Entrevista con Max Cameron Por Gonzalo García-Sayán
Punto de Equilibrio
Año 14 – Número 91
Julio-Setiembre 2006
¿Cuál le parece que es el mensaje principal que nos deja la campaña electoral?
Son varios mensajes. Uno de ellos es un deseo de cambio, que se expresa tanto por el voto de cambio radical de Ollanta Humala como por el voto a favor de Alan García que, como él ha tratado de expresarlo, era un voto de cambio responsable. En todo caso, ambos candidatos están apostando hacia el cambio en el sistema y en el modelo económico. Humala ofreció un cambio de modelo más profundo; sin embargo, se pueden interpretar los resultados como un rechazo a la continuidad. En ese sentido, lo que ha puesto sobre el tapete la candidatura de Ollanta Humala es un deseo de una inclusión de esa población de la sierra que no se siente beneficiada por el modelo económico.
En esta campaña hubo una especie de paradoja: las propuestas están tendiendo a una cierta convergencia; la derecha habló más que nunca de programas sociales y aun la izquierda más radical de Humala hablaba de balance fiscal. Sin embargo, a pesar de esta convergencia de planes, la división que generaron en la sociedad fue mayor que las antes vistas.
En el nivel de planes de gobierno, los tres principales candidatos hicieron mayor énfasis en las políticas sociales, por ejemplo. Y los planes de gobierno de Humala y García han tenido aspectos tan similares, que se han criticado mutuamente de plagio. Sin embargo, creo que los electores han sido sabios: han entendido que la elección no es solamente entre planes de gobierno, sino entre candidaturas que tienen detrás de ellos intereses específicos. Ese ha sido el caso de Lourdes Flores que, por más que su discurso buscaba votos en los conos, en las provincias y en el Sur, fue percibida como una candidata que tenía lazos fuertes con el sector empresarial, grupos de clase media o profesionales de Lima, sobre todo; mientras que la diferencia entre Humala y García ha sido que este último planteaba cambios en el campo económico, político, social, pero dentro del sistema político existente, sin buscar cambios de las reglas de juego político. Humala era un outsider que se enfrentó al sistema político.
¿Cómo ha sido tomada la victoria de García en el ámbito internacional?
Creo que ha sido tomada con alivio. La comunidad internacional, en general, tiene una lectura bastante superficial de la realidad peruana y se manejan ideas como que Humala representaba un eje de izquierda que iba a conectar a Castro a través de Chávez y Evo. Los mercados financieros estaban preocupados por las propuestas de Humala de nacionalizar ciertos sectores de la economía. En ese sentido, Alan García ha sido visto como un candidato capaz de frenar eso, lo cual es un poco irónico, pues en su tiempo fue considerado un niño malo.
Se está hablando de la presencia de dos izquierdas en la región: una radical, representada por Humala, Chávez, Morales, y una “moderna”, representada por Lula o por Bachelet. En este sentido, ¿se puede decir que el APRA es ahora una izquierda moderna?
Yo creo que sí, hasta cierto punto. Evidentemente, ese es el discurso de Alan García. Hay cierta validez en esa hipótesis, pero el problema con ese argumento es que el Perú no es Chile y tampoco es Venezuela; es un país con sus propias condiciones, que ha generado opciones distintas. Ollanta Humala no es tan radical como Chávez, ni tan democrático como Evo. Evo tiene detrás un movimiento social fuerte, de indigenismo combativo, que viene de mucho antes.
No es un outsider…
Claro. Son veinte años de lucha muy consecuente con los intereses que representa: los cocaleros, la lucha por el agua, las tierras, los recursos naturales. Hasta sus adversarios reconocen que su elección representa un paso adelante en términos de democratización del país. Es importante que haya un líder que represente los intereses de los que se sienten excluidos. Esto aun no los ha conseguido Humala. Sin embargo, los primeros indicios son que será una oposición dura a García, lo cual no es necesariamente malo. Alan García, por su parte, puede aspirar a ser un líder democrático moderno de izquierda moderada, social demócrata, pero tendrá que demostrarlo, porque ha propuesto hasta disolver el Congreso. Aunque él tampoco es tan demócrata social, esa es su aspiración y, sobre todo, la oposición radical de Ollanta Humala lo obliga a ser un líder de centro izquierda.
Y en los próximos meses, ¿en qué se deben concretizar las tareas de gobierno?
Lo que probablemente va a tratar de hacer el Gobierno es mandar señales de confianza al sector privado, tratar de convencer, sobre todo al empresariado local, de que va a mantener la estabilidad macro y el modelo económico. El reto de Alan García es tener un plan económico de mediano y largo plazo, algo que no logró en su primer gobierno. En el primer gobierno, su plan de corto plazo consistió en gastar las reservas; promover el crecimiento a través de la intervención del Estado, controlando los precios para evitar la inflación; lo que puede funcionar por unos meses. Pero más allá de eso, buscaba una inversión del sector privado para continuar ese crecimiento, objetivo que no logró porque el sector privado sabía que ese modelo no era sostenible. Por ello, sacaron su dinero, lo cual socavó el proyecto. Era evidente que esas propuestas económicas no tenían credibilidad para el mediano y largo plazo. Por lo tanto, Alan García tendrá que mandar una señal clarísima. No va a ser tan difícil, porque el Perú no está en un momento de inflación, deuda externa, violencia.
¿Podría enviar señales contradictorias?
Si bien es un líder percibido como muy hábil para enviar mensajes distintos, en función de sus audiencias, deberá evitar mandar señales contradictorias que generen pérdida de confianza en su gobierno. Como líder, tiene que ser lo suficientemente inteligente, pensar en el largo plazo, para entender la necesidad de articular ese modelo exportador de la costa con la sierra a través de proyectos de infraestructura, de créditos, de capacitación, de manera que incluya el sur andino y la sierra central y norte en ese crecimiento. Un tema que va a provocar mucha discusión es el TLC. ¿Cómo vas a abrir el mercado interno a la globalización cuando tienes millones de personas que no están en condiciones de participar en el mercado? Eso va a requerir políticas del Estado fuertes, para evitar perjudicar más a los que no se sienten beneficiados por el crecimiento que se ha tenido hasta ahora; en particular, en los lugares que no votaron por Alan García.
En esos lugares, la victoria de Humala ha sido abrumadora.
Este es un anclaje en el país muy antiguo, entre Norte y Sur, entre sierra y costa, que se ha acentuado. El hecho de que Humala gane con más de 80% en Ayacucho, muestra que el país está dividido. Tendría quizá sentido empezar a pensar en formas de permitir más autonomía a las regiones, porque es clara la división en el país, lo cual es un reto para este gobierno.
Además de eso, las elecciones nos han mostrado la capacidad del Estado peruano de llevar a cabo un proceso electoral, que es importante para la consolidación de una democracia. Al mismo tiempo, se debe reconocer que hay más de un millón de peruanos que no tienen documentos. Si el elector no tiene identidad legal, no puede ser ciudadano. Hay muchas cosas que se pueden hacer para incluir a más personas en el proceso político, que no costarían mucho, pero fortalecerían la presencia del Estado y, al mismo tiempo, la sociedad civil.
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