Interview with Francisco Durand
“La sociedad peruana está muy enferma”
FRANCISCO DURAND. SOCIÓLOGO
La Primera, 26 de junio del 2006. Por Enrique Sánchez H.
Francisco Durand es un respetado sociólogo peruano, dedicado a la docencia en universidades norteamericanas. Uno de sus trabajos de mayor interés reflexiona sobre la existencia en el Perú de tres economías: la formal, la informal y la delictiva, las tres con volúmenes económicos considerables y que involucran a una numerosa cantidad de peruanos.
La economía delictiva, por lo pronto, señala nuestro entrevistado, contribuye a la inestabilidad de nuestro país y, al parecer, legaliza actividades tan repudiables como el narcotráfico, la piratería y el contrabando.
–¿Por qué creció la economía delictiva en el Perú en los últimos veinte años?
–Hay tres economías: la formal que está en las empresas; la informal, que es una especie de trasgresión tolerada de la ley a causa de la pobreza; y luego la delictiva, tres economías en un solo mercado.
Las tres economías son altamente organizadas, movilizan miles de millones de dólares y emplean a cientos de miles de personas. Se formaron después de la seria crisis de los año 70 y en adelante.
Cuando se derrumba la economía formal, sobre todo tras la recesión del año 1978 y la de 1983-84, y la de 1988, la gente buscó una salida y esa salida la halló primero en una economía informal y luego en una delictiva, que migró del campo a la ciudad.
–En el Perú, ¿estas economías marginales ya han generado representaciones políticas?
–Obviamente que sí. Si uno ve las dirigencias de los grandes mercados informales o semi informales, allí hay una representación política. Ellos influyen mucho en la vida municipal. En algunos casos se han formalizado, como es el caso de Gamarra.
De allí han salido muchos representantes de la pequeña y mediana empresa que han competido en las lides electorales del año 90 como Máximo San Román.
–¿Y en el caso de la economía delictiva?
–En el caso de la economía delictiva, tiene básicamente tres patas: el contrabando, el narcotráfico y la piratería; posee, además, representaciones veladas en el Congreso y penetración en el Estado. Ha logrado meterse en el Estado para paralizarlo.
–El crecimiento del fenómeno del narcotráfico ha permitido que, incluso, dos representantes de quienes cultivan hoja de coca hayan llegado al Congreso. ¿Usted ve un peligro en esto?
–El problema de la coca hizo explosión en los años 70 y llegó a su máximo nivel en los años 80. Tras la caída de los años 90, a partir del 2000 la demanda empieza a subir y éste es un hecho que no se quiere reconocer porque incomoda mucho.
En esta segunda ola de producción cocalera, tanto los narcotraficantes colombianos como mexicanos han organizado la cadena, llegando incluso al campesinado.
Se ha formado una lumpenburguesía que ha creado un lumpencampesinado, gente que no tiene qué comer. De los campesinos que hay en las trece cuencas cocaleras, unos treinta mil trabajan directa o indirectamente en las redes del narcotráfico.
–Las políticas de interdicción de los cultivos ilegales de coca, en sus facetas policial y represiva, y la social de sustitución de cultivos, ¿pueden vencer el cultivo ilegal de la coca?
–En realidad no, porque ninguna resuelve el problema de fondo. Este problema es internacional y esas salidas no resuelven el problema de la oferta y la demanda, pues mientras haya demanda, los narcotraficantes van a conseguir la cocaína.
Lo que realmente ayudaría es un plan para reducir la demanda económica y reducir las ganancias de esas mafias. En el plano nacional no bastan las acciones represivas.
–Por otro lado se ha fortalecido esa economía alimentada por el contrabando y la falsificación de marcas, que es tolerada socialmente. ¿Por qué ocurre algo así?
–Todas estas economías que transgreden la ley, incluyendo la informalidad, se justifican porque la gente no encuentra trabajo y por la pobreza. Pero ésta es una tesis cuestionable. Las economías del narcotráfico, el contrabando, la piratería son manejadas por grandes mafias. El problema es que la interdicción va al pequeño y no al grande, y aparece como una injusticia social.
–Esto significa entonces que se tiene que actuar contra la corrupción estatal, que permite el auge de estas economías…
–Ciertamente. Mire, se combinan tres factores para que aparezcan estas economías: la pobreza persistente, un Estado débil y una cultura de transgresión, que enaltece el ser “vivo”.
Esa cultura de la “viveza” ha permitido transgredir la ley e, incluso, hace ver positivamente algo que es negativo. Cuando se ha llegado a este punto, es porque la sociedad está enferma y la cura va a ser difícil.
Las fracturas
Para Francisco Durand, el Perú es un país que tiene múltiples fracturas. Las fracturas nuevas son la formación de las economías informal y delictiva, que son economías gigantescas, manejadas por grandes corporaciones o mafias, que emplean a miles de trabajadores. “Mientras coexistan estas tres economías, no creo que el Perú llegue a quebrarse pero no va a vivir bien, no va alcanzar el desarrollo o la modernidad”, indica.