Peru Election 2006

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El adios político de Fernando Olivera

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Dolor de columna: Chau Popy
Por Renato Cisneros
El Comercio Online, 10 de abril del 2006

La vetusta escoba congresal se ha quedado sin mango. Ya no hay quien la maniobre, quien la empuñe o la enristra en nombre de alguna causa teóricamente noble. De acuerdo con las proyecciones de los resultados electorales alcanzados el domingo por la ONPE, Fernando Olivera y toda su corte de barrenderos moralizadores habría quedado fuera del Parlamento, y ese vacío supone la irremediable orfandad de la escoba.
Pero la derrota del FIM más que imponer una suerte de ‘stand by’ o ‘pause’ en la trayectoria del otrora simpático Olivera, lo deja en un faltoso ‘out side’, sin un lugar político visible en el cual acomodarse. Curioso devenir para un hombre que mientras se mantuvo alejado del poder cuajó desde el Congreso un atractivo perfil de perseguidor y justiciero, pero una vez que intentó monitorear el gobierno (como candidato a la presidencia) o aliarse con él (como socio de Toledo) puso en evidencia su chatura intelectual y su doble ética.
Dejó de ser el aplaudido francotirador de Alan García para transformarse en su obseso y delirante perseguidor. Le pegó a Toledo todo lo que pudo durante la campaña del 2001 por no haber reconocido a su hija Zaraí, y luego pactó con él y se olvidó de cuestionarlo. Acusado de ser frecuente consumidor de cocaína, se sometió a un examen capilar cuyo resultado seguimos esperando. Fue Ministro de Justicia y se dice que llevó unas cartas fraguadas al Vaticano para indisponer a la élite religiosa peruana. También se comenta que él orquestó la campaña de desprestigio contra la actual Defensora del Pueblo, Beatriz Merino, cuando ella estaba al frente del Consejo de Ministros. Fue embajador en España pero volaba a Lima cada mes para solucionar asuntos que no le competían directamente (en más de una ocasión se le acusó de hacer lobby a favor de Telefónica). Y, finalmente, juró como Canciller de la República, tras un bochornoso pleito interno con Carlos Ferrero y Carlos Bruce, dos alfiles mayores de Perú Posible. Lo más patético es que mantuvo el cargo solo durante cinco o seis días, pues la coyuntura lo obligó a salir.
Una vez que Olivera cambió su rebelde ‘look’ barbado de ‘Popy’, allá por los ochenta, también cambió su ‘feeling’ y su temperamento. Si antes era informante permanente de la prensa e invitado quincenal de los espacios cómicos, luego de convirtió en un funcionario engolado y experto en disparar insultos, arrebatos y giros de soberbia ante los periodistas y la sociedad civil. Es cierto que a él le debemos la difusión del celebérrimo vídeo Montesinos-Kouri, que fue clave para acabar con la dictadura de Fujimori, pero él mismo ha terminado minimizando aquella gran contribución con sus posteriores desatinos y apetencias.
En esta campaña, una vez que vio que su candidatura a la presidencia no ataba ni desataba, elaboró excusas justificatorias y trató de volver a su fuero original restringiendo su postulación, mirando solamente hacia el Congreso. Pero menuda sorpresa que se debe haber llevado el fin de semana el pobre de Olivera. Que no haya ganado una curul es la mejor prueba de la censura social que tanto se ha venido mereciendo. Sus dislates y ofensas han encontrado un justo castigo con ese porcentaje exiguo y ridículo que lo etiqueta como uno de los grandes perdedores, desgracia en la cual lo han acompañado sus correligionarios más reencauchados y bailarines: Fausto Alvarado y Gustavo Pacheco.
Seguramente se van a extrañar sus denuncias (como la que intentaba probar los nexos entre Humala y Montesinos), pero si hay un culpable de la desaparición del mejor ‘Popy’ es el propio Olivera, cuyas ambiciones mataron lo bueno que quedaba de su entrañable alter ego.

Written by Michael Ha

April 10th, 2006 at 5:03 pm

Posted in Political Parties

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