Piglia sobre Puig

Ricardo Piglia

Para los que siguen dudando… dos ensayos por Ricardo Piglia quien, además de ser uno de los grandes escritores argentinos de la actualidad, es también uno de los grandes críticos de la literatura argentina:

Del primer texto, subrayo lo siguiente:

El gran tema de Puig es el bovarismo. El modo en que la cultura de masas educa los sentimientos. [. . .] Puig fue más allá de la vanguardia; demostró que la renovación técnica y la experimentación no son contradictorias con las formas populares. [. . .] Todo Puig está en su primera novela. La traición de Rita Hayworth (1968) es su obra máxima y una de las grandes novelas de la literatura argentina.

Rita Hayworth

Manuel Puig

La historia empieza con una serie de diálogos que obligan al lector a completar el sentido porque no hay un narrador que los organice, pero el punto importante en cuanto a experimentación de la técnica es cuando en el cuarto capítulo el lector tiene que imaginar y completar el diálogo.

“- Mita, podés estar contenta del chico que te salió…

-…” 47

Toto que es uno de los personajes principales que se presenta en antagonismo a otros personajes masculinos como es el caso de su padre y su primo Hector, quienes cumplen con los roles masculinos que esa sociedad impone y espera de los hombres, y ellos lo cumplen de manera efectiva, mientras que a Toto, más retraído, le interesan otras cosas como el cine y el dibujo y es a través de esto que organiza su mundo. Por otro lado, los juegos de Toto y su comportamiento preocupan a sus padres que ven con preocupación su desarrollo y eso no se puede tolerar en un espacio donde las relgas y los roles sociales son rígidos. Un ejemplo de esto es la decepción que el padre sufre cuando ve que su hijo juega con cosas de mujeres, o cuando totó no puede manejar bicicleta o nadar como el resto de los niños de su edad. En la novela sepresenta también una serie de hechos que tiene que ver con el pasaje de la niñez hacia la adolescencia, este despertar está organizado por un discurso moral que atraviesa la vida de los personajes sobre todo femeninos, pero sin embargo es cuestionado y muchas veces subvertido.

Gracias a la carta que escribe al hermano se puede saber más acerca del padre de Toto, su frustración y desengaño con la vida y sobre todo su futura relación con Toto, a pesar por el profundo amor que este siente por su hijo.

Rita Hayworth

Manuel Puig

La historia empieza con una serie de diálogos que obligan al lector a completar el sentido porque no hay un narrador que los organice, pero el punto importante en cuanto a experimentación de la técnica es cuando en el cuarto capítulo el lector tiene que imaginar y completar el diálogo.

“- Mita, podés estar contenta del chico que te salió…

-…” 47

Toto que es uno de los personajes principales que se presenta en antagonismo a otros personajes masculinos como es el caso de su padre y su primo Hector, quienes cumplen con los roles masculinos que esa sociedad impone y espera de los hombres, y ellos lo cumplen de manera efectiva, mientras que a Toto, más retraído, le interesan otras cosas como el cine y el dibujo y es a través de esto que organiza su mundo. Por otro lado, los juegos de Toto y su comportamiento preocupan a sus padres que ven con preocupación su desarrollo y eso no se puede tolerar en un espacio donde las relgas y los roles sociales son rígidos. Un ejemplo de esto es la decepción que el padre sufre cuando ve que su hijo juega con cosas de mujeres, o cuando totó no puede manejar bicicleta o nadar como el resto de los niños de su edad. En la novela sepresenta también una serie de hechos que tiene que ver con el pasaje de la niñez hacia la adolescencia, este despertar está organizado por un discurso moral que atraviesa la vida de los personajes sobre todo femeninos, pero sin embargo es cuestionado y muchas veces subvertido.

Gracias a la carta que escribe al hermano se puede saber más acerca del padre de Toto, su frustración y desengaño con la vida y sobre todo su futura relación con Toto, a pesar por el profundo amor que este siente por su hijo.

la familia del cine

Es interesante leer esta novela después de Cien años de soledad en el sentido de que, en cuanto la crítica de los McOndo es que el realismo mágico ignora una realidad (pos)moderna de Latinoamérica, La traición de Rita Hayworth toma esta modernidad como su punto de partida. Vemos que las características del mundo moderno—en particular la cultura popular—infiltran las vidas de los personajes, y a veces los actores y actrices ocupan primer plano.

Por ejemplo, la ausencia de Mita en el cuarto capítulo (el hecho de que el lector tiene que imaginar sus comentarios en el diálogo) me parece no solamente una innovación formal sino indicativo de una ausencia más simbólica. Cuando ella lleva Toto al cine no resulta en un enlace cariñoso entre el hijo y su mamá sino resulta en que el niño aprende los detalles de la adolescencia de las películas en vez de su mamá. Igual, cada vez que se describe el papá, se nota su semejanza a un actor de películas. Me parece que la estructura familiar en esta novela—o por lo menos en la experiencia de Toto—se ha sido reemplazado por una fuerza de la cultura. Han notado varios críticos que hasta la manera de que experimentamos la historia (a través de fragmentos, diálogos, etc.) se parece a una forma cinemática.

Se ve en esta cita que las figuras llegan a satisfacer lo que no puede conseguir de su mama:

Mamá lloró una vez que íbamos los dos caminando por la calle pero no me acuerdo por qué. ¿Cuándo? ¿Por que lloras, mami? no me dice, pero la negrita y el pescadito están muertos flotando en la laguna, y por suerte después que se estrelló el avión Ginger Rogers y Fred Astaire bailan transparentes en el recuerdo, que ya no los separa nadie más: ni la guerra ni nada, cuando mami se levante de la siesta le voy a decir que no hice ruido y me porté bien. (31)

A la misma vez, me parece demasiado fácil entender la novela como una critica por parte de Puig de la hegemonía cultural de Hollywood y su influencia en Latinoamérica. Las figuras del cine se convierten en objetos de fantasía para el niño que reemplacen la función psicosexual de la familia elaborada por Freud. Si hay un motivo político en la novela es precisamente eso—la gravedad del tratamiento de cultura popular. Podríamos contrastar las referencias culturales de Puig con las de Lezama Lima; se hace evidente que Puig quiere representar una cultura Latinoamericana moderna, no un barroquismo (Lezama Lima) o una cultura tradicional-rural (García Márquez).

 

la familia del cine

Es interesante leer esta novela después de Cien años de soledad en el sentido de que, en cuanto la crítica de los McOndo es que el realismo mágico ignora una realidad (pos)moderna de Latinoamérica, La traición de Rita Hayworth toma esta modernidad como su punto de partida. Vemos que las características del mundo moderno—en particular la cultura popular—infiltran las vidas de los personajes, y a veces los actores y actrices ocupan primer plano.

Por ejemplo, la ausencia de Mita en el cuarto capítulo (el hecho de que el lector tiene que imaginar sus comentarios en el diálogo) me parece no solamente una innovación formal sino indicativo de una ausencia más simbólica. Cuando ella lleva Toto al cine no resulta en un enlace cariñoso entre el hijo y su mamá sino resulta en que el niño aprende los detalles de la adolescencia de las películas en vez de su mamá. Igual, cada vez que se describe el papá, se nota su semejanza a un actor de películas. Me parece que la estructura familiar en esta novela—o por lo menos en la experiencia de Toto—se ha sido reemplazado por una fuerza de la cultura. Han notado varios críticos que hasta la manera de que experimentamos la historia (a través de fragmentos, diálogos, etc.) se parece a una forma cinemática.

Se ve en esta cita que las figuras llegan a satisfacer lo que no puede conseguir de su mama:

Mamá lloró una vez que íbamos los dos caminando por la calle pero no me acuerdo por qué. ¿Cuándo? ¿Por que lloras, mami? no me dice, pero la negrita y el pescadito están muertos flotando en la laguna, y por suerte después que se estrelló el avión Ginger Rogers y Fred Astaire bailan transparentes en el recuerdo, que ya no los separa nadie más: ni la guerra ni nada, cuando mami se levante de la siesta le voy a decir que no hice ruido y me porté bien. (31)

A la misma vez, me parece demasiado fácil entender la novela como una critica por parte de Puig de la hegemonía cultural de Hollywood y su influencia en Latinoamérica. Las figuras del cine se convierten en objetos de fantasía para el niño que reemplacen la función psicosexual de la familia elaborada por Freud. Si hay un motivo político en la novela es precisamente eso—la gravedad del tratamiento de cultura popular. Podríamos contrastar las referencias culturales de Puig con las de Lezama Lima; se hace evidente que Puig quiere representar una cultura Latinoamericana moderna, no un barroquismo (Lezama Lima) o una cultura tradicional-rural (García Márquez).

 

La traición de Rita Hayworth

En un pueblito de la Pampa argentina unos individuos cuentan, y se cuentan, sus experiencias cotidianas entre las cuales lo más estacado y entusiasmante son las película extranjeras vistas al cine.

Casi concluiría aquí mi entrada, ya que, sinceramente, no le he encontrado mucho más a este texto. Podría hablar de las técnicas narrativas, si no fuese que ya la hemos encontrada varias veces durante este camino literario de nuestra clase; podría hablar de General Vallejos como micorcosmo de la Argentina, si no fuera que no pienso que sea así, ya que de un mundo tan interesante como era el país de los gauchos en los años ’30 y ’40 (un país todavía en pleno boom económico, punto de encuentro de italianos, españoles, criollos…) Puig nos haya presentado un relato seco, esbozado, decepcionante.

En realidad en Vallejos pasan cosas, hasta diría cosa “de películas”: hay un adolescente que se divierte sodomizando a niños; un chico de mirada triste cuya especialidad es desflorar a las chicas del pueblos en verano (y verosímilmente a las porteñas durante el resto del año); una madre cuyo hijo recién nacido muere sin ser bautizado y sin tener nombre siquiera… pero todo esto parece pasar casi con tedio. Los episodios tienen lugar en unos años determinados, expresados en las portadas de los capítulos, casi a señalar que todo lo que ha pasado de interesante en aquellos doce meses ha sido eso, y que lo demás es tiempo muerto entre una película y otra.

El que más fascinación tiene hacia el séptimo arte es el pequeño (en todo sentido) Toto, un chico de gran actividad cerebral y pereza física, que vive los filmes como escapismo o quizás como una representación más verdadera de la realidad. El supuesto enanismo de Toto es una de la grandes preocupaciones de sus padres, especialmente de su papá, quien quisiera verlo más alto y más hombre. Creo que sería interesante analizar la figura del Toto de un punto de vista psicoanalítico: mi idea personal fruto de intuición (qui lo dico e qui lo nego) es que el niño sea la proyección en la obra del autor, el cual se siente (conscientemente o inconscientemente) inferior dentro del marco cultural latinoamericano de la época.

Otro elemento recurrente es la critica hacia el Catolicismo, representado como una religión dura y algo cruel, donde hay espacio solamente para la represión de los instintos, el miedo al infierno y el juicio de los pecados. Espero que esta representación sea una tergiversación de la realidad, porque si fuera verdadera sería muy triste, y dejaría la Iglesia Argentina con muchas faltas a su cargo, aunque visiones parecidas se pueden encontrar en obras italianas dirigidas a la Iglesia Italiana y de esas visiones, según mi experiencia, muy poco hay de objetivo.

La traición de Rita Hayworth. El título

Manuel Puig - La Traición de Rita HayworthBerto escribe una carta agria y venenosa a su hermano Jaime, el padre de Héctor residiendo en España y la tira a la basura pues el destinatario no es merecedor del gasto de franqueo. Así termina esta obra donde el viento y el polvo se arremolinan como las pasiones, las represiones y tramoyas de los habitantes del poco insigne pueblo pampeano. No puedo ocultar mi sorpresa y desencanto con el final y la ausencia de conexión entre el título y la trama. ¿Cuál fue la conexión entre la “diosa” de Hollywood y las mujeres del infernal Vallejos? La breve referencia a la actriz está en boca de Toto, quien luego de haber visto la película “Sangre y arena” junto a su papá, se vuelve un cómplice en la admiración que comparten: “papá decía que le gustaba Rita Hayworth más que ninguna artista, y a mí me empieza a gustar más que ninguna también” (44). Esta efímera mención me hizo indagar un poco y tropecé con una entrevista a Manuel Puig en la cual el entrevistador compartía mi mismo interrogante:

“- Manuel Puig, ¿por qué el nombre de su primera novela: La traición de Rita Hayworth?

“- …….Entonces, ¿por qué La traición de Rita Hayworth? La novela cuenta la historia de una familia de clase media que vive en un pueblo de La Pampa en los años ‘40. El paisaje de La Pampa, que en realidad es la ausencia de todo paisaje, resulta una pantalla en blanco donde cada uno proyecta las fantasías que quiere. Ahí un chico que no puede aceptar la realidad por sentirla hostil cambia los términos y toma como realidad a la ficción, ya sea la ficción del cine o la que le dicta su propia imaginación. En esa pantalla suya, la bondad es siempre premiada y la gente buena es hermosa. Hasta que Rita Hayworth en Sangre y arena prueba ser hermosa, la más hermosa tal vez, pero también pérfida. Y ahí comienza el drama, que del sueño pasa a la más cruda realidad”.

¿Por qué Rita Hayworth está tan presente en su obra?

–Creo que para mí una danza de Rita Hayworth significa, expresa la alegría de tener un cuerpo. Expresa el triunfo de la vida sobre la muerte, el triunfo de la sexualidad vivida sin culpa, vivida con toda la alegría que el mundo ha ido olvidando a través de siglos de represión.” (*)

Nos preguntamos si es ese el tipo de sexualidad, vivida sin culpa, que las protagonistas femeninas de la obra añoran o si Puig, refuerza el estereotipo de mujeres objetos que no puede esquivar las acechanzas de los hombres porque, al parecer la única vida que conocen y desean es la de ser propiedad u objeto de desecho de los hombres.

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-2383-2005-07-20.html

 

La Traición de Rita Hayworth (1968): ¿varios narradores, o ningún narrador?


La obra que ganó la fama para el escritor argentino Manuel Puig es bastante tradicional en estructura: tiene dieciséis capítulos, y es divida en dos partes; ocho capítulos por cada una. Sin embargo, aparte de esto se rompe con lo tradicional. Puig experimenta con la narración de su obra en una forma que no puede ser caracterizada como tradicional. Claro que la tendencia de experimentar con la narración no es nueva dado que hemos pasado meses discutiendo este tema que define la literatura del “Boom”. Hemos leído novelas contadas por múltiples voces (Hijo de Hombre de Roa Bastos, por ejemplo), pero ellos no se enfatizaron (ni se enfocaron en) estas voces al punto que la voz de la narrador principal se hace escondida (o perdida?) completamente. Tal vez me explicaré mejor en el párrafo siguiente…

Esta obra se distingue por tener casi tantos narradores como capítulos. Por lo menos Puig nos indica quien es el narrador de cada uno (y en qué año estamos) por los títulos. Además, no sólo cambiamos de personaje principal con cada capítulo, sino también cambiamos de la forma en que este personaje cuenta (o escribe) la historia. He leído que Puig empezó este manuscrito como guión para el cine… y me pregunto si es por eso que la historia empieza con dos capítulos de dialogo entre la familia de Mita. Estos capítulos casi pueden ser leídos como un guión; el lector casi puede visualizar la conversación en la casa entre los miembros de la familias. El tercer capítulo, por otro lado, es un monólogo interior de José (“Toto”), al igual que la quinta, y más adelante en la lectura el lector se encuentra con capítulos escritos como cartas, una composición escolar y conversaciones entre personajes. Es por eso que yo digo que Rita Hayworth es una obra escrita y contada primariamente por los personajes. Teniendo todo esto en cuenta, el lector se da cuenta de que esta obra carece de un narrador principal. Tal vez la única manera en que la voz de este narrador surge en la obra es a través de los títulos que introducen cada monólogo / carta / ensayo / conversación. En fin, esta obra nos presenta con un mosaico de voces en vez de una voz autorizada que pertenece a una narrador principal.

Cien años de soledad II

Cien años de soledad

Given the criticisms that have targeted magical realism for its easy descent into cheap exoticism and even kitsch–see for instance Julian Barnes’s complaint about the “package-tour baroque”– it’s perhaps surprising to remember that Cien años de soledad ends in such apocalyptic manner: with a mother bleeding to death, her newborn baby eaten by ants, and a hurricane of Biblical proportions that destroys Macondo and its entire fictional universe, all of which is to be “exiled from the memory of men” (549 [417]). There is little here in the way of consolation or hope. It’s closer to James Ellroy or Cormac McCarthy than to the gentle amiability that we expect of the always-smiling García Márquez. Of course, in some ways the book’s concluding gesture is futile: Macondo is far from wiped out from its readers’ memories. And despite the prediction that “everything written” in the manuscripts that describe and predict this holocaust–and so, by implication, everything that’s written in the novel itself–“was unrepeatable from time immemorial and forever more” (550 [417]), there have been innumerable attempts to copy and adapt the magical realist style, with more and less success, from Salman Rushdie to Laura Esquivel. Indeed, if anything tends to be forgotten about Cien años, perhaps it is its devastating climax and the symbolic self-destruction of everything that has come before. It is the dark side of magical realism, its grotesque horror, that all too quickly fades from the reader’s mind, or perhaps is simply not taken seriously enough.

Meanwhile, this final claim that the novel is somehow an unrepeatable event is both an impossible paradox and something of a self-fulfilling prophecy. For Cien años is indeed a singular book, and its astonishing combination of equally enormous critical and commercial success has seldom if ever been duplicated: not by any other of the novelists of the Boom, or even by García Márquez himself. But it is precisely its uniqueness that has ensured that it has never lacked for imitators. No wonder that Barnes or the writers later associated with the “McOndo” movement should plead for a stop to the proliferating repetitions of something like (but not like enough) One Hundred Years of Solitude, whose nadir was probably The War of Don Emmanuel’s Nether Parts, by self-confessed “Márquez parasite” Louis de Bernières. More fundamentally, Cien años is also largely a book about (indeed, obsessed with) repetition, and it goes against the novel’s own logic that it should end with such an absolute prohibition of duplication and reiteration. After all, it is the failure of such a prohibition–the injunction against the Buendía family’s “original sin” of incest–that sets its plot moving and drives it forward, as the narrative is full of every variation of incestuous desire until finally the last of the line, Amaranta Ursula and her nephew Aureliano Babilonia, come together and produce the foretold offspring with the tail of a pig. However much you try to do something different and avoid the mistakes of the past, that past continues to haunt you. Indeed, it is perhaps only because by the end the very atmosphere of Macondo is so full of the ghosts of the motley cast of characters that have wandered through the book’s pages, that in the end García Márquez can only end the thing by shouting “enough!” and bringing on a cataclysmic hurricane that will tear the whole place down.

For another irony is that this novel, whose title tells us it is concerned with solitude, does in fact, and thanks in part to its proliferating repetitions, present us with what can only be called a multitude. Even at the end, when Aureliano is practically the only man left in town, the very objects that surround him invoke the continued presence of other lives that live on through shared habits. He sits in a rocking chair, for instance, that is “the same one in which Rebeca had sat during the early days of the house to give embroidery lessons, and in which Amaranta had played Chinese checkers with Colonel Gerineldo Márquez, and in which Amaranta Ursula had sewn the tiny clothing for the child” (546 [414]). His response to feel oppressed under “the crushing weight of so much past” (546 [414]); this may well be a bad multitude. But the point is that his problem is hardly solitude per se, or at least not in any simple sense. Indeed, more generally this is a book that is characterized by excess and overindulgence more than anything else. Indeed, it would be no less misleading if it had the title Cien años de plenitud.

This is, after all, also a book that clearly has ambition to be a “total novel”–another reason for it ultimately to declare that it can never be done again–and in service of that (itself, excessive) ambition, it overflows. It’s not just one multitude, but many: a multitude of Aurelianos and José Arcadios, of butterflies and beauties, of inventions and apparatuses, of firing squads and wars, of gypsies and of bananas and caramels, of flowers and books, of chamber pots and doubloons, of merchants and mistresses, of (mis)interpretations and mistakes, of solitudes (yes, solitudes, too) and friendships. Everything is singular but nothing is single: another will always come along in due time. If anything, Macondo’s problem (and that of its inhabitants) is that it is never alone, that there is no way of avoiding or preventing the various forces and energies that sweep through it. Even shutting oneself away (as so many characters repeatedly do) is simply embedding oneself in the machine, often enough to invest still further in the formidable cycles of creation, production, and destruction that drive the multitude. The task, then, is less to resist the multitudes than to determine which are bad (pestilential or merely kitsch) and which are good, enhancing life in all its myriad incarnations.

La traición de Rita Hayworth, un texto de todos y de nadie

El título de mi comentario menciona la palabra texto adrede, pues realmente no sé cómo catalogar a La traición de Rita Hayworth. Ya antes nos habíamos hecho preguntas como si había narración, si había trama o si había destino en determinadas obras (El lugar sin límites, Paradiso, Cien años de soledad), pero más o menos podíamos inscribir dichas obras bajo el rótulo “novela”. Yo no sé realmente si podemos decir lo mismo de este texto de Puig. Al terminar de leerlo más bien me quedó la sensación de haber escuchado muchos “testimonios”, vivencias, opiniones, pero realmente de no haber leído ninguna trama. El parangón puede ser irrespetuoso, pero terminé pensando que había estado frente a una especie de talk show de larga duración (quince años), en el cual la transición hacia un capítulo nuevo era una especie de “que pase el siguiente”. En mi mente se me presentaron los personajes sentados en un escenario cada uno contándonos su historia.

Sin embargo, uno es terco y termina tratando de encasillar al texto dentro del género “novela” o, en otras palabras, uno trata de encontrar razones para considerar al texto una novela. En ese sentido, surgen preguntas como ¿quién es el personaje principal o quiénes son los personajes principales?, ¿qué historia se nos cuenta?, ¿cómo se entrelazaría todo dentro de un hilo narrativo? De estas preguntas, paradójicamente, surgen otras, aunque más concretas: ¿es Toto el personaje central o lo es Mita o lo es, en general, la familia Casals, pues son ellos, en general, una presencia intermitente en todo el texto?, ¿la historia, es la historia del crecimiento de Toto y su personalidad particular?, ¿es una novela, entonces, en la que Toto y su familia son los personajes principales y la trama gira alrededor de cómo este se desarrolla desde su infancia hasta su adolescencia? No tengo respuestas concretas a estas preguntas, y ciertamente me gustaría tenerlas.

Siguiendo con la línea de cuestionamientos para tratar de entender, se me ocurre también preguntar si acaso no son las personas los personajes centrales de la novela, sino más bien dos elementos que los unen de alguna manera a todos: el cine y la sexualidad. Quizás sean, entonces, estos dos grandes tópicos los verdaderos protagonistas de la historia y más bien los individuos son un vehículo para que éstos se manifiesten. Tal vez, entonces, sea una novela sobre el cine y el sexo quienes se vinculan en las diferentes vidas de los personajes, es decir, la trama es cómo cine y sexualidad se enfrentan con personajes de la “vida real” y cómo se entrelazan en ellos.

En fin, como dije, me parece que La traición de Rita Hayworth es un texto donde todos los personajes -como en un talk show– tienen espacio para explayarse, es decir, es un texto de todos (todos los personajes tienen sus quince minutos, diríamos). Pero al no haber, aparentemente, una trama en concreto es también un texto de nadie, pues es finalmente no sabemos bien de quién o quiénes (o de qué) se trata realmente la historia.