Peru Election 2006

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The Latest Numbers: Presidential Vote and Legislative Seat Projections

with one comment

Here are some of the latest numbers, and some pretty pictures, courtesy of Rici.
The graph shows the presidential vote count as of this morning, split between the foreign vote, the Lima vote (Lima province, not the department), and the rest of Perú. The percentages do not correspond to ONPE; they are based on the percentage of voters computed, not the percentage of voting booths.
peru_pres.jpg
For those of you who want to see the latest seat count, including the calculation based on the “cifra repartidora”: Download file. The explanation is provided below (see “continue reading.”)


From Rici (20-Apr-06, at 11:30 AM):

I’m attaching today’s calculation (numbers from ONPE this morning, 9:20 a.m.) as a PDF file, which is two pages. The first page is the calculation, with the “Cifra Repartidora”, and the second page is the actual seats. I included the calculation so that people can verify it independently.
Each Department is coloured according to the party which got the largest vote. The figures in the computation are colour coded as well: dark blue indicates one or more seats; light blue is the party which won the “last seat”; green indicates that the seat allocation might go up (normally, that would replace a seat from the party with the “last seat”.) I don’t know if that makes any sense, but I suppose that someone who is conversant with the D’Hondt algorithm would understand.
RN is currently showing 3.85% on the national totals, but my projection (which is done by weighting each Department’s vote according to the percentage which has been computed) shows it at 4.03%. That’s not conclusive, for sure; it could go either way. In the meanwhile, I’m keeping it in the computation.
I’m not showing the first D’Hondt allocation which is done to establish whether any party won five seats without having reached the 4% threshold. There are none. In fact, the only party which would have won a seat without the threshold is Natale Amprimo’s Alianza para el Progreso, which would have won one seat in La Libertad. (Of course, RN and even PP could also fall under the threshold, but that’s the way things are looking right now.)
I don’t know how interesting or even relevant this figure is, but the estimated percentage of voters who voted for a party which did not make the threshold is 14.6%. (If RN doesn’t make it, that goes up to 18.6%). I don’t have anything to compare that too, so I don’t know if it is high, but it seems high to me. Of course, there are a lot of parties.
One final note: in his column in La República, Nicolás Lynch said that the parties of the left did not get “a third of the threshold”. That’s not true. In fact, between them they got about 3.4% of the congressional vote. That’s less than the threshold, but they might well have done better had they managed to achieve unity (and they certainly would have been able to target campaign resources better.)

Here is Lynch’s column:
La izquierda: optar o morir
Por Nicolás Lynch
La Republica, 18 de abril de 2006

El nueve de abril pasado la izquierda peruana, en cualquiera de sus versiones, tuvo una derrota electoral aplastante. Esta derrota significa el cierre de un ciclo en el que estas fuerzas intentaron recomponer, luego del término de la Izquierda Unida, su presencia en la vida política del país.
La derrota es especialmente profunda para quienes intentamos, desde una perspectiva renovada, el caso del Partido Socialista, volver a ofrecerle a nuestro pueblo una alternativa electoral de izquierda. Por la magnitud de lo sucedido, esta derrota cuestiona no solo el tipo de campaña o la pertinencia del candidato presidencial, sino, sobre todo, el planteamiento mismo de un Partido Socialista como sujeto político a partir del cual se pueda recomponer el liderazgo de una alternativa progresista en el Perú.
Es risible, por ello, creer, como adelantan algunos creyentes, que la derrota electoral izquierdista tenga algo que ver con no haber ido en una sino en tres candidaturas. Juntas las listas parlamentarias de Concertación Descentralista, el Partido Socialista y el MNI no llegan ni al tercio de votos necesarios para superar la valla electoral, menos todavía si contamos los votos presidenciales. Esto sin tener en cuenta las restas que se habrían producido al querer mezclar renovación con arcaísmo en una supuesta alianza izquierdista.
Este resultado hace ver que una alternativa electoral de izquierda no tiene futuro en un plazo cercano. Por lo tanto, debemos replantear el propósito de una organización de izquierda democrática. Si se insiste, como ocurrió en estas elecciones, en organizaciones con proyecto propio y exclusivo, el resultado será la marginalidad y partidos testimoniales que señalen los defectos de los demás pero estén excluidos de la competencia política en la que se define el futuro del país.
Con esto no quiero decir que se deban disolver los grupos existentes sino que estos deben de ejercer su influencia de manera distinta. Ello supone saber incluirse en espacios mayores que expresen otras formas de representación política donde se recojan, aunque fuera parcialmente, nuestras banderas. Estratégicamente esto significa proponerse una alianza con posiciones de centro democrático que defiendan los derechos humanos y sociales y la soberanía nacional, en un horizonte que privilegie la gobernabilidad y no el desorden para el Perú.
Contamos al efecto con la ventaja de un programa claro y articulado que señala un camino de transformación en democracia, por el camino de las reformas y el Estado de Derecho, pero con la convicción de que los cambios que este país necesita deben ser profundos y radicales para que los peruanos volvamos a creer que puede existir una patria que nos incluya a todos.
En lo inmediato esto supone tomar, desde la izquierda democrática, una opción en la segunda vuelta, que llame a votar por uno de los candidatos en contienda sobre la base de una plataforma mínima que se considere debe llevarse adelante en el próximo quinquenio. Llamar a votar en blanco o viciado es una forma de ausentarse de la lucha política y refugiarse en el supuesto purismo de la ética.
Al respecto es importante señalar la diferencia, como bien señala Max Weber, entre la ética de la convicción y la ética de la responsabilidad. La primera es la ética del predicador cuya lealtad es a las ideas que presenta, la segunda la ética del político que se debe al futuro de un país, dependiendo de sus decisiones la vida de millones de seres humanos y la viabilidad de la comunidad a la que pertenece. Por eso manifiesto que a pesar de que las alternativas en juego no son las nuestras nos corresponde como una responsabilidad con el futuro del Perú tener una actitud de colaboración o en su defecto de oposición leal con el gobierno que surja de la segunda vuelta.
Ciertamente lo que se propone es un cambio drástico en la conducta de la izquierda democrática y en la cultura de la izquierda peruana en general, pero cuando lo que se enfrenta es la desaparición lo mejor es tomar el toro por las astas y señalar sin ambages el único camino posible de futuro. La involución a la capilla o peor aún a la caverna no serían el mejor final para una corriente política que ha entregado tanto en la lucha por la justicia social y la democracia en el Perú.

Written by Michael Ha

April 20th, 2006 at 1:24 pm

Posted in Political Parties

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