Peru Election 2006

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MVLL: “Con Humala se acaba la democracia”

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El pasado viernes el escritor peruano Mario Vargas Llosa volvio a criticar duramente a Humala en una entrevista para el diario Clarin de Argentina. Vargas Llosa sentencio: “Con Humala se acaba la democracia”. El dia de hoy el diario Pagina 12 (tambien de Argentina) publico una respuesta a Vargas Llosa por Atilio Boron (Profesor de Teoria Politica y Social de la Universidad de Buenos Aires)


Perú, Vargas Llosa y la democracia imperial
Por Atilio Boron
Pagina 12 (Argentina), 5 de junio del 2006

En una entrevista publicada este viernes en Clarín, el inefable Vargas Llosa asegura que “con Ollanta Humala desaparecería la democracia”. La ocasión le permite al escritor peruano volver a rumiar sus ocurrencias sobre la democracia y, a los lectores, asombrarse una vez más ante la elementalísima rusticidad de sus razonamientos sobre la materia.
Como buen dogmático, el mundo político de Vargas Llosa se divide en dos categorías maniqueas: está el bien, la democracia; y el mal, personificado en gobiernos como el de Chávez o Velasco Alvarado, “dos modelos absolutamente autoritarios y antidemocráticos”. Pero la coyuntura peruana de hoy le juega al desmemoriado autor de Conversación en la Catedral una mala pasada. Si Humala es el mal absoluto, no queda más remedio que votar por un dinosaurio como Alan García, cuyo gobierno exhibió niveles de corrupción, represión e ineficiencia que abrieron la puerta a la década infame del fujimorismo, versión peruana de nuestro Menem. Pero todavía hay esperanzas, y se puede votar a Alan aunque sea “tapándose la nariz”. El hombre ha dado muestras de haber abandonado su arcaico populismo y parece haberse reconciliado con la economía de mercado y aprendido de gente como Felipe González y Tony Blair. Además, se está acercando a los Estados Unidos y está dispuesto a concretar el TLC firmado por otro gran demócrata peruano, el presidente Alejandro Toledo, cuyo partido fue arrollado en las urnas en la última elección presidencial y que pese a su total deslegitimación democrática (apenas un 7 por ciento de aprobación popular) fue a Washington a hipotecar el futuro de los peruanos firmando las bases de un tratado profundamente lesivo para su país. Tamaña infamia, antidemocrática hasta la médula, no motivó ninguna protesta de Vargas Llosa. Fue un gesto democrático, que no le mereció el menor reproche. El escritor adhiere sin vueltas a la doctrina imperial de la democracia publicitada ad nauseam por Condoleezza Rice y sus epígonos. Hay una izquierda sensata, realista, proamericana, que cree en los mercados y es democrática. Es la que representan la Concertación chilena, Lula y Tabaré Vázquez. Pero también está la otra: autoritaria, estatista y populista, encarnada en las figuras de Fidel, Chávez y Evo, con Kirchner sospechosamente afectado por “reflejos” que, según Vargas Llosa, van en esta misma desafortunada dirección. Para el escritor, que Evo Morales respete escrupulosamente sus promesas electorales de nacionalizar los hidrocarburos y avanzar con la reforma agraria es prueba irrefutable de su identificación con la izquierda antidemocrática; que Tabaré Vázquez haya enterrado el programa del Frente Amplio/Encuentro Progresista es, en cambio, un signo inequívoco de su inquebrantable vocación democrática.
La desorbitada represión descargada sobre los estudiantes secundarios chilenos y sobre los mapuches son claras muestras de sensatez democrática de la Concertación, mientras que la tolerancia de Chávez con una prensa sediciosa que incita al magnicidio y con fuerzas opositoras golpistas es motivo de gran preocupación para el tándem Rice-Vargas Llosa. Que no haya “niños de la calle” en Cuba, o que su población goce de una atención médica muy superior a la que los Estados Unidos ofrecen a sus habitantes son clarísimas muestras de la incurable naturaleza despótica de su gobierno; en cambio, las centenares de miles de familias campesinas que desde hace años acampan en los caminos de Brasil a la espera de la reforma agraria son elocuentes ejemplos de la vitalidad democrática de Lula.
Para el imperio y sus voceros, democracia es la que hay en los Estados Unidos, con sus matanzas de civiles inocentes en Irak autorizadas por el secretario de Defensa y por la propia Casa Blanca y, por lo tanto, no atribuibles a “excesos” de una patrulla de marines acosados. Democracia es organizar una red mundial de centros de detención a donde se envía, en vuelos secretos, a prisioneros para que sean “legalmente” torturados. Democracia es abandonar a su suerte a los barrios pobres de Nueva Orleans y la zona del Golfo y dejarlos que se conviertan en carne de los huracanes Katrina y Rita. Democracia es hacer que los ricos paguen menos impuestos y los pobres más. Esto es lo que Vargas Llosa propone como modelo. ¡Y encima se enoja cuando los peruanos no lo votan!
Vargas Llosa: “Con Ollanta Humala desaparecería la democracia”
Por Ezequiel Martínez.
El Clarin (Argentina), 2 de junio del 2006

Es inevitable: aunque Mario Vargas Llosa se encuentra en plena promoción de su nueva novela, “Travesuras de la niña mala”, los periodistas lo llevan una y otra vez a opinar sobre las elecciones de este domingo en el Perú. En 1990, él mismo fue un protagonista fallido de la contienda presidencial que perdió frente a su rival Alberto Fujimori, cuando sospechaba que si entre lectores y electores había una sola letra de diferencia, en las urnas le podría ir tan bien como en los libros. A partir de ese fracaso, el escritor no ha dejado de señalar que nunca más se dedicaría a la “política profesional”, pero es consciente de que cada declaración suya tiene ecos imprevisibles. En un remanso de la gira literaria promocional que lo mantiene arriba de más aviones de los que quisiera, Vargas Llosa recibió a Clarín en su casa de Madrid.
– Su nueva novela atraviesa la historia de la segunda mitad del siglo XX del Perú a partir de las cartas que un tío le envía al protagonista, un peruano radicado en París…
– Esas cartas lo mantienen en contacto con ese país que se le borra de la memoria, del que se siente cada vez más ajeno…
– Alan García también aparece en esas cartas.
– Sí, aparece su gobierno, y las grandes catástrofes económicas que eso produjo al Perú.
– ¿Alguna vez imaginó que terminaría pidiendo votar por Alan García?
– Es que en política no se puede elegir sólo la excelencia; en política hay circunstancias en las que hay que tratar de saber cuál es el mal menor. Por lo menos Alan García respetó la democracia. No van a desaparecer las elecciones, no va a cerrar los periódicos ni a confiscar la prensa como hizo el general golpista Juan Velasco Alvarado. Entonces, en estas circunstancias, votar por Alan García es el mal menor.
– Hace poco usted escribió una columna en la que dijo que habrá que votar “tapándose la nariz”…
– Bueno, la verdad es que el gobierno de Alan García fue un desastre. Fue un gobierno populista, que produjo una hiperinflación que nunca había tenido el Perú, que enconó la situación social con una política muy demagógica. Pero creo que Ollanta Humala sería todavía peor porque lo más probable es que con él desaparecería la democracia. El reinvindica a Chávez y al general Velasco Alvarado como sus modelos, dos modelos absolutamente autoritarios y antidemocráticos. Humala ha dicho que esta democracia es una cosa putrefacta, y que lo que se necesita es un régimen como el del señor Chávez, o una revolución militar como la de Velasco Alvarado…
– Eso es lo que más teme de un gobierno de Humala. ¿Y de Alan García?
– Pues que vuelva otra vez al populismo, que dispare la inflación, que empiece otra vez una política de nacionalizaciones. Esperemos que con la catástrofe que vivió el Perú durante su anterior gobierno haya aprendido la lección. Ojalá se inspire más bien en los modelos responsables de la izquierda en el gobierno.
– ¿De qué modelos habla?
– El de Chile, por ejemplo. Los socialistas han hecho una política muy sensata. Lula también ha sido un gobernante muy responsable que, en lugar de aplicar el programa que prometió, ha hecho una política económica que no se puede llamar socialista sino mucho más liberal.
– ¿Por qué cree que en la primera vuelta dos candidatos como García y Humala obtuvieron el 60% de los votos?
– Tal vez por frustración porque, aunque el Perú en los últimos cinco años ha crecido económicamente muy por encima de la media latinoamericana, eso sólo ha beneficiado a un sector minoritario. Eso crea una enorme frustración, un gran odio a la clase política. Hay hechos que son muy sintomáticos: yo estuve hace poco en Suecia y un amigo que es un diputado sueco de origen chileno me llevó a hacer una visita al Parlamento. Ahí me enteré que los parlamentarios suecos ganan la tercera parte que los parlamentarios peruanos. Un parlamentario sueco gana unos 3.000 dólares por mes, mientras que un parlamentario peruano, excluidas todas las bonificaciones que recibe por formar parte de una comisión, por tener un cargo directivo y demás, gana 10 mil dólares por mes ¡Al final gana cuatro o cinco veces más que un diputado sueco! Entonces eso provoca odio en un país donde los maestros están pagados miserablemente, donde los empleados públicos o los jubilados reciben sumas que son irrisorias. Ver que la clase política se autobeneficia de esa manera ha provocado una gran simpatía hacia toda esa demagogia antisistema que ha sido la de Humala.
– ¿Cree que está sucediendo lo mismo en otros países de América latina?
– Bueno, la izquierda tiene dos modelos en América latina. Hay un modelo democrático, socialdemócrata se podría decir, inspirado más en el socialismo europeo, que es la que representan los socialistas chilenos, lo que ha sido Lula, lo que representa claramente hoy día Tabaré Vázquez. Esa política no amenaza la democracia, al contrario, la fortalece. Y después está la izquierda digamos tradicional, autoritaria, antidemocrática, que es la izquierda de Fidel Castro, de su discípulo Hugo Chávez, del discípulo del discípulo que es Evo Morales, ¿verdad? Hasta ahora son sólo tres países. Yo no apoyo a los pesimistas que dicen que América latina se orientó otra vez hacia esta izquierda, eso no es verdad, porque aún hay muchos más que se mantienen dentro de la línea democrática.
– ¿Al gobierno del presidente Néstor Kirchner en cuál de estas líneas lo ubicaría?
– Lamentablemente, en la misma línea que Chávez y Morales, aunque no de la misma manera tan explícita. Pero mi impresión es que sus reflejos van en esa dirección y no en la del socialismo democrático y responsable. Espero equivocarme.
– Hace un año usted estuvo en la Argentina y señaló que veía gestos preocupantes en Kirchner.
– Y sigo tan preocupado como entonces. Creo que en el caso de la Argentina no hay una distinción clara en favor de una política antipopulista, antiautoritaria, antidemagógica; no la hay. Entonces el peligro está allí, esperemos que las sospechas no se concreten.

Written by Michael Ha

June 5th, 2006 at 5:30 am

Posted in Rule of Law

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