Fernando Rospigliosi sobre el fracaso de la izquierda
El fracaso de las izquierdas
Por Fernando Rospigliosi
Perú 21, 20 de abril del 2006
Los partidos de la izquierda marxista han desaparecido de la escena electoral. Ninguno logró superar la barrera del 4%. No tendrán un solo congresista en el siguiente Parlamento.
En este momento, todos los grupos izquierdistas deben de estar realizando el proceso que llaman de “autocrítica”, tratar de explicar el porqué de su fracaso. En realidad, las “autocríticas” entre los marxistas consisten en echarles la culpa a los demás de los errores propios, con una pequeñísima dosis de aceptación de responsabilidades, como, por ejemplo, “no me di cuenta a tiempo de lo mal que lo estaban haciendo los otros”. O “no fui suficientemente claro en señalar los errores que nos conducían al fracaso”.
Por supuesto, siempre tiene la razón el que queda en el control del partido. Ahora mismo debe haber una feroz pugna por el poder entre los que dirigían hasta el 9 de abril y los que quieren tomar el poder. ¿Qué cosa es lo que disputan? Nada, los residuos de grupos políticos que, para efectos prácticos, carecen de significación.
Es verdad que algunos de ellos todavía conservan el dominio de ciertas organizaciones gremiales, como el Sutep y la CGTP. Pero está claro que eso no significa, en modo alguno, adhesión política.
El mejor ejemplo es Patria Roja, que maneja el Sutep desde hace 34 años. Los maestros son más de 300,000. Si hubiera una relación entre ese mando sindical y la simpatía política, podría esperarse que, solo allí, Patria Roja podría haber acumulado medio millón de votos, incluyendo a la mayoría de los maestros y su entorno más inmediato. Sin contar los sufragios de los universitarios, que también son cientos de miles y cuyas organizaciones también dominan ellos. Pero, hasta el momento, Alberto Moreno, su candidato presidencial, tiene unos 31,000 votos.
A esto hay que añadir que Patria Roja fue en alianza con el Partido Comunista, que tiene en sus filas a prominentes líderes de la CGTP, que en el papel agrupa también a muchos miles de trabajadores.
No obstante, la influencia de las izquierdas marxistas va mucho más allá de sus ahora aporreados partidos. Hoy día, muchos izquierdistas se han subido al carro de Ollanta Humala y hay una larga fila esperando para hacerlo. Con eso confirman que:
Su conversión a la democracia fue superficial y aparente. A la primera de bastos están dispuestos a apoyar a un caudillo militar autoritario.
Su defensa de los derechos humanos en décadas anteriores no fue ética sino táctica. Ahora respaldan a un candidato que acumula irrefutables evidencias de ser un violador de los derechos humanos, y eso no les importa. Incluso un ex miembro de la Comisión de la Verdad no ha tenido vergüenza en anunciar su apoyo a Humala.
No aprendieron nada de 1990, cuando respaldaron en masa a Alberto Fujimori para ‘cerrarle el paso a la derecha’, con los resultados que conocemos.