Peru Election 2006

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Biography: Alan García

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Biography: Alan Garcia


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Source: La Republica, 12 de marzo del 2006
Alan García Pérez. No una, sino dos veces
Retratos del poder. Por Elizabeth Cavero
La Republica, 12 de marzo del 2006

Alan Gabriel Ludwig García Pérez (56) postula por tercera vez a la presidencia en busca de un segundo mandato con el obsesivo ímpetu de borrar todo lo malo que hizo en su primer gobierno. Solo que esta vez candidatea 21 años mayor que en la primera ocasión. Y aunque el tiempo no pasa en vano, hay rasgos de su personalidad que mantiene inalterables, para bien o para mal. García quiere, sí o sí, entrar otra vez en Palacio.
Cuentan José Utreras y Juan Casusol, ex alumnos y actuales maestros del colegio José María Eguren de Barranco, que un día de setiembre de 1963 todos los alumnos se encontraban formados en el patio de la escuela. Era el Acto Cívico Patriótico de cada semana. La disciplina era estricta y a los muchachos vestidos con el uniforme caqui de entonces no se les movía ni un pelo. De pronto, un alumno del cuarto año salió corriendo de su fila, subió al estrado y se apropió del micrófono. Era el alto y corpulento Alan Gabriel García Pérez. Luego de anunciar que había muerto en Washington el dirigente aprista Manuel ‘El Cachorro’ Seoane, el conmovido muchacho pidió un minuto de silencio. Y le hicieron caso. Pero la actuación terminó de manera atropellada.
La indisciplina era doble, pues García no solo rompió el orden de la formación, sino que también infringió la norma de no hacer política dentro de la escuela. Quien lo salvó de la expulsión fue el alférez Carlos Mayorga, temido instructor pre militar del Eguren. Mayorga alegó a favor de García que su conducta había sido producto de la ansiedad emotiva y que por lo tanto ni siquiera merecía una suspensión sino una amonestación.
El episodio no es una anécdota aislada. Revela una personalidad que identificará a Alan García como político y gobernante. De hecho, casi veinte años después, el 16 de setiembre de 1982, un acto similar marcó el despegue definitivo de su carrera política. Ese día el Congreso interpelaba al ministro de Economía del gobierno de Acción Popular, Manuel Ulloa Elías, cuando el joven diputado aprista abandonó su escaño y se dirigió hacia Ulloa para enfrentársele cara a cara. Esta vez, García no parecía guiado por un impulso, sino por una bien planeada estrategia mediática.
Pichón de Cóndor
Como muchos hogares apristas, el de Alan García tuvo que luchar contra la persecución. La familia de su madre, Nytha Pérez Rojas, es fundadora del partido en Arequipa. Su padre, Carlos García Ronceros, fue secretario de organización del PAP en la clandestinidad. Cuando Alan nació, el 23 de mayo de 1949, su padre estaba preso en El Sexto. A los ocho días, Nytha llevó al bebé a la cárcel para que su esposo lo conociera y después, junto a su hijo mayor, Carlos, de dos años, partió a Camaná, Arequipa.
Alan García conoció a su padre poco antes de cumplir los cinco años y durante un tiempo lo llamó “señor García”. La familia García Pérez se reunió definitivamente un año después en la casa de los abuelos paternos, en Barranco. Carlos García Ronceros no volvió a ser apresado, pero dos hermanos y una hermana fueron encarcelados por ser apristas. Alan García, aunque pequeño y alegre, era muy observador y su madre se preguntaba hasta qué punto entendería la difícil situación familiar.
García estaba destinado a ser político y no solo por nacer en una familia aprista. Desde niño demostró tener vocación. En los recuerdos de doña Nytha, la primera experiencia política de su hijo menor fue su postulación a la alcaldía escolar del Colegio Experimental Nº 1, en el que los hermanos estudiaron la primaria.
“Tendría unos 11 años cuando un día lo vi sentado pensando frente a una hoja en blanco sobre la mesa. Vestía su guardapolvo crema. Le pregunté qué estaba haciendo y me dijo que se había inscrito como candidato a alcalde escolar, así que tenía que escribir su programa. Entre otras cosas, iba a pedir un buen botiquín y dos paseos fuera de la escuela cada año. Me dijo también que tenía que escoger a los niños con mejores notas para que estuvieran con él”, relata su madre.
Nytha Pérez niega ser quien hizo desarrollar a Alan sus dotes de orador. Lo cierto es que ya en tercero de media, a los trece años de edad, comenzó a ganar los concursos en los Juegos Florales del colegio. El joven García también empezaba a meterse de lleno en el partido y, siendo alumno de cuarto de secundaria, logró representar a la célula de la Juventud Aprista Peruana (JAP) en Barranco. A los 15 años, ganó un concurso de oratoria en la Casa del Pueblo, en Alfonso Ugarte.
En 1965, Alan García ingresó a la Pontificia Universidad Católica para hacer sus estudios generales de Letras y se encargó del comando universitario de la PUC. El historiador Germán Peralta, a quien el ex mandatario llama ‘El Negro’, era por entonces secretario general de la JAP y un buen día Víctor Raúl Haya de la Torre lo llamó para preguntarle quién era aquel muchacho que hacía tantas preguntas. “Le dije que era Alan García. Su secretario, Jorge Idiáquez, precisó que era hijo de ‘El Cartujo’ (sobrenombre que el propio Haya había puesto a García Ronceros por lo reservado que era). Se lo presenté y comenzó un feeling entre ellos”, cuenta Peralta, quien perteneció también al privilegiado grupo de Villa Mercedes.
Las notas de García
Haya no se había fijado en García por su encanto. No solo se trataba de un buen estudiante, sino de una persona muy inteligente. Pilar Nores afirma que fue su inteligencia lo que la cautivó. “Él era comentarista de dos mesas de trabajo en una conferencia sobre política latinoamericana que había en Sevilla (España). Es obvio que cuando lo escuché quedé impactada”. Luego de la conferencia, Alan y Pilar fueron presentados y discutieron sobre los libertadores José de San Martín y Simón Bolívar. “Yo, educada en Argentina, defendía a San Martín, pero él sabía de San Martín cinco veces más que yo”. Hubo un flechazo y el cortejo comenzó de inmediato.
En el colegio Eguren también lo recuerdan como un muchacho muy inteligente que “no necesitaba estudiar para sacarse buenas notas”. A decir de sus compañeros en el Eguren, García no llevaba maletín al colegio. Solo portaba un cuaderno en el cinto del pantalón. Tampoco escribía dictados. Nada más se concentraba en la clase y hacía eventuales apuntes. Y cuando había un tema que realmente le interesaba, se sentaba atrás, en los pupitres vacíos, donde podía concentrarse mejor.
Hasta hoy, García tiene la costumbre de guiar sus discursos apoyado en pequeñas notas que caben en la palma de su mano. Enrique Cornejo Ramírez, secretario general de Palacio de Gobierno de 1985 a 1986, recuerda que una vez García debía dictar una conferencia en el Instituto Riva Agüero, a cinco cuadras de Palacio. Se concentró y, en un pequeño papel, elaboró el discurso mientras la limusina cubría las cinco cuadras. Aplausos no faltaron.
Respecto de las calificaciones, es difícil que algún compañero recuerde las de García Pérez. Sus notas en la Católica –donde estudió hasta tercero de Derecho antes de trasladarse en 1970 a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos– son elocuentes: 11 en Castellano, que no habla nada bien del mejor orador de la política peruana. Sin embargo, cuentan que el profesor Luis Jaime Cisneros jalaba a todos y que, por tanto, 11 era una buena nota. ¿14 en Cosmología y 12 en Moral? Es un tema que solo Alan García Pérez podría explicar.
Después de los estudios generales, en los cursos de la carrera de Derecho y Ciencias Políticas, las notas de García son casi todas 14, 15 y 16. Era un estudiante dedicado, pese a lo absorbente de su actividad política.
Político multipropósito
El ex diputado Carlos Roca Cáceres, íntimo amigo de García, explica que Haya les exigía mucho. No había un día en que no tuvieran obligaciones partidarias: lunes, Asamblea Funcional; martes, Parlamento Universitario; miércoles, Comité Ejecutivo Nacional (al que Roca y García no pertenecían, pero entraban con la orden de ver, oír y callar); jueves, coloquio en el Aula Magna; viernes: visita a las bases y reporte en Alfonso Ugarte; sábado, chocolatada en la sede de la Juventud Aprista y en la Escuela de Dirigentes; y domingo, tertulia en la casa de Haya.
Un compañero de García en la promoción de la PUC confirma que los lunes, cuando todos hablaban de lo que habían hecho el fin de semana, García Pérez tenía siempre la misma respuesta: “Unos habían jugado fútbol, otros habían ido al teatro… Alan decía que había estado con el viejo Haya”.
Salvo la tertulia dominical en Villa Mercedes, las reuniones eran en la noche. Ninguna demandaba tanto sacrificio como la del sábado. “Un día –cuenta Carlos Roca– se me ocurrió preguntarle a Haya por qué el sábado la reunión era a partir de las nueve de la noche. Me miró y dijo: ‘¡Para romperle la frivolidad!’”.
Los jóvenes pupilos de Haya sabían que ni siquiera era conveniente tomar licor frente a su maestro.
Luego de graduarse como abogado, García litigó en tres juicios cuyas sentencias fueron favorables a sus clientes. Sin embargo, su idea no era ganar dinero como picapleitos. Haya lo instó a continuar sus estudios en Europa y es así que, en 1972, inició un doctorado en Derecho en la Universidad Complutense de Madrid. Dos años después, se trasladó a París para estudiar sociología en La Sorbona. Estaba interesado en aprender de François Bourricaud, experto en la oligarquía peruana.
El gran proyecto
En 1977, García retornó al Perú e impresionó a Haya con su desarrollo. Según un amigo cercano, había dado un “gran salto intelectual” y el fundador del aprismo decidió que García estaba listo para postular a la Asamblea Constituyente de 1978. En ese año Pilar Nores llegó al Perú con la hija mayor de ambos, Josefina, quien había nacido en Madrid. Un tiempo después, García se divorció de su primera esposa, Carla Buscaglia, con quien se había casado por poder desde Europa y con quien tuvo a su hija mayor, Carla.
Así, a sus labores como abogado y como político, García sumó la paternidad. ¿La cumplía bien? Pilar Nores cuenta que, elegido secretario de Organización del Apra, solía llegar a su casa a la una de la mañana, despertaba a Josefina para jugar con ella un rato, y luego de comer todos se iban a dormir. Pero la dedicación a los niños, según Nores, no fue la deseable. Aquel tiempo familiar lo recuperaron en los años del exilio en Francia.
Durante los primeros tiempos de su gobierno, cuando gozaba de respaldo popular, dos episodios le hicieron ganar fama de ‘Caballo Loco’. El primero –según relata Enrique Cornejo– ocurrió en setiembre de 1985. Ante la Asamblea de las Naciones Unidas dijo que el problema del narcotráfico era un asunto de oferta y demanda. Seguidamente, invitó a que lo acompañaran a visitar la Estación Central de Nueva York para comprobarlo. Allí se vendía la droga que se producía en América Latina.
Al año siguiente, en 1986, en la cumbre de los países No Alineados, en Harare (Zimbabwe), el encontrón fue con el dictador cubano Fidel Castro. Relata Hugo Otero, ex secretario de Difusión y Propaganda y cercano colaborador de García, que en un almuerzo Castro comenzó a aconsejar al líder aprista sobre cómo presentarse y qué cosas decir en el foro de los No Alineados. García lo escuchó con atención y le dijo que agradecía sus recomendaciones, que eran muy oportunas. “Pero, ¿sabe una cosa? A mí no me gusta que me lleven de la nariz”. Castro quedó sorprendido con el comentario.
El papel del miedo
Un episodio que García negó en su momento fue aquel en que pidió al Consejo de Ministros analizar la posibilidad de su renuncia debido a la reacción contra la estatización de la banca. Según lo recuerda el entonces subsecretario de prensa de Palacio de Gobierno, César Campos –quien estuvo presente en la sala–, García, en tono muy tranquilo, dijo que era paradójico que un gobierno de ascendencia popular tuviera que aceptar un golpe así. “Dijo también que la situación se originaba en que habían perdido el apoyo de la burguesía; pero que el problema era él, quien había perdido el respaldo popular, y que por lo tanto, con toda frialdad, pedía al Consejo de Ministros evaluar su renuncia”. Los ministros le dieron su total respaldo y el tema quedó ahí.
Si García intenta desde el 2001 volver a ser presidente, no es tanto por querer una segunda oportunidad para el buen nombre del Apra como para el suyo propio. Otero y Roca afirman que su vanidad es grande y que no quiere quedarse con la espina de ser recordado como un mal gobernante. No es la única obsesión de García.
Una, conocida por los reporteros, es la de no dejarse fotografiar cierto lado de la cara. ¿Miedos? Los tiene, como todos. Una de las fuentes consultadas para este artículo dijo que García tiene miedo de morir en la calle, como el presidente John Kennedy o el líder mexicano Donaldo Colosio. Ese miedo maduró cuando el cinco de abril de 1992, cuando Fujimori y Montesinos dieron el golpe de Estado, tuvo que escapar por los techos porque probablemente lo iban a matar.
¿De dónde surge ese miedo? La República se lo quiso preguntar, pero el candidato del Apra no aceptó una entrevista porque dijo que solo habla sobre temas de la coyuntura política. La misma fuente dijo que la patada que le encajó a Jesús Lora correspondía a un acto de temor al sentirse rodeado por gente extraña, y que no era una manifestación de soberbia. “Pero ahora se ha moderado. Antes no hubiera sido una sino diez patadas”, lo defendió su ex ministro Remigio Morales Bermúdez.
García se supo heredero de Haya de la Torre cuando este, en la dedicatoria de un libro, lo reconoció como a un hijo. Esa página es, probablemente, el objeto más preciado que guarda. Y, por supuesto, también la armónica que le regaló el fundador del Apra, y que después de varios años su ex esposa, Carla Buscaglia, que lo tenía en su poder, le devolvió por su cumpleaños. Ahora que está en carrera por tercera vez a la presidencia, los apristas saben que además del desafío político, lo que impulsa a García es el deseo personal de hacer otro gobierno. Aunque muera en el intento.
La memoria no traiciona
“O se van ellos o me voy yo”: Matanza de Lurigancho, en 1986.
“El que no la debe no la teme”: Cuando se le investigó por supuesto enriquecimiento ilícito, en 1990.
“Hemos cometido errores de juventud”: Cuando postuló a la presidencia, 2001.
“(Siento) admiración por la mística y entrega de los militantes de SL”: Con la JAP Ayacucho, 1986.
“La opinión pública lo superará, aunque mis adversarios lo reproduzcan”: Por la patada a Jesús Lora, 2004.

Suéltame, pasado
Por Renato Cisneros
El Comercio, 25 de marzo del 2006

LO BUENO
Tiene amplia experiencia, mucho carisma y una gran convocatoria. Es el líder del partido más organizado del Perú.
Lo malo
Su gobierno llevó al Perú a su más aguda crisis económica y social. Para muchos, ya tuvo su oportunidad y no la aprovechó.
lo oculto
Durante su exilio dejó Colombia, entre otros motivos, porque Santiago Martin Rivas llegó a Bogotá para espiarlo.
ELECCIONES 2006 PERFIL DEL CANDIDATO XI
Si Alan ha cambiado lo suficiente como para volver a ser depositario de la confianza popular, es un enigma que no se puede resolver tras solo dos horas de conversación. Se necesitaría mucho más que eso para auscultar a la persona que vive tras el personaje. Lo que sí queda claro es que García ya no es el ‘mozallón de 36 años’ (Luis Alberto Sánchez dixit) que llegó a Palacio hace más de cuatro lustros, con la secreta y mesiánica convicción de ser el Jesucristo Super Star de esta angustiada villa. No. El Alan de entonces era el resultado de los mimos intelectuales de Haya de la Torre y las ovaciones cerradas de Alfonso Ugarte. Era un ídolo de barro que obtuvo credibilidad con rancheras, pañuelos y promesas de balcón, pero que luego –con medidas calamitosas–, canjeó su simpatía por un justificado repudio. El Alan de ahora, en cambio, es producto de la persecución fujimorista, el exilio francés y la derrota electoral (2001). Ha comprendido a la fuerza que no era, pues, el redentor de las causas populares, sino un peruano más con ganas de ser presidente. Hoy ha cambiado el traje negro por el polo rojo y en vez de La Marsellesa canturrea letras de Celia Cruz. No sabemos si ha madurado, pero definitivamente es otro.
Biberón con estrella
La impronta política de García apareció mucho antes de que él pudiese elegirla. Su madre, Nytha Pérez, es fundadora del partido aprista en Camaná, Arequipa; y su padre, Carlos García Ronceros, ocupó la Secretaría de Organización durante el gobierno de Odría y debido a sus movidas proselitistas pasó varios años en El Sexto. Alan recién pudo conocer a su papá a los cinco años. Le parecía un hombre tan extraño, tan ajeno, que, imitando a sus abuelos, solo atinó a llamarlo “señor García” durante algún tiempo. “Ponte en mi lugar: yo estaba en la puerta de la inspección de Educación de Camaná y apareció un señor con sombrero y maletita, me agarró la cabeza y se metió a mi casa. Me costaba decirle ‘papá'”, me cuenta Alan, sin dejar de mecerse tras su escritorio, en el sillón de su oficina de San Isidro.
Alan apunta que de niño le impactó mucho ver un día a un grupo de gente fuera de su casa cantando el himno aprista, y cuchicheando sobre un personaje misterioso a quien apodaban el ‘Viejo’. Poco años después, Alan supo que ese ‘Viejo’ era Haya de la Torre y desde entonces no deseó otra cosa que conocerlo.
Uno puede querer pegarla de periodista objetivo e imparcial, pero es difícil no conmoverse con la descripción que hace Alan de su primera imagen de Haya. “Era 1962, Haya acababa de ganar la elección del Apra y convocó un campamento juvenil en el río Rímac. Yo estaba a dos metros de este semidiós y me sentía como en la Capilla Sixtina. Era imponente: un vasco antiguo, blanco y barbado, con la nariz corva, y con una enorme cabeza que para mí solo podía ser sinónimo de una maciza inteligencia”.
Por esa admiración (que primero fue unilateral y luego de ida y vuelta), no es exagerado decir que Haya definió el carácter social de García y agudizó su compromiso. Por quedarse a oírlo en las asambleas, Alan se privaba de cualquier diversión adolescente. Según él, entre los 18 y los 22 años solo fue a cinco fiestas.
Tanto fue el respeto hacia su líder que cuando se casó por primera vez (a los 22, en Suiza, con Carla Buscaglia) no le contó nada a Haya, pues este solía decir que los caudillos dejaban de serlo una vez que contraían matrimonio.
En una de las paredes de la oficina de Alan hay un cuadro en el que se puede leer una dedicatoria que Víctor Raúl le escribió alguna vez y que él toma como un mandato subliminal. “Para Alan García, compañero joven de quien mucho espero, con el cariño que viene desde su padre y con la esperanza de que será para el Apra el continuador de la obra que su mandato de estirpe debe seguir”. Para García, ese tipo de gestos era el salario que compensaba cualquier sacrificio juvenil.
Las lecciones de Europa
A manera de capacitación y luego de hacer sus pinitos como abogado (litigó tres veces), Alan viajó a Europa. Estuvo en Madrid y París. Allí estudió mucha filosofía. Conoció a Felipe González. Se enamoró de Pilar Nores. Y ganó dinero tocando guitarra en varios establecimientos. Regresó a Lima y tras la muerte de Haya (desaparición que lo zarandeó emocionalmente y lo dejó en orfandad partidaria) Alan invirtió pocos años para afinar su ya pronosticado despegue político. En el 79 fue uno de los más jóvenes miembros de la Constituyente, y seis años después ya era presidente electo, con el 45% de los votos. Hoy García admite que ese corrosivo coctel de juventud y poder terminó por marearlo. “Tener 35 y llevar al triunfo a un partido con 55 años sin gobernar es como atravesar el Mar Rojo. Me sentí tocado por el destino”, reconoce.
Es alucinante el manejo que Alan tiene de su gestualidad. Incluso cuando el fotógrafo no está disparándole a la cara, él respira antes de responder, sopla, por momentos bufa, calcula sus tics, sus guiños y se toma su tiempo para elegir bien cada palabra. Como si degustara cada adjetivo para saber si es el más adecuado.
Pero eso no lo salva de los desastres del período 85–90 y las diferentes crisis que no supo apaciguar. Él sostiene que su máximo error fue continuar las primeras exitosas medidas. “El programa de emergencia de reactivación fue muy bueno, pero luego no lo frené a tiempo”, dice. Lamentablemente, ese diagnóstico a posteriori pierde en el contraste con los balances de su gestión.
Los peruanos no olvidamos los subsidios y los créditos que llevaron a la quiebra a diversas empresas públicas, la nacionalización de los bancos, la devaluación del inti. Según el centro de investigación español Cidob, en 1999 la deuda externa peruana llegaba a los 20.000 millones de dólares, y la hiperinflación era del 2.773%. Para colmo, Sendero y el MRTA amenazaban cada vez más por su proximidad e inclemencia. Ello exigió una lucha frontal que tuvo excesos, que devino en la formación de supuestos comandos paramilitares y que ocasionó varias matanzas en el interior del país. De acuerdo con Aprodeh, el gobierno de García dejó 1.682 detenidos desaparecidos, varios cientos más que los registrados en los mandatos de Belaunde y Fujimori.
Y volver, volver, volver
Cuando Fujimori mandó capturarlo luego del golpe del 92, Alan escapó por el techo de su domicilio y se escondió en distintas casas. Una de ellas era la de Judith de la Mata, otra de Juan Carlos Hurtado Miller. Los ancianos del partido lo conminaron a buscar un asilo, que se lo concede Colombia. Del Castillo –que lo acompañó en el vuelo hacia ese país– me cuenta que Alan casi se quiebra cuando el avión despegó. “Se dio cuenta de que no volvería en mucho tiempo”.
García estuvo en Colombia y, todo el mundo sabe que tras una invitación del presidente francés François Miterrand, se mudó a París. Pero hay algo que pocos saben: Alan también cambió su asilo porque a Bogotá llegó Martin Rivas, el ex cabecilla del grupo Colina, que, aparentemente, fue ‘sembrado’ para espiarlo.
En Francia, Alan recuperó su vida familiar y el 2001, luego de que las acusaciones que enfrentaba se archivaron, retornó a Lima para postular. Desde entonces, parte de su prédica mediática consiste en subrayar su experiencia y madurez. Mirtha Larrauri, su secretaria hace más de 20 años, me confiesa que cuando volvió de Francia lo encontró muy cambiado. “Lo vi tan pausado que no me gustó. Yo lo prefería ‘espídico’ e impetuoso, ahora está más sereno, con decirte que desde el 2001 que no le escucho una sola lisura”. Claro, para qué decir lisuras si puede dar patadas, podrían pensar sus adversarios.
Hoy –con las patillas encanecidas y la cara más gorda– Alan dice, sin perder el glamour, que ha aprendido de los palos del ayer y que no es tan imbécil para gobernar mal de nuevo.
Él sabe muy bien cómo manejar el ritmo de la carrera electoral y –como practicó maratón cuando era joven– traza al respecto una excelente analogía: “La elección, como la maratón, es una paciencia, una disciplina psicológica, usted debe saber administrar sus pasos, ponerse detrás del que va adelante, imitarle y sentir, poco a poco, cómo se va cansando para luego pasarlo. Nunca vaya usted primero ni en una maratón ni en una elección”.
Quién sabe si García volverá a subirse al podio de la presidencia, pero nadie podrá negarme que como candidato se lleva la medalla de oro. De lejos, Alan, de lejos.
Estudios: Colegio J. M. Eguren; U. Católica y San Marcos (Derecho); doctorado en Derecho en la U. Complutense (Madrid); doctorado en Sociología en U. La Sorbona (París) Trayectoria: Secretario de Org. del Apra (77/82), Secret. Gen. del Apra (82/85/92), Miembro de la Asamblea Constituyente (79), diputado (80/85) y presidente de la República (85/90) Trabajos: Fue abogado particular en 1980 y desde el 2001 dirige la Escuela de Gobierno de la Universidad San Martín de Porres.
galería personal
ALAN GABRIEL LUDWIG GARCÍA PÉREZEdad 56 años (23/05/49) Profesión Abogado Estado civil Casado (en segundas nupcias con Pilar Nores) Estatura 1,93 m Hijos Carla (31) (de su primer matrimonio), Josefina (29), Gabriela (22), Luciana (21) y Alan Raúl (18) Religión Católica Partido Apra Plancha Lourdes Mendoza del Solar y Luis Giampietri Principales propuestas Proyecto Sierra Exportadora, reactivar el Banco Agrario y reducir tarifas de los servicios públicos
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Source: La República, 27 de marzo del 2006
Todos los hombres del candidato. Los satélites de Alan
La República, 27 de marzo del 2006. Por Enrique Patriau.

UNA MIRADA EN PROFUNDIDAD AL DECISIVO ENTORNO DE GARCÍA
• La famosa teoría heliocéntrica de Nicolás Copérnico ubicó, por primera vez en la historia de la humanidad, al Sol en el centro del universo y a los planetas alrededor de aquél. Siguiendo la misma lógica, es posible afirmar que alrededor de todo candidato presidencial giran varios satélites. Y en el caso del microcosmos de Alan García Pérez, pues lucen muy bien definidos: ahí están su esposa, sus asesores de campaña e imagen, sus compañeros, sus operadores de confianza y sus más cercanos amigos. A menos de dos semanas del nueve de abril, este informe, en un ejercicio de astronomía y política, pretende identificar a cada quién.
La extensa entrevista ya había terminado y, en la conversación posterior, con la grabadora apagada, el periodista le preguntó a Alan García Pérez quiénes eran sus amigos en el APRA. La inesperada respuesta fue: “Yo no tengo amigos en el partido”. ¿Se cumple el adagio aquel de que en política solamente existen los aliados? O, en este caso, ¿los “compañeros”?.
Su ausencia del Perú por casi 10 años, autoexiliado en la época del régimen de Alberto Fujimori, seguramente le impidió cultivar nuevas relaciones. Y varias de las que tenía, acaso las perdió en el camino. “Imagínate regresar después de tanto tiempo. Es como empezar de nuevo”, dice a La República uno de sus cercanos colaboradores. Y no le falta razón.
El entorno de García, el que realmente ejerce influencia sobre él, no es muy amplio. Y se puede dividir en varios niveles. Uno es el familiar, donde su esposa Pilar Nores aporta con ideas y dedicación a la causa aprista. “Su infuencia es tremenda”, comenta un dirigente de la estrella, mientras observa con obvia amargura los resultados de las últimas encuestas.
De los rumores iniciales de separación, Nores se dejó ver junto a García en el mitin del 2005 por el día de la fraternidad. Esa noche, se dieron un beso para los fotógrafos y para el público. Durante la actual campaña, han aparecido juntos en ciertas ocasiones. Pero se sabe que ella prefiere mantener un perfil bajo y alejar del acoso de los medios a sus hijos.
La imagen
En el comando aprista, un clima sosegado parecería indicar que el nueve de abril está todavía lejano. Es día miércoles y no se percibe mayor movimiento. Apenas un puñado de entusiastas militantes pasea por los pasillos y otros, sentados relajadamente en mullidos sillones, comentan sobre la actualidad política. García anda de gira por Tarapoto y Hernán Garrido Lecca, sentado detrás de un escritorio, despacha con dos celulares y ordena cuentas. Su cargo oficial es el de coordinador nacional de campaña y sus funciones abarcan desde la planificación de estrategias hasta la búsqueda de financiamiento. Forma parte del selecto grupo de personajes estrechamente vinculados con el ex presidente.
Junto a él otro elemento clave es el publicista Hugo Otero Lanzarotti, quien conoce a García desde hace 27 años. Fue uno de sus más importantes colaboradores en la exitosa campaña de 1985 y ahora es su consejero para temas de comunicación. Cuando quedó listo el comercial de las estrellas animadas que bailan al ritmo de regaettón (idea que nació del grupo ‘Los Jóvenes con Alan’), el candidato llamó a Otero para pedirle su opinión, y este, emocionado con la audaz propuesta, lo animó a autorizar su divulgación innmediata.
Garrido Lecca y Otero son las más visibles en el equipo de campaña. En constante consulta con García, ambos delínean el derrotero de la estrategia de comunicaciones. De ese trabajo conjunto salió la sugerencia de presentar en formato de entrevistas callejeras las principales ofertas electorales apristas, como el respeto a las ocho horas laborales o el pago de horas extras. La no aparición de García en esos spots de televisión responde al deseo de no exponer demasiado la imagen del candidato. “¿Te imaginas al presidente compitiendo con las modelos de cerveza?”, se pregunta otra fuente del partido.
Desde luego, quien tiene la última palabra es García. A él se le ocurrió vestir polos de color rojo y bailar la canción de Celia Cruz ‘La vida es un carnaval’ (se comenta que no la usaron en la propaganda porque los derechos salían demasiado caros).
Los operadores
García también cuenta con sus propios operadores o ayudantes cercanos, quienes trabajan bajo sus órdenes. En ese grupo de confianza destaca Mirtha Cunza Larrauri, su secretaria desde 1985.
El cinco de abril de 1992, el día del golpe de Estado, soldados armados ingresaron en su casa y se la llevaron al Pentagonito. “Fujimori había decidido con un dedo que yo tenía que ser detenida porque era la persona de confianza del presidente y por tanto debía saber dónde podía haberse ocultado después de que asaltaron su casa”, declaró en el 2001 a una revista local. Tremenda aventura resultó suficiente para agenciarse el respeto del partido.
Luis Nava Guibert es el secretario personal. Para los periodistas que suelen cubrir las actividades proselitistas del Apra, el rostro de Nava resulta muy familiar. Viaja en el mismo automóvil que García y siempre se le ve con las manos ocupadas, ya sea con papeles o con portafolios.
Otras publicaciones periodísticas le han atribuido el manejo de la agenda política de su jefe y la supervisión de las giras a provincias.
Ricardo Pinedo es el asistente personal. Defensor a rabiar de García durante el exilio de este, hoy forma parte de la corte privilegiada de “compañeros” con acceso directo al candidato.
Asiduo a cada presentación pública de su líder, Pinedo es el enlace con los jóvenes y, por lo tanto, uno de los responsables de que el ritmo del regaettón irrumpiera con toda su fuerza en la campaña.
También ha sido el coordinador de la ‘Escuela de Formación Juvenil’, que se encarga de capacitar a los cuadros juveniles del partido, y en la que García siempre ha demostrado singular interés.
Los dirigentes
Los altos cargos partidarios que ocupan Jorge del Castillo y Mauricio Mulder, ambos secretarios generales, les garantiza influencia directa sobre García. Sin embargo, y en esto coinciden las fuentes consultadas, la cercanía del primero es mucho mayor. La razón es simple: Del Castillo se la jugó entero por el ex presidente, en la peor época, cuando la desacreditación del régimen aprista había alcanzo su máximo nivel. “Puso la cara”, declara un dirigente. Además, es conocido que Pilar Nores lo tiene en alta estima. Mulder, en cambio, recién fue adquiriendo su propio perfil mientras García vivió en el extranjero.
Mercedes Cabanillas, presidenta de la Dirección Nacional de Política del PAP y ganadora de las elecciones primarias, tiene su propia cuota de poder en el partido. Pero, a decir de las personas entrevistadas, no influye sobre el candidato tanto como los dos anteriores.
Tema aparte es Wilbert Bendezú Carpio. Dentro de la estructura orgánica del PAP es el secretario nacional de Organización y Movilización. Sobre todo en época de campaña, su cargo debería significarle un papel protagónico. Empero, más preocupado por su candidatura al Parlamento Andino, ha sido desplazado por Carlos Arana Vivar, el responsable de los mítines. Para tal fin, maneja un equipo de voluntarios que lo ayuda en esa misión. Investigaciones periodísticas vincularon comercialmente a Arana Vivar con el cuestionadísimo Agustín Mantilla.
Los amigos
En este rubro debe mencionarse al embajador José Antonio García Belaunde. Son muy cercanos. De hecho, García fue invitado al matrimonio de la hija de aquel, Sol. Otro es el caricaturista Alfredo Marcos, el autor de los célebres ‘Calatos’. A pesar de su estatura más bien pequeña, su figura no ha pasado inadvertida en el comando del Apra. Es conocido que suele reunirse con García para conversar, informalmente, sobre los aciertos y errores de la campaña, y no falta quien diga que su capacidad de influencia es incluso mayor que la de algunos connotados militantes. Pero eso solamente queda en el terreno de la especulación. Además, no se vayan a enojar los “compañeros”.
Los otros colaboradores
Hay personas que no forman parte del círculo más cercano a García, pero que igual trabajan junto a él (o para él). Uno es José Chirito, curtido periodista de política que desde la campaña del 2001 está a cargo del departamento de prensa. Concerta entrevistas, informa a los medios de comunicación sobre las actividades diarias del candidato presidencial y escribe las notas de prensa que atiborran los correos electrónicos de las redacciones de los canales y diarios.
Álvaro Quispe y July Ravello son dos dirigentes juveniles integrantes del grupo ‘Los jóvenes con Alan’. Impulsores del regaettón en la campaña, fueron el contacto con el regaettonero Nicky Stylee, quien, a punta de sintetizadores, creó la canción que la estrella aprista de cinco puntas baila en las hoy conocidas propagandas del partido.
Otros nombres son: Víctor Ángel Guevara, responsable de las jornadas médicas apristas y parte del equipo de Carlos Arana Vivar; Víctor Raúl Espinoza y Luis Enrique Lazarte, ambos asistentes del coordinador general Hernán Garrido Lecca.
Cifras
371 mítines, desde diciembre, ha celebrado hasta el momento Alan García.
468 políticas incluye el plan de gobierno del Partido Aprista Peruano.
ALAN GARCIA, EN CUYO MANDATO SE GESTO UNA CRISIS INAUDITA:El candidato del pasado que le pesa
Por C.N. desde Lima
Pagina/12, 10 de abril del 2006

Su carrera política ha sido tan meteórica como polémica. A los 36 años se convirtió en el presidente más joven en la historia de Perú. Fue en 1985, cuando ganó las elecciones en primera vuelta con poco más del 50 por ciento de los votos. Con él llegó al poder por primera vez la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), partido socialdemócrata fundado por Víctor Raúl Haya de la Torre en 1923. En 1978, a los 29 años, García se había convertido en el más joven de los miembros de la Asamblea Constituyente convocada por la dictadura militar como un paso previo al retorno de la democracia, y en 1980 en diputado por Lima.
García llegó a la presidencia en medio de un respaldo popular pocas veces visto en la historia del país. Estrenó su gobierno limitando el pago de la deuda externa, pero su llamado a los otros países de la región para sumar esfuerzos en busca de una negociación conjunta con el FMI no fue escuchado y García se terminó quedando solo en su pelea con los organismos financieros internacionales. La consecuencia fue que los créditos dejaron de fluir al país. El gobierno de García perdió la guerra por la estatización de la banca y comenzó a hundirse en una acelerada crisis económica, un proceso que dejó al país con un 7000 por ciento de inflación, y una expansión del terrorismo de Sendero Luminoso. Pasados cinco años, abandonó la presidencia en medio de una grave crisis y acusaciones de corrupción y violaciones a los derechos humanos. Durante su gestión, más de 300 presos acusados de pertenecer a Sendero Luminoso fueron muertos en dos penales de Lima durante la represión de un motín, en un hecho conocido como “la matanza de los penales”, ocurrido en 1986. Se demostró que la mayor parte de ellos fueron ejecutados de modo sumario. Además de este hecho, ocurrieron numerosos casos de violaciones a los derechos humanos cometidas por los militares durante el combate contra el senderismo, especialmente en los poblados de los Andes.
Tras abandonar el poder, el Congreso enjuició políticamente a García por los cargos de corrupción y por ser el responsable de “la matanza de los penales”. Con el apoyo de la bancada fujimorista, García logró salvar los cargos de violaciones a los derechos humanos, pero el Congreso aprobó su juzgamiento por corrupción. Tras el golpe, Fujimori ordenó la detención del ex presidente en 1992. Alertado a tiempo, García logró huir y los siguientes ocho años los pasaría en el exilio entre Bogotá y París. Tras la caída de Fujimori, en noviembre de 2000, García retornó a Perú y se postuló a la presidencia, después que la Corte Suprema declarara prescriptos los cargos por corrupción en su contra. García logró en tres meses trepar hasta el 25 por ciento de aprobación, para competir en la segunda vuelta con Alejandro Toledo, siendo éste el vencedor.
En estas elecciones, García se presentó como una alternativa ubicada “entre la derecha de Lourdes Flores y el extremismo de Ollanta Humala” y ofreció un cambio moderado al modelo neoliberal, dándole mayores prerrogativas al Estado para controlar las tarifas de los servicios públicos, restituir derechos laborales y promover desde el Estado a las microempresas y el crédito a los campesinos.

Written by Michael Ha

March 19th, 2006 at 9:31 am

Posted in B,Political Parties

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