudiante de la PUCP. Era un socialcristiano radicalizado. Yo era entonces secretario general de VR. Desde el primer día vi en él a alguien con un gran sentido de realismo. No andaba persiguiendo mariposas de colores”, dice Ricardo Letts.
Una amiga de entonces, Aída García Naranjo, recuerda que Diez Canseco tuvo entre sus principales influencias la revolución de Mayo del 68 en París, el alzamiento de Luis de la Puente Uceda y el triunfo de Allende en Chile. Pero fue fundamental el trato cercano que tuvo con Gustavo Gutiérrez, ideólogo de la Teología de la Liberación y fuente de transición entre la religión y la política. Precisamente en ese periodo, Diez Canseco resultó expulsado de la Católica, por hacer política de extrema izquierda. Se fue a vivir tres años a La Oroya, con mineros a quienes daba instrucción ideológica.
Por esas épocas se casó con la socióloga Carmen Montoro, hizo periodismo y asesoró sindicatos. El hijo del gerente del Banco Popular, era un consumado izquierdista. Y pagó por eso. En 1978, a fines del gobierno militar, la dictadura del general Francisco Morales Bermúdez lo deportó a Argentina.
Descubrieron que era uno de los organizadores de un paro nacional. De Argentina, lo expulsaron a París, Francia, aunque estuvo poco tiempo. A pesar de su ausencia, era candidato de la UDP a la Asamblea Constituyente, y fue elegido. Era una buena época de la izquierda peruana. Su carrera política parlamentaria empezó en ese momento.
La otra vía
Terruco, denunciólogo, incendiario, radical, extremista, rabioso, alarmista. Larga es la lista de calificativos que ha recibido Javier Diez Canseco Cisneros, tantos, como los partidos, organizaciones, frentes y alianzas en los que ha participado. Ahora es el candidato a la presidencia por el Partido Socialista, una nueva agrupación entre otras de la izquierda peruana, que no terminan de unirse. Si alguien escribiera la historia de los partidos de izquierda, va a encontrar al menos un millar de ellos, y se quedaría corto. Según las encuestas, ningún grupo de inspiración izquierdista parece tener opción. En el caso del Partido Socialista, su aspirante presidencial, Javier Diez Canseco, batalla por remontar el lugar que le dan las encuestas.
Un dirigente del partido, Julio Castro Gómez, tiene su propia explicación: “Durante todos estos años se ha hecho una campaña sistemática para satanizar a Javier. Lo presentan como poco abierto al diálogo, un fiscalizador, y no como una persona adecuada para gobernar. Pero tiene propuestas y estatura de estadista”. Otro viejo amigo, Rolando Breña, hoy en otra orilla de la izquierda, explica que Diez Canseco está demasiado identificado con el Congreso. “Y eso, por supuesto, le quita opciones en la carrera a Palacio de Gobierno”, dice.
Reconocido por su consecuencia política y consistencia ideológica, la población lo identifica como una eterna figura de la clase política peruana. Él dice su parte: “He cumplido mi tarea en el Congreso. En épocas en que nadie defendía los derechos humanos, yo puse el tema en la agenda política. También impulsé la lucha contra la corrupción. En ese tema debo haber ahorrado al país o ayudado a recuperar recursos que multiplican por quinientos o por mil todo lo que pude haber recibido en estos años como ingresos del Estado”.
¿Qué va a hacer después de las elecciones, tomando en cuenta lo que nos dicen los sondeos? “No pensamos que vamos a perder. Confiamos en que aún podemos subir”, afirma. Pero le pedimos que visualice esa posibilidad. Y responde: “Me dedicaré a organizar y fortalecer el Partido Socialista. No voy a renunciar a la política. Han dinamitado mi casa, me han querido matar, yo siempre seguiré en la política”.
Ahora que es candidato tiene poco tiempo para las viejas aficiones: escuchar salsa o música criolla, salir a bailar o ver una película. Su segunda esposa, Liliana Panizo, dice que hace meses no pueden ir al cine por falta de tiempo. Se conocieron hace 25 años y hoy son una familia con 5 hijos: tres de él y dos de ella, de compromisos anteriores. El cine es una de las pasiones que los une. Alguna vez, Diez Canseco dijo que le hubiera gustado filmar películas. Probablemente podría hacer una con la historia de su vida. Y, teniendo en cuenta lo consecuente que ha sido, esta podría titularse Rojo profundo.
Todas las caras de un político de izquierda
1. La vehemencia, la pasión, caracterizan a Javier Diez Canseco. Y a lo largo de su vida ha sido el centro de diversas situaciones. Una de las más memorables fue su pelea con el congresista fujimorista Daniel Espichán, en agosto de 1998, que culminó con su suspensión del Congreso por 120 días. En una entrevista relató que Espichán le mentó la madre y él respondió como el otro se merecía: con un puñetazo.
2. En la década del 80, en medio de la violencia desatada por Sendero Luminoso y las Fuerzas Armadas, denunció la violación de derechos humanos. Fue de los primeros en hacer pública la masacre de Cayara. Cinco testigos entrevistados por él y el fiscal Carlos Escobar, fueron asesinados posteriormente. Piensa que hay muchos temas pendientes de esta etapa.
3. Presidió en el Congreso la Comisión Investigadora de Delitos Económico-Financieros, que indagó los casos de corrupción durante el fujimorismo. Entonces, la opinión pública conoció casos como el aval de más de 300 millones del Estado al Banco Wiese, el mal manejo de recursos en instituciones como Apenkay -administrada por la familia Fujimori- o el uso indebido de los recursos de la privatización.
Datos
MILITANTE. JDC empezó su militancia izquierdista en el Frente Revolucionario de Estudiantes Socialistas y luego pasó a Vanguardia Revolucionaria y la UDP, con la que llegó a la Asamblea Constituyente.
IZQUIERDA. Después cofundaría la Izquierda Unida, el PUM y el frente Fuerza Perú. Luego el PDD, que dio origen al Partido Socialista.

Written by Michael Ha

March 19th, 2006 at 12:07 pm

Posted in B,Political Parties

Spam prevention powered by Akismet